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SINOPSIS
Principios del siglo XVIII. Inglaterra está en guerra con Francia. Aun así, las carreras de patos y el gusto por la piña florecen con esplendor. La delicada Reina Ana ocupa el trono y su amiga íntima Lady Sarah gobierna el país en su lugar mientras se ocupa de la frágil salud de Ana y su volátil temperamento. Cuando la nueva sirvienta Abigail aparece en escena, su carisma se gana la simpatía de Sarah. Sarah convierte a Abigail en su protegida y ella ve la oportunidad de regresar a sus raíces aristocráticas. Mientras los asuntos de la guerra consumen el tiempo de Sarah, Abigail ocupa su lugar para llenar el vacío que ha dejado como acompañante de la Reina. Su creciente amistad le da la oportunidad de llevar a cabo sus ambiciones y no permitirá que ninguna mujer, hombre, político o conejo se interponga en su camino...
INTÉRPRETES
EMMA STONE, RACHEL WEISZ, NICHOLAS HOULT, JOE ALWYN, OLIVIA COLMAN, MARK GATISS, TIMOTHY INNES, JENNY RAINSFORD, BASIL EIDENBENZ, JAMES SMITH, WILSON RADJOU-PUJALTE, JAMES MELVILLE, JACK VEAL, JOHN LOCKE, HANNAH MORLEY
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PREMIOS Y FESTIVALES
- 5 Nominaciones Globos de oro
- Festival de Gijón 2018: Mejor actriz Olivia Colman
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
El escenario de LA FAVORITA ha sido extraído de la historia real, del mundo oculto de la reina Ana de Inglaterra (Olivia Colman), la última (e históricamente más ignorada) soberana de la casa de los Estuardo quien, a pesar de ser tímida, ignorada y tristemente conocida por padecer de gota, reinó cuando Gran Bretaña se convirtió en una potencia mundial. Es a través de las intrincadas relaciones de Ana con otras dos mujeres de gran astucia y ambición –su amiga íntima de la infancia y asesora política, Lady Sarah (Rachel Weisz), y Abigail, la prima pobretona de esta convertida en una criada en busca de ascenso social (Emma Stone)– que la película se sumerge en un torbellino de manipulaciones y emociones que definen la expresión “intriga palaciega”.
LA FAVORITA, de Yorgos Lanthimos, es la primera película de época del cineasta. Esta se desarrolla en el extravagante marco aristocrático de la realeza del siglo XVIII. Una historia oscura además de cómica sobre tres mujeres extremadamente dominantes que compiten con total desenfreno por el amor, el favor y el poder; una escena que, en realidad, parece muy actual.
La película crea su propio universo lleno de vida. Lanthimos juega libremente con los sucesos externos del día que motivan y están al servicio de la vida interior y la política personal de sus personajes. Especulaciones aparte, nadie sabe lo que realmente ocurrió de forma verbal, física o de cualquier otra tras las puertas de la corte de la reina Ana, y menos aún en su cama.
Para un relato de tal magnitud histórica, LA FAVORITA se desarrolla en un mundo muy aislado: en gran medida dentro de los confines del Palacio Real, donde discurren juegos de poder, seducciones, lanzamientos de naranja roja y las ocasionales carreras de patos o de langostas, lejos de la realidad del mundo exterior.
Aunque la película se presenta como una comedia de alcoba con consecuencias a nivel mundial, el guionista, Tony McNamara, que trabajó estrechamente con Lanthimos a partir de un guion original de Deborah Davis, coincide en que, en última instancia, es una historia de amor. “La historia trata sobre cuán complicado es el amor y cómo tu identidad como persona puede ser tergiversado y deformado por esas complicaciones”, comenta. “Lo llamamos una tragedia cómica y eso es lo que es. Trata sobre personas que se aman, pero hay muchos otros aspectos de su personalidad y de lo que aspiran a obtener en la vida que se interponen en aquel amor”.
EL ORIGEN DE LA INTRIGA...
A pesar de que Lanthimos se inclina hacia la psicodinámica y las chispas que saltan en las relaciones interpersonales, la base de LA FAVORITA empezó con el de por sí plagado de misterio reinado de la reina Ana. “Lo que más me llamó la atención fueron estos tres personajes, su poder, sus relaciones frágiles y cómo el comportamiento de tan pocas personas podía alterar el curso de una guerra y el destino de un país. También es para mí una historia de amor que puede ser bastante divertida, dramática y que se tiñe de oscuridad”, afirma el director.
Es posible que la reina Ana sea la monarca menos conocida de Inglaterra, en parte porque, a pesar de sus insólitos diecisiete embarazos, no dejó herederos que hablaran de ella. (De hecho, si Ana hubiera dejado un heredero, puede que no hubiese existido Estados Unidos como tal, ya que Jorge III quizá nunca se habría convertido en rey). Ascendiendo al trono a fines del siglo XVIII, básicamente porque no hubo otro sucesor protestante de la casa de los Estuardo, Ana asume el poder cuando Inglaterra estaba al borde de una oleada de cambios. La Reina supervisaría una guerra con Francia, considerada la primera guerra mundial de los tiempos modernos, y la unión de Inglaterra con Escocia para forjar el Reino de Gran Bretaña. Además, se enfrentaría a una nueva e impactante era de amarga división nacional, con los whigs y los tories enfrentándose como partidos y luchando encarnizadamente entre sí para lograr mayor influencia a medida que nacía un nuevo sistema político bipartidista.
Para el mundo de las agendas personales y políticas en rápida expansión en el que se desenvolvía, a los ojos de los demás Ana no era la candidata ideal a reina y gobernante. Se la percibía como una persona muy propensa a la manipulación, debido a los constantes problemas de salud que la aquejaban, su conocida docilidad, su glamur nulo a causa de sus innumerables afecciones de la piel y de las articulaciones, y debido a que poseía una educación limitada.
Todo aquello suponía a su vez que Ana estuviera rodeada de personas que competían para conseguir más influencia hallando una manera de ganarse su confianza, o tal vez, su corazón.
La singular visión de Lanthimos llevó a los productores a preguntarse cómo el director abordaría las luchas de poder de la reina Ana. “El estilo de Yorgos puede ser elegante, simple y complicado, todo al mismo tiempo”, observa la productora Ceci Dempsey. “Es un individuo enigmático que tiene la sorprendente capacidad de comunicarse a través de sus películas. Hay una clase de magia subliminal que desprende su narración, una especie de alquimia en la que ves una de sus películas y, unos días más tarde, continúas haciéndote más preguntas. Puede ser sumamente provocativo en todos los sentidos”.
Las dos mujeres que se adentraron de forma profunda en el santuario interno de Ana crearon un triunvirato de jugadoras femeninas potentes y poco comunes para cualquier época, menos aún en aquel periodo conocido como la Preilustración.
La primera fue Lady Sarah Churchill, la legendariamente audaz y encantadora Duquesa de Marlborough, mejor amiga de Ana desde la infancia que, una vez que esta ascendió al trono, se convirtió en su principal asesora política y tal vez (según los rumores que han circulado durante siglos) en su amante. La segunda fue Abigail Masham, prima de Sarah de nacimiento que, a pesar de ello, se encontraba en la miseria debido a la bancarrota familiar y entró a formar parte de la casa real como una humilde doncella. Sin embargo, Abigail iniciaría una batalla épica y vehemente contra Sarah para convertirse en la nueva “favorita” de la Reina, volviéndose indispensable para Ana, mientras la llevaba en la dirección política opuesta a la de Lady Sarah.
Aquel fue el relato histórico. Sin embargo, los huesos de la historia cobran vida con una afinidad psicológica y sensual que van más allá de los libros de historia. Comenzó con un guion de Deborah Davis que la productora Ceci Dempsey y su compañía Scarlet Films empezaron a desarrollar hace dos décadas. “El primer borrador del guion aterrizó en mi escritorio de forma inesperada”, recuerda Dempsey. “Era una historia fantástica de traición con una insólita oportunidad de ver a mujeres brillantes comportarse mal, y el hecho de que está basada en una historia real la hacía tanto más atractiva. Desde entonces, el guion ha sufrido innumerables cambios. Sin embargo, la historia central, la de tres mujeres que luchan por sobrevivir traicionando a los demás, ha perdurado”.
En 2009, el productor Ed Guiney de Element Pictures se embarcó en el proyecto y junto a Dempsey conoció a Yorgos Lanthimos, un director oriundo de Grecia que estaba revolucionando el mercado con su película nominada al Oscar CANINO, una historia oscura, absurda y devastadora sobre una familia aislada que encierra a sus hijos con consecuencias perturbadoras. Film4 se embarcó en la película en 2013, desarrollando el proyecto junto a los cineastas y cofinanciándola junto a Fox Searchlight y Waypoint Entertainment.
