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Titulo original: The Front Runner
Año Producción: 2018
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 111 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 7 años
Género: Drama, Biografía
Director: Jason Reitman
Guión: Matt Bai, Jay Carson, Jason Reitman. Basados en la novela escrita por Matt Bai
Fotografía: Eric Steelberg
Música: Rob Simonsen
FECHAS DE ESTRENO
España: 15 Febrero 2019
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Sony Pictures - Columbia Films


SINOPSIS

La campaña presidencial del senador estadounidense Gary Hart en 1988 queda destrozada al verse atrapado en una relación amorosa que origina en todo un escándalo...

INTÉRPRETES

HUGH JACKMAN, VERA FARMIGA, KAITLYN DEVER, ARI GRAYNOR, MOLLY EPHRAIM, COURTNEY FORD, J.K. SIMMONS, SARA PAXTON, STEPHANIE ALLYNNE, MIKE JUDGE, KEVIN POLLACK, BILL BURR, TOBY HUSS, TOMMY DEWEY, JENNIFER LANDON

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SOBRE LA PRODUCCIÓN...
   En primavera de 1987 emergió un claro candidato en la carrera para la nominación presidencial del Partido Demócrata, el senador de Colorado Gary Hart, cuya habilidad, idealismo carismático y sincera emoción le destinaban a la Casa Blanca y a escribir un nuevo capítulo en la historia de Estados Unidos. En abril, Hart había conseguido ponerse a la cabeza en todas las encuestas. Tres semanas después, en un espectacular desliz público, acabó abandonando la carrera y la política presidencial para siempre.
  EL CANDIDATO de Jason Reitman ahonda en la repentina caída de Hart como un momento crucial de Estados Unidos. En este momento singular, privacidad y publicidad, política y fama, periodismo y cotilleo, nuevas estructuras y viejas inestabilidades del poder, grandes ideales y mayores errores humanos parecen mezclarse y recombinarse, forjando un nuevo panorama enturbiado con el que todavía lidiamos hoy en día.
  Aunque el futuro de Hart se trunca por los rumores de su infidelidad, EL CANDIDATO no cuestiona si lo hizo o no, sino que ofrece una mirada a la infinidad de reacciones suscitadas al pueblo americano. Con el ritmo de un thriller criminal, la película se convierte en una especie de política procesal, en la que una incansable cámara captura el amplio impacto que el rumor causa en el matrimonio de Hart, en los jóvenes idealistas de su equipo de campaña, en el periodismo y en la sociedad en general.
  Basada en el libro de Matt Bai, 'All The Truth Is Out', la película se centra en los últimos días en que el sueño de Hart fracasa. Hart (Hugh Jackman) está obsesionado con la idea de reformular el liderazgo americano, mientras la prensa insiste cada vez más en destapar su vida personal. Cuando The Miami Herald recibe un chivatazo anónimo sobre la infidelidad de Hart, la historia se torna más que personal. Una vigilancia exhaustiva de la casa de Hart en Washington DC revela unas fotos de una mujer joven desconocida que entra y sale. Hart, que siempre ha criticado la importancia que se le da a la vida privada en la política, intenta seguir adelante. Pero cuando se descubre que la mujer se llama Donna Rice (Sara Paxton), una modelo con la que Hart estuvo de fiesta a bordo del barco Monkey Business, se desata el caos en los medios. Mientras el jefe de campaña de Hart, Bill Dixon (J.K. Simmons), intenta enderezar el barco y la mujer de Hart, Lee (Vera Farmiga), lidia con sentimientos complejos, Hart hace lo posible por mantenerse a flote. Hasta que inevitablemente empieza a hundirse.
  Reitman vio la oportunidad de relatar de la forma más detallada todos los eventos acaecidos en ese momento de tensión social, el último antes de que internet cambiase todo, antes de que las líneas que separaban política, medios y entretenimiento se difuminasen hasta ser irreconocibles. La historia es un espejo de la actualidad, en el que se refleja el origen de nuestra obstinada curiosidad por saber cuál es la verdad que importa, qué poderes hay que proteger, qué historias deberían ser contadas y que errores deberíamos aceptar o no de nuestros líderes.
   “Fue un momento en el que la tierra se tambaleó para todo el mundo, de forma rápida y cambiante” explica Reitman. “En 1987 apareció el primer programa de cotilleo, A Current Affair, surgieron las primeras furgonetas con satélites, la CNN empezó a dar a sus reporteros teléfonos conectados por satélite, se formó la primera generación de reporteros que creció con los famosos Woodward y Bernstein y las mujeres empezaron a cambiar el entorno laboral. Todas estas cosas ocurrieron al mismo tiempo y se creó una situación que Hart no pudo predecir”.
  “Este es también un momento que repercute en la actualidad, un momento en el que nos preguntamos en serio dónde están poniendo la atención los medios, cuál es el comportamiento apropiado de la gente en el poder, qué pasa cuando eres un soplón y cuánto derecho tenemos a saber sobre la vida privada de otros”.
  Reitman optó por contar la historia de una forma vibrante que conectase el presente y el pasado sin hacer ningún juicio. La forma de la película se convirtió en parte de su función, con el uso de múltiples puntos de vista, hiperrealismo y conversaciones superpuestas que amplifican el tema central. “Quería que el estilo de la película hiciese decidir a los espectadores qué es lo más importante de ver en cada momento” explica Reitman. “El objetivo no es decidir no hablar sobre temas personales en política, sino preguntarse: ¿De qué no estamos hablando cuando eso abarca toda la atención? ¿Qué preguntas estamos sacrificando? Hay tanto ocurriendo que la película siempre le da a la audiencia la opción, ¿quieres mirar la opción A o B? La película es así hasta justo el último plano donde puedes preguntar, ¿dónde quieres que vayan tus ojos? ¿Qué les importa más a estos personajes y a mí? ¿Nos importa lo mismo?”
  Gary Hart, a veces llamado “El Gran Presidente Americano Que Nunca Fue”, nació en Ottawa, Kansas, con el nombre Garry Warren Hartpence. Después de graduarse en la Universidad de Derecho de Yale, empezó a trabajar como abogado en Denver atraído por el abierto Oeste y lo que él llamaba “el futuro de América”. Con una cabeza brillante para la política, Hart se convirtió en una estrella emergente del Partido Demócrata. Lideró la campaña a la presidencia de George McGovern en 1972. Después se ganó un sitio en el senado, donde destacó sirviendo en Comité Church que se centraba en la reforma de la CIA, FBI, NSA e IRS, y llevó al senado a investigar el accidente nuclear en la isla Three Mile.
  En 1984, con 46 años, Hart se presentó a la elecciones para presidente estableciéndose como uno de los favoritos, por lo que cuatro años después su predilección era innegable. Era un nuevo tipo de candidato, no creció con la cautelosa América de la depresión, sino con la del cambio social, la esperanza de inclusión y el librepensamiento de los años 60. Adoptando los valores del Nuevo Oeste, con su fascinación por las tecnologías, el medio ambiente y el clásico espíritu pionero, Hart anunció su candidatura incluso en Red Rocks Park en Colorado. Además estaba el glamour. Hart era amigo íntimo de la leyenda hollywoodiense Warren Beatty, y tenía un aire de cowboy que influiría en los próximos presidentes. Por encima de todo, Hart hablaba a las masas como si la virtud, decencia y compasión pudiesen todavía ser la base de los valores americanos aún cuando la nación averiguaba cómo avanzar social y tecnológicamente en este peligroso mundo.
  La otra cara de la moneda del magnetismo de Hart eran los rumores sobre infidelidad que giraban a su alrededor, aunque en aquella época probablemente pensaban que secretos de ese tipo se mantendrían en la oscuridad. Después de todo, durante mucha de la historia política americana, los presidentes de Estados Unidos han tenido amplia libertad en temas sexuales, de salud, matrimonio y familia. Y durante décadas, estos poderosos hombres asumían que sus aventuras extramatrimoniales se protegerían, como siempre había sido.
  Aunque esto empezó a cambiar tras el caso Watergate. Atraídos por la urgencia pública de saber más sobre las motivaciones de las personas en el poder, la prensa empezó investigar exhaustivamente a la figuras públicas, especialmente a los políticos. Al mismo tiempo, la aparición de la televisión por cable y los incansables noticieros de 24 horas alimentaron el apetito de noticias cada vez más extravagantes.
  En el libro 'All The Truth Is Out', Matt Bai, antiguo corresponsal político para la revista del New York Times y actual columnista de Yahoo! News, calificó la historia de Hart como “el momento en el que el mundo de los servicios públicos y el del entretenimiento sensacionalista, que habían estado acercándose poco a poco, finalmente colisionan, y un hombre se vio atrapado en esa colisión”. Gracias al fácil acceso que tenía a Hart y muchos colegas suyos, Bai consiguió contar la fascinante historia como nadie lo había hecho, desde la perspectiva del mundo que presagiaba.
  Bai admite que parte de la motivación para escribir el libro fue el hecho de que la historia de Hart se estaba olvidando, y parecía más necesario que nunca contarla en un tiempo en el que los escándalos ocurren a diario. “La carrera de Hart prácticamente se ha olvidado” explica Bai. “Pero la historia que tenía que ser contada, y la que contamos en la película, es la del momento en el que los medios toman un camino que nos lleva a la política actual”.
  “En la actualidad tenemos un ambiente en el que los candidatos necesitan ser animadores, deben tener cierta habilidad para evitar los escándalos, necesitan ser completamente deshonestos para sobrevivir a la actual cobertura política. Escribí el libro porque creo que muchos de nosotros pensamos que es el momento de parar y preguntar cómo esta influyendo esta distorsión en nuestro mundo”.
  Incluso cuando Bai estaba haciendo trabajo informativo tradicional para su libro, estaba buscando lo que antes se percibía como una diversión: conseguir hacer su primer guion de ficción, que originalmente no tenía nada que ver con Hart. Formó equipo con su gran amigo Jay Carson, un antiguo consultor político y veterano de las campañas de Dean en 2004 y Clinton en 2008 (conocido también por ser inspiración para el personaje de Ryan Gosling en Los Idus de Marzo), quien emprendió una nueva carrera como consultor creativo en House of Cards. Un día, cuando Bai le habló sobre su investigación sobre Hart, Carson le preguntó, “¿Por qué no estamos escribiendo esta historia?”
  Cuanto más hablaban de ello más se daban cuenta de la privilegiada visión desde dentro que tenían puesto que ambos habían trabajado juntos en campañas presidenciales, Bai en medios y Carson en campaña. El dúo se conoció en 1999 cuando Bai cubría la campaña de Bill Bradley y Carson era mano derecha del candidato. Conocían el lenguaje, el humor negro, la presión incesante, la intensidad de las amistades y ambos se habían cuestionado los conflictos entre medios y democracia que Bai explora en su libro.
  “Ambos sentíamos la necesidad de escribir para exorcizar los demonios personales surgidos del mundo electoral” explica Carson. “Nos perturbaba mucho todo lo que habíamos visto en nuestras carreras y sabíamos que los verdaderos problemas no se habían resuelto. Los principios se han roto”.
  La investigación que Bai compartió con Carson, junto con la que él había hecho, le dejaron claro lo mucho que la situación de Hart anticipaba una nueva era en la política. “Hart tenía un atractivo jovial parecido al de Kennedy y hablaba de la promesa americana como ningún otro político de la época. Al mismo tiempo, había una brecha generacional en cómo los periodistas le veían. Los mayores de 40 pensaban que había que respetar su privacidad. Pero los más jóvenes, que crecieron con el caso Watergate, tenían una idea muy distinta de lo que era jugar limpio”.
  Bai recalca que el cambio generacional fue también incentivado por cambios sociales y tecnológicos. “La aparición de satélites hizo que las noticias saliesen a tiempo real” explica Bai. “Y cuando emites las 24 horas hay mucha presión por crear una telenovela que mantenga a la audiencia enganchada. Al mismo tiempo, se estaba cambiando la percepción sobre el adulterio, el matrimonio y la mujer en el trabajo, lo que hizo que la historia se polarizara de una forma dramática”.
  Claramente la cosas sólo han empeorado, con escándalos cada vez más absurdos y los medios sólo potencian la indignación, llegando a una simbiosis tan intensa entre política y espectáculo que ya es imposible de deshacer. Siendo periodista, Bai comprende esto a la perfección. “Estamos en un momento de repensar las cosas, así que queríamos escribir esto sin juzgar las motivaciones de nadie, pero para resaltar el hecho de que las acciones tienen consecuencias, tanto para los políticos como para la prensa. A mis colegas periodistas les digo que tenemos que comprender que lo que hacemos no es un juego. Lo que hacemos puede repercutir durante años o décadas, incluso cambiar el curso de la historia”.

