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SINOPSIS
En una misteriosa finca campestre en Maine, Kate, es contratada como niñera a cargo de dos niños problemáticos, Flora y Miles. Pronto descubrirá que tanto los niños como la casa esconden oscuros secretos y las cosas no son lo que aparentan...
INTÉRPRETES
MACKENZIE DAVIS, FINN WOLFHARD, BROOKLYNN PRINCE, MARK HUBERMAN, BARBARA MARTEN, NIALL GREIG FULTON, KIM ADIS, DENNA THOMSEN, KAREN EGAN
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PREMIERE
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ANTECEDENTES...
¿Y si la persona que te cuenta una historia no es fiable, ya sea porque está mintiendo intencionadamente o porque su percepción de la realidad está distorsionada? Esa es la base de la inquietante novela corta de Henry James “Otra vuelta de tuerca”, publicada inicialmente a finales del siglo XIX, en 1898. Es una historia contada por un narrador no identificado, que escucha a alguien leer un manuscrito escrito por una joven empleada como institutriz de dos huérfanos, un niño y una niña, en una finca rural inglesa conocida como Bly. Pero la institutriz llega a creer que unos espíritus malvados acechan a los niños. Su creencia la lleva a cometer actos impactantes en su esfuerzo por rescatar a los niños de esas fuerzas tenebrosas, pero el lector acaba preguntándose si los fantasmas son reales o no están más que en la imaginación de la joven. ¿Es la institutriz una valiente salvadora o una loca malévola? ¿Está el mal dentro de la casa, o dentro de la mujer? ¿Se trata siquiera de maldad o de un simple caso de demencia clínica?
La misteriosa y ambigua naturaleza del relato, combinada con su imaginería gótica y su magistral narración, ha fascinado a académicos literarios, psicólogos y artistas desde hace más de un siglo, y se han realizado adaptaciones en forma de ópera, ballet, una obra de Broadway, telefilmes y películas para la gran pantalla, obras radiofónicas y, muy especialmente, la película de 1961 Suspense, protagonizada por Deborah Kerr.
Hace poco más de una década, los guionistas Chad y Carey W. Hayes, la pareja de hermanos responsable del guion de Expediente Warren: The conjuring, vio una oportunidad creativa en la adaptación de la historia para el siglo XXI. Junto con el productor Roy Lee, plantearon la idea a Scott Bernstein, el socio en la producción de Lee en La maldición (The Grudge) y The Ring (La señal), que por entonces era un ejecutivo de Universal Pictures. En aquel momento, el proyecto no consiguió salir adelante, pero, hace unos años, Bernstein, que desde entonces se había convertido en un productor independiente, y Lee decidieron que era el momento adecuado para llevarlo a la gran pantalla.
La película gira en torno a una niñera, Kate Mandell, que empieza a sospechar que una malévola entidad masculina acecha a los huérfanos que tiene a su cargo, y que su residencia de Maine, la finca Bly, guarda el secreto de un horroroso acto de violencia contra la institutriz anterior de los niños, la señorita Jessel, que desapareció sin dejar rastro. Pero la historia personal de Kate la hace dudar de sus propias sospechas. La madre de Kate, Darla, sufre delirios y lleva años ingresada en un psiquiátrico. Kate no puede estar segura de si las experiencias que vive en Bly son reales o si ella misma se está volviendo loca. “Es una obra de género superior, más bien un thriller psicológico que una película de terror sin más, lo que creo que los espectadores encontrarán insólito e interesante”, opina Bernstein. “La película también ofrece algo muy relevante en su protagonista femenina principal, Kate, que debe enfrentarse a esa fuerza masculina oscura y físicamente amenazadora. Eso la hace muy contemporánea”.
