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SINOPSIS
Mickey Pearson, un expatriado estadounidense que ha levantado un imperio de la marihuana enormemente lucrativo en Londres. Cuando se corre la voz de que pretende deshacerse del negocio, una serie de pintorescos, aunque indudablemente deshonestos personajes harán lo posible, mediante complots, sobornos y chantajes, para arrebatarle a Mickey sus dominios...
INTÉRPRETES
MATTHEW McCONAUGHEY, CHARLIE HUNNAM, MICHELLE DOCKERY, JEREMY STRONG, COLIN FARRELL, HENRY GOLDING, HUGH GRANT, JASON WONG, CHRISTOPHER EVANGELOU, ELIOT SUMNER, CHLOE ARROWSMITH, BRITTANY ASHWORTH, STEVEN BARNETT
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INTRODUCCIÓN...
Como afirma Matthew McConaughey, una película de Guy Ritchie se compone de «palabrotas, puñetazos, humor, juegos de trileros, chulerías y valentonadas. Todos sus personajes poseen una identidad precisa e inolvidable; en cuanto aparecen en pantalla no quieres perderlos de vista. Ninguno de ellos resulta aburrido».
«Nadie es capaz de recrear la esencia de los gánsteres como lo hace Guy, que entiende muy bien en qué consiste el carisma y los temperamentos», añade el productor Ivan Atkinson, que es también coautor del guion junto con Ritchie y Marn Davies. «Nunca te olvidas de los personajes de las películas de Guy, y es genial cómo te hace sentir esa mezcla de acción, comedia y diversión».
«Guy quería explorar sus orígenes al hacer este proyecto, y el elenco que reunió fue fantástico», comenta el productor Bill Block. «Yo lo veo como un homenaje a su pasado, aunque sus temas y personajes recurrentes han evolucionado durante las últimas dos décadas».
A Ritchie se le ocurrió la idea de la película hace casi una década. Tras barajar con Atkinson la opción de convertir el proyecto en una serie de televisión, Ritchie prefirió volver a su concepción original de THE GENTLEMEN: LOS SEÑORES DE LA MAFIA como una gran película. Según explica, el proyecto arrancó como una obra titulada Toff Guys, una alusión a una expresión de la jerga británica para referirse a alguien de origen aristocrático y con aires de superioridad, lo cual le fue atrayendo hacia las ideas y temáticas de la película. «Todo giraba en torno a mi deseo de explorar el encuentro de polos opuestos dentro de las estructuras de clase inglesas y estadounidenses. Los personajes han llegado a una edad en la que se sienten profundamente atraídos por las cosas más selectas de la vida, y se han gentrificado dentro de negocios que no son muy dados a la gentrificación». Están, en el fondo, muy curtidos y han ido ascendiendo los escalones de la pirámide social. Y ahora están atrapados entre dos mundos, uno de los cuales solo es parte de sus aspiraciones. Las cosas que les hacen felices ahora están desincronizadas con respecto al negocio en el que se encuentran.
El título, THE GENTLEMEN: LOS SEÑORES DE LA MAFIA, hace referencia a sus aspiraciones, aunque, como señala Ritchie, «no aparecen muchos caballeros en esta ecuación».
EL MUNDO DE GUY RITCHIE...
Uno de los principales atractivos que halló el reparto fue el de formar parte de un mundo que solo es posible gracias al estilo, la imaginación y el talento poético de Ritchie a la hora de aportar frenesí a los diálogos y la acción.
A Jeremy Strong le atrajo igualmente la naturaleza colaborativa del cineasta. «El lenguaje de Guy es poético: tiene la música y la agudeza de una obra de teatro. Fue como estar en una obra de Oscar Wilde o Noël Coward, su estilo está al nivel del teatro», comenta. «Tiene algo que lo hace refinado y amanerado. Una vez que descubres ese centro tonal, resulta muy liberador y entretenido. Cada día dedicábamos una o dos horas a reescribir alguna parte del guion, algo también típico del estilo de Ritchie. Me dio permiso para hacer una interpretación ciertamente teatral y salirme un poco del guion. Fue un proceso de descubrimiento».