  Bai y Carson acababan de empezar a escribir en 2016, cuando Bai apareció en WNYC innovative, un podcast de Radiolab en el que hablaban sobre la campaña de 1988. Jason Reitman fue uno de los oyentes, siendo un ferviente seguidor del programa durante años. Bai le cautivó. “Ni siquiera sabía quien era Gary Hart, yo tenía diez años cuando se presentó como candidato, pero cuando escuché la historia comprendí al instante cómo habíamos llegado al punto en el que estamos ahora. Pedí el libro inmediatamente. Me encantó. Me encantó el nivel de detalle y sentí que era una película esperando a ser contada. Eso sólo me ha ocurrido unas pocas veces en la vida y estaba preparado para lanzarme de lleno”.
  Reitman es conocido por contar temas profundos de la vida moderna de forma divertida y energética, satirizando el mundo en Gracias por Fumar, dándole la vuelta a lo que esperas de un embarazo adolescente en Juno y profundizando en el coste humano del limbo económico y despidos empresariales en Up in the Air, esta última nominada seis veces al Oscar. Aún así, EL CANDIDATO es por muchas razones su trabajo más ambicioso hasta la fecha, lo que era parte de su atractivo. Cuando conoció a Bai y Carson, fue profético. No sólo se entendían de forma natural, sino que Reitman aportó ideas que cambiaron completamente el tono del guion.
  Lo primero que hizo Reitman fue invitar a Bai y Carson a ver El Candidato de Michael Ritchie de 1972, que aun teniendo más de cuatro décadas de antigüedad es considerada una de las películas que mejor plasman el marketing político moderno. En ella Robert Redford es un un abogado moralista que hace lo impensable en su camino a senador de California. La película es apreciada por su realismo frenético y el análisis de cómo una promesa sólida puede convertirse en pura fachada.
  “Les dije a Matt y Jay que así es como debía ser nuestra película” recuerda Reitman. Les propuse crear un universo hiperrealista de la manera que se crea en una gran película de fantasía, con esa intensa apreciación por el detalle y textura que te sumerge. Eso nos llevó a tener una razón para cada detalle en la película, hasta el punto de pensar en qué tipo de alcohol debía beber cada personaje”.
  Bai y Carson ya eran admiradores de Reitman, pero ahora le veían como una refrescante fuente creativa. “Jason vio inmediatamente como reorientar lo que estábamos haciendo” recuerda Bai. “Nos habían recomendado que contásemos una historia más ficcionada, pero Jason apareció diciendo que era un momento muy importante en la política americana y que teníamos que contar la historia real. No puedo explicar lo gratificante que fue oír eso. Estaba claro que lo había entendido de verdad y marcó el inicio de una gran colaboración”.
  “Jason nos dio el coraje para quitarle lo hollywoodiense al guion. Nos centramos en tres elementos claves de la historia: la campaña, la prensa y la familia de Hart. Fue como un capitán durante una tormenta. Nos pidió que creyésemos en él, que haríamos algo auténtico y funcionaría. Y tenía razón” añade Carson.
  Bai y Carson ya habían desarrollado su propio método para escribir. Uno empezaría a escribir durante un tiempo y luego pasaría el borrador al otro, quien empezaría de nuevo desde el principio reescribiendo todo antes de avanzar en la historia. De esta forma la escritura se mantendría constante y las ideas de ambos acabarían integradas. Entonces Reitman se incorporó al proceso. “Funcionó porque todos nos sentíamos autores del texto y aun así ninguno podría descifrar quién ha escrito qué” dice Bai.
  Otra idea que Reitman aportó desde el principio fue descartar el esperado punto de vista en primera persona. En vez de tener a Hart o incluso a Donna Rice contar la historia, Reitman pensó en reemplazar al narrador central con una vista panorámica neutra que diese a cada uno de los personajes una voz sin asignarles el rol de héroe ni villano. A Bai y Carson les pareció liberador. “Entonces la forma de contarlo se complejizó de la misma forma que la realidad” dice Bai. “Anima a la audiencia a decidir por sí mismos quién tenía razón, quién estaba equivocado y qué consecuencias tuvo”.
  El trío también compartía un afilado sentido del humor que daba una sensación de ligereza a la historia incluso en los momentos más enrevesados, como un espejo de la realidad. “El personal de campaña y los periodistas son algunas de las personas más graciosas, observadoras y con la lengua más afilada que he conocido” recalca Carson. “Me partía de risa en cada campaña. Y eso se convirtió en una de las cosas más importantes para Jason, que usásemos las palabras reales que oirías en una sede de campaña”.
  Reitman se reunió con muchos de los personajes reales de la película como Gary Hart, su hija Andrea, Donna Rice, así como con mucho del personal de campaña de 1987. Probablemente lo más importante fue la encuesta que mandó a cada persona con preguntas específicas sobra cada personaje. “Les pregunté a cada uno que describiesen un día normal en su vida de 1987 y les hice preguntas como: ¿Qué aficiones tenías? ¿Cuál era tu equipo favorito? ¿Qué bebías y cuáles eran tus aperitivos favoritos? ¿Qué fotos tenías en tu mesa? E incorporamos todas las respuestas”.
  Por mucho que Reitman, Bai y Carson buscasen ser fieles a la realidad, hay cosas que desconocían. “Por supuesto hay muchos momentos en los que no sabemos qué se dijo exactamente a puerta cerrada y que nunca se documentaron así que ahí es donde entra la imaginación” explica Carson.
  Otro factor importante en la historia para los tres fue darles voz a las mujeres, en especial porque en estas situaciones nunca la han tenido. “Era muy importante para nosotros que hubiese cinco personajes femeninos distintos en la historia: Donna Rice, Lee Hart, Andrea Hart, Irene Kelly y Ann Devroy de The Washington Post, y cada una se aproxima desde distintos puntos de vista” dice Reitman.
  Bai conoció a Rice mientras investigaba para el libro. “A menudo, las mujeres en estas situaciones son puestas a un lado o están mal caracterizadas. Pero Donna es una persona mucho más compleja de lo que se contó en aquella época, y queríamos asegurarnos de que se mostrase todo lo que había. Hay que tener en cuenta que no había ningún modelo a seguir en 1987, no había nadie que hubiese pasado por lo mismo en política. Así que fue vital para nosotros contar su historia con compasión y complejidad, mostrar su dignidad” explica Bai.
  “Queríamos plantear la pregunta: ‘¿Cómo hubiese sido ser Donna en ese momento?’ Creo que es imposible no empatizar con ella cuando ves cómo cae en las garras de la prensa de una forma que te puede destruir” continúa Carson.
  Pero Carson tenía otras experiencias personales que usar con Lee Hart. “Mi experiencia política más formativa fue con la mujer de un político acusado de infidelidad, quien coincide que fue la candidata Hillary Clinton. Así que sabía que había un lado muy humano y doloroso que alguien en esa posición vive y que no se hace público”.
  En definitiva, no hay ningún personaje predominante, la interpretación de cada actor se combina en un mosaico para convertirse en algo mayor que la suma de las partes. “Esa fue claramente la visión que Jason aportó” concluye Bai.
  El polifacético guion y su mezcla de humor y humanidad atrajeron la atención de dos productores que lo vieron como una apuesta emocionante: Helen Estabrook, quien trabaja con Reitman en Right of Way Productions y produjo la oscarizada Whiplash, y Aaron L. Gilbert, cuya empresa BRON Studios es reconocida por sus crudas historias y que trabajó con Reitman en Tully.
  Ambos entendieron los riesgos. La película sería complicada de rodar, con especial énfasis en la improvisación y la acción paralela, una cámara impredecible y la insistencia de no juzgar a los personajes, que sin saberlo con sus decisiones están cambiando la trayectoria americana y sus propias vidas. Aunque también se dieron cuenta de que Reitman lo tenía bajo control.
  “Confío en Jason de forma implícita. Es tanto amigo como un gran compañero creativo” dice Gilbert. “Así que cuando me reveló cómo y por qué quería contar esta historia, respondí honestamente que adelante. Lo que más me gustó del guion es que en realidad el affaire es algo secundario. Ni siquiera averiguamos si ocurrió realmente y el guion no ahonda en ello. En vez de eso trata de los grandes cambios en la forma de hacer política y de cómo la prensa cubre las noticias, y eso es lo que nos emocionó a todos”.
  Estabrook recalca lo complicado que es seguir la trama de la película sin pensar en dónde nos encontramos en 2018. “La historia toca mucho temas que sólo ahora estamos empezando a desenmarañar, desde la complejidad de cómo informar sobre los políticos hasta el grado en que la sociedad está entrenada para proteger a las personas en el poder. Habla sobre cuál es la responsabilidad que tenemos los unos con los otros, seamos ciudadanos o figuras públicas. Creo que a Jason le atraía la oportunidad de contar esto al mismo tiempo que profundizaba en los clásicos años 70”.
  Con docenas de personajes y a veces más de 20 rodando cada día, surgió la necesidad de juntar a un reparto no sólo involucrado sino también unido entre sí. El intenso proceso de selección de actores empezó nada más aprobarse la producción. “Fuimos capaces de juntar a un grupo maravilloso de actores híper inteligentes, cada uno de entornos muy distintos, que unidos son cautivadores” comenta Estabrook. “Creo que la elección del reparto es una de las mayores habilidades de Jason por su increíble instinto. Tanteamos a gente que Helen conocía, gente que yo conocía, gente que había trabajado con Jason antes y gente con la que quería trabajar. A todos les pareció que el guion era muy potente” añade Gilbert.
  Una vez empezaron a rodar y siendo consciente de que la confianza es la base para que el reparto actúe con libertad, Reitman puso mucho esfuerzo en crear ese entorno perfecto en el que los actores intiman. También empezaba cada día de rodaje repartiendo noticias sobre lo que había ocurrido ese día pero en 1987, no sólo eventos políticos, sino también deportivos, sociales y culturales, para fomentar la conversación sobre la película.
  “Todo eso acabó resultando en algo mágico” dice Bai. “Todos los jóvenes actores empezaron a pasar tiempo juntos hablando sobre 1987 y desarrollaron una relación genial y muy natural. Conectaron con la época y emergió una profundidad que no habíamos anticipado”.

