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‘Pacto de silencio’ se podría entender como el juego del gato y ratón entre dos hombres – el periodista Ben Shepard y el fugitivo Jim Grant– que intentan exponer la verdad y, en el proceso, acaban redefiniendo sus vidas. La película, que tiene lugar en el presente, nos remite y recuerda a la historia y consecuencias del movimiento de protestas antibelicistas de finales de los sesenta y principios de los setenta (y, en particular, a una de las organizaciones más violentas: The Weather Underground), sin embargo, es una obra de ficción. De hecho, fue el potencial dramático de la historia misma, incluso más que la investigación meticulosa de la novela de 2003 de Neil Gordon, lo que inicialmente atrajo a Robert Redford al proyecto.
“Pensé que era una buena historia y que ofrecía la oportunidad de ver el interior de un acontecimiento que es parte de la historia americana,” dice Redford de la película, que es la primera en la que hace las veces de actor y director de forma simultánea desde 2007, año de su drama ‘Leones por corderos’. “No sólo te da la oportunidad de verlo, sino de meterte dentro de ello y ver cómo la gente estaba viviendo sus vidas treinta años después… de forma clandestina y con una identidad falsa.”
El proyecto se desarrolló a lo largo de cuatro años. Mientras Redford planeaba tanto el argumento como la producción misma, hasta el más mínimo detalle, también dejó una cantidad considerable de elementos de la historia abierta para que los interpretaran los actores. De hecho, él mismo como actor, motivó que aportaran cada uno de los individuos.
Rodada en Vancouver (Canadá), la mayor parte de la fotografía comenzó el 19 de septiembre de 2011 y continuaría hasta finales de noviembre del mismo año. En cuanto al equipo de producción, Redford trabajaría con muchos de sus colaboradores clave por primera vez.
“Trabajo bastante duro para mostrar respeto al equipo y sin embargo tienes que ser muy exigente con ellos,” dice Redford sobre su manera de trabajar en el set. “Siempre he sido afortunado con buenos equipos y éste, desde luego, es el mejor de todos con los que he trabajado.”
Así que el director llegó muy bien preparado a Vancouver. “Tuvimos todas las conversaciones necesarias antes de llegar ahí,” explica LaBeouf. “Redford sabía que no tendría tiempo de tener conversaciones sobre las motivaciones de los personajes en pleno vuelo – sabes, cuando está en el set, se tiene que centrar en el set.”
Mientras que muchos miembros del reparto estelar venían y se iban de Vancouver para rodar sus escenas – dependiendo de los compromisos de rodaje de cada uno – LaBeouf permanecería con Redford durante todo el rodaje. “Yo era como la mascota del set,” bromea el actor.
Para Redford, la pirotecnia en pantalla no vendría de efectos informáticos sofisticados, sino de la interacción explosiva entre los personajes – admite que es una especie de vuelta a otra era en la Historia del cine.
“Tienes una nueva tecnología ahora que está guiando un montón de películas,” dice Redford. “Tienes un montón de efectos que están hechos de tal manera que ya no sabes lo que es virtual y lo que es real.”
“Mucho de eso puede ser muy entretenido – puedes ver algunos de estos taquillazos en los que la tecnología domina sobre la historia, donde no hay mucha historia, pero hay mucha acción y mucho entretenimiento. No existía en los setenta. Era una época de relatos y eso, claro está, me atrae. Creo que todavía tiendo más hacia el lado humanista del cine.”