«Guy es un autor en el sentido de que, cuando se rueda una película de Guy Ritchie, todo debe pasar por el filtro de Guy Ritchie, que es muy preciso», señala Hunnam. «Su mirada está llena de pureza, singularidad y claridad de enfoque. No queda otra que rendirse».
Farrell añade: «Sus películas tienen un riff, al igual que el jazz, con todos esos personajes colisionando entre sí y todas estas notas diferentes sonando a la vez».
«La película está llena de extensos diálogos, y me costó meses aprenderme los de Fletcher», recuerda Grant. «Fui de vacaciones a esquiar con mis hijos y no pude esquiar porque me dedicaba todo el día a ir de un lado a otro de las pistas, memorizando mis diálogos. Pero sin duda son diálogos llenos de sustancia y energía. El reto consiste en darles vida, hacerlos tuyos, y a mí eso me hizo disfrutar mucho».
Ritchie nunca paraba de hacer arreglos en el guion, a veces reescribiendo una escena incluso el mismo día en que se iba a rodar, un proceso por el que pasan todas sus películas. McConaughey quedó impresionado por la insistencia del cineasta en que todo estuviera bien, y el proceso que suponía llegar a ello. «En ninguna otra película había tenido tantas conversaciones como con Guy. Es como si cobrara vida al rehacer una y otra vez el guion. Son unos diálogos exquisitos, a un nivel de actuación diferente al que nunca había estado».
«Cada día te preparas, y cualquier cosa puede cambiar, así que tienes que venir preparado, pero es increíblemente gratificante», afirma Dockery. «Es un proceso muy colaborativo; Guy aporta sugerencias todo el rato y siempre encuentra humor en todo. Las películas de Guy tienen garra, mordacidad y hasta poesía. Hay una cierta cadencia en sus guiones que hace que suenen como música».
La atención que Ritchie presta a los detalles se hizo evidente también en su trabajo con el diseñador de vestuario Michael Wilkinson, con quien ya había colaborado previamente en Aladdin.
Strong comenta: «El vestuario es una parte decisiva del proceso que sigo para dar con la idiosincrasia visual de mi personaje, y Guy y Michael estuvieron a la altura. Exploramos activamente el personaje de Matthew a través de su vestimenta, que era extravagante y de colores vivos. La idea era que resultara exagerado y llamativo». Dos de las piezas preferidas de Strong, decorativas y esenciales al mismo tiempo, eran un sombrero pastel de cerdo de un diseñador londinense y un par de gafas a medida. «Fueron las piedras angulares sobre las que construí en gran parte mi personaje», confiesa.
Hunnam comenta que visitó con Ritchie una tienda de ropa de caballeros en Londres, en la que «pasaron tres o cuatro horas allanando los armarios. Prácticamente todos los trajes de Ray los sacamos de esa tienda». El actor revela también que «Guy es un artista del vestuario insuperable, y es muy obstinado en lo que respecta a la vestimenta de todos los personajes de sus películas».
Golding coincide, y añade que «Guy tiene una idea muy clara del aspecto que quiere que muestren personajes. Su sentido del estilo es asombroso. El personaje de Mickey al que da vida Matthew McConaughey lleva un deslumbrante traje de tela tweed oscuro. Y Ray, el personaje que interpreta Charlie Hunnam, parece recién salido de la revista GQ».
Dockery declara con entusiasmo: «El vestuario era increíble. Todos queríamos ver qué modelito llevaba cada uno. En gran parte fue gracias a Guy, que sabe apreciar muy bien el estilo y la moda. A mí me interesa la moda, por lo que se me hizo bastante divertido».
El método de Ritchie comprendía asimismo una peculiar forma de abordar los ensayos, un proceso que él denomina la «caja negra». Lejos de la tradicional mesa italiana en la que los actores se reúnen en torno a una gran mesa y cada uno va leyendo su parte del diálogo, en su lugar Ritchie y su elenco filmaron la película entera, pero rodándola de forma esquemática, en un periodo de doce horas. «Eso nos permite aclarar por completo cualquier aspecto de la película, condensando los tres meses de producción en una sola tarde. Es una especie de “aquí tenéis la película antes incluso de que empiece a filmarse”», explica Atkinson.
