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NOTAS DEL DIRECTOR...
Cuando planteé “Quién te cantará” por primera vez, era una película de fantasmas. Una película de posesiones, de juegos de identidad en el que una mujer era poseída por el espíritu de otra. La historia fue creciendo y evolucionando hasta acabar convirtiéndose casi en una película musical.
La esencia de la película es la misma, reconocerse o dejar de reconocerse en la imagen que proyectamos en los demás, perder el contacto con uno mismo acabar viviendo arrinconado dentro del personaje que hemos creado con el fin de conseguir la aceptación o el amor de los demás. Ser poseídos por el personaje de alguien que no reconocemos. Tanto Lila como Violeta no son capaces de reconocerse en sí mismas, pero se reconocen en el personaje que ha creado la otra y eso las une.
La película está estructurada en tres partes. La primera parte es la parte de Lila, de su vida, de su entorno.
Lila es prisionera de sus propios sueños convertidos en realidad y ya no puede escapar de ellos. Lila quiere cantar, pero la única manera de hacerlo es dentro de un personaje que ha acabado despreciando pues ese personaje es el responsable de su soledad.
Violeta tiene más talento que Lila, es una gran cantante, pero decidió abandonar su carrera cuando tuvo a su hija. Violeta es incapaz de perdonárselo a su hija, haciéndola responsable de una vida que no quiere vivir, pero es incapaz de perdonarse a sí misma por sentir eso hacia su hija. Por eso aguanta estoicamente el maltrato de su hija.
La última parte es el encuentro entre Lila y Violeta y cómo Violeta ayuda a Lila a reconstruir una versión de Lila con la que Lila sí se identifica volviendo a encontrar la ilusión por cantar.
Me interesa cómo afecta la fama a las personas, las responsabilidades y cómo adaptamos nuestra personalidad para cumplir con nuestras supuestas obligaciones, olvidando muchas veces cuales eran nuestros sueños y quienes somos realmente.