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RED AVISPA
INFORMACIÓN
Titulo original: Wasp Network
Año Producción: 2019
Nacionalidad: Francia, España, Bélgica, Brasil
Duración: 125 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de años
Género: Thriller
Director: Olivier Assayas
Guión: Olivier Assayas
Fotografía: Denis Lenoir
Música:
FECHA DE ESTRENO
España: 2020
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Wanda Films


SINOPSIS

La Habana, principios de los 90. René González, un piloto cubano, roba un avión y huye de Cuba, dejando atrás a su querida esposa y a su hija. Empieza una nueva vida en Miami. Otros desertores cubanos no tardan en seguirla y se pone en marcha una red de espías. Su misión es infiltrarse en organizaciones violentas anticastristas responsables de ataques terroristas en la isla...

INTÉRPRETES

ANA DE ARMAS, PENÉLOPE CRUZ, EDGAR RAMÍREZ, WAGNER MOURA, GAEL GARCÍA BERNAL, HARLYS BECERRA, JULIAN FLYNN, GISELA CHIPE, BRANNON CROSS, STEVE HOWARD, MICHAEL VITOVICH, JOHANNA SOL, STEPHEN W. TENNER, ERIC GOODE

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EL CONTEXTO HISTÓRICO...
   En 1959, Fidel Castro toma el poder en Cuba derrocando al dictador Fulgencio Batista que apoyaba Estados Unidos. La isla se convierte en una «República Socialista”.
  Washington corta inmediatamente toda relación con La Habana e impone un embargo total al país comunista.
A principios de los años 60, los cubanos exiliados, que viven sobre todo en Florida, organizan la «resistencia» contra el régimen de Castro y lanzan ataques contra Cuba. En 2001, el gobierno cubano los culpa por la muerte de casi 3.500 personas, entre las que se encuentran las víctimas de la fallida invasión de Bahía de Cochinos en 1961.
  Para combatir a sus enemigos que viven en Estados Unidos, Cuba envía oleadas de espías al país americano para infiltrarse en sus organizaciones. A principios de los 90, unos 30 agentes crean La Red Avispa para proporcionar a La Habana información privilegiada sobre diferentes actividades que van desde el rescate en el mar de refugiados cubanos hasta acciones mucho más violentas a través de asociaciones con redes criminales.
  Estos espías cubanos fingen ser disidentes que huyen de su país. Entre ellos se encuentra René González, que vuela en avioneta a Key West, Florida, en diciembre de 1990 y Juan Pablo Roque, también piloto, formado en la URSS. En 1992, Roque nada siete horas para llegar a la base naval estadounidense de Guantánamo (que aún no era un campo de prisioneros), en el extremo sur de Cuba. Muchos de esos agentes abandonan a sus familias sin darles ninguna explicación para vivir una vida peligrosa y solitaria en Florida intentando infiltrarse en organizaciones anticastristas.
  Durante varios años, bajo el mando de Gerardo Hernández, alias Manuel Viramontez, La Red Avispa recopila información confidencial. Sus espías colaboran a veces con el FBI, por ejemplo, para neutralizar el PUND (Partido Unidad Nacional Democrática) con sede en Estados Unidos, que se involucra en el tráfico de drogas. Mucho después de la caída del Muro de Berlín y de la desaparición de la URSS, estos agentes se convierten en los últimos soldados de la Guerra Fría, el título del libro de Fernando Morais, un escritor brasileño, en el que se basa libremente la película de Olivier Assayas. Su guerra es real: en 1996, cuando el régimen de Castro reprime duramente al Concilio Cubano, una organización integrada por varios grupos locales que luchan por la democratización del país, la aviación cubana derriba dos pequeños aviones desarmados que pilotaban pilotos exiliados con la intención de lanzar panfletos sobre La Habana. Cuatro de ellos pierden la vida.
  En respuesta, en el verano de 1997, Luis Posada Carriles, conocido como «el padrino de los exiliados cubanos», organiza una serie de ataques con bombas contra hoteles turísticos en La Habana. Un turista es asesinado y varios resultan heridos. Un año después, queda claro que estos ataques con bomba los financió la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), que preside Jorge Mas Canosa, un exiliado cubano millonario.
  En la primavera de 1998, a instancias de Fidel Castro, el novelista Gabriel García Márquez se reúne con el presidente Bill Clinton en la Casa Blanca para entregar los documentos recopilados por el servicio de inteligencia cubano que prueban la existencia de «actividades terroristas» organizadas por las fuerzas anticastristas en suelo estadounidense. Pero ese intento de acercamiento dura poco ya que, en respuesta, la CIA desmantela La Red Avispa. Entre los agentes cubanos arrestados, cinco se niegan a colaborar con el sistema de justicia estadounidense. No se pliegan a un acuerdo de culpabilidad con la fiscalía y reciben sentencias de prisión por conspiración. Se les acusa no solo de espionaje sino también de asesinato, debido a su implicación no probada en el derribo de los dos pequeños aviones en 1996. Los hombres condenados se conocen con el nombre de los «Cinco Cubanos», auténticos héroes en su país de origen.
 