  La duda sobre quién interpretaría a Hart se resolvió desde el principio. Reitman estaba convencido de que había una persona que podía aportar algo subestimado aunque revelador. Hugh Jackman ciertamente no era la opción más obvia. Podría haber ganado un Emmy, un Tony y un Globo de Oro, así como haber sido nominado al Oscar, pero también es un australiano conocido por la saga de Lobezno y por películas como Los Miserables y El Gran Showman. Aunque ha tenido papeles dramáticos con anterioridad, esto sería algo bastante distinto a lo que Jackman había hecho hasta ahora.
  Lo que convenció a Reitman fue la ética de trabajo de Jackman y su amplia inteligencia, claramente dos de sus mayores cualidades. “Hugh es conocido por lo duro que trabaja y esa es una de las cosas que me emocionaron” comenta el director. “Esto es un ejemplo de cómo eso funciona. Muy al principio me encontré a Hugh andando con una archivador repleto de información sobre Hart. Le pregunte, ‘¿planeas leer todo eso? Y respondió, ‘ya he leído todo, y en realidad este el primer archivador de cinco’. Ese era su nivel de compromiso. Hugh podía recitar discursos de Hart que no estaban en la película. Aprendió tanto que me enseñó muchas cosas sobre Gary Hart. Una vez me dijo, ‘no quiero sentir que podía haber hecho más para hacerlo perfecto’ y eso resume lo que Hugh Jackman es como actor. Y también es la razón por la que inspira a todo el mundo a su alrededor”.
  Reitman estaba intrigado también por ver a Jackman pasar a terreno desconocido. “Lo único que no he visto a Hugh interpretar es un enigma. Le he visto interpretar a gente claramente heroica, destrozada, con aspiraciones o talentosa, pero lo único que no le he visto hacer es a alguien inteligente, abierto y carismático. Sabía que iba a ser un reto emocionante para él, tener que ocultar parte de su vida íntima, pero lo hizo. Me encanta que la gente que ve la película no saben bien qué pensar de Hart y eso es justo lo que Hugh y yo queríamos”.
  Aún habiendo crecido en Australia, Jackman tenía una idea de quién era Hart. Pero cuanto más descubría de él, más interesante encontraba el papel. “Tenía una idea general del escándalo” dice Jackman. “Pero lo que no sabía antes era la fuerza que tenía, cuánto tenía que ofrecer y cuánto afectó este periodo al futuro de la política americana y a la prensa. Creo que el guion revela mucho sobre este punto de inflexión en la historia. No es tan conocido como el asesinato de Kennedy, el movimiento por los derechos civiles o el Watergate, pero a su manera este también fue un momento crucial”.
  Jackman se centró en algo muy sutil sobre Hart, la manera en que sus fortalezas y debilidades estaban entrecruzadas, la forma en que las cosas realmente importantes podían anular todo lo demás. Eso se convirtió en una premisa más sólida aún cuando conoció a Hart en persona. “Gary es recordado por ese pequeño momento en su vida en vez de por las cosas que le gustaría que le recordasen. Cuando le conocí, me contó algunos de los planes que tenía para el futuro y me impresionó al mismo tiempo que era consciente de la oportunidad que perdió. Era un hombre con uno de los mayores cerebros para la política de nuestros tiempos, y aun así nunca se dio cuenta del potencial de sus ideas”.
  Para Jackman, lo que Hart hiciese o no con Donna Rice a bordo del Bimini es secundario. “Creo que en vez de preguntarse si lo hizo o no habría que plantearse por qué nos importa tanto. En su último discurso Gary dijo que aunque algunas cosas en la vida sean interesantes eso no las hace importantes. Y creo que muchas de las cosas en las que la prensa se centra son más interesantes que importantes, con lo que corremos el riesgo de olvidarnos de lo que importa simplemente porque no es tan emocionante”.
  Ahora que la gente se ha acostumbrado a los escándalos, las acusaciones vertidas sobre Hart parecen pueriles. “La ironía es que ahora los candidatos presidenciales son acusados de cosas mucho peores y sobreviven, pero cuando Hart estaba optando, nuestro apetito por estas noticias estaba empezando a crecer” dice Jackman. “La gente empezó a querer noticias más inmediatas y novedosas, y este escándalo bebió de eso”.
  Jackman se planteó las relaciones de Hart, tanto en la responsabilidad inherente al inspirar a gente como la angustia de decepcionarles. “Una de las cosas que más me gustan de esta historia es que no sólo se centra en lo que le ocurre a Hart. También nos muestra por lo que pasa su familia, a Donna Rice y todos los cambios entre los periodistas”.
  La intensidad de la devoción de Jackman y el grado de inmersión en el papel fueron un ancla para la producción. “Hugh puso tanta energía que motivó a todo el mundo. Ha sido un verdadero líder en el rodaje” dice Estabrook. “Se consiguió un clima increíble gracias a su profesionalidad, simpatía y humor. Fue un caso de ficción imitando a la realidad, ya que al igual que pasaba con el equipo de Hart, el reparto seguía a Hugh allá donde fuese”.
  “Es un papel inusual para un protagonista puesto que muchas veces simplemente se le ve sentado en el fondo como un extra. Dice mucho de la humildad de Hugh y refleja lo que creía en Jason, hasta llegar a diluirse completamente con el resto del equipo. Parecía maravillado con la experiencia”.
  “Trabajar con Jason ha sido una de las experiencias más divertidas y gratificantes que he tenido” admite Jackman. “Tiene la curiosa habilidad de darte el espacio exacto para dejarte jugar e inventar. Lo que también me gusta de Jason es que sabe cómo contar una historia llena de humor y estilo pero manteniéndola profunda”.
  La energía visceral de la película es lo que piensa que llevará a la gente a hacerse preguntas. “Tiene mucho ritmo y es graciosa, pero también te lleva a una encrucijada en la que te preguntas cómo hemos llegado hasta donde estamos hoy”.
  La involucración de Jackman en el papel de Hart maravilló a los guionistas. “Hugh puede decir cosas con la cara que no se pueden escribir con palabras” dice Bai. “Hugh podría ser un candidato. Raramente he visto a un político con tanta habilidad para la política. Para interpretar a alguien listo hay que ser listo, y Hugh es tanto listo como un estudiante del mundo. Quería saber más de todo lo que escribíamos para él y luego lo incorporaba a la interpretación. Creo que podemos verle llegar a otro nivel en este papel”.

