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RETORNO A SEÚL
INFORMACIÓN
Titulo original: Retour Á Séoul
Año Producción: 2022
Nacionalidad: Camboya, Francia, Bélgica, Corea del Sur, Alemania
Duración: 119 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 12 años
Género: Drama
Director: Davy Chou
Guión: Davy Chou
Fotografía: Thomas Favel
Música: Jérémie Arcache, Christophe Musset
FECHA DE ESTRENO
España: 24 Marzo 2023
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Vértigo Films


SINOPSIS

Con el fin de reencontrarse con sus orígenes, Freddie, de 25 años y criada en Francia, regresa por primera vez a Corea del Sur, donde nació antes de ser adoptada. La joven, de carácter obstinado, comienza a buscar a sus padres biológicos en un país que apenas conoce, llevando su vida por nuevos e inesperados caminos...

INTÉRPRETES

JI-MIN PARK, LOUIS-DO DE LENCQUESAING, YOANN ZIMMER, OH KWANG-ROK, GUKA HAN, SUN-YOUNG KIM, SON SEUNG-BEOM, HUR OUK-SOOK, EMELINE BRIFFAUD, LIM CHEOL-HYUN

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Festivales y premiosPREMIOS Y FESTIVALES

- Festival de Cannes 2022
- Premios Independent Spirit 2022: Nominada a mejor película extranjera
- Asociación de Críticos de Boston 2022: Mejor película

Informacion exclusivaINFORMACIÓN EXCLUSIVA

ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿Por qué quiso contar esta historia?...
En 2011 fui a presentar mi primer largometraje documental, ‘Golden Slumbers’, al Festival Internacional de Cine de Busan, en Corea del Sur. Una amiga mía, Laure Badufle, vino conmigo para mostrarme lo que ella llamaba “su país”. Laure nació en Corea del Sur y fue adoptada en Francia cuando tenía un año. Regresó a su país natal por primera vez a los veintitrés años y vivió allí dos años antes de volver a Francia. Pero antes de partir, me advirtió: “No veremos a mi padre biológico coreano”. Su primer encuentro no había ido bien.
Nos encontramos en Busan y, tras dos días en el festival, me dijo: “Mira, le he enviado unos mensajes a mi padre. Hemos quedado mañana en Jinju, a hora y media de aquí. ¿Me acompañas?”.
Cogimos un autobús y me encontré comiendo con su padre biológico y su abuela. Fue una experiencia muy conmovedora.
En sus intercambios había toda una mezcla de emociones, tristeza, amargura, incomprensión, remordimientos...
Había incluso una dimensión trágico-cómica porque se notaba que eran incapaces de entenderse. Habíamos traído a una intérprete y tuvo muchas dificultades para traducir los ataques de ira de mi amiga y expresarlos con la cortesía que exigían las costumbres coreanas.
Como esta situación me conmovió profundamente, decidí que un día, tal vez, haría una película sobre ello. Tras el estreno de ‘Diamond Island’, mi primer largometraje de ficción, volví a pensar en ello. Hablé de ello con Laure y se mostró muy interesada.

¿Hasta qué punto Ji-Min Park, que interpreta a Freddie, participó en la composición de su personaje?...
La conocí a través de un amigo, Erwan Ha Kyoon Larcher, que es artista y coreano de adopción.
Hablamos de la película y el personaje le hizo pensar en Ji-Min Park, así que me puso en contacto con ella. Es una artista plástica cuya obra es fascinante. Nació en Corea del Sur y llegó a Francia con ocho años. Obviamente, quería a alguien vinculado a Corea del Sur, no sólo a una actriz de
Asia Oriental, que es algo que se había sugerido al principio. Así que, para realizar el casting, conocí a bastantes personas de origen surcoreano que habían sido adoptadas.
Escuché lo que tenían que decir y eso aportó mucho a la película. Pero cuando conocí a Ji-Min Park, que no es adoptada, me pareció la elección obvia. Nunca había actuado pero, de forma intuitiva e impresionante, fue capaz de alcanzar las emociones extremas, a medio camino entre la ultraviolencia y la ultravulnerabilidad, necesarias para el personaje de Freddie. Yo había trabajado en el guion durante tres años y con ella, como no era actriz profesional, me encontré de repente cara a cara con su experiencia como persona racializada que había crecido en Francia. Durante el tiempo que pasamos preparando la película, me puso realmente en un aprieto. Me hizo muchas preguntas e incluso críticas sobre el guion.
Cuestionó la relación del personaje con la feminidad, el género y los hombres. Estas discusiones, a veces muy duras y que duraron varios meses, me obligaron a cuestionarme. Me di cuenta de que mi posición de director de cine masculino posiblemente me había llevado a reproducir ciertos clichés.
Ji-Min Park y yo nos hicimos rápidamente muy amigas y esta relación de confianza fue la base que nos permitió superar juntas ese periodo. Comprendí que tenía que cambiar de perspectiva y eso fue muy liberador. También me di cuenta de que la creación sólo podía darse en colaboración y en pie de igualdad con ella. El personaje de Freddie es fruto de ese esfuerzo común.