René González es sentenciado a 15 años de prisión y es liberado en 2011, dos años antes de cumplir su condena. En 2014, sus camaradas forman parte de un intercambio de prisioneros que se beneficia del «deshielo» en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba que culmina, en 2016, con la histórica visita del presidente Barack Obama a La Habana.
  Un año después, la elección de Donald Trump anuncia la vuelta a la confrontación.

SOBRE EL FBI...
  En la historia que se cuenta en La Red Avispa, el papel del FBI resulta crucial pero queda envuelto en la ambigüedad para quien no esté familiarizado con la política interna de Estados Unidos.
  De hecho, Florida es uno de los llamados «swing states» que inclinan el equilibrio en las elecciones presidenciales entre los estados abiertamente «rojos» y «azules», es decir, las fortalezas del Partido Republicano y del Partido Demócrata, respectivamente.
  En Florida, como en otros 47 de los 50 estados que componen la Unión, «el ganador se lleva todo”. Además, Florida es el estado decisivo que envía el mayor número de delegados, 29, al Colegio Electoral, que es quien elige en realidad al ganador. Por lo tanto, Florida es la piedra angular de cualquier elección presidencial.
  De ahí la importancia del voto cubano americano, sobre todo en varias circunscripciones densamente pobladas de Miami donde viven muchos exiliados cubanos. Tienden a votar al partido que adopta la postura más dura hacia el país del que han huido. Ningún partido político o administración, republicana o demócrata, puede darse el lujo de ignorar a este electorado, poco numeroso pero decisiva. Esto también se produjo durante la presidencia de Clinton, a pesar de que su programa era más progresista.
  Como fuerza policial federal, el FBI vigila a las organizaciones anticastristas que pueden participar en todo tipo de actividades ilegales: asesinatos, tráfico de drogas o de personas, actos de piratería, ataques contra Cuba... con consecuencias potencialmente negativas para Estados Unidos y su diplomacia. Pero además, el FBI no tiene interés en enemistarse con un electorado clave. En la medida de lo posible, hace la vista gorda ante las maquinaciones anticastristas en suelo estadounidense y libera discretamente a los enemigos exiliados del régimen comunista que captura.
  Para cumplir esta misión ambivalente, el FBI necesita informantes dentro de la diáspora cubana. Juan Pablo Roque, el doble agente de la película, es un buen ejemplo. También se comprende por qué el FBI sigue a René González durante varios años y escuchas sus comunicaciones, sin arrestarlo. Mientras él y otros agentes cubanos se limiten a espiar a las organizaciones anticastristas, son una valiosa fuente de información. Sin embargo, el FBI corre el riesgo de ser utilizado por los agentes cubanos que intenta utilizar: cuando La Red Avispa le informa de un complot para asesinar a Fidel Castro, el FBI se ve obligado a intervenir, para no convertirse en un cómplice del crimen.
  Este no es el único precio que el FBI tiene que pagar por su subordinación a la política interna estadounidense, al contraespionaje y a la desestabilización de un país extranjero.
  Cuando Juan Pablo Roque hace público su trabajo para el FBI y descubre la tapadera de su controlador, las dudosas relaciones de la agencia con los agentes cubanos quedan expuestas y en peligro. Pero La Red Avispa va a pagar el precio más alto: desaparece su protección el alcance de las operaciones anticubanas que surgen desde Estados Unidos, el refugio seguro de sus enemigos exiliados. Esto los lleva a entrar en acción contra lo que ya no se puede fingir que se ignora. Por el contrario, la Policía Federal sigue sin investigar las conspiraciones terroristas anticubanas y continúa a perdonar la vida a sus responsables y a quienes los financian en Estados Unidos...

ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿Cómo supo de la historia de los Cinco Cubanos?...
Rodrigo Teixeira, el productor brasileño de la película, había adquirido los derechos del libro, y como yo había hecho Carlos, contactó con mi productor, Charles Gillibert, en Francia, y le pidió que me pasara el libro Los últimos soldados de la Guerra Fría:
La historia de los Cinco Cubanos de Fernando Morais, que también es un político en Brasil. Leí el libro, que en su mayoría se basa en hechos reales, sin mucha narrativa porque trata de lidiar con las múltiples capas de una historia extremadamente compleja, que abarca muchos años. Me llevó tiempo comprenderlo, pero me fascinó la historia de los Cinco Cubanos, y la guerra clandestina entre los exiliados cubanos y el régimen de Castro. Además, el libro encerraba mucha materia prima de primera mano que arrojaba nueva luz sobre los acontecimientos. Pero había algo más, una historia moderna que no se había explorado en el cine, que abarcaba lo íntimo y lo universal; la historia de unas personas atrapadas en la maquinaria de la política y la Historia, algo que yo ya había estudiado en Carlos, y sentí que podía dar un paso más.

En su trabajo hay un hilo conductor que hace hincapié en el espionaje y en el subterfugio. ¿De dónde viene ese interés?...
Siempre me han interesado las complejidades de la política moderna. Ahora hablamos de noticias falsas y desinformación, pero es algo que siempre ha existido de una forma u otra. Antes solía llamarse propaganda. Muchas cosas que no relacionamos con la política y con la estrategia política, son en realidad una parte esencial de la política.
Lo que pasa es que ahora somos cada vez más conscientes de esos problemas. La información que nos llega sobre el terrorismo o el espionaje solo se pueden entender a través de esa óptica. La historia de los Cinco Cubanos, como se cuenta en La Red Avispa, con sus ambigüedades y conflictos, concuerda con mi línea de trabajo y refleja mi interés en explorar el inframundo de la información y la desinformación modernas.

¿Qué diferencias hay entre la estructura de la película y de la del libro?...
He utilizado fragmentos del libro, sobre todo sus investigaciones de primera mano, las entrevistas con protagonistas clave y las transcripciones filtradas por los Servicios de Seguridad del Estado cubano. Está muy presente, pero también me he servido de otras fuentes para verificar los hechos. Fue extremadamente difícil resumir en una película la política interna de grupos anticastristas antagónicos, las ambigüedades, contradicciones y fracasos de las leyes de inmigración de Estados Unidos, las complejidades del trabajo de campo de los miembros de La Red Avispa. Está claro que tuve que simplificar algunos acontecimientos y ajustar la cronología por razones narrativas. Pero mantuve e hice un gran hincapié en los conceptos básicos de los primeros capítulos, antes de que comprendamos quién es realmente René González.

¿Por qué René González te resulta un personaje fascinante?...
Es más un soldado que un espía, alguien a quien se le asigna una misión y que sacrifica su vida personal por sus creencias de una manera política, casi religiosa. Me pareció que su destino tenía una componente muy emocionante. Luchó en la guerra de Angola, tuvo familia y en algún momento decidió, o sus superiores le ordenaron, hacer un trabajo que lo iba a apartar de su familia. Fue muy honesto y sincero en su participación en la causa: no lo hizo por dinero, y vivió una vida muy difícil de manera encubierta en Estados Unidos. Mientras tanto, luchaba para sacar a su familia de Cuba. También me interesó su relación con su mujer Olga y su hija Irma. En muchos sentidos, eso es lo que impulsa la película. Tenía la sensación de que estaba haciendo una película que no solo trataba sobre un espía, sino también sobre alguien que desempeñaba una misión difícil en el extranjero, separado de sus seres queridos y que intenta reunirse con ellos. Son sentimientos con los que todos nosotros podemos identificarnos.

Olga González, que interpreta Penélope Cruz, también es un personaje fascinante...
Es una mujer fuerte en una historia donde predominan los hombres.
Para mí, el núcleo emocional de la película es el personaje de Olga, porque se ve inmersa en una historia que no es su historia, es la de su marido. Una historia que trastoca completamente su mundo y transforma su destino. Ella termina aceptando las decisiones de su marido. Al principio es una víctima que sufre por culpa de unas decisiones que ella no ha tomado. Pero después, las sume y es ella quien toma esas decisiones, y algunas son bastante difíciles. Decide luchar por su marido y aceptar su destino para salvar a su familia. Al final de la película llegamos a admirarla.