  Mucha de la historia en EL CANDIDATO trata sobre Gary Hart, aunque en el centro de todo se encuentran dos mujeres involucradas en esta crisis política: su esposa Lee y la mujer acusada de tener un affaire en secreto con su marido, Donna Rice. Cuando un político es acusado de infidelidad, la persona que a menudo se enfrenta a las consecuencias más intensas es la mujer, dando la cara ante la prensa mientras en la intimidad lidia con la pérdida de confianza. Para Reitman, Bai y Carson era esencial que una de las voces que más se oyesen en la película fuese la de la mujer de Gary Hart, Lee. El resto recayó en Vera Farmiga, actriz nominada al Oscar por su primera colaboración con Reitman junto a George Clooney, Up In The Air.
  La habilidad de Farmiga de transmitir gran cantidad de emociones más allá del diálogo le dio un valor incalculable para el papel. “El papel de Lee es complicado ya que de algún modo es a ella a la que la audiencia mira para saber qué pensar de su marido. Vera es capaz de transmitir mucho con una simple mirada, sólo con sus ojos y el timbre de voz. En esta película, la cámara se mueve en todo momento, pero para Vera está quieta” dice Reitman.
  Jackman estaba igual de encantado con Farmiga. “Era muy importante para nosotros que Lee no pareciese una víctima” explica. “Vera puede hacer eso porque tiene mucho aplomo y al mismo tiempo es una fuerza de la naturaleza emocionalmente”.
  Lee Hart apoyó a su marido cuando empezaron a circular los rumores sobre Donna Rice, diciéndole a la prensa que la historia no le molestaba y que creía que su marido debería ser presidente. La motivación de Farmiga era ir más allá de la función de Lee de soporte de Gary (en 1987 llevaban casados 28 años) y mostrar como ese soporte le pasó factura. “Lo que me atrajo de interpretar a Lee es su amor incondicional. Siempre siento curiosidad sobre cómo las mujeres definen el amor y me fascina hasta donde pueden aguantar” explica Farmiga. “Lee es una mujer a la que le han dado un mazazo psicológico y tiene que intentar sobrevivir y proteger a su familia, su amor y a sí misma”.
  Farmiga tiene un respeto incondicional por Lee. “Creo que hace falta un compromiso y una constancia regia para aguantar este tipo de conflicto cuando tienes el corazón roto. Todo eso me fascina. También me pareció interesante que 30 años después, Lee todavía está con Gary. Habla de la complejidad del matrimonio y el reto de prometer querer a alguien de por vida”.
  Farmiga encontró en Lee una confianza que le permitió resistir los embates de la prensa, de otras mujeres juzgando su elección de permanecer con Gary y de sus propias dudas. “Si te quedas y perseveras en un matrimonio en el que ha habido una infidelidad creo que tienes que ser una mujer con mucha confianza” observa Farmiga. “O al menos tienes que creer tanto en el matrimonio y en su santidad que no te separarías aunque te esté rompiendo el corazón”.
  A Farmiga también le ilusionaba volver a trabajar con Reitman. “Jason parece pedirme siempre que explore la infidelidad” bromea. “Pero esta vez estoy en el otro lado. Honestamente, creo que a los dos nos interesa el desamor y la reconciliación. Y yo confío en él. Su visión es muy precisa y comprende perfectamente el personaje. Pero Jason también quería mucho alboroto en pantalla, así que nos animó a que nos dejásemos llevar si nos sentíamos inspirados. Eso fue genial. Normalmente te regañan si rodando haces sombra a otro actor, pero en este rodaje todo era explosivo y nos dio mucha libertad”.
  Era la primera oportunidad de trabajar con Jackman, cuya conexión con Farmiga fue muy orgánica desde el principio y propició que pudiese navegar fácilmente entre todas las emociones que surgen de una infidelidad. “Hugh tiene la reputación de ser un tipo genial. Pero en realidad es mucho mejor. Está lleno de luz y carisma. Pero también es muy accesible, lo que fue la clave para mostrar que nuestros personajes tenían una unión desarrollada durante años de lucha”.
  La interpretación de Farmiga se centra en lo que las mujeres hacen y aguantan en las campañas políticas, expresado de forma física, en el cuerpo, en expresiones sutiles y gestos que dicen más que las palabras en un mundo donde estas se manipulan con facilidad. “El contenido emocional de Vera es arrollador. Dignidad es la palabra que mejor lo describe” observa el coprotagonista Steve Zissis.
  La otra pieza del rompecabezas del escándalo es Donna Rice, una mujer de Miami que buscaba abrirse camino como modelo y actriz, que acaba en el centro de uno de los revuelos mediáticos más intensos de la historia hasta la fecha.
  Rice fue rápidamente relegada a un estereotipo por la prensa y a un peón en las maquinaciones políticas, pero la película la muestra como algo más: una brillante mujer cuya vida y futuro dan un vuelco en un instante. En el papel de Rice encontramos a la estrella emergente Sara Paxton, más recientemente vista como Candy Shaker en Twin Peaks: The Return de David Lynch.
  Paxton rápidamente se ganó a Reitman. “Para mí, todo se centraba en quién podría dotar a Donna un sentido de humanidad que nunca nos han mostrado” explica Reitman. “Alguien que pudiese personificar no sólo su desolación sino también su inteligencia y su deseo de ser tomada en serio. Sara consiguió eso inmediatamente”.
  Lo que le atrajo a Paxton fue cómo se perfila a Rice en el guion. “Me emocionó mucho que Donna estuviese representada como una mujer educada y ambiciosa que de repente se hace vulnerable cuando es arrastrada en esta historia mediática que nunca pensó podría ocurrir. Puedo entender perfectamente que Donna quiera ser tomada en serio y creo que muchas mujeres se sentirán identificadas con ella. Se graduó summa cum laude y de repente pasó a ser vista de forma completamente distinta a cómo ella se veía. Me apetecía mucho interpretarla”.
  Paxton entró de lleno en la producción. “En mi primera escena aparece Donna devastada. Fue interesante porque después fuimos hacia atrás, cuando Donna no sabía nada de lo que iba a ocurrir” explica Paxton.
  Bai estaba tremendamente conmovido por la interpretación de Paxton, especialmente después de haber conocido a Rice. “Sara interpreta a Donna con una decencia y sinceridad integral como la vida misma. Aportó todo lo que esperábamos” dice Bai.

