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NOTAS DEL DIRECTOR...
El Primero de Mayo de 1978 mi padre presenciaba desde el palco de autoridades del Bulevar de los Mártires de la Nación, cómo Albania rompía relaciones diplomáticas con la China Maoísta. Allí, unas pocas filas por detrás del mismísimo Enver Hoxha, se sentaba la delegación española del PCML, los comunistas españoles más próximos a la tendencia que marcaba el Partido del Trabajo albanés. Entre ellos, mi padre, aún muy joven, no daba crédito a los estandartes rojos con letras doradas que los batallones albaneses portaban: “Nadie nos doblega. Nadie nos ordena. Nad ie nos domina”. La delegación china, que se situaba en primera línea del palco, abandonó airada el desfile, ante la mirada orgullosa de la Nomenklatura albanesa. Ese día, los chinos dejaron Tirana y ya no volvieron. Ese día Albania, altiva y orgullosa, emprendió su último gran intento de construir el paraíso socialista más puro sobre la faz de la Tierra.
En septiembre de 2014, mi padre y yo volvimos a Tirana. Una ciudad revitalizada tras la profunda depresión de la década de los 90. Un retorno en clave cinematográfica, ya que, inspirado por sus historias de militancia, me decidí a filmar mi primer largometraje. El principio de un camino que partiría en la historia reciente de aquel desconocido país balcánico, con el desencuentro chino-albanés como detonante de cuanto sucede en la trama. En el Bulevar de los Mártires, el mismo de aquellas interminables manifestaciones de fuerza militar, nos esperaba Elsa Bakshevani, la que fue traductora de la delegación de mi padrey posteriormente voz de Radio Tirana para el mundo hispanohablante.
Elsa, casi 40 años después, ponía la misma pasión y mantenía el mismo compromiso, aunque esta vez la causa fuera una pequeña película.
Aquel encuentro, saturado por el tráfico de la avenida, a la sombra de los pinos italianos y con el calor húmedo de principios de septiembre, fue el último destino de un viaje en coche por los Balcanes junto a mi padre. Pero también resultó ser la primera piedra de un proyecto que ha durado cuatro años y ha implicado a más de un centenar de personas que, sabiéndolo o no, han escrito su nombre en la historia del cine español y albanés, pues todos ellos son parte de la primera película española filmada en Albania.