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SINOPSIS
Mirada tras las secuencias de la fabricación de la habitación de Tommy Wiseau...
INTÉRPRETES
JAMES FRANCO, ALLISON BRIE, ZOEY DEUTCH, LIZZY CAPLAN, TOMMY WISEAU, BRYAN CRANSTON, ZAC EFRON, KRISTEN BELL, DYLAN MINNETTE, DAVE FRANCO, SETH ROGEN, SHARON STONE, ADAM SCOTT, JOSH HUTCHERSON, ARI GRAYNOR
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CÓMO SE HIZO
PREMIERE
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
LA PRODUCCIÓN...
En 2003, un realizador independiente se lanzó de lleno al negocio del cine con una de las peores películas jamás realizada: The Room, un tórrido melodrama romántico acerca del fatal desenlace de un triángulo amoroso, escrita, dirigida y producida por Tommy Wiseau. Esta enigmática figura de pelo teñido oscuro y poseedor de un acento imposible de descifrar saltó, para mal, a la fama en Hollywood tras montar un cartel publicitario en Highland Avenue en el que promocionaba su estrafalaria e indulgente obra, estimada en 6 millones de dólares. En el cartel figuraba un primer plano de Wiseau con gesto adusto y un párpado caído y un eslogan que, con faltas de ortografía, prometía un «espectáculo digno de Tennessee Williams».
Presentada en dos cines del sur de California y retirada de manera abrupta tras recaudar unos escasos 1800 dólares en dos semanas, The Room recuperó el interés del público a lo largo de los años a través del boca a boca y de las sesiones golfas. Con el paso del tiempo, Wiseau aceptó el papel de misterioso hombre desconocido que, tropiezo tras tropiezo, se hizo en famoso en Hollywood, persiguiendo su gran sueño, sin importar el coste.
Pasemos ahora a 2013, año en el que Greg Sestero, una de las estrellas de The Room, publica The Disaster Artist, el relato de su traslado a Los Ángeles, su participación en The Room tras conocer a Wiseau durante una clase de interpretación en San Francisco, creando un vínculo cimentado en el amor que ambos profesaban por James Dean. Antes de que Simon & Schuster publicara el libro, unas galeras del mismo (escritas junto a Tom Bissell) cayeron en manos de James Franco, guionista, director y productor, que por aquel entonces se encontraba en Vancouver rodando The Interview junto a Seth Rogen, con quien ya había trabajado en Instituto McKinley. Franco no había visto The Room, pero el divertido y predominantemente encantador relato de cine por accidente y amistad entre las ruinas del desastre que traza Sestero cautivó a Franco.
«Tommy dirigió esa película con la intención de que fuera un drama y la gente se partió de risa al verla», dice Franco. «El libro de Greg iba acerca de Hollywood, pero era también la historia de los descastados que participaron en la producción de The Room. Concebí The Disaster Artist como una historia sobre las entrañas de la industria narrada a través de unas personas que estaban al margen, como ocurría en Ed Wood, película que me gusta mucho». A Franco también le atraía la idea de la amistad surgida entre las bambalinas de desventurada película amateur que, contra todo pronóstico, causó las delicias de todo el mundo. Se adueñó de los derechos del libro y, a modo de tributo a Wiseau, decidió dirigir, producir y protagonizar una adaptación a la gran pantalla del libro. Interpretando a Wiseau y dando la réplica a su hermano Dave, quien interpreta a Sestero, Franco ofrece una divertida reflexión acerca del sueño americano, mostrando a una extraña pareja de amigos en busca de la gloria artística y haciéndolo de un modo tan inusual como exitoso.
DETRAS DE THE ROOM...
En su transición de película de serie B a fenómeno cultural, The Room se convirtió en una historia de éxito como Hollywood no había visto antes, pese a lo irónico de su fama. La película es un éxito sin parangón, atrayendo por igual a estudiantes universitarios y cómicos como a guionistas en ciernes. La gente acudía en masa a las sesiones golfas que se celebraban a lo largo y ancho del país portando objetos de atrezzo, desde cucharas de plástico a pelotas de fútbol americano, que lanzaban de un lado a otro de la sala mientras hacían comentarios sobre sus descacharrantes diálogos, actuaciones y giros argumentales. Entertainment Weekly respondió en 2008 con un reportaje en profundidad en el que documentaba el absurdo seguimiento de que gozaba la película, que había evolucionado de cartel misterioso a sensación mundial.