  A medida que la campaña de Hart empieza a entrar en caos, los daños le afectan no sólo a él y a su familia, sino también a su equipo. Hombres y mujeres jóvenes de todo el país que buscaban algo en lo que creer se habían juntado con Hart, preparados para sacrificar buenos trabajos, horas de sueño y vida social con tal de luchar por una nueva voz en la Casa Blanca.
  Juntar a ese equipo, personas con buena conexión que se pasaban 16 horas al día juntos en una olla a presión, fue uno de los grandes placeres para Reitman. “Juntar al reparto se parecía más a juntar una orquesta, su química y la habilidad para crear juntos era imperativo”.
  A la cabeza de la campaña estaba Bill Dixon, un viejo amigo de Hart y veterano de campaña que aun así no pudo enderezar el barco una vez empezaron los rumores sobre Donna Rice. Dixon abandonó Washington y las campañas políticas después de renunciar de la campaña de Hart. J.K. Simmons interpreta al personaje, ganador del Oscar por su inolvidable papel en Whiplash, y un actor que trabaja regularmente con Reitman, apodado por este último como “mi musa”.
  “J.K. es una de esas personas que sabes que puede desenvolverse en cualquier situación. No conozco otro actor que pueda ser tan terrorífico como él en Whiplash y luego dar un giro y ser tan vulnerable o gracioso como puede ser. Me siento afortunado de que acepte estar en todas mis películas. Como Bill Dixon, es una persona en la campaña de Hart de su misma generación, así que es veterano rodeado de niños idealistas y que les ayuda a ser mejores. También es un papel con el que empatiza la audiencia, ya que Bill hace todas las preguntas que nosotros queremos hacer” dice Reitman.
 “A Jason le encanta trabajar con J.K. porque aporta mucha humanidad a todos los personajes. J.K. tiene la habilidad de expresar por lo que está pasando un personaje y en esta película podemos ver realmente el liderazgo de Bill Dixon y la intensidad de su decepción” dice Estabrook.
  Simmons dice que aceptaría cualquier papel de Reitman, pero EL CANDIDATO le llamó la atención por sí misma. “La naturalidad del guion te hace sentir como si estuvieses en ese cuarto rodeado de esas incesantes conversaciones llenas de energía. Es un guion que no toma partida y eso me intrigó” dice Simmons.
  Aunque muchos de los actores prefirieron no conocer a sus personajes en la vida real, Simmons sí habló con el verdadero Dixon, en parte porque estaba siempre entre bambalinas. “Es un hombre de provecho y de familia, un tipo genial” dice Simmons. “Por supuesto no estamos haciendo un documental y hay muchas incongruencias entre Bill y yo, como por ejemplo que Bill Dixon tiene pelo. Pero al final, mi objetivo y el de Jason era plasmar la esencia de quién era”.
  Trabajar con los jóvenes actores que interpretaban al equipo de campaña fue un placer para Simmons. “Encontré muy refrescante trabajar con todos estos jóvenes actores que son tan buenos improvisando” comenta Simmons.
  Simmons conoce el cine de Reitman como ningún otro, pero admite que esta película tiene algo distinto. “Jason fue más laxo y estaba más abierto a la improvisación en esta película para conseguir el efecto de tener en una habitación llena de gente extremadamente inteligente y que todos reclaman atención. Era una atmósfera electrizante”.
  Jackman también le presentó un reto a Simmons. “Una de las escenas más memorables de la película es cuando J.K. se enfrenta a Hugh en el papel de Gary. Es como ver a dos pesos pesados juntos. Los dos aportan mucha energía” dice Gilbert.
  Otro miembro clave del equipo es Irene Kelly, alguien que se encuentra en una posición que nunca hubiese imaginado cuando le toca acompañar a Donna Rice de vuelva a Miami mientras intentar planear una estrategia para evitar una catástrofe total. El papel, una mezcla de varios miembros del equipo de Hart, está interpretado por Molly Ephraim, quien empezó en Broadway y ha participado en la franquicia Paranormal Activity así como en la exitosa serie Uno para Todas.
  El papel fue una oportunidad para explorar la manera en que las mujeres durante décadas han tenido sus propios retos cuando trabajaban para hombres poderosos. “Lo que me encanta del personaje de Molly es que es ella la que acaba teniendo que hacer mucho del trabajo emocional en una situación que ella no ha creado, lo que a menudo ha sido el caso para las mujeres. Esa es una parte muy relevante de la historia y son cosas que ahora empezamos a cambiar” dice Estabrook.
  “Kelly está atrapada. Ella cree en Hart pero también tiene el dilema de la simpatía que siente por Donna Rice y tiene que luchar con todo lo que el hombre para el que trabaja le hace pasar” dice Ephraim.
  Una de las partes favoritas de Ephraim de su papel fue el juego con el resto del reparto. “Jason ha juntado un grupo de personas muy graciosas del que salieron increíbles momentos improvisados” describe Ephraim. Pero lo que realmente disfrutó fue trabajar con Paxton. “Rodamos una de nuestras escenas más duras el segundo día y ella se metió de lleno inmediatamente. Tiene una inocencia adorable y es inteligente. Se te rompe el corazón con lo que le está ocurriendo”.
  El feroz secretario de prensa de Hart Kevin Sweeney, que ahora trabaja como consultor especializado en responsabilidad medioambiental, es interpretado por Chris Coy, conocido por sus papeles en The Walking Dead, Banshee y The Deuce. “Kevin tiene 28 años. Se graduó en Berkeley y apasionado y ruidoso” comenta Coy. El actor disfrutó mucho el proceso de creación del ambiente detrás de las cámaras. “Empezábamos hablando sobre los artículos que Jason nos daba y antes de darte cuenta las cámaras se empezaban a mover. Era muy fresco y genuino, lo más que jamás haya formado parte”.
  Cuando le tocaba trabajar con Jackman, Coy, como muchos otros, estaba seguro de que no estaría a la altura de la leyenda. “Por alguna razón dicen que nunca conozcas a tus héroes” bromea. “Pero Hugh y Jason demostraron ser excepciones a la regla en ese aspecto porque los dos son una maravilla. Hugh puede hacer todo mejor que ninguno de nosotros, pero de alguna manera es humilde y nos hizo sentir a todos como si realmente le importásemos”.
  Mike Stratton, cuyo trabajo era el de preparar a Hart para eventos públicos y ruedas de prensa, es interpretado por Alex Karpovsky, más conocido por su papel de Ray en la comedia de HBO Girls. Lo que sorprendió a Karpovsky es lo cercanos que eran el personal de campaña y la prensa que cubría las noticias en aquella época. “Fue divertido recrear esos días en los que el personal de campaña y la prensa pasaban tiempo juntos al final del día y se tomaban un par de cervezas. Acababan conociéndose e intercambiando ideas, crecían juntos y aprendían de eso”.
  Interpretando a Doug Wilson, un consejero de Hart que pasaría a trabajar en la secretaría de asuntos públicos y ser el oficial de más rango en el Pentágono abiertamente homosexual, encontramos a Josh Brener, conocido por su papel en la comedia televisiva Silicon Valley. “Doug es un sabelotodo sobre leyes” comenta Brener. Brener estaba encantado con la oportunidad de ver lo que es trabajar en las trincheras de una campaña nacional. “Hay una extraña mezcla de emoción, agotamiento y de pasar ratos muertos que parece ser lo que una campaña es. Se parece algo a lo que es hacer una película”.
  El segundo jefe de campaña John Emerson es la mano derecha de Hart, un hombre tan bueno solucionando cosas que es más conocido como “Sr. Arreglatodo”. Emerson pasaría a trabajar con Clinton en la Casa Blanca y a ser embajador en Alemania. En el papel encontramos a Tommy Dewey, conocido por la serie Casual en Hulu. Algo que atrajo a Dewey fue poder explorar la parte cómica de la vida política. “Aunque sea un juego con mucho riesgo y haya mucho estrés, hay mucho humor en ese mundo. La comedia es una vía de escape para estos tipos y una forma de camaradería”.
  El mismo tipo de camaradería se desarrolló entre el reparto. “Juntar a un reparto coral puede ser extremadamente complicado” comenta Dewey. “Pero esa es una de las cosas que Jason clavó. Intuyó que habría una gran conexión entre nosotros y no se equivocaba”.

