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SINOPSIS
Mario es un joven ejemplar al que le marcha bien la vida tanto a nivel familiar y profesional y quien espera un hijo con su esposa que trabaja en una residencia de ancianos. Hasta la residencia llega un narco recién salido de prisión y con el paso de los días cogerá confianza...
INTÉRPRETES
LUIS TOSAR, ISMAEL MARTÍNEZ, MARÍA VÁZQUEZ, MARÍA LUISA MAYOL, ENRIC AUQUER, XAN CEJUDO
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PREMIERE
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LA PRODUCCIÓN...
“Quien a hierro mata es un thriller con una fuerte carga dramática, que aborda temas como la traición, las relaciones familiares, las consecuencias del mundo de las drogas o la violencia: explora el lado más oscuro del ser humano y ejemplifica a la perfección el ojo por ojo, diente por diente, pues es la crónica -tensa y terrible- de una venganza”, afirma Emma Lustres, de Vaca Films, compañía productora de la nueva película de Paco Plaza: “Resulta vital resaltar la importancia del contexto: la zona de Arousa, foco principal del narcotráfico en Galicia. Partimos, de este modo, de una historia local, casi de un micro universo, para conseguir atrapar al público de cualquier latitud con una historia universal, narrada de un modo muy personal, vibrante y, a la vez, realista”.
Por su parte, Mercedes Gamero, de Atresmedia Cine, asegura que “Quien a hierro mata aporta una nueva, original y personal mirada dentro del exitoso camino del thriller en la cinematografía española moderna, que esperamos siga triunfando no solo en nuestro mercado doméstico, sino también en el internacional. Para nuestra compañía, esta película culmina felizmente un largo trayecto en el intento de trabajar con Paco Plaza. La espera ha merecido mucho la pena”.
El director de la película, Paco Plaza -responsable de éxitos como Verónica y de tres entregas de la saga terrorífica [•REC]- afirma que “Esta es la primera vez que ruedo un largometraje sin haber intervenido en el proceso de escritura. Y la razón estaba clara: cuando llegué al final de la lectura del guion, sentí que no podía permitirme no filmar esta película. Rara vez cae en tus manos un argumento tan brutal como el escrito por Juan Galiñanes y Jorge Guerricaechevarría, que combine la estructura de un thriller trepidante con una profundidad moral de semejante calado, donde los personajes nos empujan a mirarnos a los ojos para escarbar en nuestro interior y hacernos preguntas: nuestras decisiones... ¿nos construyen como personas o nos revelan quiénes somos en realidad?
Los actos tienen consecuencias, pero ¿hasta dónde estamos dispuestos a asumirlas?
Por muy justificado que creas que está el motivo de tus acciones, estas pueden desencadenar algo que desborda el objetivo de la acción inicial: tomando el camino correcto puedes llegar a una solución equivocada, y al revés. Hay que tener mucho cuidado con lo que uno desea, porque se puede volver en contra”.
“Me gusta mucho el espíritu de tragedia griega que posee la película”, continúa Plaza, “al intentar manipular lo que tiene que pasar, se abre una caja de Pandora. Tiene algo de Sófocles (Edipo rey) y de Shakespeare (El rey Lear), porque las relaciones familiares son aquí también fundamentales. La película muestra en su trama una venganza, pero retrata asimismo el universo de la familia y de las raíces de nuestros actos. Por ejemplo, los antagonistas del protagonista, en realidad, son niños grandes deficitarios de amor, a quienes su padre ha despreciado siempre y eso les ha empujado a ser de una determinada manera, a intentar parecerse a un modelo equivocado: ser lo que no eres o convertirte en algo concreto, sólo por cumplir la expectativa de tus padres o de la sociedad, puede traerte consecuencias nefastas. Hay también en Quien a hierro mata una especie de fatum trágico lorquiano, como en Bodas de sangre o Yerma, con el destino cruel aplastando a los personajes”.
Y aclara Plaza: “En realidad nadie es bueno o malo absolutamente en la película: todos tenemos dos caras y por muy honrados que seamos, en diferentes situaciones, nuestras acciones no tienen por qué corresponderse con nuestra bondad. A veces, una persona despreciable puede tener un gesto de nobleza, y una persona muy noble puede hacer cosas terribles. Todos llevamos un ángel y un demonio dentro: la película habla de esa dualidad. Las peores personas pueden ser capaces de llevar a cabo algo noble, y las mejores personas, de hacer algo terrible. Y el narcotráfico sirve de telón de fondo en esta historia, pero la película habla principalmente de las personas implicadas, no del negocio de la droga propiamente”.