¿Por qué Penélope Cruz era la mejor candidata para el papel?...
Para el personaje de Olga quería una actriz con una profunda capacidad de empatía, y ella aporta con creces esa cualidad al papel. Penélope tiene una gran presencia que se apodera de la pantalla, además de una asombrosa capacidad para conectar emocionalmente con el público. Fue una gran alegría trabajar con ella en este papel. Es única, y las complejidades, los conflictos y las fortalezas de Olga la convirtieron en un elemento esencial de esta película. Todos estamos en deuda con Penélope, ya que esta película le debe mucho a su participación y a su confianza en un proyecto complicado.
Es un papel ambicioso y difícil que se rodó en Cuba con muy pocas comodidades.

Trabajaste con Edgar Ramírez en Carlos, ¿por qué era el actor adecuado para interpretar a René González?...
En cierto sentido, este proyecto me interesaba porque era una oportunidad de volver a trabajar con Edgar. Desde que hicimos Carlos, hace ya diez años, seguimos siendo amigos y nos mantenemos en contacto. Lo quiero y admiro su trabajo. Cada vez que nos reuníamos, discutíamos posibles proyectos, pero no aparecía nada apropiado, o las agendas no encajaban. Pero sabía que René González era un gran papel para Edgar, y volver a rodar con él siempre fue una parte esencial del plan. Aporta al personaje de René mucho de lo que aportó a Carlos, su generosidad, su pasión, su intensidad. Pero, como decíamos a menudo en el set, René es el anti-Carlos, y creo que Edgar supo matizar muy bien los sentimientos de René: su vulnerabilidad y su humanidad como marido y padre cariñoso, algo que era imposible con Carlos.

Trabaja con Gael García Bernal por primera vez. ¿Por qué quiso que interpretar a Manuel Viramontez, jefe de La Red Avispa?...
Hace mucho tiempo que conozco y admiro a Gael. Esta es la primera vez que puedo ofrecerle un papel adecuado. Conocí a Gerardo Hernández, alias Manuel Viramontez, en Cuba cuando preparaba la película. Desde esa reunión comprendí que Gael era la mejor opción para encarnar a este personaje. Tiene la sutileza, la inteligencia y ese toque de ligereza que permiten que parezca un espía creíble. Y también comprendió el malvado sentido del humor del personaje, que se inventó él mismo. Fue un placer estar en el set con Gael, me encantó la complicidad que surgió entre nosotros, y me sorprendieron muchísimo los matices que aportó a su personaje. ¡Espero que volvamos a trabajar juntos muy pronto!

¿Conocía a Wagner Moura por su trabajo en Narcos donde encarnó a Pablo Escobar?...
No había visto Narcos, y no quería verlo porque Juan Pablo Roque es un personaje muy diferente. Son individuos completamente diferentes, incluso físicamente, y hay que admirar a Wagner por saber pasar de un personaje a otro. Conocer a Wagner es una de las mayores satisfacciones que me ha dado esta película. No había visto su trabajo, pero cuando lo conocí en Los Ángeles me dio la impresión de que hablábamos el mismo idioma, que compartíamos los mismos valores y sentíamos una pasión similar por el cine. Ha reinventado por completo el personaje de Roque, convirtiéndolo en un individuo complejo y conflictivo que se debate entre la oscuridad y la luz.

Otra característica de su trabajo es que le interesan historias que ocurren en cualquier lugar del mundo. ¿Qué le interesó de Cuba y de su política y cómo fue rodar allí?...
Cuando empezar a pensar en hacer esta película, pedí que me permitieran ir a Cuba para ver cómo era, para escuchar a la gente y aprender sobre el país, porque nunca había estado allí. Solo sabía lo que todo el mundo sabe por los periódicos, pero no conocía bien ni su historia ni su cultura. Cuba es visualmente impresionante, especialmente su arquitectura caribeña en ruinas. Aunque también refleja la terrible miseria en la que vive el pueblo cubano. El Estado dirige todos los rodajes y se hacen muy pocas películas en el país. A pesar de eso, empezamos a hablar con los socios cubanos la posibilidad de rodar en La Habana. Pero no tardamos en darnos cuenta de que iba a ser extremadamente difícil y al final los cubanos rechazaron nuestra petición. Así que empezamos a buscar en América Central y del Sur para poder recrear una Cuba creíble. Pero no encontramos una alternativa satisfactoria. Y empezamos a pensar en la posibilidad de no hacer la película. Afortunadamente, habíamos seguido en contacto con los productores cubanos y unos meses después, cuando se dieron cuenta de que estábamos hablando en serio, decidieron que si la rodábamos, estaría bien que discurriera en Cuba. El asunto llegó hasta las más altas instancias del Estado, y terminaron dándonos luz verde.
Los cubanos terminaron siendo increíblemente generosos con nosotros. A pesar de que vimos que había ciertas divergencias sobre este tema dentro de su jerarquía política. Es un estado autoritario, así que o te dan un no rotundo y te cierran todas las puertas, o es un sí y todas las puertas se abren como por arte de magia.