Guiney recuerda: “Ambos consideramos que CANINO fue una exploración extraordinaria de la naturaleza de una familia. Mostró la capacidad de Yorgos para explorar diferentes facetas de nuestras vidas, ya sea la familia, el amor, el compañerismo o cualquier otro aspecto, contando historias exageradas que existen en mundos paralelos que, sin embargo, evocan la esencia de cómo interactuamos con los demás”.
DESHILVANANDO EL DRAMA DE ÉPOCA...
Según el productor Ed Guiney: “Sabíamos que, si Yorgos se hacía cargo del drama de época británico, lo redefiniría para crear algo completamente único. Eso fue emocionante. Yorgos es alguien que no solo tiene una visión, sino que puede ponerla en orden para contar algo audaz, inconfundible e inspirador. Cuando encuentras personas con ese tipo de visión, las sigues a cualquier lugar que te lleven”.
Cuando le enseñaron el borrador inicial de LA FAVORITA a Lanthimos en 2010, él vio “algo extraordinario y muy inusual en él”, dice el director. “Me fascinó la idea de hacer una película que tuviera a tres mujeres como protagonistas. Parecía algo muy poco habitual en aquel momento”.
No obstante, primero vendría la producción de LANGOSTA, la primera película de habla inglesa de Lanthimos, producida por Dempsey y Guiney. Protagonizada por Colin Farrell y Rachel Weisz, la película ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2015 y fue nominada al Mejor Guion Original en la Edición 89 de los Premios Oscar. Un año después, Guiney produjo el segundo largometraje en inglés de Lanthimos, EL SACRIFICIO DE UN CIERVO SAGRADO, que fue galardonado como el mejor guion en el Festival de Cannes de 2017. Ambos filmes fueron producidos y cofinanciados por Film4.
Mientras Lanthimos continuaba discurriendo sobre LA FAVORITA, el equipo buscaba un escritor cuyo estilo pudiera encajar con el suyo. Finalmente hallaron una coincidencia catalítica en el dramaturgo y guionista australiano Tony McNamara, quien parecía compartir una forma seductora de explorar la rareza y la locura del día a día del comportamiento humano.
Como explica Guiney, “El estilo de escribir de Tony es totalmente inconfundible. Tiene una gran destreza tonal, donde puede pasar del drama a la tragedia y después a la comedia, todo en una única escena. Creo que esto recuerda a Yorgos como cineasta, ya que puede condensar muchos tipos diferentes de contradicciones emocionales en una sola toma. Cuando se reunieron, parecían un matrimonio perfecto. El hecho de saber que tenía un escritor que podía recorrer todo el trayecto junto a él desbloqueó el potencial de la película para Yorgos”.
Dempsey añade, “Tony comparte la irreverencia de Yorgos, el ingenio, la imprevisibilidad, su predilección por el humor negro y absurdo. Además, comparten el mismo tipo de disciplina artística, algo que era muy importante”.
McNamara cuenta que la película lo cautivó precisamente porque Lanthimos tenía claro que no quería hacer nada remotamente parecido al típico drama de época. De hecho, quería transgredir el género. “Me encantó que me dieran la oportunidad de preguntarme: ¿qué libertades podrían tomarse verdaderamente? Fue una gran oportunidad para hacer algo diferente a todo lo que había hecho antes”.
Fomentando la complejidad y las sensaciones antes que el servilismo y los hechos históricos, Lanthimos y McNamara discutieron las pautas que marcaron la reescritura desde el principio. “Hablamos acerca de los personajes, que habían de parecer contemporáneos, tan complicados que no se pudiesen ver sus intenciones rápidamente, o que creas que se puede, pero pronto te des cuenta de que no”, explica McNamara. “Buscábamos cierta frescura, cierta irreverencia y cierta diversión en el diálogo y la acción de las escenas”.
Al plantearse la estructura del guion, la pareja se centró en las relaciones convergentes de las mujeres. “Desde el principio elegimos no hacer de la película la historia de una sola persona”, revela McNamara. “La idea era seguir este triángulo, para ver cómo estas tres vidas que se entrelazan afectan a la historia. Era importante que ninguna mujer poseyera el punto de vista de la historia”.
Evidentemente, una norma de los dramas de época que McNamara y Lanthimos destruyeron fue los modales sobrios. “Esa era una de las cosas que no me gustaban de las películas de época, cuán correctas eran”, comenta McNamara. “Y a pesar de que sabíamos que esta era la sociedad de los buenos modales en aquel momento, más allá de eso queríamos mostrar una especie de crueldad fortuita. La sociedad era rígida y estabas atrapado donde estabas, así que lo único que tenías era tu habilidad para influir en los demás y para cambiarte a ti mismo y tus motivaciones; para cambiar tu territorio. Esa era la razón por la que en ocasiones la gente actuaba con extrema crueldad”.
Mientras escribía, McNamara consultó relatos de aquella época para conocer el contexto y las ideas, pero nunca permitió que la ficción se cimentara en la realidad histórica. “Al ser de Australia y Grecia, Yorgos y yo no estábamos muy vinculados con la historia de Inglaterra, así que quizá nos tomamos más libertad a la hora de jugar con ella”, reflexiona McNamara. “Hay una verdad fundamental en los grandes acontecimientos y el gran marco de la historia, pero lo que más nos preocupaba era explorar a estas tres mujeres. Así que, cuando la historia oficial nos fue útil, la mantuvimos y, cuando no nos fue útil, la descartamos. Fue muy divertido”.
Durante todo el proceso, McNamara y Lanthimos pasaron juntos una cantidad inusual de tiempo, viajando a Italia para dar largos paseos y sentarse a disfrutar de sendos banquetes mientras ponían a punto los diálogos. “Todo eso me ayudó a fusionar el estilo de escritura con la visión de Yorgos como director”, dice McNamara.
Después de cuatro años de modificaciones, el guion final fue todo lo que los productores imaginaron cuando consideraron por primera vez a Lanthimos. La ambigüedad de los personajes era intensa, pero lo que también sorprendió a Dempsey y Guiney fue cuán inusualmente dinámicas y autoritarias parecían las tres mujeres en la historia, y no solo porque básicamente estaban gobernando Gran Bretaña.
“En este filme ves a las mujeres comportarse como suelen hacerlo en la vida real, de una forma que no suele verse en las películas”, observa Guiney. “Tienen el control absoluto, sin embargo, en otros momentos son caprichosas, celosas, se enfadan y, como la mayoría de las personas, están llenas de defectos. Contemplas eso en todo su esplendor, toda su ambigüedad, toda su fragilidad, todo su poder. Y luego, cuando pones a estas mismas mujeres en la olla a presión de un país en guerra y en el epicentro de la toma de decisiones, resulta algo muy original”.
“Hay además un plano de dimensión física que no se ve en una película de época, a menos que sean dos hombres batiéndose en duelo”, agrega Dempsey. "En LA FAVORITA, las mujeres disparan a las palomas, galopan a caballo, corren por los pasillos, seducen físicamente a los hombres en el bosque y mantienen relaciones sexuales”.
Con personajes que demandan actuaciones tan viscerales, el casting fue, como no podía ser de otra manera, una pieza esencial.
COLOR, CÁMARA, DISEÑO...
El reino y sus habitantes son parte de un mundo en el que el uso austero del color, las expresiones faciales, los ángulos de cámara y los contrastes visuales son tan importantes como el diálogo.
Desde el principio, mientras ponía a punto el guion con Tony McNamara, Lanthimos sabía que quería utilizar la arquitectura del Palacio al igual que se usan las habitaciones en una comedia de enredos, con una maníaca variedad de interconexiones. “La forma en que funcionaba el Palacio era muy importante para Yorgos a nivel visual y lo utilizamos en la narración”, explica McNamara. “A Yorgos le gustaba la idea de que las habitaciones de todos estuvieran conectadas y le gustaba la sensación de Abigail comenzando desde la planta de abajo para subir de escalafón”.
Para representar el Palacio, la producción utilizó Hatfield House, una finca jacobea ubicada en Hertfordshire, Inglaterra, en una parcela de tierra que ha albergado a la realeza desde el siglo XV. La estructura actual fue construida en 1611 por Robert Cecil, el primer ministro del rey Jaime I. El lugar está repleto de grandes escaleras, amplios salones y corredores kilométricos.