Volvamos a 2003, año en el que el guionista Scott Neustadter, recién llegado a Los Ángeles con la esperanza de labrar una carrera en Hollywood, se topa, mientras conducía por la ciudad, con el famoso cartel de Wiseau en el que promociona The Room. Este acontecimiento le dejó perplejo. «Aparecía el rostro de un tipo mirando hacia abajo, y un número de teléfono», dice Neustadter. «Pensé que se trataba de un restaurante o una discoteca, pero era imposible saber a qué se refería. No tenía ni idea, hasta que algunas personas me dijeron que era una película que alguien proyectaba de vez en cuando. Después me enteré de que la película era infumable, pero que estaba en boca de todos. Así que ¿cómo de mala podía ser?».
Los turbios orígenes y pasado de Wiseau dieron pie a muchas especulaciones, aunque la popularidad de su catastrófica obra no dejaba de crecer. Decía que era de Nueva Orleans, pero parecía probable asumir que provenía de Europa del este; un productor llegó a afirmar que su inclasificable acento era una mezcla de humano y Ewok. Financió los 6 millones de dólares que costó The Room por sus propios medios, gracias a su fortuna personal supuestamente conseguida a través de la especulación inmobiliaria. Wiseau mantuvo el famoso cartel expuesto hasta cinco años después del tímido estreno de The Room, pagando 5000 dólares al mes para mantener la película presente en los corazones y mentes de los conductores de Los Ángeles. Tras romper con todas las reglas del juego de Hollywood, Wiseau se convirtió en un personaje relevante dentro de la industria.
Quince años después de su chapucera presentación al público, The Room sigue siendo objeto de debate, sigue siendo aceptada y amada, incluso entre el establishment de Hollywood, que había rechazado a Wiseau durante tantos años. «Financiar tu propia película es algo que va contra las reglas, y eso fue lo que hizo Tommy con The Room: una locura», afirma Evan Goldberg, productor de The Disaster Artist y miembro de Point Grey Pictures, cuyo socio es Seth Rogen. «Compró todo el equipo y escribió el guion, haciendo punto por punto todo lo que no tienes que hacer cuando produces un proyecto original desde cero. ¡Pero funcionó!».
El guionista Michael H. Weber ((500) días juntos, Bajo la misma estrella), que se ha encargado de adaptar The Disaster Artist junto a Scott Neustadter, ve en el ridículo fracaso de Wiseau y en su misterioso origen una historia de esperanza e inspiración nacida de las ideaciones de un luchador devoto. «Desconocemos muchos de los detalles sobre el pasado de Tommy, pero tras muchos contratiempos logró realizar una película que ha llegado a mucha gente y de la que todavía se habla», dice Weber. «Muchos mostraron su rechazo a esta idea, pero no se vino abajo y consiguió hacerlo, y es algo de lo que se puede aprender».
Rogen, una de las estrellas del largometraje además de productor del mismo, ya era seguidor confeso de The Room desde sus inicios, y en este caso interpreta a Sandy Schklair, continuista y a la sazón la única persona con dos dedos de frente en el caótico set de rodaje. Rogen opina que el proyecto personal de Wiseau representa el acto más puro de expresión artística que pueda manifestar aquel que opera en los márgenes: «The Room es extraña y delirante, parece que no tenga sentido alguno y hasta podría decirse que es algo deslavazada, ya que lo que ocurre en la película parece que carece de lógica o motivación aparente. Sin embargo, cuanto más sabes acerca de la relación entre Tommy y Greg, mejor aceptas su historia. Tommy falló estrepitosamente en un sentido, pero al mismo tiempo logró expresar su identidad a través de The Room».
LA HISTORIA DE SESTERO...
Sestero escribió The Disaster Artist como consecuencia de la sorprendente resurrección que había experimentado The Room, ahora convertida en una película de culto. Estas memorias se retrotraen hasta los inicios de la amistad que Wiseau y él estaban forjando en San Francisco, cuando los dos aspiraban a convertirse en actores. Sestero tenía 19 años cuando conoció a Wiseau en clase de interpretación, y se hicieron compañeros de escena tras la interpretación que Wiseau hizo del papel de Marlon Brando en Un tranvía llamado Deseo. «Poseía tal magnetismo que te resultaba imposible apartar la mirada: lo hacía todo mal, desde el punto de vista técnico», afirma Sestero. «Su forma de interpretar era catastrófica, pero lo hacía con un sentido extrañamente artístico».