“Yo estuve hace dos veranos en la zona donde transcurre el film, en Rías Baixas, y contactamos tanto con guardias civiles que se dedican a hacer operaciones antidroga como con gente del gremio, pero no quise caer en clichés: deseaba ver cómo es realmente ese universo y así ha quedado en la película. Me apetecía huir de cualquier tipo de idealización de los narcotraficantes, porque es gente normal que tiene un negocio de mensajería, pero lo que transporta, en vez de lavadoras o muebles, es cocaína. Me gustaba que todo fuera real y la Galicia que se ve es así realmente. Quería quitarle toda la épica al asunto del narco, que hablase de personas reales y normales, como podemos ser todos”, confiesa el director.
“El sonido es el 50% de la película y en este caso, como en [REC]3 Génesis y Verónica, he podido trabajar con Gabriel Gutiérrez, que es un artista y entiende que al público la imagen le entra por los ojos, pero el sonido le entra por detrás del cerebro”, asegura Plaza. “El sonido cuenta cosas de una manera mucho más sutil, haciendo inserción en la mente del espectador: su capacidad evocadora es alucinante. En Quien a hierro mata he intentado que el sonido sea el ruido interior del personaje protagonista: lo que está sonando no es lo que estás viendo, sino la percepción que tiene Mario. Y la frontera entre el sonido y la música en la película es muy difusa: hay momentos en los cuales hemos utilizado la música de una manera poco convencional, con instrumentos arcaicos, como la zanfoña”.
“Respecto al trabajo de cámara, hablaba siempre con Pablo Rosso -director de fotografía con quien llevo veinte años trabajando- de que el objetivo no se moviese siguiendo la acción del personaje, sino siguiendo su emoción: eso es habitual en el cine oriental, sobre todo en el coreano. Me gustaba experimentar en ese sentido: que la cámara expresase más emoción que acción. También,” -continúa Plaza- “con Rosso hablé de que quería marcar mucho la luz y la oscuridad: que Mario estuviera siempre entre dos mundos y subrayásemos cuál de las facetas de su personalidad está presente en cada momento. Le pedí que iluminásemos solo con una fuente de luz cada escena: con una luz ultra sencilla.
Así, siempre había una zona de sombra, sin relleno. Son aspectos que el espectador no percibe de forma consciente, pero inconscientemente sí y cuando haces la película te sirve de brújula para eliminar la arbitrariedad, porque dirigir es reducirla al mínimo: debes tomar decisiones y que no haya nada gratuito”.
“Y cuando ruedas en un lugar, tienes que abrazarlo, así que abrazamos la crudeza que nos daba Galicia. Nuestra apuesta estética no fue neutralizar esa crudeza, sino asumir dónde estábamos y sacarle el máximo partido. Hacer una película consiste en abrir los brazos y dejar que lo que haya te impregne y no luchar a la contra de lo que tienes: es asumir lo que tienes para potenciarlo. Nuestra idea era intentar hacer una aproximación casi documental, que la sensación de realismo y verosimilitud fuera constante”, recalca Plaza.
“Creo que la banda sonora de Quien a hierro mata es especial”, comenta el cineasta.
“Y elegir a alguien sin experiencia es muy gratificante, porque su aproximación no es la habitual: Maika Maikovski ha compuesto para el film unos temas que expresan las emociones de los personajes. Ella, aparte de su faceta como cantante, había trabajado antes en teatro, con Calixto Bieito y Juan Echanove, a partir de un texto de Poe. Un día, localizando en Galicia para la película, iba yo escuchando en el coche su disco Body y pensé “¡Ese piano!”, pues lo toca de manera muy estimulante, con una intensidad y una emoción que me cautivaron: todos los pianos de la banda sonora son de ella, porque es una salvaje tocando. Es asimismo muy expresiva y creo que ha hecho un trabajo de composición buenísimo. Decía Shyamalan que lo que sabemos nos limita: lo estimulante surge cuando haces cosas que no sabes, cuando te aventuras en algo nuevo y desconoces cómo va a salir: ahí está el desafío artístico y Maika lo ha vivido de esa manera, y todos detrás de ella en esta película”.