Para contar esta historia, Bernstein y Lee necesitaban encontrar a una realizadora que pudiera abordar esos temas contemporáneos y al mismo tiempo elevarlos con imágenes icónicas e impresionantes. Encontraron esos talentos y mucho más en Floria Sigismondi, una artista muy alabada por sus llamativas fotografías y sus vídeos musicales para Rihanna, Lady Gaga, David Bowie y por su película The Runaways y la serie “El cuento de la criada”. “Hace muchos años que soy admirador de Floria”, afirma Bernstein. “Nos reunimos con varios posibles directores, pero Floria aportaba a la película una sensibilidad visual muy fuerte —un sentido de la luz, el color y la composición. La primera vez que nos reunimos, trajo un ‘libro de muestras’ que hacía referencia no solo a otras películas, sino a una amplia variedad de imágenes, fotos y pinturas que le habían inspirado el guion. Además, veía el material de una manera que nadie lo hacía, como una fuerte historia femenina, que conectaba con temas de género contemporáneos”.
LA VISIÓN DE UNA DIRECTORA...
“Mi visión de la historia es femenina”, aporta Sigismondi. “Quería explorar las ideas del movimiento #metoo y la idea de que, si dices algo, te pueden acusar de estar loca, mientras que, si no dices nada, ese silencio crece en tu interior como una enfermedad. Tanto si hablas como si no, estás perdida”.
Sigismondi vio, en los dos personajes femeninos centrales del guion —la joven niñera Kate y el ama de llaves de toda la vida de la finca Bly, la Sra. Grose— una alegoría moderna de cómo la cultura dominada por los hombres ha silenciado históricamente a las mujeres, y qué sucede cuando las mujeres deciden dejar de acatar las reglas diseñadas para mantener el statu quo.
A medida que Kate empieza a comprender qué sucede en la finca Bly, también empieza a darse cuenta de que la Sra. Grose o sabe, o sospecha, qué ha sucedido en la casa y ha optado por guardar silencio. “En el centro de la historia hay una violación que se ha producido en esa casa”, comenta Sigismondi. “Las mujeres, ya sea Kate o la Sra. Grose, presienten de manera intuitiva que ha pasado algo en esa casa, aunque puedan no saber qué es exactamente. Lo que hace que esta película resulte contemporánea es la capacidad de Kate de expresar lo que siente, lo que ve, lo que sabe. La Sra. Grose es una mujer de una generación mayor, que ha aprendido a creer que debería guardar silencio y todo saldrá bien”.
“Cada una de las mujeres representa una idea más amplia”, prosigue Sigismondi. “La Sra. Grose es una mujer que ha conseguido salir adelante en el mundo a base de guardar secretos. Puede que sepa cosas, y sienta cosas, pero ha aprendido a ocultarlo, a correr un tupido velo. Ha logrado continuar a base de funcionar con la idea de que, si no hablas de algo, tal vez no sea real. Kate es como un fuego que llega a la casa, una ráfaga de energía que lo perturba todo. Es la que opta por decir algo. Pero eso conlleva un precio. En lo referente a lo que está sucediendo políticamente en el mundo ahora mismo, la película es oportuna, pero los temas no son nuevos. Es una versión contemporánea de una historia clásica”.
FUERA DE SU ÉPOCA...
Una de las interesantes decisiones creativas que tomó Sigismondi fue ambientar la película casi 100 años exactos después de la publicación del libro, en 1995, en lugar de en el siglo XXI. “La nuestra es una interpretación deliberadamente moderna, en cuanto a la forma de usar el entorno, los estilos y la música de la década de 1990, pero también en cuanto a cómo pasamos a primer plano la perspectiva femenina, dándole un giro a cómo presenta James a la heroína, para convertirla en alguien mucho más activo”, explica Sigismondi. “Me pareció que los 90 era una época estupenda en la que ambientar la película, porque era un momento muy gutural. La gente se desgarraba y te mostraba sus entrañas. La música —sobre todo el grunge— trataba sobre destrozarlo todo. La cultura era muy descarnada. La sociedad estaba fascinada por la imaginería oscura. Y la ropa y la moda eran muy contrarias a las modas. Todo eso se ve desplazado en esta clásica casa del viejo mundo en la que entramos”.
El equipo responsable del proyecto también decidió desviarse significativamente del final de la novela corta, para crear una escena culminante que nadie se esperará. “Queríamos trastocar por completo las expectativas y rodar un final que resultara inesperado y alucinante”, aporta Sigismondi. “Es desde luego diferente del libro y conecta con los temas e ideas generales de la película. Estamos increíblemente entusiasmados con él. Creo que va a dejar a la gente verdaderamente pasmada”.