Pudo descubrir fuera de clase a un jovial, divertido y motivador Wiseau, alguien que siempre animaba a sus colegas de vocación artística a dar lo mejor de sí mismos, a aspirar a lo más alto pese a que las circunstancias no fueran propicias. «No era un tipo raro que se drogara, era más bien un tipo conmovedor que conseguía motivarte, y además logró que sintiera algo que mis padres no pudieron darme, ya que ellos querían que abandonara mis aspiraciones actorales y sentara cabeza», afirma Sestero. «Desde el momento en que vi a Tommy recitar ese monólogo en clase, supe que era alguien con quien iba a conectar».
Una noche se les ocurrió conducir durante tres horas hasta el lugar, situado en la zona central de California, donde James Dean sufrió el accidente de coche que acabaría con su vida. Ambos soñaban con ser actores, y la concepción del mundo que tenía Tommy, la de darlo todo por el arte de uno, sirvió de inspiración para el imberbe Sestero, que estaba intentando encontrar su lugar en el mundo. Su amistad se afianzó en el momento en el que Wiseau le ofreció al joven el alquiler de una habitación de su apartamento de West Hollywood, cuando Sestero decidió finalmente mudarse a Los Ángeles e iniciar una carrera como actor, a principios de los 90. Más tarde, Wiseau le ofreció a Sestero el papel principal en The Room, el proyecto en el que llevaba años trabajando.
«Es posible que Greg fuera la primera persona en la vida de Tommy que fuera capaz de ver más allá de su estrafalaria apariencia y le tratara como a un ser humano», dice Dave Franco. «Fue un amigo de verdad para Tommy, quien, a su vez, valoró sus opiniones y le animó y apoyó durante toda su carrera. Es probable que Greg fuera consciente de que Tommy se inventaba muchas cosas sobre su pasado, pero no le importaba, porque Tommy era un amigo para él».
Tal y como se ve en The Disaster Artist, los ocho meses de producción de The Room fueron un desastre de proporciones bíblicas. La historia de un banquero de San Francisco llamado Johnny (Wiseau) que se ve envuelto en un triángulo amoroso entre su mujer Lisa (Juliette Danielle) y su mejor amigo Mark (Sestero) da como resultado un largometraje lleno de diálogos horrorosos, interpretaciones groseras y sinsentidos narrativos. Wiseau, que acostumbraba a reemplazar actores si así se le antojaba, sorprendía a su reparto rodando en celuloide y en digital de manera simultánea, gastando miles de dólares en material de rodaje que muchos directores noveles suelen alquilar. En una ocasión, su equipo de producción alcanzó los 400 integrantes, una cantidad enorme para un proyecto pequeño e independiente.
Wiseau se otorgó a sí mismo el papel de Johnny, utilizando el abrasivo y confuso enfoque sobre la actuación de método que desarrolló en San Francisco durante sus clases de interpretación junto a Sestero. Incluso tomó prestada la famosa frase que James Dean dijera en Rebelde sin causa —aquella en la que exclamaba «¡me estáis destrozando!” —, para una de las escenas más recordadas, por cuanto tiene de ridículo, de The Room. Bajo sus propias órdenes como director, la interpretación que ofrece Wiseau no se parece a nada que se haya visto antes en una película, algo que fascinó a James Franco cuando vio el largometraje, años después de su estreno. «Está luchando por ser una cosa mientras ha de lidiar con otras muchas circunstancias que se interponen en su camino al éxito, y eso queda patente en su interpretación», afirma Franco. «Creó un papel casi propio de Dostoievski con su encarnación de Johnny. El suyo fue un genuino intento por expresar algo a través de The Room: sus sentimientos, su experiencia vital, la aflicción que le causaba el rechazo al que le sometía el mundo».
DENTRO DE THE ROOM...
Franco recuerda ver el cartel de Wiseau durante los inicios de su carrera como actor en Los Ángeles, y le pareció que el anuncio se asemejaba al descarado estilo de autopromoción utilizado en su momento por Angelyne, icono de Hollywood. No fue hasta que leyó The Disaster Artist en 2014 que Franco se propuso asistir a una proyección del célebre largometraje. Vio la película y se quedó totalmente fascinando, identificando elementos de Sunset Boulevard, Boogie Nights y El talento de Mr. Ripley en el inesperado salto a la fama de Tommy Wiseau. La entendió como una surrealista y moderna interpretación del sueño americano. «Este tío aparece de repente con la intención de convertirse en una estrella del cine, y, contra todo pronóstico, financia su idea, la dirige y a la gente le termina encantando», dice Franco. «No del modo que esperaba, pero eso no lo sabe Tommy. Tenía la impresión de que existía otro punto de vista, el de Greg, que haría que The Disaster Artist fuera todavía más interesante.”