  Como con el personal de campaña, Reitman buscó a actores con aptitudes cómicas para interpretar al grupo de reporteros viajando con Hart. Entre estos está A.J. Parker, un personaje de ficción creado a partir de dos conocidos reporteros, EJ Dionne, que entonces trabajaba para The New York Times y ahora para The Washington Post, y Paul Taylor de The Post. Parker pasa casi todo su tiempo dentro del círculo de Hart, conociendo al candidato mientras mata las horas en aviones y autobuses, desarrollando un aprecio genuino hacia él. Al mismo tiempo, intenta conseguir un perfil completo del candidato, preguntando sobre rumores de problemas en su matrimonio. En la película es a Parker al que Hart hace un comentario a desmano sobre Rice que es publicado ese mismo día en The Miami Herald, uno que más tarde despertará la curiosidad: “Si alguien quiere investigarme, adelante. Se va a aburrir mucho”.
  En el papel encontramos a la estrella emergente Mamoudou Athie, también visto en The Get Down y Patti Cake$. “Mi personaje no se toma el comentario de Hart muy en serio” dice Athie. “Pero más tarde se usa para justificar la presión de la prensa sobre la privacidad de Hart. Entonces es cuando la historia de Hart pasa a ser todo entretenimiento. Creo que hay argumentos en ambos lados sobre si la vida íntima de un candidato debería ser noticia o no, pero claramente esto marcó un cambio en cómo la prensa cubriría la agenda política”.
  Steve Zissis (No Te Preocupes, No Llegará Lejos a Pie) interpreta al periodista Thomas Fiedler, quien trabajó más de 30 años en The Miami Herald como reportero de investigación y más tarde como editor ejecutivo, y que recibió la noticia incendiaria sobre una posible infidelidad de Hart. Aún siendo joven en 1988, Zissis todavía recuerda la famosa imagen de Hart y Donna Rice sobre sus rodillas. “No tenía ni idea del resto de la historia hasta que leí el guion” comenta Zissis.
  Siendo uno de los periodistas que invade la vida personal de Hart pensando que es su deber, Zissis valora que su personaje plantease preguntas. “Él se encuentra a un lado del debate que todavía tenemos sobre hasta qué punto la vida privada de un político importa. La película plantea todas estas preguntas, pero creo que también cuenta una historia muy humana que trata sobre todas estas personas que intentan hacer lo correcto durante este explosivo evento, y que nadie está de acuerdo con cuál es la manera correcta” comenta Zissis.
  Redondeando el reparto de la prensa se encuentra Ari Gaynor en el papel de Ann Devroy, una editora de The Washington Post responsable de supervisar la cobertura de la inminente campaña presidencial, Mike Judge como el periodista del Miami Herald Jim Savage, Jonny Pasvolsky como el escritor del New York Post Steve Dunleavy, Steve Coulter como el periodista de The Washington Post Bob Kaiser y Alfred Molina y Spencer Garret como los legendarios Ben Bradlee y Bob Woodward. Para mantener a todos inmersos en la atmósfera, Reitman mostraba a todo el equipo de rodaje vídeos diarios de reporteros de 1987, apiñados en aviones o haciendo preguntas en ruedas de prensa. “Todo tenía que parecer muy vivo y eso incluía a las cámaras o las máquinas de escribir que usaban” dice Reitman.

  La potente energía de EL CANDIDATO se originó tanto delante de las cámaras como detrás de ellas, siendo igual de importante lo que ocurre en el fondo que en primer plano. Aunque la película esté llena de preguntas importantes, es igualmente divertida, espontánea y creativa. Reitman y su equipo de viejos colaborados se han propuesto introducir a la audiencia en el caos, la adrenalina y la emoción que caracterizan tanto una campaña política como el revuelo mediático creado alrededor de Hart. Liderando el equipo está el director de fotografía Eric Steelberg, el diseñador de producción Steven Saklad, el diseñador de vestuario Danny Glicker y el editor Stefan Grube. Juntos, se propusieron crear una amalgama de personas, localizaciones y detalles que entran y salen constantemente complejizando la escena.