Lo más importante para Lanthimos era que tenía a su disposición un espacio descomunal y resonante donde una persona podía sentirse insignificante, incluso perdida. “Desde el principio, me imaginé a estos personajes solitarios en espacios enormes”, comparte el director.
Dentro de esas enormes salas, Lanthimos trabajó estrechamente con el director de fotografía Robbie Ryan, cuyas obras recientes incluyen AMERICAN HONEY, PHILOMENA y THE MEYEROWITZ STORIES. Grabando con la intensa calidez de la película de 35 mm, la cámara de Ryan es íntima y dinámica a la vez, revoloteando sobre y entre los personajes, exponiéndolos de forma constante desde ángulos sorprendentes y perspectivas inesperadas.
Al comenzar, el director también sabía exactamente el estilo de iluminación que quería: básicamente ninguno. “Hubo un par de ocasiones en el exterior rodando de noche donde tuvimos que utilizar luces para al menos poder ver algo, pero el resto lo grabamos como todas mis películas, con luz natural”, dice Lanthimos. “Lo que ves es lo que había allí ese día y me gusta recibirlo de buena manera, como parte de la película; cuando hay un día soleado, la escena es soleada, cuando es sombrío, es más oscura. Usamos la luz de las velas para todas las escenas nocturnas. También me gusta porque te permite concentrarte en la esencia de la película, en las interpretaciones y el movimiento de la cámara, que a mi parecer es la parte más importante”.
El reparto estaba fascinado por el empeño de Ryan y Lanthimos en colocar la cámara en lugares inusuales. En palabras de Nicholas Hoult, “Robbie Ryan es un director de fotografía extraordinario y Yorgos siempre estaba buscando ángulos diferentes. La película nunca se rodó de manera convencional y los veías buscando constantemente distintas formas de rodar. Creo que eso es parte de lo que hace que las películas de Yorgos se sientan diferentes, frescas y en ocasiones inquietantes. La gente ya conoce el tipo de planos de la mayoría de las películas, así que a mi parecer el público desconecta rápidamente cuando saben lo que sigue a continuación. Con Yorgos no ocurre esto”.
La épica tarea de crear el Palacio Real para que coincidiera con la visión de Lanthimos fue de la diseñadora de producción Fiona Crombie (MACBETH). Desde el principio, le aseguraron de que los anacronismos en el diseño no eran un problema, por el contrario, serían bien recibidos si apoyaban el universo de la narración. “Desde el principio, sabía que el diseño debía ser personal y no preocuparse en absoluto por lo que existía o no. Al final terminamos con una mezcla. Algunas cosas realmente se sentían dentro de la época y otras estaban fuera de lugar”, explica.
“Siento que cuando entras en el espacio de Ana, solo con ver a sus diecisiete conejos entras ya en un idioma y un mundo que es como una joya única”, dice Crombie. “Así que mientras éramos conscientes de los estilos de muebles de la época, nos enfocamos mucho más en buscar las formas, las estructuras y la estética que se ajustan a los personajes”.
Un concepto primordial fue que el Palacio es un poco como un patio de recreo para aquellos a los que se les permite ingresar. “Tienes escenas como el juego en el que a un tipo le arrojan naranjas sanguinas, las carreras de patos… Hay muchísimo exceso y una sensación de que hacemos esto porque podemos”, observa Crombie.
Replicando a la fotografía, otro concepto que Crombie tuvo en cuenta fue la fluidez. “El salón de la Reina cambia a menudo y no teníamos reglas fijas, en plan aquí es donde va aquella silla. Me gusta mucho la idea del guion de llevar a la Reina en una silla de manos, por lo que hay una movilidad natural de los objetos donde quiera que ella va. No me preocupé demasiado por dar explicaciones. Por ejemplo, de repente en el Gran Comedor hay una carrera de patos con treinta bancos. No necesitamos saber de dónde vienen esos bancos. Después, la próxima vez que estamos allí hay un baile y, de repente, la cena de Abigail y vuelve a cambiar. Existe la posibilidad de que las cosas cambien de un momento a otro”.
El suelo a cuadros de mármol blanco y negro en el Gran Vestíbulo de Hatfield ayudó a Crombie a desarrollar la paleta de diseño para la película con un campo monocromático de tonos color oro, champaña, piña y roble; una idea que vino de la diseñadora de vestuario, Sandy Powell. “Todos estábamos encantados por la forma en que los trajes se integran en este cálido mundo de oro y madera”, señala Crombie.
Aunque los suelos y las paredes fueron de inspiración, Crombie terminó cambiando Hatfield por completo. “Para crear la habitación de la reina Ana, quitamos muchos lienzos maravillosos, muebles y cortinas para poder poner nuestro propio estilo en ella”.
Añade: “Claro que, fuimos sumamente respetuosos. Todo allí es muy valioso y primorosamente creado. Uno de los mayores desafíos que tuvimos fue todas las velas porque, como es de suponer, existen protocolos muy estrictos sobre su uso. Así que tuvimos que utilizar una enorme cantidad de portavelas. Sin embargo, la gente que trabaja en Hatfield fue muy solidaria y negociamos y negociamos, y al final logramos hacer la gran mayoría de cosas que queríamos”.
Otro desafío fue crear el spa donde se relaja la reina Ana. “Construimos un enorme baño de barro para la Reina, pero el solo hecho de meter esa gran bañera en el edificio fue todo un acontecimiento”, recuerda Crombie.
A lo largo de todo el proceso, Crombie trabajó en sincronía con Ryan. “Parte del diseño consistía en apoyar el movimiento de la cámara, asegurándose de que Robbie tuviera espacio para moverse donde quisiera. Sentimos que el espacio negativo era tan importante como los objetos, por lo que intentamos no atiborrar las habitaciones de cosas”.
El uso en la película de objetivos gran angular y de panorámicas rápidas de 360º fue especialmente gratificante para Crombie, ya que le da una nueva perspectiva sobre el trabajo de su equipo. “Un personaje entra en una habitación y consigues un plano amplio increíble; estamos hablando de ver desde el suelo hasta el techo y las esquinas”, dice. “Lo ves todo. Ha sido muy gratificante”.
HOMBRES EMPOLVADOS, MUJERES EMPODERADAS...
El vestuario de LA FAVORITA es sumamente complejo desde el diseño general, que se fusiona con los decorados y la fotografía para agregar y construir un mundo único. Lanthimos colaboró con la archiconocida Sandy Powell, tres veces ganadora del Oscar (por LA REINA VICTORIA, EL AVIADOR y SHAKESPEARE ENAMORADO) y nominada en once ocasiones a Mejor Diseño de Vestuario.
En realidad, fue Powell quien contactó a Ceci Dempsey después de que un amigo le hablara de la producción. “Sabía que iba a ser una época ligeramente singular y había un elemento de estilización, todas las cosas que me encantan”, explica Powell. Lanthimos también la intrigaba. “Conocía el trabajo de Yorgos y cuando pensé en cuál sería su perspectiva de una película de época, supe que iba a ser totalmente diferente a todo lo que yo había hecho”, revela.
Tal vez el mayor atractivo para Powell fue la peculiaridad de tener un trío de protagonistas femeninas, cada una tan infinitamente complicada como la siguiente, alrededor de las cuales poder crear. “Es muy inusual que ocurra”, señala. “Casi nunca sucede que haya dos protagonistas femeninas, y mucho menos tres”.
Lanthimos le dio amplia libertad creativa. “Yorgos es un hombre de pocas palabras”, describe Powell. “No te proporciona información detallada con respecto a descripciones o cómo quiere exactamente las cosas. Sin embargo, me dio algunas directrices más amplias y me brindó referencias visuales que fueron de inspiración”.
Powell señala que el período en sí, finales del XVII y principios del siglo XVIII, está poco visto en el cine, rara vez se ha corrido el riesgo de abordarlo, menos aún en la época actual, lo que también dio la oportunidad de mostrarlo. “Me permitió pensar en el vestuario desde cero, ya que no podía alquilar los trajes. Todo tenía que hacerse. Por un lado, fue totalmente abrumador porque disponíamos de muy poco tiempo. Por otro, fue emocionante porque supuso que pudimos inventar un mundo al completo e ir más allá en términos de color y estilo a nuestra manera”.
El color se convirtió en la clave del diseño. Mientras Powell se mantuvo fiel a las siluetas del siglo XVIII, el color se convirtió en su caja de arena, donde jugó con una minimalista y sobria gama de neutros y dorados.
“Resulta divertido limitar la paleta de colores. Por mucho que me guste el color, esta es la primera vez que prácticamente lo elimino de una película. En las escenas palaciegas, limitamos los colores a blanco y negro primordialmente, con algunos plateados y grises. Los políticos, como se indica en el guion, están definidos por sus colores. Los Tories llevan el rojo y los Whigs, el azul. Pero yo los vestí a todos de negro y solo llevan chalecos de color azul o rojo”.
