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NOTAS DEL DIRECTOR...
Cuando conocí a Gonzo (Chilly Gonzales) por primera vez en 2014, me fascinó su autoconciencia como artista. En un arrebato de espontaneidad, le pregunté si podía hacer un documental sobre él. Simplemente me dijo “Sí, adelante”. Unas semanas después, estaba sentado con dos cajas llenas de cintas de video. La pregunta fue: “¿cómo puedo retratar a un músico y showman como es Chilly Gonzales en un documental de 90 minutos?”
Gonzo tenía requisito previo: no mostrar situaciones privadas. Lo que en un principio podría sonar como la peor pesadilla para un documentalista se convirtió en el soporte que me dio orientación y me ayudó a encontrar la clave para contar su historia.
Tras observar durante horas y horas su aparentemente contradictoria y ecléctica actuación en el escenario, pude identificar temas recurrentes y encontrar conexiones con su personalidad. Está todo ahí, en sus letras y en sus bromas sobre el escenario. A través de su uso del humor, la ridiculez y la desvergüenza, Gonzo muestra sus propias inseguridades y las aborda.
En el mundo de Gonzo, la realidad siempre está conectada a la ficción, se convierte en su propio tipo de realidad aumentada.
Mientras que otros artistas se esfuerzan por mostrar autenticidad en el escenario, Gonzo toma la dirección opuesta y busca la verdad en el artificio.
Nuestro objetivo común y nuestro desafío como equipo – desde grabar, editar y producir – fue descubrir y al mismo tiempo no sobreanalizar, no “guiar” al público demasiado e intentar hacer una película lo más entretenida posible. Mientras reflejaba la ironía de Gonzo, también quería mostrar el amor que pone en todo lo que crea. Con la ayuda de un equipo muy comprometido y un protagonista que estaba listo para jugar y experimentar, espero que finalmente hayamos alcanzado ese objetivo.