Durante esa época, la carrera de Franco había alcanzado un punto de inflexión, despegando a finales de los 90 con Instituto McKinley, y con su interpretación protagonista de James Dean en la aclamada por la crítica producción televisiva sobre la vida del icónico actor, dirigida por Mark Rydell. Transitando sin dificultad entre la escritura, la interpretación, la dirección y la producción, Franco empezó a cansarse de la realización de películas, hasta que recobró fuerzas con las comedias Superfumados y Juerga hasta el fin, que tuvieron una buena acogida por parte del público. Concibió The Disaster Artist bajo las mismas premisas: una comedia divertida e irreverente diseñada para conectar con una amplia audiencia. «El libro de Greg me abrió los ojos del mismo modo en que a Tommy se le abrieron los suyos cuando vio que la película volvía a generar interés. Tienes que asumir la percepción que la gente quiere tener de ti, pero también tienes que ser tú mismo. Lo más bonito que saco de la lectura de The Disaster Artist es que captura los anhelos de Tommy, su deseo de alcanzar el estrellato en Hollywood. Estas son las metas de una persona muy creativa: hacer algo que pueda llegar a mucha gente y dar con un grupo de gente con el que podamos conectar gracias a nuestra obra».
Franco estaba rodando The Interview en Vancouver, cuando, de forma inesperada y tras adquirir los derechos del libro escrito por Sestero, tuvo la oportunidad de charlar por teléfono con Wiseau y Sestero a altas horas de la noche. «No estaba seguro de lo metódico que era Tommy Wiseau, o de si había cambiado mucho desde que hiciera The Room», dice Franco. «Una de las primeras preguntas que me hizo Tommy fue: “¿Quién hará de mí?’’. Cuando le dije que no lo sabía todavía, me sugirió el nombre de Johnny Depp, una de las mayores estrellas del mundo, por supuesto».
Fue Sestero quien sugirió que fuera Franco quien interpretara a Wiseau en The Disaster Artist. «He seguido la carrera de James desde que hiciera la película de James Dean», dice Sestero. «Fue la mejor encarnación de Dean que yo haya visto nunca; además, siempre he pensado que nuestra historia tenía mucho del espíritu de Dean, con el diálogo de “¡me estáis destrozando!” y todo eso, algo que siempre ha servido de inspiración para nuestra amistad». Más tarde, Sestero le confesó a Franco que Wiseau le había dicho que los únicos actores que deseaba que hicieran de él en la gran pantalla eran Depp o el propio Franco.
A medida que la producción de The Interview proseguía, Franco compartió The Disaster Artist con Seth Rogen, el otro protagonista de la película, con la esperanza de que el proyecto se ajustase al tipo de películas desarrolladas por Point Grey Pictures, la productora de Rogen, que ya había alcanzado el éxito con las comedias 50/50, Juega hasta el fin y Vecinos. «La productora de Seth aborda sus trabajos de una forma muy inteligente, aunque seguían operando dentro del sistema de estudio», dice Franco. «Tenían la posibilidad de hacer estas producciones de estudio y controlarlas a todos los niveles. Estaban haciendo exactamente las películas que querían».
Franco también buscaba tomarse un descanso de las labores de dirección tras rodar la prestigiosa película independiente El último deseo, una adaptación del clásico de William Faulkner, así como Child of God, basada en una de las primeras novelas de Cormac McCarthy. Estas dos películas gozaron del favor de la crítica, pero no atrajeron a muchos espectadores. «Estoy más cerca de Tommy Wiseau en esta historia de lo que me gustaría admitir», dice Franco. Child of God no fue un proyecto destinado a arrasar en taquilla».
LA ESCRITURA DEL GUION...
Con un equipo de producción formado por Point Grey, Good Universe y Ramona Films, Franco se puso en contacto con Scott Neustadter y Michael H. Weber, cuyas carreras despegaron con la recordada comedia romántica (500) días juntos, confirmando posteriormente su éxito entre crítica y público con Bajo la misma estrella y Aquí y ahora. Franco vio en la amistad entre el dúo de guionistas un reflejo del especial vínculo creativo entre Sestero y Wiseau. «Me dio la impresión de que esa clase de relación colaborativa que tenían se asemejaba a la de Greg y Tommy», dice Franco. «Scott y Michael son muy buenos desarrollando películas que giran en torno a relaciones, pero nunca habían hecho una que se centrara en la profunda amistad que se profesan dos hombres».