  Esta es la séptima película que Steelberg ha rodado para Reitman. “Eric y yo pensamos igual y tenemos el mismo lenguaje visual que hace que la comunicación sea perfecta. Es un placer hacer películas con él. Ambos teníamos muchas ideas para esta película y fue una constante emocionante conversación” dice Reitman.
  No importa lo bien que Steelberg conozca a Reitman, también tenía claro que esta ambientación sería completamente distinta que todo lo que habían hecho hasta la fecha. “Estaba claro que esta película iba a estar centrada en la experiencia visual y el uso de la cámara como medio propio para contar la historia. Es el tipo de película por la que cualquier director de fotografía mataría por hacer”.
  Contento por la oportunidad, Steelberg se unió al proyecto con pasión y algunas ideas que cuadraban con la compleja visión que Reitman tenía para la película. Los dos coincidían en que la cámara debería ser la clave para mantener la tensión y emoción visual en una historia que tiene lugar mayoritariamente en habitaciones atestadas de gente.
  Empezaron no sólo viendo El Candidato, sino también el documental de Chris Hegudus y D.A. Pennebaker sobre el increíble éxito de la campaña de Clinton, The War Room. Entonces pasaron de las películas sobre política a hablar del trabajo de Robert Altman, reconocido maestro del diálogo solapado y cámaras en movimiento, así como de varias películas de referencia de los 70 como Los Tres Días del Condor, Network, Un Mundo Implacable, Todos los Hombres del Presidente y El Último Testigo.
  “No queríamos copiar ninguna de esas películas” aclara Steelberg. “Pero nos dieron ideas de formas divertidas de mantener la película interesante y nos motivó para jugar visualmente con la mezcla del drama humano y algo más liviano. Cuanto más hablábamos sobre el diálogo solapado y la acción paralela, más nos dábamos cuenta de que Altman era muy relevante en lo que estábamos haciendo. Lo gracioso es que nos han influido más las películas de los años 70 que de los 80, pero creo que las de los 70 probablemente evocan mejor ese momento en Estados Unidos antes de la era digital”.
  Reitman tuvo claro desde el principio que quería rodar en 35 milímetros. “Lo primero que me dijo Jason es que quería rodar en 35mm” recuerda Steelberg. “Quería ese toque imperfecto, esa textura y paleta de colores. Y aunque no había rodado así en diez años, fue genial. Nos hemos acostumbrado tanto en contar una historia con digital que fue una maravilla volver a creer en la cámara y que todo el mundo lo dé todo en la primera toma. Más tarde tratamos la película para que fuese aún más granulosa e imperfecta”.
  “La regla general era sólo usar tecnología que existiese en los 70” añade Reitman. Incluso hasta las ópticas se hicieron para imitar el temblor que tenían antes de la digitalización. En un momento en el que necesitaban el logotipo de Columbia Pictures, Reitman lo escaneó de una copia impresa de El Pelotón Chiflado, dirigida por su padre Ivan.
E  l estilo de cámara sobre el hombro fue un reto que Steelberg disfrutó a diario. Una de las tomas más complejas e impresionantes es la que abre la película: una única toma meticulosamente coreografiada que mete al espectador directamente en medio de la campaña de Gary Hart cuando admite la derrota por Walter Mondale en la nominación al Partido Demócrata de 1984 en San Francisco. La toma gira entorno al corte en el dedo de Mike Stratton, una extraña historia real que habla de cómo esta gente se entregaba literalmente en cuerpo y alma por sus convicciones.
  “El principio se había escrito de forma muy tradicional y podríamos haberla hecho en cinco o seis tomas, pero vimos la oportunidad de introducir el lenguaje que usaríamos en el resto de la película filmándola de una sola vez” explica Steelberg.
  Pero no fue tarea fácil. “Tuvimos que cerrar una calle, traer grúas especiales, crear un modelo en 3D y pasar una mañana de ensayo” continúa Steelberg. “Fue un trabajo monumental y relativamente arriesgado, no sabíamos cómo saldría. Rodamos una versión durante el día pero no estábamos del todo contentos, así que volvimos por la noche, con la grúa y los coches de la época y cerramos la calle otra vez. Al final lo conseguimos en nueve tomas. En la última toma todo cuadró a la perfección ya que segundos después estalló una tormenta. Conseguir esa toma nos subió la moral para el resto de la producción y pasamos a pensar de forma más original para el resto de la historia”.
  Esa chispa creativa se mantuvo toma tras toma. Otra de las tomas en la que Gary y Lee tienen una conversación privada en un restaurante fue quizás más compleja aún en la que Hart sale de un coche y se tuvo que crear una cámara de 35mm a medida para poder ser pasada de operador a operador. Pero algunas de las escenas favoritas de Steelberg son las más simples.
  “En una de mis escenas favoritas aparece Gary y su equipo de campaña en el porche de su casa. No tiene que ver con el movimiento de la cámara sino más con la composición, en la que tienes a cada personaje sugiriendo su personalidad en su postura y tiene casi una aire de Annie Leibovitz. Es un momento tranquilo y contemplativo que contrasta con otros más complejos. Es algo que queríamos hacer a lo largo de toda la película ya que ese contraste tiene que ver con Gary Hart y su historia entera”.
  La cámara también representaba el deseo de Reitman de no juzgar a los personajes. “Jason quería mantenerse neutro siempre” dice Steelberg. “Lo que eso significa para la cámara es que cada personaje se trate de la misma forma y no hiciésemos muchos primeros planos. Hugh no tiene más primeros planos que el resto de actores. Así nunca tienes la sensación que la cámara toma un partido u otro”.
  “La película no trata de planos chulos e iluminación dramática, sino que tipo de lentes estamos usando, cuando mover o no la cámara y cómo se compone la escena. Esto es el ideal de un director de fotografía” comenta Steelberg.
  Steelberg colaboró estrechamente con Saklad y Glicker para que la cámara, decorados y vestuario fuesen coherentes. “Steve y Danny crearon decorados y vestuarios tan ricos que me dieron mucho más con lo que trabajar con iluminación y la cámara” comenta Steelberg.
  Para Saklad la premisa inicial era la de aceptar el desorden. “Parte de la diversión de la película es ver todo el trabajo oculto de una campaña, por lo que tenemos habitaciones con cables colgando, gente hacinada en oficinas con teléfonos sonando y la cámara siempre sufriendo para avanzar entre la multitud y el equipo” describe Saklad. “Para mí, el reto fue planear todo para que Jason pudiese apuntar con la cámara donde sea de forma espontánea y encontrase algo interesante ahí”.
  También tuvo que recrear un mundo de cabinas telefónicas, furgonetas satélite y máquinas de télex que una década después los dispositivos digitales han borrado del mapa. La verosimilitud era primordial para Saklad y Reitman. “Steve creó un nivel de detalle excepcional en cada centímetro cuadrado del set y eso es lo que hizo que cobrase vida” dice Reitman.
  Como Steelberg, la lista de momentos favoritos de Saklad es amplia, pero empieza con la primera escena. “Era uno de los retos gordos que todos queríamos clavar. Queríamos representar todo, desde las furgonetas satélite exactas a las cámaras usadas entonces, así como las mismos carteles de manifestantes de 1984. Fue muy emocionante tener tantas capas”.
  Otra cosa emocionante fue recrear la cabaña de Hart en la profética zona de las Montañas Rocosas llamada Troublesome Gulch (Barranco Problemático). “Esa cabaña todavía existe” aclara Saklad. “Jason tuvo la suerte de recibir un tour por parte de Gary, así que tuvimos buenas fotos del sitio real. También teníamos algunas de 1987 así que fuimos capaces de ver los interiores y hasta las puertas donde se amontonaba la prensa. Tuvimos mucho cuidado al recrear la estética que se ve en las viejas fotos”.
  Saklad tuvo grandes retos como la construcción de dos salas de prensa, contrastando la icónica de The Washington Post con otra más moderna de The Miami Herald. “Para enfatizar el contraste hicimos la de The Herald algo más glamurosa de lo que era, un poco más tipo Miami Vice, con vidrios y oro” dice Saklad. “Pero para la de The Post hicimos una réplica exacta de la que se ve en Todos los Hombres del Presidente, excepto que una década después, por lo que está algo más deteriorada”.
  Saklad diseñó el interior de la sede de campaña de Hart en tres fases. “Primero vemos la oficina en sus primeros días antes de que todo el mundo entrase, más tarde la vemos en su máximo esplendor con montañas de papeles, carpetas y cables en cada esquina. Después hicimos algo que no ocurre en la realidad, le dimos un nuevo aire para la campaña. Nos gustó la idea de ver nuevos gráficos, pósteres y pancartas que llegaron para una campaña que nunca fue adelante”.
  Mientras tanto, el equipo de Saklad estuvo en búsqueda de furgonetas y taxis, así como mesas con estilo ochentero, divisores de cubículos y máquinas de escribir IBM Selectric. Saklad estuvo buscando también algo bastante inusual: envoltorios de comida de antes. “Queríamos que las oficinas estuviesen llenas de envoltorios de comida rápida. El departamento estuvo buscando arduamente cajas de Big Mac de los 80, cajas de Dunkin Donuts y embalajes Frito-Lay. Estas cosas eran oro para nosotros porque cuentan la realidad de la gente que vive pegada a su escritorio”.
  Ese sentimiento de espacio vivido era igual de esencial en el trabajo de Danny Glicker. Glicker tuvo un gran reto considerando las docenas de personajes de todas las edades y escenarios que hay, pero también estaba motivado por la oportunidad de crear un contexto tan rico. Los 80 le llaman la atención a Glicker por varias razones. “Me encantaba la idea de explorar los 80, siendo el principio del mundo moderno en el que vivimos hoy. Debía ser como la última expresión de una época antes de que nos arrastrasen en la velocidad y confusión de las noticas 24 horas. El mundo se estaba haciendo más complejo e inmediato, así que se ve un estilo más tradicional fusionarse con otro más vanguardista”.
  Esta es la cuarta colaboración con Glicker, pero Reitman le exigió más esfuerzo que nunca. “Danny y yo hablamos mucho sobre que es más fácil ambientar una película en 1587 que en 1987, porque sabemos tanto cómo debería ser 1987 que el nivel de detalle debe ser mucho mayor para que parezca real. Creó una versión honesta pero visualmente atractiva de cómo la gente vestía para trabajar en 1987. Fue un trabajo tan inmenso que nuestro guardarropa era igual de grande que una planta de grandes almacenes. Sólo en la zona de zapatos y cinturones ya te perdías. Aunque probablemente no se note todo el trabajo que hicieron Danny y Steve, como el vestuario de los extras, todo suma en la búsqueda de realidad”.
  Otra realidad de los 80 fue una gran influencia en el trabajo de Glick. A mediados de los 80 el número de mujeres trabajando era el más alto de la historia, llegando a su pico en el año 2000, y el cambio se reflejaba en la moda. “Veías a mujeres con siluetas más rígidas usando con hombreras. Había una dinámica muy interesante que ocurría que fue casi una crisis de identidad porque el estilo de muchas mujeres era híper feminizado mientras el de otras híper orientado al trabajo. En la película se ve a hombres con estilos muy clásicos, pero es el estilo de las mujeres el que realmente define el momento cultural, que está en línea con las complicadas preguntas sobre políticas de género y sociales que la película explora”.