Varios retratos de época de la reina Ana estaban a su disposición, sin embargo, Powell dejó completamente de lado aquellas imágenes. “El vestuario más cercano que copié de mi investigación fueron los robes of state (capas de Estado) de la Reina que utiliza cuando se dirige al Parlamento. La forma y la silueta que ves en la película se basan en aquellos retratos cortesanos”, explica, “pero, aun así, los detalles están íntegramente creados y estilizados”.
Cuando la Reina no se dirige al gobierno, se quita aquellos trajes. “Es infeliz, está deprimida, enferma y su salud empeora. Por lo tanto, la vestí con un camisón durante la mayor parte de la película. Es lo que haces cuando estás enfermo y deprimido; no tienes ganas de vestirte. Ella es la Reina, así que no tiene que hacer nada que no le apetezca”, dice Powell.
Abigail tiene el vestuario más evolutivo de la película. Al llegar al palacio con un vestido descolorido y cubierto de barro, lo cambia por un uniforme de sirvienta de cocina. Después, comenta Powell, “en su misión de abrirse camino hacia un mayor estatus, pasa a ser doncella de la Reina, por lo que vuelve a cambiar de vestimenta y, una vez casada con Masham, gana mucho dinero y su ropa se vuelve aún más elegante. Verdaderamente quería que se viese sofisticada y engalanada llegado ese punto”.
Su gama de colores también varía. “Cambia de gris a negro, luego a blanco y negro y finalmente al blanco total. Existe la idea de que solo los ricos utilizan ropa blanca, ya que son los únicos que pueden permitirse mantenerla limpia. Si ves a alguien vestido completamente de blanco, a menudo, la mayoría de ellos son adinerados”, observa Powell.
En cambio, son los personajes masculinos los que se dan caprichos de ropas elegantes y de gala, especialmente Harley, el personaje de Nicholas Hoult. “Harley es el pavo real, un dandi completamente extravagante, exagerado”, comenta Powell. “Su atuendo es similar al de todos los hombres, pero para el suyo aumenté los volantes, los flecos y le di mucho encaje adicional. Todo es un poco más grande y más excesivo. Y como Nick mide un metro ochenta, con sus tacones de diez centímetros, destaca por encima de todos los demás, lo hace destacar su apariencia”.
La diseñadora de maquillaje y peluquería, Nadia Stacey (EL SENTIDO DE UN FINAL), también se encontró adentrándose en un territorio inexplorado. “Para empezar, no hay un gran campo de investigación de esta época ya que no se representa con frecuencia. Después, Yorgos nos dijo continuamente que nos olvidemos de investigar, ya que no le importaba si un peinado tenía tres años de desfase”, explica Stacey. “Quería representarlo de tal manera que se reconociera que es la corte de la reina Ana, pero con nuestra propia versión estilizada”.
Stacey descubrió rápidamente que Lanthimos prefiere el desorden natural de la vida misma. “A él no le gusta el pelo perfecto sin un rizo fuera de lugar; a menudo venía y metía los dedos en mis peinados. Mi equipo tuvo que aprender que si los actores sudaban o si la luz de fondo hacía que el pelo se encrespara, no tenían que apresurarse a arreglarlo. Cuando durante la carrera de patos las pelucas comenzaron a moverse y todo el pelo se encrespaba, Yorgos dijo ‘genial, me gusta’”.
Al igual que Powell, Stacey utilizó estilos históricamente precisos como base para después jugar con la gama de colores, la textura y los detalles. Para distinguir a los Whigs de los Tories, a los primeros, más conservadores, les puso pelucas tradicionales en colores naturales. Por otro lado, los Tories llevaban grandes pelucas blancas adornadas con lovelocks –mechones de pelo atados a ellas con cintas– y la cara completamente empolvada.
En el siglo XVIII, era común que los hombres, especialmente los de clase alta, lucieran rostros extremadamente pálidos, labios color rojo rubí y colorete en las mejillas. Stacey se divirtió muchísimo con el personaje de Harley, que va sumamente maquillado. “Nick no se dio cuenta de que iba a llevar una peluca tan grande y tanto maquillaje, pero se lanzó. Lo que pasa con Nick es que se ve guapísimo con maquillaje. Es un personaje disparatado, pero llamativo”, reflexiona Stacey.
Stacey le puso a Harley una serie de moscas, los populares lunares postizos de la época. “Las moscas se pusieron de moda porque el polvo tóxico y a base de plomo aplicado en el rostro dejaba marcas o lesiones en la piel, lo que llevaba a la gente a cubrir sus cicatrices con parches cada vez más elaborados: en forma de corazón, de luna, de estrella”, explica. “Las moscas también eran un lenguaje secreto, una forma de coquetear en la corte. Así que uno sobre el ojo significaba que buscabas un nuevo amigo; en el mentón significaba un beso y nada más; en la mejilla, que te sentías atrevido. Así que con Harley le dimos mucho juego”.
En marcado contraste con los hombres, los rostros de las tres protagonistas a menudo están prácticamente sin maquillar. “Nuestro trío de líderes casi no utiliza maquillaje”, explica Stacey, “y con frecuencia nos pidieron que les quitáramos incluso el poco maquillaje que llevaban”. Los peinados del día a día también eran menos extravagantes para las mujeres que los hombres. “Es posiblemente el único período en la historia en que los hombres iban mucho más engalanados que las mujeres”, señala Stacey, “y lo enfatizamos”.
El desafío de Stacey con el cabello de las mujeres era reflejar el ascenso de Abigail y la caída simultánea de Sarah. “Abigail quiere convertirse en Sarah, por lo que termina con el peinado que ella usaría, como si dijera, ‘Ahora me he convertido en ti’. Una vez que se casa con Masham, entra en lo que nosotros llamamos su peinado de ‘Lady’, con el estilo clásico de la época. Es verdaderamente un momento de ‘aquí estoy yo’ para Abigail. Y se intercambia con Sarah que, tras su accidente, comienza a derribarse, convirtiéndose en una figura frágil en lo que respecta a su apariencia”.
Todos los directores de equipo lograron disfrutar la atmósfera en el set. Ed Guiney dice: “Con Yorgos, lo mejor es tratar de crear un entorno donde él pueda trabajar estrechamente con los actores y el equipo clave con un mínimo de interferencia y alboroto. Le gusta un ambiente de trabajo silencioso, centrado y tranquilo, y todos lograron conseguirlo”.
A pesar de ello, incluso con el ambiente creativamente electrizante en el set, nadie sabía qué esperar. Debido a la forma en que Lanthimos juega tan libremente durante el rodaje, el resultado final es aún más impredecible que en la mayoría de los platós. Cuando la grabación concluyó, el trabajo de la narrativa solo se intensificó porque Lanthimos colaboró con el editor Yorgos Mavropsaridis (EL SACRIFICIO DE UN CIERVO SAGRADO) para esculpir el corte final.
Ambos han trabajado juntos desde el comienzo de la carrera de Lanthimos y han forjado su propia metodología característica para encontrar la estructura narrativa. “Mediante muchos años de colaboración hemos desarrollado un método de trabajo muy preciso”, dice Mavropsaridis. “Durante nuestra experiencia laboral común, he sido testigo de la formación del lenguaje cinematográfico de Yorgos y he llegado a conocerlo bien. Hay un lenguaje particular para cada película, desde KINETTA hasta LA FAVORITA, pero también uno que es común a todas sus obras. Aunque LA FAVORITA es una película de mayor presupuesto, con ciertos procedimientos ya estandarizados para ser considerados durante la postproducción, todavía logramos trabajar utilizando nuestro propio método”.
Gran parte de ese método va más allá de las palabras ya que ambos emprenden la búsqueda intensiva de la forma final de la película. “Nuestra primera colaboración fue en ‘modo silencio’, pero desde entonces ha progresado enormemente. No obstante, ambos preferimos no tener que hablar demasiado”, explica Mavropsaridis. “Durante el período de rodaje, comienzo a explorar el material con el objetivo de presentarle una interpretación, una posibilidad de las muchas opciones que quedan por explorar, tanto en términos de la historia como en la manera de contar la historia”.
Comenzar nunca es sencillo, pero ambos confían en el proceso. “La primera reacción de Yorgos es inevitablemente de desesperación, pero seguir después nuestro método generalmente nos salva”, reflexiona Mavropsaridis. “Tras su shock inicial, comenzamos a reconstruir la narración. Tomamos notas y él se va para dejarme trabajar en ellas y para poder seguir lo que quizá surja en mis largas sinapsis de edición”.