Los guionistas, que labraron su carrera tras conocerse en el trabajo, entendieron The Disaster Artist como una historia de amistad entre dos personas que comparten el mismo sueño. «No es una película sobre el mundo del cine, sino una sobre soñadores y gente que intenta lograr algo con todas sus fuerzas, pese a no tener los medios o la capacidad para hacerlo», dice Neustadter. «Nos sentimos muy identificados con esta historia». Weber añade: «Greg y Tommy se apoyan el uno al otro para seguir adelante y alcanzar su sueño. Uno exuda confianza en sí mismo, pero quizás carezca de la habilidad para ejecutar sus ideas, mientras que el otro es más espabilado, pero no tiene acceso alguno a los fundamentos del proceso creativo. No tiene la suficiente confianza en sí mismo como para perseguir sus sueños hasta que conoce a esta persona, que resulta ser Tommy Wiseau».
Lo que los guionistas han conseguido transmitir con éxito en The Disaster Artist es el delirante subidón y la euforia que se percibe cuando dos personas están en la misma onda, ya sea como amigos, pareja o compañeros en labores creativas. Al reproducir ese espíritu juguetón y desenfadado de (500) días juntos —la película con la que saltaron a la fama y en la que el serio oficinista interpretado por Joseph Gordon-Levitt recobra la alegría de vivir al enamorarse de su compañera de trabajo, interpretada por Zooey Deschanel—, Neustadter y Weber vuelven a crear una historia sobre el poder de una relación llena de magia cinematográfica. «El camino que has de recorrer para alcanzar tus metas puede resultar muy alienante, y Greg y Tommy llegan a la conclusión de que han de creer el uno en el otro, ya que nadie más va a hacerlo por ellos», dice Neustadter. «Es algo que hemos vivido los dos. Ambos creíamos en nuestra capacidad para escribir y vivir de esto, pero la gente nos decía: “Venga ya. ¿Cuándo vais a dejarlo estar?’’. La conexión que hemos establecido con estos personajes es muy fuerte».
LA FORMACIÓN DEL REPARTO...
Tras acabar con la escritura del guion, Franco se eligió a sí mismo para interpretar a Wiseau. A continuación, escogió a su hermano, Dave Franco, para el papel de Greg Sestero, a pesar de que los hermanos nunca habían trabajado juntos en la misma película. Protagonizaron una serie de cortos para Funny or Die, y habían formado una productora, pero el joven de los Franco decidió labrarse su propio camino dentro de la industria, mostrando su recelo a compartir el foco de atención con su hermano mayor, que goza de mayor popularidad.
James explica: «He intentado que mi hermano participase en grandes proyectos, pero siempre ha rechazado esas propuestas porque no quiere vivir a mi sombra; ha desarrollado una identidad diferente a la mía. Supe, cuando hicimos los vídeos para Funny or Die, —que eran una parodia de un curso de interpretación en la que hacía una exagerada representación de mí mismo, mientras él me daba la réplica como mi alumno-—, que la química que teníamos era perfecta para la relación central de The Disaster Artist». Dave añade: «Es obvio que conozco a mi hermano desde que nací, y que tenemos una dinámica muy especial, una dinámica de apoyo mutuo que tiene ciertos paralelismos con la de Tommy y Greg: el primero invita al segundo a vivir en su casa mientras este da sus primeros pasos, y además le ayuda a tener una carrera estable, tal y como hizo mi hermano cuando me mudé a Los Ángeles».
Dave estaba rodando otra película en Boston cuando su hermano le ofreció el papel de Greg Sestero, sugiriéndole que viera The Room por primera vez mientras disfrutaba de una pausa durante el rodaje. «Lo primero que pensé fue que cómo narices se había gestado todo esto, y por qué se había convertido en un éxito», dice Franco. «Sin embargo, tras reflexionar un poco, todo las piezas encajaron: destaca por encima de cualquier copia de Sharknado porque Tommy nunca llegó a ser consciente de que estaba haciendo una mala película». Las intenciones de Tommy al rodar The Room eran muy puras, pensaba que iba a llevarse un Oscar por su actuación».