¿Dónde les permitieron rodar en Cuba?...
Nos permitieron rodar en bases militares, dentro de aviones, en algunos de los vestíbulos de los hoteles donde habían estallado las bombas. Fue una experiencia increíble tener acceso a lugares donde nunca había estado un equipo de rodaje. Lo hicimos todo con la ayuda de los militares, la policía y el Estado. Se nos permitió rodar en el exterior de Villa Marista, la sede de la Seguridad del Estado cubano, un lugar donde ni siquiera los equipos de rodaje cubanos pueden filmar. Hacer una película en este contexto, una producción bastante compleja que incluye muchos aviones y barcos, armas y escenas de acción, fue un desafío y me recordó el rodaje de Carlos en el Líbano, donde nunca se había hecho una película de esta envergadura. Tienes muchos obstáculos y es muy difícil porque todo es nuevo para ellos. Cada día era una batalla para hacer lo que teníamos que hacer. Pero la ayuda de los funcionarios cubanos fue muy valiosa. No hubiéramos podido hacer sin su apoyo. También me refiero al presupuesto, o en otras palabras, al coste de la producción.

Se trata de una película de época ambientada en la década de los 90, y Fidel Castro aparece en un recorte de prensa. Cuéntenos cómo es ese recorte y por qué es tan importante para la película...
Es un poco complicado porque, por mucho que quiera ser neutral, no soy nada castrista. Es un país donde no hay democracia y donde no se respetan muchas libertades básicas. Estoy del lado del pueblo cubano, y los cubanos sufren mucho bajo este régimen. Pero también es un país que ha sido muy maltratado durante más de medio siglo por el embargo liderado por Estados Unidos. La población ha pagado un precio altísimo. Cuando estaba investigando para hacer la película, quería usar recortes de prensa para basar la historia en hechos históricos. ¡Fue entonces cuando descubrí una sorprendente entrevista de Fidel Castro explicando con palabras sencillas de qué trataba exactamente la película! Me preocupaba que pareciera que yo estoy a favor de Castro porque en este caso tenía toda la razón. Pero es una verdad histórica, así que me vi obligado a usarla.

La comunidad cubana en el exilio de Miami, al otro lado del océano, es un mundo cinematográfico por derecho propio. ¿Dónde rodaron?...
Somos una coproducción brasileña/europea independiente, lo que significa que rodar en Miami no entraba en nuestro presupuesto. Así que filmamos algunos exteriores muy simples en Miami y los interiores se rodaron en Cuba o en Canarias, en lugares donde pudimos reconstruir cómo era Miami hace 30 años. El principal problema al que me enfrenté fue representar a la comunidad cubanoamericana porque la complejidad de su política es increíble. También porque Florida es un ‘swing state’ y el voto cubano tiene consecuencias muy significativas en la política estadounidense. Hay tantos grupos rivales y facciones, tantas organizaciones, algunas extremadamente violentas e involucradas en el crimen, otras más realistas e inofensivas. Es muy complicado así que me vi obligado a simplificar al máximo para que el público pudiera entender lo básico.

El personaje de Ana de Armas también es fascinante y en cierto sentido es un reflejo de Penélope Cruz...
Quería hacer una película de espías donde las mujeres fueran el centro de la trama, haciendo hincapié en las parejas y en las relaciones humanas entre los protagonistas.
No quería que fuera una película política. Quería que tratara de personas engullidas o aplastadas por la política. Y la historia real de Ana Margarita Martínez es traumática.
Traté de convertirla en un personaje vital y divertido, y Ana de Armas me ayudó mucho.
Tiene una gran presencia en la pantalla, para mí ha sido toda una revelación. Supo encarnar la tristeza de una mujer traicionada, pero también aportó alegría, juventud, energía e inocencia a su personaje. Terminamos queriéndola y compartiendo su dolor.
Esta película no tendría sentido sin estas dos mujeres fuertes que son el eje de la narrativa. Ellas fueron mi primera motivación para hacer esta película.