  Es por eso que disfrutó tanto vistiendo a los personajes de Donna Rice e Irene Kelly. “Siempre he pensado que la esencia de la película es cuando Irene y Donna tienen su conversación, porque creo que lo que la película gira entorno es a como la gente intenta encajar en este mundo antes, durante y después de estos acontecimientos. Desde un punto de vista visual, me encantaba la idea de ver a estas dos mujeres listas, ambiciosas e independientes que tienen una visión del mundo completamente distinta sentarse juntas a hablar. Cada una tiene estilos muy simples, pero era muy importante para las dos llamar la atención”.

  Aunque Glicker no fue tan estricto con la precisión histórica con todo el vestuario, sí recreó alguno de los estilos de Hart, especialmente la corbata que lleva cuando anuncia su candidatura y cuando abandona. “Esa corbata es muy importante en su trayectoria” reflexiona Glicker. Glicker está encantado en cómo Jackman y el resto de actores añadieron el vestuario a su personaje. “Nos esforzamos por investigar, crear y elaborar telas de la época, pero lo más importante que hicimos fue crear estilos con los que los actores se sintiesen cómodos y sumasen a su interpretación”.
  Una vez acabó la producción, Reitman emprendió las esenciales tareas de editar con Stefan Grube, quien trabajó con Reitman por primera vez en Tully, y de preparar la banda sonora con Rob Simonson (Foxcatcher). “La edición es clave en esta película y Jason y Stefan hicieron un trabajo precioso con el ritmo de la película, creando momentos desenfadados y otros más intensos” dice Gilbert.
  “Esta película tiene un enorme trabajo de edición” dice Reitman. “Antes de esta película siempre he sido muy preciso cuando rodaba. Pero en esta he tenido que dejar las cosas fluir y que la cámara encuentre los momentos. Así que Stefan y yo tuvimos mucho trabajo, diseccionando todo y volviendo a juntarlo con un ritmo muy claro. Stefan identificó el rimo desde el principio e hizo un gran trabajo encontrando segmentos de noticias originales, no sólo noticias sobre Hart sino también vídeos montando las cámaras, arreglándole el pelo, cometiendo fallos, así que pudimos integrar todo de forma natural con nuestro metraje. Entonces se sumó Rob y aportó una de las bandas sonoras más bonitas que haya tenido nunca. Se nota que Rob se ha fijado en el cine de los 70 para aproximarse a la música de otra manera. Tanto Rob como Stefan han ayudado a crear un ritmo que asociamos con los 70 y suma a la estética hiperrealista de la película”.
  Con tantas piezas del puzle que combinar, todos los participantes estaban ansiosos por que el resultado fuese el que Reitman había imaginado: crear su propio universo de 1987 mientras se reflejen los tiempos actuales. “Todo el mundo sabía que esta película no iba a ser trabajo fácil, pero de alguna manera eso motivó a todos para trabajar más unidos y con más pasión” dice Aaron Gilbert. “Creo que ha resultado una de las mejores películas de Jason. Empezó con un gran guion y ha continuado un reparto y equipo que lo han dado todo”.
  Helen Estabrook observa como la película empezó siendo algo complejo que a medida que se sumaba más gente se iba complejizando más aún. “Siempre supimos que esta película tendría muchas capas y que no trataría sólo sobre una cosa, sino muchas. Lo más gratificante es que en cada fotograma de la película ocurren muchas cosas, aunque no te dicen qué pensar. En cambio te mete bien en situación y te deja con cuestiones de las que quieres hablar más”.

  Después de cancelar su campaña a la presidencia y de retirarse del senado de Estados Unidos, Gary Hart retomó su carrera como abogado, siendo consejero de estrategia para grandes empresas americanas, y también fue profesor y escritor. Desde entonces, ha sido uno de los consejeros sobre relaciones internacionales más analíticos y fiable de Estados Unidos.

  Como copresidente de la Comisión de Seguridad Nacional para el Siglo XXI de Estados Unidos, Hart advirtió del riesgo de un ataque terrorista mientras ayudaba a supervisar la revisión más comprensiva sobre seguridad nacional desde 1947 y propuso una revisión de las estructuras de seguridad nacional y políticas para el nuevo siglo y la época del terrorismo.
  Hart ha sido recientemente invitado por John Kerry para ser el representante del secretario de estado en Irlanda del Norte, y fue presidente del International Security Advisory Board del Departamento de Estado, vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional y copresidente de la comisión entre Estados Unidos y Rusia.
  Hart fue presidente de Global Green, la filial americana de la fundación medioambiental de Mikhail Gorbachov, Green Coast International. Fue miembro fundador de la junta directiva de la Fundación de Inversión en Rusia, miembro de la Junta de Defensa, y miembro del Consejo Relaciones Internacionales. Fue copresidente del consejo que produjo el informe “America Unprepared—America Still at Risk” (América Desprevenida – América Todavía en Riesgo) en octubre de 2002. El senador Hart fue miembro de la National Academy of Sciences en ciencia y seguridad.
  Autor de 21 libros, incluidas cuatro novelas, Hart ha sido reconocido como un Visual Fellow por la Universidad de Oxford y como académico en  Oxford, Yale, Yale Law School y la Universidad de California.

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