«Es como si hicieras una obra de teatro exprés», comenta McConaughey. «Al rodar de verdad el ensayo, Guy obtiene un montón de información importante. Eso le permite ver cómo será la dinámica».
El ensayo en “caja negra” constituyó un paso previo dentro del proceso de llevar THE GENTLEMEN: LOS SEÑORES DE LA MAFIA a la gran pantalla, una travesía que culminará con el estreno mundial de la cinta en enero de 2020. «Espero que el público se divierta y diga, “esto no lo había visto antes”, pues eso es lo que yo pensé cuando vi la película de Guy, Snatch, cerdos y diamantes», comenta Atkinson. «También espero que hablen sobre lo que acaban de ver. Nunca antes una producción de Guy Ritchie había ofrecido tantos mundos dentro de una misma película».
Block añade: «Desde el primer momento depositamos una fe ilimitada en la capacidad de Guy para adentrarse de forma única en el género de la comedia de delincuentes y a partir de ahí crear una película sofisticada y completamente satisfactoria, así que estamos ansiosos por compartir el resultado con el todo el mundo».
Para Ritchie, esta película supone una oportunidad para examinar la cultura de clases tanto del Reino Unido como de los Estados Unidos dentro del marco que le aporta su deslumbrante reparto, y asimismo un regreso a su característico estilo, junto con algunos giros y virajes. «Creo que en esta ocasión el público va a ver algo divertido y extravagante», afirma, y añade, «además he podido disfrutar explorando los diferentes extremos de la cultura y la subcultura, los estratos superiores e inferiores de la sociedad, y espero que el público conecte también con eso».
LOS INTÉRPRETES...
Reunir a un reparto estelar fue, obviamente, parte decisiva del proceso, y Ritchie quedó muy impresionado, incluso tiempo después de hacer la película. «Cuando terminas de trabajar en una película, normalmente pasas a centrarte en la siguiente, pero cuando vi el tráiler de THE GENTLEMEN: LOS SEÑORES DE LA MAFIA recordé lo increíble que era el reparto y la feliz coincidencia que supuso poder juntar a todos aquellos personajillos», relata.
Un elemento clave del éxito del elenco residió en la habilidad de Ritchie para asignar a muchos de los actores papeles que contrastan notablemente con los tipos de personajes que suelen interpretar. «No hay nadie en este grupo de fenómenos que al verlo pienses, “vale, claramente está haciendo de (el personaje) X”», afirma Block. «Todo ello se suma a la frescura general y los giros inesperados de la película. Los personajes de Guy reflejan sus entornos y, en un mundo dominado por el crimen, uno debe ser hostil, ágil y con capacidad de adaptación».
El protagonista central de esta historia es Mickey, cuyo deseo de llevar una vida cada vez más sibarita lo lleva a querer abandonar el oficio que ha elegido como capo de la marihuana. El papel fue concebido originalmente para un actor británico, pero el equipo finalmente pensó que podían añadir elementos emocionantes e inesperados al personaje de Mickey si dejaban que fuera estadounidense. «Eso la convierte en una singular película de gánsteres británica, pues trata sobre un estadounidense que vive en Londres tratando de vender su negocio a otro estadounidense, Matthew, interpretado por Jeremy Strong», comenta Atkinson.
Matthew McConaughey se sumó al proyecto en cuanto leyó el guion, e inmediatamente pensó en algunas ideas para su personaje. «Mickey es un estadounidense que vende Inglaterra a los ingleses», resume el oscarizado actor. «Como ya se sabe, a veces necesitamos el punto de vista idealizado de otra persona para apreciar el valor de las cosas que tenemos a nuestro alrededor, y Mickey hace exactamente eso. Se mudó a Londres veinte años antes, estudió en Oxford y fue escalando los peldaños de la aristocracia: el mundo de los toffs. Comenzó a crear granjas de marihuana, aprovechando las miles de fincas existentes en el Reino Unido, alquilándolas por un millón de libras al año e instalando en ellas cultivos de maría. Los compañeros toff de Mickey no tenían que hacer nada; solo necesitaba sus propiedades de tierra y ellos ni siquiera sabrían lo que sucedía en ellas. El negocio de Mickey creció hasta convertirse en un imperio».