“Yo tenía un guion que me encantaba y un protagonista que es un genio, así que tenía que dejar brillar la historia y a Luis: mi labor como director nunca es estar por encima o dominar la historia, sino dejar que la trama se cuente de manera natural. El desafío en Quien a hierro mata consistió en estar a la altura del guion y de los actores: eso me generó bastante responsabilidad. Ese fue mi trabajo: intentar que eso llegase al espectador de la manera más eficaz posible”, concluye Paco Plaza.
LOS PERSONAJES...
MARIO - Luis Tosar:
Mario es un hombre normal y corriente, de vida apacible y feliz junto a Julia, su mujer, mientras esperan el nacimiento de su primer hijo. Su existencia da un giro brusco cuando Antonio Padín, famoso narcotraficante de la zona, ingresa enfermo en la residencia de ancianos donde Mario trabaja como enfermero: rápidamente se establecerá una estrecha relación entre el anciano y su cuidador, a la vez que se abre en este último una herida del pasado, no bien cicatrizada.
Paco Plaza, director de Quien a hierro mata, lo describe así: “El viaje al interior de sí mismo de Mario, nuestro protagonista -encarnado (en esta ocasión es muy acertado utilizar esta palabra) en Luis Tosar- es una invitación a todos los espectadores para que se pregunten qué haríamos nosotros en su lugar. Dentro de cada persona hay luz y oscuridad: alimentar a una de ellas, en detrimento de la otra, es una decisión que nos corresponde a cada uno y con cuyas consecuencias tendremos que lidiar el resto de nuestras vidas”.
“Lo bonito del personaje”, continúa Plaza, “es que te puedes identificar con él, porque no es bueno ni malo: es humano, como todos nosotros, con unas circunstancias concretas. Para mí era importante entender el dolor de Mario, lo que le empuja a actuar de cierta forma: lleva dentro un misterio que hasta el último momento no acabas de entender. Es como un héroe de un film de Hitchcock: un hombre corriente, inmerso en situaciones extraordinarias. Está intentando salir a respirar a la superficie, pero lleva consigo un lastre que le empuja hacia abajo de nuevo”.
“Hablando sobre el rol de Mario, Tosar me decía que este personaje está poseído por el odio, con una especie de virus que le infecta, que él sabe que es nocivo, pero no lo puede evitar. Me decía Luis que para él Quien a hierro mata es como una película de terror, porque el personaje está poseído por el dolor y el rencor: es entonces un film de posesión, y por eso Mario hace cosas en contra de su voluntad”, concluye el director.
Para Luis Tosar, la de Mario “ha sido una interpretación emocionalmente complicada y compleja a pesar de que se trata, en principio, de un tipo sencillo, al que dan ganas de abrazar. Además, tiene que tener algo vocacional para poder lidiar con un trabajo como el suyo de enfermero, tratando con gente que en muchos casos está muy deteriorada o que se va deteriorando a lo largo del tiempo que está ingresada. Y es asimismo un personaje marcado por un dolor muy profundo. Para mí, como actor, emocionalmente fue un terreno difícil acceder a esa personalidad y requirió bastante esfuerzo y concentración”.
ANTONIO PADÍN - Xan Cejudo:
Traficante y padre de dos hijos. Ingresa enfermo en el geriátrico donde trabaja Mario.
Según Paco Plaza, “Antonio Padín es alguien que siempre ha infundido respeto y miedo a todo el mundo, pero que encuentra en el enfermero a alguien que le trata como una persona: Antonio se está metiendo, sin saberlo, dentro de una tela de araña, pero a la vez está recuperando su humanidad, después de una vida criminal, que le ha llevado a la cárcel y a relaciones familiares desastrosas. En el último momento, en la residencia de ancianos, encuentra cierta paz al sentirse una persona de nuevo”.
“Este anciano es un misterio”, continúa Plaza: “Hay personas que se construyen con la imagen que tenemos de ellas: Antonio Padín es tan hermético que nunca se llega a saber cómo es realmente. El enigma de este personaje, esa máscara que solo por momentos se acaba resquebrajando, es más que intrigante. El viejo ha tenido que construir un personaje en su vida, y eso se ha comido a la persona que era. Y, para colmo, es alguien incapaz de sentir empatía”.