Continúa: “Yorgos me proporciona música y nuevas ideas hasta que estamos listos para proyectarla a amigos y familiares, otro procedimiento que nos ayuda a encontrar nuestro camino a través de este universo de posibilidades. Después de nuestra primera proyección, volvemos atrás, desarmando lo que hemos construido hasta ese momento, experimentando con nuevas ideas y explorando otras posibilidades estéticas y narrativas”.
Después de haber sido entrenado en una máquina de la vieja escuela, la Moviola, Mavropsaridis utiliza ahora el software de edición Media Composer, de Avid, al que llama “amigo de la Moviola”.
Tanto Lanthimos como Mavropsaridis saben por instinto cuando la película se acerca a su etapa final. “Existe un equilibrio muy delicado entre forma y contenido en el mundo ‘Lanthímico’”, cuenta Mavropsaridis. “Entonces, el proceso consiste en encontrar el equilibrio, el tono y las preferencias estilísticas que comunican con mayor precisión sus intenciones y que son más fieles a su mundo”. El objetivo principal de la edición es estar al servicio de este idioma. En el camino, encontramos ideas innovadoras, otras que descartamos, pero siempre estamos pensando en crear una conexión con nuestro espectador imaginario”.
Esa conexión es fundamental para Mavropsaridis hasta el último fotograma de la película. “Como editor, estoy profundamente interesado en la experiencia del espectador al final de esta película y qué le comunicará. Estoy seguro de que las interpretaciones serán muy inesperadas”, expresa.
En cuanto a si tiene algún momento favorito, Mavropsaridis nos cuenta: “Todos los pequeños fragmentos de la película tienen sus recompensas y sus dificultades... ¡En cierto modo todos son mis favoritos!”
Dempsey estaba enamorado de cómo la versión final equilibró a las tres protagonistas. “Es una hazaña increíble que Yorgos haga malabarismos con las tres para que sean increíblemente intensas a partes iguales”.
Guiney se encontró a sí mismo pensando más en el 2018 que en el período de los Estuardo (1603-1714). “A menudo nos imaginamos que nuestros dirigentes son versiones menos defectuosas de nosotros mismos. Son totalmente vulnerables a los mismos celos, corrupción e inseguridades. Creo que lo que se ve en esta película es a tres mujeres poderosas que se comportan de forma intensa entre sí, con mucho sentimiento y, en muchos aspectos, con sentimientos muy íntegros, incluso si todo ello las lleva hacia un comportamiento que no siempre es bueno. Y es algo que a mi parecer podemos ver en el mundo actual”.
“Para mí nunca fue importante mostrar con precisión un período de tiempo en particular o una determinada Corte o incluso un país específico. Me interesaron los personajes y la posición que ocupaban en aquella sociedad. Una posición de poder de los pocos seleccionados que podría afectar la vida de otros muchos seres humanos. Nos inspiraron las personas reales y las historias, pero en gran parte las volvimos a imaginar para hacer una película que ojalá haga alusión a problemas similares con los que todos nos podemos identificar o reconocer en nuestra vida cotidiana”, concluye Lanthimos.
OLIVIA COLMAN: LA REINA ANA...
Aunque fragilizada por el dolor, la gota y la inseguridad, la reina Ana recibió una enorme autoridad y poder, y en el guion de LA FAVORITA se balancea como un péndulo entre los extremos de la elegancia y el patetismo. Para encarnar todos sus contrastes y emociones feroces, Lanthimos tenía desde el principio una única actriz en mente: Olivia Colman.
Tras haber trabajado previamente con él en LANGOSTA, la actriz ganadora del Globo de Oro®, Olivia Colman (“El infiltrado”), no es ajena a la realeza. Interpretó a la Reina Madre en HYDE PARK ON HUDSON e interpreta a Isabel II en la nueva temporada de “The Crown”. No obstante, encargarse de la versión de Ana en LA FAVORITA era algo más profundo y oscuro.
“Siempre elijo a los actores por su presencia, su tendencia natural y lo que la cámara ve en ellos, incluso si no sabemos qué es exactamente. Solo supe desde el principio que Olivia tenía que ser nuestra Reina”, afirma Lanthimos.
Los productores quedaron igualmente cautivados con la elección. “Yorgos tiene muy buen instinto a la hora de elegir a los actores”, observa Dempsey. “Olivia interpreta a esta monarca mimada, voluble y manipuladora como alguien auténticamente vulnerable, emocionalmente desesperada y extrañamente carismática”.
McNamara señala que el personaje de Ana es seductor en parte porque “ella no es lo que parece”. Aunque al principio aparenta ser una persona enfermiza e incluso simplona, empiezas a darte cuenta de que en realidad es consciente de su poder. Simplemente elige de forma imprevisible cuándo utilizarlo, lo que la convierte en un personaje lleno de intriga”.
El retrato de Ana por parte de Colman está muy enraizado en el cuerpo de la reina, en su vulgar torpeza y sus enfermedades, pero también en su sensualidad y su receptividad. Colman expresa que encontró una forma de llegar al personaje en los muchos recovecos de este, a través del coraje subyacente de Ana en lugar de sus debilidades. Al igual que Sarah y Abigail, Ana es una sobreviviente. “Debe haber tenido una fuerza extraordinaria”, observa Colman. “Creo que quería ser vista como una buena reina, pero simplemente no tenía la confianza para hacerlo. Nunca la vi como una persona patética. Estoy muy orgullosa de ella”.
La actriz también sacó partido de la profunda soledad de una mujer que nunca estuvo segura de en quién podía confiar y que sufrió la inconmensurable pérdida de diecisiete hijos (sufrió varios abortos, otros nacieron muertos y su hijo más longevo vivió hasta los once años). En todo caso, su aislamiento, intensificado por las vastas y resonantes estancias del Palacio Real, solo parece aumentar sus necesidades, su apetito y sus conejos.
“Hay mucha tristeza en su pasado. Debe haberse sentido terriblemente sola, porque en su situación, nunca se sabe si la gente realmente te quiere o si es solo porque eres la Reina”, profundiza Colman. “Al mismo tiempo, es muy infantil, así que esa parte fue divertida de interpretar. En su corazón, realmente no se siente como una reina, algo que se ve en su ira y en su forma de imponerse. Disfruté mucho siendo una cascarrabias y abofeteando a los sirvientes”.
Colman disfrutó de la oportunidad de reunirse con Lanthimos. “Yorgos es realmente brillante y confías plenamente en él”, afirma la actriz. “Sin embargo, su mente es tan extraordinaria que no te puedes relajar, porque nunca sabes a dónde irá después”. Rueda desde ángulos que nadie más filma y todo se ve magnífico. Me encanta aprender, y trabajar con Yorgos siempre supone un gran aprendizaje”.
Parte de ese gran aprendizaje en LA FAVORITA consistía en sumergirse en los deseos sexuales de Ana y el cambio de su afecto por Lady Sarah, que había dirigido esencialmente el país en lugar de ella, a su nueva favorita, Abigail, que la atraía de una manera completamente diferente.
“No creo que Ana se dé cuenta de que Sarah es el verdadero amor de su vida cuando dirige su atención hacia Abigail”, observa Colman. “Ella y Sarah se conocen desde que eran niñas y siempre se han protegido mutuamente. Pero con Abigail, Sarah está tan emocionada de que alguien sea tan atenta con ella que solo piensa: ‘oh, esta hermosa y joven criatura me está mirando’ y está completamente impactada por ello. Sin embargo, la parte trágica es que la reina cree que todo es real... y no es así”.
RACHEL WEISZ: LADY SARAH...
Moviendo los hilos detrás del reinado de Ana y apoyándola en más de un sentido está su mano derecha, Lady Sarah Churchill, la primera duquesa de Marlborough, que también alcanzó un poder sin precedentes, aunque más bien gracias a su perspicacia que a su herencia. Históricamente, Sarah Jennings Churchill es conocida por ser el origen de la línea Spencer-Churchill, de la que son descendientes tanto Winston Churchill como la princesa Diana (de apellido Spencer). No obstante, también es considerada como una de las figuras políticas más poderosas de su tiempo, la mujer que influyó en la Reina fue su tesorera y la chantajeó cuando lo consideró necesario.
Interpretando a Sarah en LA FAVORITA se encuentra Rachel Weisz, ganadora del Oscar©, en su segundo largometraje con Lanthimos después de LANGOSTA.