«En efecto, a veces los matices de la cultura británica pueden pasar desapercibidos para los propios británicos», señala Atkinson. «Por eso, cuando un estadounidense llega a ese mundo con su mirada innovadora, tiene una gran ventaja».
Pero el éxito de Mickey al final le hace plantearse una forma de vida aún mejor: la jubilación.
«Está dispuesto a vender sus activos por 400 millones de dólares», continúa McConaughey. «Él desea salir del juego, por muchas razones, pero principalmente porque se ha ganado el derecho a salir de él. Mickey quiere tener hijos con su esposa y realizar largas excursiones por el campo. Pide un precio justo por su negocio, pero no existe una salida fácil».
A Ritchie le fascina el mundo de la industria de la marihuana. «Podríamos decir que es la nueva fiebre del oro», afirma. «Es un producto que se considera relativamente inocuo y no demasiado pernicioso».
Atkinson señala que la idea de presentar a dos estadounidenses, Mickey y Matthew, interpretados por McConaughey y Jeremy Strong, dirigiendo un gigantesco negocio de marihuana en el Reino Unido tuvo su origen en la ambigüedad que existe en Estados Unidos respecto de esta industria. «Es legal en ciertos estados, pero ilegal a nivel federal», señala. «Al haberse mudado al Reino Unido, no tienen que preocuparse por esa ambigüedad, ni por los acosos de las grandes farmacéuticas. Saben bien cuál es su posición y son honestos en lo que se refiere a su deshonestidad».
Para planear su salida del negocio, Mickey confía plenamente en la astucia y la sabiduría callejera de su consigliere de confianza, Ray, interpretado por Charlie Hunnam. «Ray es algo así como Alfred [el mayordomo de Batman] en relación al Batman que interpreta Matthew (suponiendo que Alfred fuera un empleado maniático, obsesivo compulsivo y con tics nerviosos)», comenta el actor, que ya había trabajado con Ritchie en la película fantástica de aventuras Rey Arturo: La leyenda de Excalibur. «Ray no es el típico gánster; se obsesiona con los detalles y se involucra mucho en que Mickey tenga éxito y su imperio crezca. A Ray le cuesta bastante aceptar la idea de desprenderse de todo ese mundo que les ha llevado toda una vida construir. Pero él respeta la jerarquía: el jefe es el jefe».
Hunnam ahonda en algunas de las excéntricas cualidades de Ray: «Guy y yo queríamos que Ray fuera un poco peculiar, que tuviera algún tipo de trastorno, como un TOC, que lo situara en el límite de la normalidad. Es un maniático de la organización y el orden».
La obsesión por el orden que padece Ray le ayuda en su relación con Fletcher, un investigador privado sin escrúpulos que ha sido contratado por un periódico sensacionalista para sacar a la luz algún trapo sucio de Mickey, que había tenido un desencuentro con el bravucón editor del diario, Big Dave (Eddie Marsan, al que vimos en Ray Donovan). Pertrechado con lo que él cree que es una información muy comprometedora sobre Mickey, Fletcher acude a Ray y urde una maniobra espectacularmente efectiva que parece darle la ventaja sobre Ray y Mickey. «El tira y afloja entre Ray y Fletcher abarca toda la película, y Ritchie consigue crear un gran efecto con ello», afirma Hunnam. «Interrumpe nuestra interacción con la historia mientras esta se desarrolla en tiempo real».
Hugh Grant interpreta al ruin investigador que, afirma, «trabaja para quien sea, aunque, en este caso, lo hace para el jefe de un tabloide sensacionalista y despreciable. El director del periódico lo ha contratado para que consiga información, algún trapo sucio que pudiera enfangar al eminente traficante de marihuana, Mickey, al que interpreta Matthew McConaughey, y para ello Fletcher recurre a todo tipo de argucias, puñaladas traperas y ese tipo de cosas».