LA UBICACIÓN...
Si vas a hacer una película sobre una casa encantada, la propia casa es un elemento crucial de la misma. “A la gente le encanta el género de las casas encantadas porque hay una cierta sensación de aislamiento en él”, opina Finn Wolfhard. “Te sientes encerrado, como si estuvieras en una caja y no hay forma de salir. La casa se convierte en un personaje por sí misma”.
Para OTRA VUELTA DE TUERCA, el equipo responsable del proyecto necesitaba encontrar una propiedad magnífica que pudiera hacer las veces de la finca Bly, a la que llega Kate para cuidar de los adinerados huérfanos Fairchild. Encontraron exactamente lo que buscaban en una finca privada de algo más de 3 km2 en el condado de Wicklow, Irlanda, justo al sur de Dublín. “Una vez teníamos a nuestro reparto, la casa era el último personaje que nos faltaba”, comenta Scott Bernstein. “Buscamos por todas partes y acabamos en Irlanda. En nuestro primer día localizando exteriores, vimos algunas fincas y castillos increíbles, pero ninguno de ellos nos pareció que fuera el séptimo personaje de la película. En el segundo día, llegamos allí y los ojos se nos salieron de las órbitas. Y eso fue todo”.
Increíblemente, el guion necesitaba un laberinto, un estanque con carpas koi y un lago, y la propiedad tenía incluso todas esas cosas. “Tenía todo lo que buscábamos y más aún”, comenta Bernstein. Los responsables del proyecto se sintieron eufóricos. “Hay cierta sensación de asombro cuando avanzas por esa entrada y te acercas a la casa”, comenta Floria Sigismondi. “Hay una sensación de grandiosidad, pero es que además hasta el camino de acceso a ella es perfecto. Muchas de las casas que miramos estaban junto a la calle. Esta tenía una entrada asombrosa y cualquier ángulo desde el que filmaras la casa era espectacular y oscuro. ¡Y los árboles! Los árboles de la propiedad, nos dijeron, se plantaron en los años en los que nacieron los distintos miembros de la familia, de modo que los dueños pueden señalar a cierto árbol y decir: ‘Ese es mi abuelo; ese es mi tío abuelo’, etc. La casa tenía sencillamente una historia estupenda”.
Creativamente, ofrecía innumerables posibilidades. “El terreno es tan inmenso, que te puedes perder a la vuelta de cualquier esquina”, dice Sigismondi. “La casa está llena de pasillos y cada cuarto tiene una especie de personalidad propia. Los pasillos son largos y los filmamos con lentes de gran angular, para que parecieran aún más largos, como si fueran puertas de perspectiva forzada a diferentes mundos”.
El reparto se sintió fascinado cuando llegó para el rodaje. “La casa verdaderamente ayudó mucho a todos a meterse en ambiente, porque es en cierto modo el alma de la película”, opina Wolfhard. “Es una finca enorme y es preciosa, pero también tiene cierta oscuridad. Miles y Flora llevan toda la vida viviendo en Bly. Es como un enorme patio de recreo para ellos, en el que tienen acceso a cualquier cosa que se les antoje. Pero ahora es casi como un cementerio, como si hubiera un cierto aire opresivo”.
Para la joven Brooklynn Prince, la casa superaba su propia imaginación. “La primera vez que la vi, me quedé: ‘¿Estoy soñando?’”, recuerda Prince. “¡Es enorme! Mi cuarto favorito es el cuarto matutino, porque es precioso. Nunca había estado antes en una casa así. De pequeña, me imaginaba que era una princesa que vivía en un castillo, pero ni siquiera el castillo que me imaginaba era tan grande como esa casa”.
COLOR Y LUZ, PERSPECTIVAS CAMBIANTES...
“Cada detalle del aspecto visual de la película era importante para mí, desde el vestuario, a la peluquería, el maquillaje, los decorados y la fotografía”, afirma Floria Sigismondi. “Los cuadros antiguos me inspiran mucho, y estaba deseando trasladar esa textura a este mundo cinematográfico”.