Lady Sarah Churchill conoció a la Reina cuando ambas eran las jóvenes hijas de hombres poderosos, recluidas en el aburrido Palacio Real. Su amistad se convertiría en algo simbiótico y muy íntimo: la verdadera Ana, de hecho, escribió cartas apasionadas a Sarah con frases como: “Espero tener un momento o dos para estar con mi amada... para poder abrazarla; es algo que anhelo más de lo que puedo expresar”. A pesar de que Sarah se casó con John Churchill, inmediatamente nombrado duque de Marlborough por la reina Ana, la cercanía entre las dos mujeres continuó por mucho tiempo.
Cuando Ana ascendió al trono, le dio a Sarah varios cargos importantes, entre ellos Mistress of the Robes (dama de compañía de alto rango en la corte y el título más alto que podía poseer una mujer en ese momento) y Keeper of the Privy Purse (tesorera real). Sarah aprovechó esas oportunidades al máximo. Se convirtió en la asesora imprescindible de Ana, tomando parte en asuntos de leyes, política y complejas estrategias de guerra. Conocida por su extrema inteligencia, su temperamento implacable, su estoica franqueza y también por su tan mencionada belleza, Lady Sarah también trazó a su alrededor un círculo de aduladores y personas en busca de influencia. Su amistad podía otorgar enormes ventajas políticas. No obstante, era una enemiga que nadie quería tener.
“Ya había confianza entre Rachel y Yorgos desde LANGOSTA”, señala Dempsey. “Y acertó eligiendo a la actriz. Rachel le aporta autoridad y sensualidad a Sarah. Le permite ser imperiosa y casi antipática, y, sin embargo, cuando Sarah es humillada y sufre un dramático revés de fortuna, ves cómo mantiene su dignidad en la derrota. Sentimos empatía con ella, pero no la compadecemos, lo cual es un arco dramático del personaje tremendamente complejo”.
Según Weisz mediante esta película Lanthimos subvierte y complica el aspecto y la sensación de la historia, permitiéndole tener sus propias sorpresas y conmociones perturbadoras. “Por supuesto, LANGOSTA era un universo completamente ficticio. LA FAVORITA tiene sin duda una base histórica, pero es historia contada por Yorgos. Sentí que era muy diferente a cualquier cosa que yo hubiese experimentado antes”, describe Weisz. “El universo que crea siempre es exclusivo de su sensibilidad y no podría ser replicado por nadie más. Tonalmente, la película es una creación pura de Yorgos, y la forma en que crea aquel tono es quizás lo más brillante y enigmático que hace”.
Gracias a su experiencia previa con Lanthimos sabía cómo abordar el personaje. En palabras de la actriz: “Sabía que la mejor preparación era afrontarlo con una entrega total”.
Weisz se sintió cautivada por cada faceta de la personalidad de Sarah. Sin embargo, a pesar de su gran intelecto, Sarah no puede negar que sus puestos de liderazgo provienen de una sola fuente: su relación siempre tan codependiente con la reina Ana. “La Reina y Sarah tienen una relación muy complicada que cambia de forma continua. Por lo tanto, es imposible resumirla en una frase”, señala Weisz. “La Reina necesita a Sarah. Y, a mi parecer, a Sarah le encanta que la Reina la necesite. Ni la política, ni las tácticas de guerra ni el gobierno del país son el punto fuerte de Ana, sin embargo, todo eso es muy atractivo para Sarah. Además, son mejores amigas de la infancia que hacen el amor. Para mí, su relación entra en todo tipo de temas de política sexual, juegos de poder, lucha por el poder, necesidades emocionales, dependencia emocional, dominación y sometimiento, así como dolor, protección y sanación”.
Aún en medio de todos los hombres que compiten por el poder en la corte de la reina Ana, Lady Sarah tiene pocos rivales. Así que la toma por sorpresa cuando la mujer que eligió para convertirse en la doncella de Ana, su servil prima, Abigail, se convierte en su mayor amenaza en todos los planos.
“Sarah ciertamente juzga a Abigail de forma equivocada, qué digo, absolutamente”, señala Weisz. “Considera a Abigail como una persona necesitada y débil porque está pasando por un momento muy difícil, y porque su padre perdió a su hija por culpa del juego. Creo que al principio Sarah siente ternura y compasión hacia ella. Quiere protegerla y enseñarle cómo ser una mujer fuerte. Y al final, resulta que Abigail no necesita ninguna ayuda”.
Una referencia más actual para el juego emocional entre las dos mujeres también vino a colación. “Abigail me recuerda a Eva en EVA AL DESNUDO, la actriz más joven que llega y le roba el protagonismo a Bette Davis”, dice, refiriéndose al clásico de Joseph L. Mankiewicz sobre una joven estrella de Broadway que derrumba la carrera de la que fue su ídolo.
Weisz aclara que este es su análisis del personaje, no necesariamente el de Lanthimos, quien no comparte con los actores la motivación de estos de forma detallada. “Yorgos da notas muy vagas, imprecisas, pero sencillas. Siempre hay una sensación de misterio”, concluye.
EMMA STONE: ABIGAIL HILL...
Desde el momento en que Abigail cae de su carruaje en el fétido barro fuera del Palacio Real, comienza a inclinar la balanza de poder que hay en su interior. Tras implorar misericordia a Sarah, acepta un trabajo como sirvienta en la cocina, sin embargo, rápidamente se abre camino hasta llegar a la alcoba de la Reina. Si Sarah siempre ha dominado a la frágil Ana, Abigail la tranquiliza. La estudiante supera a su maestra en la balanza del poder.
Al igual que sus compañeras en el triángulo del filme, Abigail está llena de contrastes: su pragmatismo fresco y astuto, fruto de una vida precaria, se mezcla con su encanto aparentemente ilimitado. Personificando todo aquello está la ganadora del Oscar, Emma Stone, en su primer filme con Lanthimos, quien presenció cómo la actriz mostró nuevas facetas de su trabajo actoral en su interpretación.
Lanthimos comenta: “Siempre le he tenido mucho aprecio a Emma y, en cuanto la conocí, comprendí que era muy inteligente, que le gustaba abocarse de lleno en las cosas y que tenía un gran interés por este personaje. Simplemente fue increíble verla trabajar. Sabía que era capaz de hacerlo, pero no creo que haya tenido la oportunidad de hacer algo así hasta este momento. Así que fue una experiencia fantástica ser testigo de ello”.
Lo que más intrigó a Stone fue la forma en que Abigail utiliza y posteriormente rompe todas las reglas de ascenso social. “Me encanta la evolución del personaje de Abigail. Tiene mucha confianza y es una verdadera sobreviviente”, señala Stone. “Siempre escucha, presta atención y utiliza lo que aprende”.
Stone también se sintió atraída por el trío de mujeres a las que se une su personaje. “Que haya tres mujeres tan exquisitamente desarrolladas en el centro de esta historia sigue siendo insólito en los guiones de cine”, subraya. “Me encanta como cada una de ellas es imperfecta, hilarante y muy complicada. Es un fiel reflejo de la vida real”.
Para Stone, la razón por la que Abigail es capaz de ganarse la recelosa confianza de la Reina es que esta percibe su necesidad de ser amada por lo que ella es, en lugar de por su elevado estatus y poder. “Creo que Ana es un personaje bastante trágico. No me parece patética porque claramente guarda una fuerza en su interior que se manifiesta cuando se ve en una situación sin salida. No obstante, su vida ha sido muy trágica”, comenta Stone. “Es una persona que siempre está desconsolada y tan debilitada físicamente que se te parte el corazón, y creo que a Abigail también se le parte un poco el corazón”.
Las exigencias físicas del papel también fueron inesperadas para Stone. “Tuve que aprender a hacer reverencias, a disparar un arma del siglo XVIII y montar a caballo”, explica. Además, estaba el protocolo real. “En Palacio, todo es muy formal y se cuidan mucho los modales. Fue fascinante aprender todo aquello. Abigail tiene que retirarse de la habitación caminando hacia atrás porque no puedes darle la espalda a la Reina. Son cosas muy interesantes”.
En todos los giros de su personaje, a Stone le pareció que la colaboración con Lanthimos fue enriquecedora día a día. Recalca que no es un autor taciturno e inaccesible. “Yorgos es un ser humano sumamente amable. No da miedo en absoluto. Tiene ideas muy singulares y solo deseas poder rendirte ante ellas sin darle muchas vueltas a la cabeza. Me sentí muy segura en sus manos”.