¿Cómo fue capaz de sacudirse de encima los posibles estereotipos de género planteados?...
Busqué la naturaleza del equilibrio de poder y dominación entre Freddie y los personajes masculinos, en particular con su padre coreano, donde se hizo más evidente. La ira de Freddie también se debe a su necesidad de romper ese equilibrio de poder. Además, había creado un personaje posiblemente más tradicional en cuanto a vestimenta y seducción. Son cosas que bloquearon a
Ji-Min Park, que enseguida las vio como la reproducción de un punto de vista masculino. Junto a ella y la supervisora de vestuario, Claire Dubien, pensamos mucho en la estilización del personaje.
Al final pensamos en la Furiosa de ‘Mad Max: Fury Road’, de George Miller. Poco a poco, se fue convirtiendo en una guerrera. Freddie no tiene miedo de expresar su ira. A menudo es lo que le permite liberarse. Al resistirse, al crear una conmoción, obliga a la gente a reconsiderar su forma de ver las cosas. La veo como una especie de agente del caos que busca la vitalidad y el cambio que se deriva de ella. Tiene una mentalidad única y se enfrenta a sus miedos y ansiedades. También quería alejarme de lo que uno espera o imagina de la representación de los personajes asiáticos femeninos en el cine. A menudo, son heroínas delicadas, cuyo carácter interior está oculto. En este caso, tenemos un personaje explosivo que no es sólo una chica simpática y además va a contracorriente.

La historia se desarrolla a lo largo de un periodo de ocho años. ¿Por qué eligió seguir a este personaje durante una etapa tan larga?...
Siempre me han conmovido las películas que nos acompañan a través de historias vitales completas.
En las tres partes de la película estamos con Freddie en un momento muy preciso de su vida.
Estas capas sucesivas de la existencia dan profundidad a su personaje. Quería desafiar y resistirme a la idea más bien fácil de la autoaceptación como objetivo final.
En cuestiones de identidad e integración, uno se encuentra a menudo ante esa especie de trama de ficción simplona en la que, con el movimiento de una varita mágica, los personajes están de repente en paz consigo mismos.
En las historias sobre adopción se podría pensar que el encuentro con los padres biológicos podría curar la herida. Sin embargo, en los relatos que he escuchado, ese encuentro suele ser el momento en el que empiezan todos los problemas.
Si echo la vista atrás a mis películas anteriores, esta idea del tiempo que se necesita para encontrar la distancia adecuada también ha sido decisiva y creo que está relacionada con mi propia historia.

Siempre le ha interesado el paso del tiempo…
En mi documental ‘Golden Slumbers’, me remonté a la edad de oro del cine camboyano en los años 60, cuando mi abuelo, al que nunca conocí, era productor de cine en Camboya. Ya existía esa esquizofrenia entre un pasado muy diverso y el desconocimiento absoluto de ese pasado.
En ‘Diamond Island’, filmé a jóvenes de hoy que sueñan con la modernización pero actúan como si el genocidio nunca hubiera tenido lugar. Ahora, quizás inconscientemente, me encontré en la cuestión de la distancia correcta que Freddie también afronta y tiene que encontrar en relación con su historia personal.

La ruptura de la comunicación entre los personajes se resuelve a menudo gracias a la música. ¿Qué buscaba expresar a través de ella?...
En la película los diferentes idiomas, francés, coreano e inglés, se suceden y giran juntos, lo que ya retrata lo imposible que es expresar realmente las cosas. Algo siempre se pierde en la traducción.
La música compensa algo de lo que se ve obstaculizado a causa del idioma.
En la escena en la que baila, Freddie tenía que liberarse totalmente de todas sus emociones negativas y hacerlas arder. En ese momento, se siente como si estuviera contra la pared, y todo el mundo quiere asignarle una identidad coreana. Ella se reafirma con pura alegría y una fuerza e intensidad absolutas que devuelve contra el mundo, como si fuera una provocación.
En otro momento de la película, el padre biológico de Freddie, interpretado por el magistral Oh Kwang-Rok, que ha actuado a menudo en las películas de Park Chan-Wook, le hace escuchar una pieza musical en su teléfono. En la primera parte, podemos sentir que es totalmente incapaz de comunicarse y que tiene muy poco tacto. Freddie, con razón o sin ella, se molesta y muestra su enfado por la forma en que él le echa en cara su pena. Cuando toca esta pieza musical para ella es como si expresara todo lo que no ha conseguido decirle. En la película, la música es un punto de contacto donde dos personas separadas por una historia violenta e irreconciliable consiguen por un minuto verse, tenderse la mano y comprenderse.

Seúl evoluciona al mismo tiempo que nuestra heroína. Al principio de la película, es como si el espacio fuera indefinido y hubiera poca profundidad de campo. A medida que pasa el tiempo, el encuadre se amplía y Freddie se apropia de la ciudad...
Para empezar, me hacía mucha ilusión hacer exactamente lo contrario de lo que se espera de una película de viajes, en la que hay muchas tomas en exteriores. Quería una película en interiores. Eso también se debe a mi experiencia.
En Seúl pasamos mucho tiempo en bares y restaurantes. Creo que esta evolución retrata el viaje interior del personaje que se enfrenta a sí mismo y a su pasado. Freddie es un poco voraz. Absorbe la energía de las personas que la rodean, las transforma a su antojo, les da vida. Este aspecto demiúrgico y extremadamente optimista proviene posiblemente de su miedo. Su forma de reaccionar es tomar el control de su entorno y maltratarlo. En la segunda parte de la película, es como si se midiera con los extremos: vive en lo más alto de un edificio desde donde tiene una vista de pájaro de la ciudad y, al mismo tiempo, la seguimos por el metro con todas las figuras subversivas que se encuentran en la vida nocturna de Seúl. En la tercera parte de la película parece más serena, aunque, como ella misma dice, esta serenidad podría desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Las cosas son siempre inestables, irresueltas, en constante cambio. Eso es lo que me interesa y es también lo que aprendemos del personaje.

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