Ya había hecho tomas aéreas antes: Maggie Cheung por los tejados en Irma Vep y Juliette Binoche en Viaje a Sils María, ¡pero nada en este nivel!...
Desde luego. Las tomas aéreas fueron una locura. Estábamos muy emocionados cuando llegamos a Cuba, porque todo parecía posible, a una escala mayor de lo que habíamos imaginado en un principio. Aunque esta película tiene un presupuesto más alto que él de mis películas recientes, en realidad no fue tan cara como parece, y eso es gracias a las localizaciones cubanas. Nos dimos cuenta desde el principio que no había aviones turísticos en toda la isla: tuvimos que traerlos y terminamos buscando Beechcrafts y Cessnas a través de coleccionistas privados de Estados Unidos porque esos aviones ya no se fabrican. La logística era tremendamente compleja y trabajamos en ella durante meses.
Para las tomas aéreas necesitas helicópteros, y en Cuba no hay helicópteros. Tuvimos que confiar en el ejército, que solo dispone de esos enormes helicópteros de transporte rusos del tamaño de varios camiones. Así que todo terminó siendo el doble de complicado de lo que hubiera sido en un contexto normal, donde sin suda hubiera sido difícil rodar esas escenas.
Paradójicamente, los MiG no fueron un problema tan complicado. Cuando estaba escribiendo el guión, recuerdo que escribía frases como «Despega un Mig-19» y pensaba: «¿Estoy loco? Cómo voy a hacer eso?». Pero los últimos MiG antiguos que siguen volando están en Cuba. Son aviones muy peligrosos para volar en ellos, antigüedades de otra época. Pero los militares nos dieron acceso a ellos, tanto en tierra como en el aire. Hicieron que los aviones despegaran para nosotros e hicieran pasadas. Además, nos permitieron dar una cámara a un copiloto para que hiciera tomas durante el vuelo siguiendo nuestras instrucciones. De hecho, también tuvimos acceso a la torre de control de la Base de la Fuerza Aérea Cubana. Como teníamos un presupuesto muy ajustado, tuve que utilizar la menor cantidad posible de efectos especiales. Filmar aviones y barcos llevó muchísimo mucho tiempo. Aprender el proceso, diseñar las tomas, rediseñarlas muchas veces y hablar de cómo hacerlo con los pilotos me llevó muchísimo tiempo.

¿Cuál es su opinión sobre lo que acabó sucediendo a los Cinco Cubanos?...
Es una historia triste. Esos hombres tuvieron una vida difícil, no eran espías del tipo James Bond, eran espías proletarios, sin dinero, que fueron arrestados y se convirtieron en rehenes de la política cubano-estadounidense. Y creo que no tuvieron un juicio justo. No tuvieron nada que ver con el derribo de los Cessnas, solo se infiltraron en organizaciones anticastristas que estaban implicadas en una especie de guerra encubierta contra su país, independientemente de lo que uno piense de la política de ese país. Y los miembros de los Cinco Cubanos que no colaboraron recibieron penas de prisión extremadamente duras. René González pasó 12 años en prisión. Se había convertido en una parte de un asunto que le superaba y su familia y sus compañeros sufrieron las consecuencias.

Uno piensa en su película Después de mayo donde las vidas quedan atrapadas por la política. ¿Es una temática que le interesa en su trabajo?...
Crecí en los años 70, así que la conexión entre tu vida y el idealismo político es un tema natural para mí. Es mi lenguaje, es mi vida. He visto cómo ha cambiado el mundo desde entonces. He visto cómo ese idealismo político de los años 70 ha desaparecido casi por completo. Y he visto el efecto que tuvo en mi generación: fue increíblemente destructivo. Al final tienes que enfrentarte a ese hecho. Pero en su esencia también había algo vital, algo muy valioso. Y es especialmente significativo en un mundo que se ha vuelto tan cínico como el nuestro. Me parte el alma ver cómo se enfrentan esas energías.

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