Aquello fue evidente para todas las personas en el set que vieron a Stone aferrarse al papel por completo, sin restricciones. “Emma simplemente vive en Abigail”, afirma Dempsey. “Abigail es el catalizador que pone la historia en marcha. De ser una desconocida, se transforma en una manipuladora política y romántica muy peligrosa. Ese es un desafío máximo para cualquier actor y hacer todo aquello con un acento británico le añade una dimensión completamente distinta: Emma es excelente en el papel”.
Antes del rodaje, Stone se reunió con Colman y Weisz por un periodo de tres semanas, durante las cuales desarrollaron una conexión y la cercanía que necesitarían ante las cámaras. Stone recuerda: “Logramos conocernos muy bien y confiar las unas en las otras durante aquellas tres semanas. A mi parecer, eso creó cierta dinámica entre nosotras y también con el propio Yorgos. Estábamos listas para lo que pudiera ocurrir, algo muy importante en una película como esta”.
WHIGS VS. TORIES: LOS ACTORES DE REPARTO...
El reinado de Ana no solo estuvo marcado por la primera guerra mundial moderna y la unificación del Reino Unido, sino también por la aparición de una política partidista, o lo que en aquel momento se denominó “the rage of the party” (la furia de los partidos), un periodo lleno de crueles luchas internas personales y enfrentamientos ideológicos. La Reina estaba a la cabeza de una monarquía constitucional, compartiendo el poder con un parlamento electo compuesto por whigs y tories en deuda con sus electores. Los whigs, compuestos en su mayoría por la aristocracia terrateniente, apoyaron la guerra e inicialmente contaron con el apoyo de la monarquía. Los tories, el partido de la oposición, intentaron poner fin a la guerra, con todos sus crecientes costos en sangre y dinero del Estado.
Aunque, como era de esperar, ambos partidos estaban íntegramente formados por hombres, Lanthimos pone el foco en las mujeres que ejercen acción y control, mientras que los hombres, extravagante y ostentosamente maquillados, son apáticos. “Quería situar a las mujeres en un conjunto de hombres sin dirección y que realmente no saben cómo manejar asuntos importantes. Los hombres pueden ser mayores en número, pero no en espíritu”, describe Lanthimos.
El líder de la oposición tory fue Robert Harley, Primer Conde de Oxford y Mortimer, considerado uno de los primeros expertos del mundo moderno en el spin, una forma de propaganda utilizada para persuadir a la opinión pública. Aunque en la vida real se convertiría en el principal ministro de la reina Ana, en la película, Harley ve su acceso a esta constantemente bloqueado por Sarah. Solo la llegada de Abigail cambia la fortuna de Harley, permitiéndole presentar con éxito su argumento de que la guerra es una catástrofe financiera.
En LA FAVORITA, Nicholas Hoult, conocido por sus papeles en MAD MAX: FURIA EN LA CARRETERA y X-MEN: APOCALIPSIS, interpreta a Harley. Desde el principio, Hoult disfrutó con la idea de que su personaje, que a menudo está en el primer plano histórico, de hecho, queda relegado a una posición secundaria en la película, dependiendo de Sarah y después de Abigail para ganar influencia con la Reina.
“Me encanta que la película sea sobre el poder y el amor de tres mujeres: los personajes de Rachel, Emma y Olivia. Sus personajes son en realidad mucho más fuertes que los masculinos en muchos aspectos y, desde luego, en términos de apariencia al compararlos con estos hombres correteando con tacones de ocho centímetros, medias y grandes pelucas”, profundiza Hoult.
El actor señala que Lanthimos no fomentó una ardua investigación de las figuras históricas. “Todos comprendimos que estábamos llevando a nuestros personajes fuera de los límites de lo que se sabe sobre ellos”, dice. En cambio, partiendo de sus acciones en el guion, Hoult describe a Harley como “muy manipulador”, señalando que “para lograr convencer a la Reina, Harley tiene que abrirse paso aliándose con Abigail”.
Una realidad histórica, si bien estilizada, que se refleja en la película es la afición de Harley por un atuendo ostentoso. La pomposidad de Harley tomó a Hoult por sorpresa. El actor recuerda: “Nuestro diseñador de maquillaje vino a verme al principio y me preguntó: ‘¿Alguien te ha hablado ya de tu apariencia para la película?’ Y después me mostró fotos. ¡No tenía ni idea! Pero me pareció una parte genial del personaje”.
No obstante, los ostentosos trajes supusieron en ocasiones un obstáculo para sus compañeros de reparto. Rachel Weisz comenta: “Nick Hoult con todo su maquillaje, peluca y tacones parecía el supermodelo más deslumbrante. A mi personaje no le gusta Harley en absoluto, y es muy fría con él, pero si yo mirase a Nick, me derretiría. Se ve muy gracioso y también muy guapo”.
El rival político de Harley es el hombre de política más poderoso del momento, Sidney Godolphin, Primer Conde de Godolphin, que desempeñó el cargo de Primer Lord del Tesoro al servicio de la reina Ana. A pesar de ser un tory, Godolphin se alió con el líder de los whigs, John Churchill, el duque de Marlborough, para encontrar formas de financiar la guerra de Inglaterra con Francia. Encarnando al personaje en LA FAVORITA está el actor inglés James Smith, quizás más conocido por la contemporánea sátira política IN THE LOOP.
Al principio, Smith se sumergió en investigaciones meticulosas, visitando incluso la casa de la infancia de Godolphin en Cornualles. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que la investigación no se dirigía hacia donde Lanthimos quería. “En el primer día de ensayo dejé de lado toda mi investigación, porque así no es como funciona Yorgos”, explica.
Al contrario, Smith se centró en la temática del guion. En palabras del actor: “Sentí que la historia era un viaje muy humano de una amistad que se rompe de muy malas maneras. Samuel Johnson dijo una vez: ‘Un hombre hace bien en mantener sus amistades en buenas condiciones’. Hacer esto no es precisamente fácil y Ana y Sarah son probadas a la enésima potencia en aquel aspecto”.
A pesar de lo insólito que fue para Smith el enfoque de Lanthimos, afirma que trabajar con él fue una especie de sueño. “Una de las cualidades que me gustan de Yorgos es su bondad”, explica. “Desde el primer día hubo una sensación de que no había egos. Yorgos es tan sereno y paciente que no te permite valerte de tus inseguridades. Todos están en el mismo barco, no solo los actores, sino el equipo de peluquería, sonido y cámaras: todos son tratados como absolutos profesionales que conocen su trabajo, no obstante, Yorgos quiere obtener algo más de ti, algo que ni sabías que tenías. Eso es alucinante”.
El aliado político de Godolphin y el esposo de Sarah es John Churchill, duque de Marlborough, un soldado y estadista cuya influencia abarcó cinco monarcas y que comandó las fuerzas inglesas, holandesas y alemanas en la guerra contra Francia. Encarnando al personaje está Mark Gatiss, actor, comediante, guionista y novelista británico reconocido por inolvidables papeles en “Doctor Who”, “Sherlock” y como Tycho Nestoris en “Juego de tronos”, de HBO.
Al igual que Smith, a Gatiss le atrajo la falta de ortodoxia de Lanthimos. “En cierto modo, tenías que desaprender cosas que habías estado haciendo durante años”, cuenta sobre el rodaje. “Yorgos siempre quería profundizar más y encontrar en estos personajes algo inusual y más contemporáneo de lo que nadie podría haber visto”.
El Churchill histórico se casó con Sarah cuando esta era todavía una adolescente, pero más tarde, la extrañamente estrecha relación de su esposa con la Reina resultaría ser una gran ventaja. Durante su reinado, Churchill no solo acumuló poder, con Ana otorgándole el título de Duque, sino también una considerable fortuna. El matrimonio fascinó particularmente a Gatiss. “En la película, son una pareja muy poderosa”, observa. “Sarah maneja el país de manera efectiva y juega de forma brillante al juego de los favores políticos, mientras que él dirige la guerra a su vez. John reconoce que su esposa es mejor que él en la política y que ella es la más importante en su relación”.
Al haber trabajado previamente con Weisz, Gatiss dice que sabía que ella “se lanzaría a por el papel sin contemplaciones”. Continúa: “Le gustó muchísimo el personaje: es una mujer divertidísima e ingeniosa que, sin embargo, es absolutamente implacable. Además, logra mostrar lo difícil que debe haber sido ser Sarah, la actitud férrea que requería y la enorme habilidad de evitar todas las trampas que le habían tendido”.
Completando el elenco masculino se encuentra la prometedora estrella Joe Alwyn interpretando a Samuel Masham, quien está muy feliz de permitir que Harley negocie su matrimonio con Abigail, finalmente dándole a este el acceso que siempre ha buscado. Para Abigail, el matrimonio también es valioso, puesto que eleva su estatus social, acercándola a su objetivo de destronar definitivamente a lady Sarah como la favorita de la Reina.
