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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuenta la historia de Lila Cassen la cantante española con más éxito en los años noventa hasta que un día desapareció misteriosamente. Una década después, Lila tiene necesidad de volver a los escenarios, pero poco antes del esperado regreso, pierde la memoria debido a un hecho puntual.
Una desconocida admiradora suya, Violeta, una madre soltera que trabaja de noche en un karaoke imitándola, es requerida por Blanca Guerrero, su amiga y representante, para hacer que Lila recupere la memoria, sus canciones y su manera de cantarlas, para sacarla de esa forma de su crisis, y volver de nuevo a los escenarios ya que sin cantar no es nadie.
La cuestión está en saber si volverá a recuperar la forma, como ocurre con los deportistas después de una lesión, y de nuevo sea la que era o si en realidad fue un bluf, una cantante vacía.
Carlos López del Rey o lo que es lo mismo Carlos Vermut, nombre artístico de este director madrileño, que debutó con 'Diamond Flash' (2011), que no fue estrenada comercialmente, sólo se vio a través de Filmin, de quien se recuerda su estupenda 'Magical Girl' (2014) que logró numerosos premios, entre ellos la Concha de oro a la mejor película y la de plata al mejor director en el Festival de San Sebastián, que fue la que le dio a conocer.
Con 'Quién te cantará' (2018) elabora su tercer largometraje y el más asequible para el público, un melodrama sobre esta mujer que guarda el secreto de porqué se retiró en pleno éxito discográfico y que nadie más conoce.
La puesta en imágenes está muy cuidada y lo hace con suma delicadeza, con leves movimientos de cámara, cuando no usa el plano fijo, generalmente en las canciones, o grandes primeros planos para remarcar detalles.
A lo largo de la trama se tratan dos relaciones entre madre e hija, una es la de Violeta y su díscola hija Marta, una chica conflictiva que la tiene dominada, que a nuestro parecer si se suprimiera no sufriría gran cosa el argumento, y la otra, la que se silencia hasta el final entre Lila y su madre, que tal vez sea la que resulta más interesante de toda la trama y que justifica la actitud de la protagonista.
Habla igualmente de la fama y el poder que ésta otorga, de la absorción de identidades, de la imitación, del fraude de creación y de la apropiación indebida de lo ideado por otra persona.
Se toca también el precio de la fama a veces obtenida fraudulentamente al convertirse en un ídolo con pies de barro.
Es un melodrama que se desarrolla entre mujeres, ya que tan sólo hay dos brevísimas intervenciones de dos hombre a lo largo de todo el argumento, la de Julián Villagrán, que se acerca a ella en un momento en la barra de un bar tratando de ligar y la otra la de Ignacio Mateos que finge ser un periodista para sacarle información a Violeta.
A lo largo del guion se estable un gran duelo interpretativo entre Najwa Nimri y Eva Llorach, esta última es la actriz fetiche de este director, que está fantástica, mientras que en un segundo plano intervienen Carme Elías y Natalia de Molina en dos papeles muy diferentes, la primera es Blanca y la segunda Marta, la hija de Violeta.
El título está extraído de una de las canciones del conjunto Mocedades que es una de las que se interpretan a lo largo de esta historia junto a algunas conocidas de la misma época como Procuro olvidarte, además de las originales de Najwa Nimri que configuran su banda sonora junto a la inquietante partitura de Alberto Iglesias.
Sin llegar a la altura de su anterior y la mejor hasta ahora ésta resulta original en su historia, en la que se reflexiona sobre la identidad, la vampirización de una persona sobre otra, las relaciones entre los artista y sus admiradores, etc., pero resulta alargada ya que algunos momentos se podían haber abreviado un poco.
Premio Feroz en el Festival de San Sebastián.
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