“Es un capo bastante terrible, malvado como él solo, que sufre una enfermedad degenerativa”, comentó Xan Cejudo durante el rodaje del film. “Al salir de la cárcel, se niega a ir a casa con sus hijos, con los que no se lleva bien, y exige que le metan en una residencia, donde se encuentra con un enfermero que será su antagonista. Mi personaje es muy malo y eso para un actor es fenomenal, porque los personajes terribles me encantan. Además, no he tenido la posibilidad de hacer muchos en mi carrera, pero son muy atrayentes”.
TOÑO - Ismael Martínez:
Toño es el mayor de los dos hijos de Antonio Padín: como su hermano Kike, intenta imitar a su padre y seguir sus -exitosos- pasos en el submundo ilegal del tráfico de drogas. “Los dos hermanos son muy diferentes”, comenta Plaza, “Toño es el más sensato, dentro de lo que cabe, y demuestra una actitud protectora hacia Kike, el pequeño. Durante los ensayos, yo les decía a los actores que el personaje de Toño sí había conocido a su padre, pero el de Kike (encarnado por Enric Auquer) no, porque el progenitor llevaba muchos años en la cárcel y como Kike era entonces pequeño, su figura paterna ha sido finalmente su hermano mayor”.
“Creo que Toño es un hombre que todavía no ha encontrado su lugar”, declara Ismael Martínez. “Siente que su padre está dejando un trono que él considera que debe heredar. Y todavía está buscando la aceptación del anciano: Toño es un tipo que tiene odio y dolor, porque le ha faltado cariño toda su vida y se comporta como le han educado: a golpes. El viaje que tiene en Quien a hierro mata lo acaba trastornando porque no consigue sus objetivos. Además, siente el rechazo de un padre que no quiere volver a casa, que prefiere quedarse en una residencia y encima empieza a tener una relación afectuosa con Mario: algo que él nunca ha tenido con su propio padre. Y ve que con el enfermero eso sí ocurre, lo que le remueve toda esa carencia y dolor”.
KIKE - Enric Auquer:
Kike es también hijo de Antonio Padín y, por lo tanto, hermano pequeño de Toño: impulsivo y terco, nervioso e inmaduro, trata de imitar a su padre con resultados dudosos. “Estos dos hombres jóvenes -Kike y Toño- son los personajes trágicos de la película”, señala Plaza, “niños carentes de amor, seres buscando constantemente la aprobación de alguien que nunca la da, y eso les genera un comportamiento violento, un resentimiento hacia todo, una manera de actuar de forma pendenciera. Estos chicos se han criado con un padre ausente, rodeados de todas las comodidades, pero con gente que nunca les ha tratado con normalidad porque son los hijos de quien son y eso les ha convertido en defectuosos, al criarse de una manera poco normal. Asimismo, ellos intentan ocupar un lugar para el que no están capacitados, engañando, creyéndose más listos de lo que son, intentando ser lo que no son... y eso conduce al desastre”.
“La relación de mi personaje, Kike, con su padre se basa en la ausencia, pues nunca lo ha tenido realmente cerca a nivel afectivo”, dice Enric Auquer. “Por eso mismo casi no hay respeto entre ellos, porque no le ha servido de nada, salvo cuando le ha dado dinero: Kike es un niño mimado, que tiene lo que le da la gana, y además -ingenuo- piensa que lo domina todo, más que cualquier otra persona”.
JULIA - María Vázquez:
Julia y Mario son pareja: ambos esperan su primer hijo y se preparan con ilusión para ello.
“Están en un momento de amor total, de felicidad, se nota que tienen mucha complicidad”, comenta la actriz, “pero se da una circunstancia en la película que trunca todo eso que tenían construido: él empieza a cambiar ... y ella no entiende qué está pasando”.
“Hay poco espacio para la luz en una película como Quien a hierro mata: el personaje de Julia es el único luminoso, pero la tienen engañada y hasta el final ella no se da cuenta del laberinto tan oscuro y complejo donde se está metiendo su marido”, apunta Paco Plaza.
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