El estelar reparto también incluye a Seth Rogen, viejo colaborador de Franco que da vida al atribulado continuista Sandy Schklair, el único miembro del equipo de Wiseau que contaba con experiencia cinematográfica. Alison Brie se unió al reparto para interpretar el papel de Amber, la amiga que se interpone entre Sestero y Wiseau, forzando al joven actor a abandonar el apartamento de Wiseau en Hollywood. La solicitada actriz escuchó el nombre de The Room por primera vez mientras trabajaba en Community, serie producida por NBC. Se enteró de que Todd Barron, operador de cámara de esta serie cómica, prestó sus servicios como director de fotografía en el célebre debut de Wiseau. Su interés se disparó, y escuchó una versión grabada de The Disaster Artist, con el que es actual marido, Dave Franco, durante un viaje en coche antes de ver la película en DVD. Para Brie, una de las cosas más destacadas de The Disaster Artist fue ver a miembros importantes del reparto como Ari Graynor, Paul Scheer y Jacki Weaver transformarse en émulos de los miembros originales del reparto. «Mi mejor experiencia fue rodar la escena de la presentación de The Room en la sala de proyección», dice Brie. «Fue divertidísimo ver a los actores improvisar sus reacciones al ver la película, especialmente durante las escenas de sexo. Parece que sean los actores de la película original».
Ari Graynor fue la elegida para interpretar a Juliette Danielle, la actriz que da vida a la calculadora, manipuladora y hostil Lisa, que es objeto de las iras de los seguidores de The Room, que a menudo profieren insultos contra ella durante las proyecciones en sesión golfa de la película. Antes de que la producción diera comienzo, Graynor vio la película decenas de veces con la intención de dar con lo que hacía que esta película y Tommy Wiseau conectaran con el público. «Me quedé atónita cuando la vi por primera vez: ¿qué se le pasó a Tommy por la cabeza para concebir algo como esto?», afirma Graynor. «No fue sino hasta que la vi unas cuantas veces que empecé a empatizar con Tommy, incluso su empeño me llegó a parecer entrañable. Cuanto más me adentraba en The Room y en Tommy Wiseau, más me decía a mí misma que la película quizás no fuera tan mala como parecía. Empatizaba con Tommy y lo que intentaba expresar, así como su visión del mundo».
La actriz nominada al Oscar Jacki Weaver (Animal Kingdom, El lado bueno de las cosas) — que había terminado de rodar Zeroville, también a las órdenes de James Franco—, fue la persona elegida para encarnar a Carolyn Minnott, la madre aquejada de cáncer de Lisa, uno de los personajes favoritos entre los seguidores. Al contrario que muchos espectadores y seguidores de The Room, lo cierto es que la idea original de Wiseau dejó bastante fría a Weaver. «No me dio vergüenza ajena, más bien me pareció una experiencia perturbadora», dice Weaver. «Aunque admito que es una historia fascinante. Le dije a mi marido: ‘’Vamos a ver la peor película jamás hecha”. Mi marido respondió: “No, no. He visto muchas películas a lo largo de mi vida y muchas de ellas eran horribles, así que no puede ser la peor película jamás hecha’’. Tras 99 minutos de nuestra vida que nunca podremos recuperar, me dijo: “Cariño, creo que tienes razón: es la peor película jamás hecha’’». Sin embargo, Weaver disfrutó con la recreación de este patinazo histórico que ha dirigido Franco. «Fue muy interesante ver a James dirigir e interpretar a Tommy Wiseau al mismo tiempo», dice. «Es un hombre muy inteligente, con un brillante sentido del humor. No quiero que deje de ser así de divertido y peculiar».
SER WISEA...
Para el extremadamente prolífico James Franco, embarcarse en proyecto como este, en el que ha de asumir el papel protagonista dando vida a una figura de carne y hueso mientras dirige un simulacro de la película con la que Wiseau saltó a la fama, exigió una clase de transformación muy particular. El actor no le hace ascos a sumergirse en el interior de los personajes que interpreta, ya sea James Dean, Aron Ralston (el escalador que sufre un accidente en la nominada a los Oscar 127 horas), o Alien, el rapero y pandillero de Spring Breakers. Como ya ocurriera con estos inolvidables personajes, Franco ofrece la misma naturaleza obsesiva e inmersiva con su encarnación de Wiseau. «James es fascinantemente guapo en la vida real, de modo que cuando lo transformas en alguien fascinantemente extraño, el efecto que se produce es desconcertante», afirma el productor Evan Goldberg. «No guarda ningún parecido con Tommy Wiseau en la vida real».