«Fletcher lleva a cabo su tarea con gran diligencia; revisa las papeleras de Mickey, lo sigue de cerca, le pincha los teléfonos y elabora un extenso informe sobre él. Entonces Fletcher cae en la cuenta de que podría duplicar su ganancia ofreciendo a los gánsteres toda esta información, y así ellos evitarían quedar expuestos ante la prensa a cambio de entregarle a Fletcher una gran suma de dinero».
Pero Fletcher, por desgracia, trata de amedrentar y chantajear a personas que no se dejan chantajear o engañar con facilidad.
Un personaje menos pulido, pero más ético es el entrenador, un profesor de boxeo que cuida de un grupo de jóvenes difíciles y desfavorecidos. «Es un tipo curtido que ha dejado atrás los aspectos menos atractivos de la dura vida de las calles y ahora trata de ayudar a quienes se criaron en las mismas condiciones que él», comenta Ritchie. «El entrenador conoce los desafíos de estos chavales que intentan alejarse de ese mundo que los arrastra. Es una especie de flautista de Hamelín, sacando a los chicos de las alcantarillas y mostrándoles un estilo de vida más atractivo y llevadero».
«Su objetivo es ayudar a los chavales del vecindario a centrarse y tener disciplina en sus vidas», afirma Colin Farrell, que encarna este papel.
Pero los chicos son como son, y los chicos del entrenador se meten en un problemón cuando roban una de las plantaciones de maría de Mickey: filman el robo y después lo comparten en las redes sociales y se hace viral. «Se trata de un delito lucrativo, pero ellos no ganan nada al cometerlo», resume Farrell. «Publicar ese vídeo no es una decisión muy inteligente».
El entrenador decide ser él quien pague los platos rotos, acude a Ray y le ofrece sus servicios para compensar la indiscreción de los chicos. «Hará lo que sea necesario hasta saldar esa deuda con Ray».
Pero la propuesta del entrenador tiene un límite. «Tras cumplir con algún trabajillo para Ray, el entrenador le dice que él no es un regalo que dure para siempre», explica Farrell. «En algún momento habrá que decir “ya es suficiente”».
«Y no es fácil decirle algo así a Ray porque una vez que un gánster te tiene en sus redes liberarse no es sencillo», añade Atkinson.
La falta de brújula moral es una de las características de Dry Eye, un tipo asiático aspirante a señor de la mafia al que da vida Henry Golding. «Es un cabecilla joven y muy agresivo que trata de demostrar su valía poniéndose al frente de los negocios de Mickey, con métodos sanguinarios», explica Golding. «Debido a su juventud y falta de experiencia, Dry Eye es impredecible y no piensa con la claridad necesaria. Tiene brotes repentinos de agresividad y mangonea al que puede dentro de su pequeño mundo, pero cuando Dry Eye asciende a la primera división, nota que no da la talla, y trata de compensarlo sobreactuando».
Un miembro fundador de esa «primera división» es Matthew, capo de la mafia estadounidense, interpretado por Jeremy Strong, uno de los protagonistas de la serie La sucesión. Matthew quiere comprar el colosal negocio de Mickey, y parece que los dos capos llegan a un acuerdo, hasta que vemos que Matthew está moviendo en secreto algunos hilos que podrían poner en peligro este trato provisional.
«Matthew es un multimillonario instruido y erudito, y es un digno rival para Mickey. Mi principal reto a nivel creativo fue tratar de crear un personaje que se ajustara al lenguaje de las películas de Guy Ritchie y que acabara siendo tan perdurable como el resto de su colección de bribones. Si Mickey era el león, Matthew tenía que ser su zorro», comenta Strong. «La suya es una relación de confrontación, aunque Matthew se presente a sí mismo como un amigo. Él no quiere pagar lo que Mickey le pide, por lo que Matthew urde un plan para hacer que Mickey baje el precio, e intenta tenderle una trampa mediante algunas inesperadas alianzas».
Pero toda esa maquinación finalmente desencadena ciertos acontecimientos que ni siquiera Matthew podría haber previsto. «Ni Matthew ni sus nuevos acólitos acaban donde imaginaban que acabarían, pero sí que acaban donde deberían», señala Atkinson.