No obstante, a Masham lo mueve el deseo. “Siente lujuria. El interés de Masham es físico, y al ser obviamente de mayor estatus, espera ser él la persona al mando en su relación. Sin embargo, Abigail cambia esa idea en seguida”, dice Alwyn. “Su ingenio y audacia lo toman por sorpresa. A él le excita el flirteo y cada escena es una lucha de poder para ver quién es más fuerte. Todos en esta película se utilizan entre sí, ya sea por poder, una posición, influencias o sexo”.
A pesar de ser relativamente novato en los sets de rodaje, Alwyn era muy consciente de que el enfoque de Lanthimos era atípico. “Siempre y cuando vengas dispuesto y estés abierto a jugar y a sumergirte en su locura, no hay que hacer nada más”, resume.
Para los papeles más pequeños, la directora de casting Dixie Chassay y su equipo salieron a la calle. “A Yorgos le gusta casar actores de formación clásica con personas que no tienen experiencia. La pureza de su espontaneidad le parece muy enriquecedora; es algo que nadie puede recobrar”, explica Chassay.
Dos papeles importantes de la película –la señora Meg, interpretada por Jennifer White, y Sally, interpretada por Lilly-Rose Stevens, así como alrededor de otros diez papeles secundarios sin diálogo en el filme– fueron elegidos entre personas de a pie. “Para cada papel buscábamos un rostro que contara una historia e irradiara energía”, dice Chassay. “Todas y cada una de las personas fueron elegidas porque su rostro tenía una gran historia que contar”.
LOS PERSONAJES HISTÓRICOS REPRESENTADOS EN LA PELICULA...
Ana nació en 1665 bajo el reinado de su tío, el rey Carlos II. Su padre, Jorge II, ascendió al trono en 1685. María II, la hermana mayor de Ana, y el esposo de esta, Guillermo III, se convirtieron en reyes en 1689. María murió en 1694 y Guillermo permaneció como rey hasta su muerte en 1702.
Ana sufrió varios problemas de salud a lo largo de su vida. Fue enviada a Francia a los tres años para seguir un tratamiento médico por una afección ocular. Para cuando se convirtió en reina en 1702, ya padecía de gota, lo que la llevó a un estilo de vida mayoritariamente sedentario y al posterior deterioro general de su salud.
Cuando estaba en la corte, Ana era llevada a menudo en una silla de manos o tenía que utilizar una silla de ruedas.
Ana se enfrentó a la tristeza y a la pérdida desde una edad temprana. Entre 1669 y 1671, perdió a tres familiares muy cercanos: su abuela (la reina viuda Enriqueta María), su tía y su madre.
Ana y Sarah Jennings se conocieron en 1673 cuando Sarah, a los trece años, ingresó en la corte del padre de Ana.
Ana y Sarah forjaron una estrecha amistad en su juventud. Se llamaban con nombres cariñosos, la Sra. Morley (Ana) y la Sra. Freeman (Sarah), que continuaron usando después de que Ana se convirtiera en Reina. También se escribieron cartas sentimentales. Una selección de estas permanece en la Biblioteca Británica.
Sarah se casó con John Churchill, diez años mayor que ella, en 1677.
A principios de 1680, el padre de Abigail Hill murió tras declararse en quiebra y dejar a su familia en la pobreza. Abigail fue enviada a trabajar como sirvienta de Sir George, 4º Barón Rivers.
La madre de Abigail, Elizabeth Jennings, era la tía de Sarah. Al final, Sarah se enteró del infortunio de su prima Abigail y le ofreció trabajo en su propia casa en Saint Albans.
Abigail, por parte de su padre, también era prima segunda de Robert Harley, conde de Oxford.
Ana se casó con el Príncipe Jorge de Dinamarca en 1683 y Sarah fue nombrada Lady of the Bedchamber (Dama de la alcoba).
Ana tuvo al menos diecisiete embarazos durante su matrimonio. La mayoría de estos terminó en abortos involuntarios o muerte fetal (algunos gemelares) y solo cinco bebés nacieron vivos. De estos, todos excepto uno murieron durante su infancia temprana. El único niño que vivió durante más tiempo, el Príncipe Guillermo, Duque de Gloucester, nacido en 1689, estuvo enfermo durante gran parte de su vida y murió a los once años en 1700.
Ana se convirtió en reina en 1702 y Sarah fue nombrada, de inmediato, Mistress of the Robes (Señora de los ropajes), Groom of the Stole (El mozo del excusado) y Keeper of the Privy Purse (Tesorera), los oficios más altos en la corte real que podrían ser otorgados a una mujer. John Churchill recibió un ducado, el rango más alto de la aristocracia, además de ser nombrado general del ejército. John y Sarah se convirtieron en el duque y la duquesa de Marlborough.
Sarah se convirtió en una de las mujeres más influyentes de su época mediante su estrecha amistad con la reina Ana. El conocimiento de Sarah sobre el gobierno y su intimidad con la Reina la convirtieron en una amiga poderosa y una enemiga peligrosa. Las principales figuras públicas a menudo centraban su atención en Sarah con la esperanza de influir en Ana para cumplir con sus peticiones. Sarah era famosa por decirle a la reina Ana exactamente lo que pensaba y no hacerle halagos.
La reina Ana ofreció al duque y la duquesa de Marlborough una gran parcela de tierra real en Oxfordshire (la antigua mansión real de Woodstock) y dinero para construir una gran casa de campo nueva, que recibiría el nombre de Blenheim, después de la victoria del duque en la batalla de Blenheim en 1704.
Tras un período de servicio satisfactorio, Sarah llevó a Abigail a trabajar para Ana, primero como criada en torno a 1700 y desde 1702, una vez que Ana se convirtió en reina, como doncella de dormitorio.
Mientras que el duque estaba al mando de las tropas en la Guerra de Sucesión Española, Sarah dedicó gran parte de su tiempo a supervisar la construcción del Palacio de Blenheim, lo que ocasionó que se ausentara regularmente de la Corte.
En 1707, Abigail Hill se casó en privado en presencia de la Reina con Samuel Masham, un caballero de la casa real. Abigail se convirtió en Lady Masham.
Sarah descubrió el matrimonio de Abigail meses después de que ocurriera. También descubrió que Ana había estado presente y le había dado a Abigail una dote de dos mil libras del tesoro real. Esto demostró la hipocresía de Ana con Sarah: como Tesorera, Sarah no había tenido conocimiento del pago. A partir de esto, Sarah también se enteró de que Abigail, desde hace tiempo, había disfrutado de una considerable intimidad con Ana.
En 1710, en una reunión final, Sarah amenazó con exponer las cartas apasionadas que Ana le había escrito.
A finales de 1710, Sarah fue retirada de sus cargos en la Corte y se le pidió que devolviera la llave de oro, el símbolo de su autoridad dentro de la casa real. Abigail Masham ocupó su lugar como Tesorera hasta 1714. La reina Ana otorgó a Abigail y Samuel títulos aristocráticos y se convirtieron en Lord y Lady Masham.
Deshonrados, los Marlborough abandonaron Inglaterra y viajaron por Europa. Dado su éxito en la guerra, el duque fue uno de los favoritos entre los Reinos germanos y el Sacro Imperio Romano, por lo que la familia fue recibida en aquellos lugares con todos los honores.
Lord Godolphin, que sirvió como Lord High Treasurer (Lord gran tesorero) desde la coronación de la reina Ana en 1702, fue expulsado de su cargo en agosto de 1710 y reemplazado por Robert Harley, quien lo desempeñó hasta 1714.
Sarah y Ana nunca resolvieron sus diferencias ni se volvieron a ver.
La reina Ana murió en 1714 en el Palacio de Kensington.
Cuando la Reina murió en 1714, Abigail Masham perdió su influencia y vivió el resto de su vida en el anonimato. Tras una larga enfermedad, falleció en 1734 en la modesta casa de los Masham, en Essex. El título de “Barón Masham” otorgado a Samuel por la Reina fue heredado por su hijo, pero este desapareció cuando su hijo murió sin dejar descendencia y en la bancarrota.
Sarah, duquesa de Marlborough, se exilió en Europa y finalmente regresó a Inglaterra, en el momento de la muerte de Ana, viviendo en Blenheim desde 1719. Mantuvo su influencia social y política durante toda su vida y murió siendo una mujer muy adinerada en 1744 a los ochenta y cuatro años. Los descendientes de los Marlborough continúan llevando el título de Duque. Blenheim sigue siendo su hogar.
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