El primer reto al que se enfrentaron al transformar a Franco en Wiseau requirió de la habilidad como maquilladora de Nana Fischer, habitual colaboradora de Franco, y la pericia como protésico de Andrew Clement (Deadpool, Guardianes de la galaxia). Fischer y Clement, junto a sus respectivos equipos, consiguieron que la fina cara de Franco se convirtiera en el emblemático y amplio rostro que tenía Wiseau en su famoso cartel, con sus pronunciados rasgos: rígido mentón, párpados hundidos y amenazante cabello negro. «Se nos ocurrieron varias ideas acerca de cómo lograr que el mentón de James fuese más ancho y cuadrado, a imagen y semejanza del de Tommy», dice Fischer. «Entre otros efectos especiales, usamos mejillas, mentones y narices de pega, así como pelucas que reprodujeran el asombroso tinte de Tommy».
Clement hizo un molde de Franco y esculpió un mentón, nariz y párpados nuevos, con el objetivo de replicar los prominentes rasgos faciales de Wiseau. Franco llevó un total de seis prótesis en la cara en todas las ocasiones en las que tuvo que interpretar a Tommy durante el rodaje. Dado que las prótesis son piezas individuales que han de ser ajustadas y fijadas y sobre las que hay que aplicar maquillaje para que se asemejen al tono de la piel, Franco se vio obligado a llevar las prótesis durante todo el día, ya fuera mientras actuaba o dirigía, dedicando una hora al principio y final de cada día de rodaje a la colocación y retirada del pelo, el maquillaje y las prótesis. Para que el efecto fuese redondo, el actor llevó lentillas de color azul durante todo el rodaje, cuyas jornadas se extendían a las dieciséis horas de duración.
«Fue divertido estar en el set porque James hablaba como Tommy durante todo el día, incluso cuando no le tocaba interpretar», dice Seth. «No había que dirigirse a él como Tommy en el set, pero cuando querías hablar con James Franco acerca de lo que fuera, cosas de logística que necesitas tener cuando estás rodando una película, él te contestaba con la voz de Tommy, con ese acento que tenía que poner. Muchas veces no sabías en qué mundo estaba; pero nada de eso le pareció raro a James».
LA RECREACIÓN DE LA IDEA...
Para recrear escenas claves y temas de The Room en su encarnación dentro The Disaster Artist, Franco recurrió a miembros de su equipo como Chris Spellman, quien, en su rol de diseñador de producción, hizo una copia de los sets de bajo coste improvisados por Wiseau en el rodaje original. Brandon Trost, el director de fotografía, imitó fielmente la chapucera iluminación y poco cuidado trabajo de cámara que contribuyeron a catalogar The Room como una de las peores películas de todos los tiempos. Brenda Abbandandolo, la diseñadora de vestuario, reprodujo la indumentaria del reparto y del equipo de este clásico de culto, reflejando la época en la que se rodó la película.
Se recrearon, plano a plano, algunas de las escenas de la película original, ya que los actores querían reproducir con precisión todo lo que ocurrió durante el rodaje de The Room, que tuvo lugar en Los Ángeles durante el año 2002. «Fue un meticuloso ejercicio cinematográfico, pero centrándonos en algo que se ejecutó con resultados muy pobres la primera vez», dice Franco. Trost añade: «Es como si viéramos un tren descarrilar a cámara lenta, no sabes qué es lo próximo que va a hacer Tommy. Nuestro objetivo fue que el trabajo de cámara en The Disaster Artist reflejara eso».
Trost y su equipo de fotografía —dos de sus miembros trabajaron para Wiseau en The Room— emplearon un estilo cercano al cinéma veritè para recrear las secuencias que ocurrían durante el rodaje de escenas en la película original, imitando el estilo de los directores belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne, grabando cámara al hombro y siguiendo a los personajes por todo el set. Trost quiso que la reproducción fuera lo más fiel posible, estudiando The Room plano a plano, registrando tantos cimbreos de cámara, fallos de enfoque o defectos de sombreado de las caras de los personajes como pudiera. «Es bastante complicado rodar algo mal adrede», dice Trost. «Creo que esa es, en parte, la razón por la que The Room ha obtenido tanto éxito: se rodó con sinceridad. Wiseau la rodó pensando que iba a convertirse en la próxima Ciudadano Kane».