Ritchie y Atkinson sabían que Strong era el actor adecuado para encarnar este personaje.
«Habíamos visto a Jeremy en la película La gran apuesta y nos dejó impresionados la bravuconería y la confianza que aportaba al papel, así que pensamos que funcionaría bien con Matthew», añade Atkinson.
Como actor del Método [Stanislavski], Strong se mantuvo dentro de su personaje durante toda la producción y, en una de las pocas ocasiones en que dejó de ser Matthew, sorprendió incluso a aquellos que llevaban ya un tiempo trabajando con él. Atkinson lo recuerda: «Durante cuatro semanas, Jeremy fue Matthew en todo momento, hasta que un día entró en la caravana de Guy siendo él mismo. Era una persona completamente distinta a la que había estado con nosotros durante ese tiempo, ¡y casi le decimos que se largara porque al principio no lo reconocimos!»
Si bien THE GENTLEMEN: LOS SEÑORES DE LA MAFIA está habitada por varios granujas y capos del crimen, en el fondo, dice Ritchie, «la película es también una historia de amor. La esposa de Mickey, Rosalind, interpretada por Michelle Dockery, es la matriarca de la empresa que dirige su marido. Y podría decirse que la matriarca triunfa sobre el patriarca. Él es el César vaquero y ella es su Cleopatra arrabalera. Rosalind es una superviviente, y posee algunos rasgos que la hacen encantadora. Ella le proporciona a Mickey algunos consejos importantes. Podría decirse que es la pieza que hace que todo funcione en los negocios de Mickey».
Atkinson coincide, y añade que, si hacemos una lectura minuciosa de la película, vemos que Rosalind es «tan dura como los tíos; nada la hace retroceder. Podemos ver que Rosalind es la que está al cargo, la que realmente dirige el espectáculo».
Pese a que su personaje ocupa una parte central de la historia y de los giros de la trama, el equipo aún no había asignado el papel a nadie hasta dos semanas antes del arranque de la producción. Por suerte, Ritchie es un gran seguidor de la serie de televisión Downton Abbey, y pensó que Michelle Dockery, que en la serie interpreta a Lady Mary, podía ser una buena opción para el papel de Rosalind. Sin embargo, como explica Atkinson, les preocupaba que Dockery pudiera resultar demasiado «pija» para un personaje tan duro de roer. «Guy se reunió con Michelle unos días antes del rodaje de la primera escena con Rosalind, y al instante pudimos ver que no era demasiado pija. Michelle era exactamente lo que buscábamos».
Dockery corrobora la afirmación de Ritchie de que la película es una historia de amor.
«Rosalind no es la esposa trofeo del gánster. Ella y Mickey tienen una relación fantástica, lo cual es bastante inusual en este tipo de películas. Rosalind se halla en gran medida detrás de lo que hace Mickey, y a menudo este acude a ella para pedirle consejo. Ella es una especie de columna vertebral para él, por así decirlo».
«No es una relación convencional», continúa Dockery. «Es una historia de amor, pero no la típica que solemos ver; entre Mickey y Rosalind hay una dinámica singular».
Como era de esperar, Rosalind es bastante independiente. Dirige con éxito su propio negocio: un taller de coches. «Ella viene de familia rica, pero sus padres se hicieron a sí mismos», explica Dockery. «Cuando Rosalind era adolescente, sabía lo que era tener dinero y ropa bonita, y no teme hacer alarde de ello».
McConaughey señala que Rosalind es, al igual Ray, un consigliere de Mickey. «Tiene visión general, y ve los desafíos que hay por delante», afirma. «Rosalind es una triunfadora, dirige su propio negocio, por lo que su relación con Mickey es bastante dinámica. Ella es la primera y la última persona a la que él recurre».
Dockery aprovechó la oportunidad de desenvolverse en un papel distinto a cualquier otro que hubiera hecho antes. «Este personaje está más cerca de mis orígenes», aclara. «He interpretado varios personajes con buena dicción y, sí, pijos, como Lady Mary. Por eso me encantó que me llegara este papel».
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