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CRITICA
Por: PACO CASADO
Guy Ritchie, el director británico que comenzó con algunos títulos interesantes como Lock & Stock (1998) o Snatch: Cerdos y diamantes (2000), regresa al cine de comedia y mafia, la mezcla que le hizo triunfar al inicio de su carrera, y profundiza ahora en la historia de Mickey Pearson, un hombre de negocios, un expatriado norteamericano señor de la marihuana, un traficante, que busca traspasar en Londres su imperio, altamente rentable por un precio justo, creado sobre la base del tráfico de drogas, y retirarse, pero en el camino encontrará toda clase de conspiraciones, intrigas, sobornos, chantajes e intentos de robarle su valiosa propiedad.
Este mafioso norteamericano intenta vender su multimillonaria compañía de la droga y vivir sus últimos días junto a Rosalind, su esposa, pero no sale el planteamiento como tenía pensado y surgen situaciones a cual más delirantes y violentas.
La película, que vuelve a la clase de cine que este director hizo en el pasado, avanza a base de saltos atrás y adelante, con mentiras y verdades, dejando lucirse al reparto de grandes nombres que tiene entre sus filas, con el que el realizador inglés recurre a la ideas de sus primeros títulos, aunque con producción norteamericana.
Es un film con mucho diálogo, el personaje de Fletcher, que es quien nos cuenta esta historia no para de hablar, no es sólo un investigador privado sino que además ama el cine, ha escrito un guion con toda la intriga que ha descubierto e incluso pretende llevarlo a la pantalla, pero al mismo tiempo es también un ventajista que trata de sacar un lucrativo partido de sus investigaciones con las que chantajea a los que figuran en ellas.
A Guy Ritchie le gusta hacer cine sobre los gángsteres de Londres como lo ha demostrado en anteriores cintas y vuelve a hacerlo de nuevo en ésta con los bajos fondos regresando así a su pasado británico, ya que en su filmografía figuran algunos títulos posteriores en los que no alcanzó el mismo nivel, por ejemplo Barridos por la marea (2002) con su ex pareja Madonna.
En este caso explora la situación de los capos mafiosos cuando han alcanzado un estatus económico y social teniendo que moverse en mundos tan distintos como el de los traficantes y el de la aristocracia.
La idea ha resultado acertada ya que compone un guion inteligente sobre el argumento creado con la colaboración de Ivan Atkinson y Marn Davies, en el que van entrando y saliendo personajes, unos vivos y otros muertos, lo que unido a los abundantes diálogos lo convierte en algo farragoso, pero no cabe duda que sabe darle las suficientes vueltas como para despistar al espectador para después volver al desarrollo de la historia y hacerle ver que le había engañado astutamente.
Todo ese lío corresponde al personaje de Fletcher, un reportero corrupto y depredador que representa la cara más oscura de la prensa, que interpreta como siempre Hugh Grant con sus tics habituales, esta vez escondido tras una gafa de sol para disimularlos.
El contraste lo origina el trabajo reposado de Matthew McConaughey y un poco menos de Charlie Hunnam en el papel de Raymond, su socio y eficaz ejecutor, y casi de una colaboración especial del actor irlandés Colin Farrell como el personaje de Coach.
La guinda la pone la actriz inglesa Michele Dockery como Rosalind, la esposa de Pearson en unas breves apariciones, junto a Henry Golding, un supervillano, incorporado por este actor malayo.
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