The Disaster Artist se filmó a escasos metros de donde se rodó The Room en Los Ángeles, sustituyendo la localización original de Wiseau por un almacén destinado a probar cámaras y que era tan angosto y pequeño que permitió a los miembros del equipo reproducir la sensación de claustrofobia que había dentro y fuera de la pantalla, una de las señas de identidad de la predecesora de 2003. Spellman, tal y como hiciera Wiseau, usó el mismo almacén para todos los sets de la nueva película, transformando espacios inalterados en pasillos, habitaciones y salas de estar. El famoso decorado con croma de la azotea se construyó en un aparcamiento cercano, usando las mismas tácticas de guerrilla que empleara Wiseau para crear un San Francisco nocturno que en ambas películas recuerda a una película cutre de los 80 destinada al consumo televisivo. «Nuestro mayor reto fue ser fieles a los tres niveles que teníamos que respetar para que la película se pareciera a la original», dice Spellman. «En esencia, estábamos rodando en los sets de The Room, incluyendo al equipo que rodaba en esos mismos sets (actores, en este caso) y a su vez teníamos a los miembros del equipo de The Disaster Artist, quienes trabajaban en el set que lo englobaba todo. Tuvimos que encontrar el espacio apropiado para que todos los integrantes, ya fueran actores o no, pudieran reproducir la idea de Tommy.
Abbandandolo, la diseñadora de vestuario estudió lo que se llevaba entre 1998 y 2003 —el periodo que va desde que Greg conoció a Wiseau hasta la presentación de The Room—, para recrear los diferentes estilos asociados a la película y a su época. Se retrotrajo a la década de 1980, y estudió el estilo de Adam Ant —mitad pirata, mitad músico punk—, para desarrollar el anacrónico estilo con toques grunge de Tommy Wiseau, en el que las desaliñadas prendas de tonos oscuros se unen al chulesco semblante de una deidad del metal de Sunset Strip. «Parece un rockero de los 80 que no sabía por dónde le daba el aire», dice Abbandandolo. «Es como si Tommy hubiese ido de compras al rastro y no tuviese claro qué estilo adoptar».
Sestero, por su parte, era la viva imagen del adolescente americano, con sus pantalones de bolsillos y su camiseta de tirantes, cuando conoció por primera vez a Wiseau en San Francisco, a los 19 años de edad. «Eran como el día y la noche», dice Abbandandolo. «Greg era el típico chaval decente de buena familia que probablemente veía Le llamaban Bodhi y escuchaba a la Dave Matthews Band mientras Tommy leía a Tennessee Williams y cultivaba su rollo de estrella del rock fracasada. Cuando los ves juntos, no puedes sino preguntarte cómo estas dos personas han acabado forjando una amistad».
La diseñadora de vestuario también recreó el aspecto de los actores que participaron en The Room, entre los que figura Juliette Danielle, la favorita del público, interpretada en The Disaster Artist por la humorista Ari Graynor. «Quería que Ari vistiera como la típica chica de los noventa, aunque se trate de uno de los periodos más desafortunados de la historia de la moda», dice Abbandandolo.
EL LEGADO DE THE ROOM...
Casi dos décadas después de su pobre presentación en el Laemme Fairfax en Los Ángeles, The Room sigue haciendo las delicias de todos los que acuden a las sesiones golfas a verla, tanto en Norteamérica como en lugares tan distantes como Escandinavia, el Reino Unido y Nueva Zelanda. Gente de toda clase y condición se congrega en masa para vivir la excéntrica idea de Wiseau, incluyendo miembros de Hollywood como Zach Braff, J.J. Abrams, Jonah Hill, Will Arnett y Kristen Bell (Veronica Mars), quien tuvo la oportunidad de hacerse con una copia de la película en cuanto empezó a ganar notoriedad, organizando fiestas para verla junto a sus amigos.
Ya sea por accidente o por decisión propia, Tommy Wiseau persiguió su sueño y luchó contra viento y marea para rodar una película que quedará para el recuerdo, un largometraje cuya estrepitosa y casi suicida esencia The Disaster Artist recoge con cariño hasta en sus detalles más meticulosos y anárquicos. A pesar de todas las meteduras de pata, The Room ha logrado hermanar a mucha gente: su éxito y popularidad no han menguado. «La gente todavía acude a las sesiones golfas, lanza cucharas a la pantalla y grita durante la proyección», dice Sestero. «Tommy creó una obra de arte imperecedera. Siempre quiso ganarse el respeto de Hollywood: ¿cómo no va a estar emocionado por todo esto?». Franco concluye: «Que esta película se proyecte en ciudades de todo el mundo significa que es algo más que un producto rematadamente malo con el que uno se lo pasa en grande echando unas risas con otra gente. The Room es especial gracias a Tommy Wiseau, quien puso cuerpo y alma en este proyecto. The Room tiene lo que otras películas de mala calidad no tienen: pura pasión».
GALERÍA DE FOTOS
https://cineymax.es/estrenos/fichas/119-t/115500-the-disaster-artist-2017#sigProId68c30690ee