Sigismondi, una artista visual excepcional y cautivadora, colaboró estrechamente con el director de fotografía David Ungaro para utilizar la luz y el color de maneras únicas e inesperadas en OTRA VUELTA DE TUERCA. “Me tomaba cada fotograma como si fuera un cuadro, como una imagen en la que pudieras sumergirte”, prosigue Sigismondi. “David aportó a la película un estilo precioso, que creo que funciona muy bien para el entorno y los temas. El color es una parte muy importante. Cuando Kate llega por primera vez a Bly, va llena de color. Es el elemento nuevo de la casa. Pero a medida que su mente se empieza a deteriorar, ese color va desapareciendo. Empieza a encajar mejor con el papel pintado y con la textura del lugar. Su frescura empieza a convertirse en fruta podrida”.
Ungaro y Sigismondi también utilizaron los movimientos de cámara para mostrar cómo se va deteriorando la mente de Kate. “El primer acto utiliza muchas composiciones en las que Kate se ve muy pequeña, con planos muy amplios y la cámara no se mueve mucho”, comenta Sigismondi. “Utilizamos lentes de gran angular que hacen que Kate se vea muy pequeña y casi abrumada en el encuadre. Al igual que Kate, no sabemos dónde mirar. A medida que van sucediendo cosas extrañas y vamos profundizando cada vez más en la mente de Kate, la idea era introducir una sensación de desasosiego y claustrofobia mediante de movimientos de cámara en mano. Para el tercer acto, usamos grandes angulares de cerca, lo que crea una distorsión y una sensación caótica, que refleja su estado psicológico”.
LAS INSPIRACIONES DEL DISEÑO...
Como artista visual, Floria Sigismondi trabaja a menudo con imágenes para transmitir su visión a su equipo creativo. En el caso de OTRA VUELTA DE TUERCA, eso supuso crear sus propias ilustraciones de preproducción, lo que incluía bocetos y pinturas. “Cuando empiezo a hacer bocetos, me gusta empezar por los ojos”, aporta Sigismondi. “Hago acuarelas y luego hago dibujos lineales. Se trata de conseguir que esa imagen cobre vida en la página, para poder entonces empezar a transmitir la idea a los demás y luego filmarla”.
Trabajando junto a ella se encontraba el diseñador de producción Paki Smith. “La primera vez que me reuní con Paki, trajo un montón de referencias de artistas y cuadros para el proyecto, y congeniamos desde ese mismo momento”, recuerda Sigismondi. “Nuestras ideas utilizaron diversas fuentes de inspiración. La fotografía de Francesca Woodman me inspiró. Su obra posee un aire oscuro, fantasmagórico, de larga exposición. Los grandes cipreses de los cuadros de Arnold Bocklin también me sirvieron de inspiración. El árbol esquelético, la profundidad y la oscuridad de la mansión Bly deben algo a la obra de Caspar David Friedrich. Paki y yo estábamos deseando conseguir esa misma sensación que transmiten sus cuadros”.
Smith explica que: “Cuando presenté mi propuesta para la película, preparé mi propio libro de muestras y se lo envié a Floria. Entonces ella me envió el suyo y coincidían por completo en cuanto a puntos de referencia, lo que supuso un comienzo estupendo y nos proporcionó una sólida base por la que empezar”.
El color fue un elemento central de sus primeras conversaciones. “Los colores de la película son tonos joya, pero muy concretos”, comenta Sigismondi. “Los rojos eran muy importantes. Al principio, utilizamos tonos cálidos de un modo suave, que luego se vuelven más fuertes, como el apasionado color violeta del cuarto de Jessel, y Paki aportó un precioso granate oscuro con el que rodear a la propia Jessel”. Smith agrega: “Empezamos con color en el pasillo grande. Y, curiosamente, el color del pasillo fue el momento en el que nos dimos cuenta del aspecto que iba a tener la película. Era una especie de verde oscuro, pero con una capa que lo atravesaba. Y eso marcó el tono del resto de la película”.
En el exterior, la paleta cambió. “Los colores exteriores eran interesantes porque el cielo de Irlanda, donde filmamos, tiene mucha textura y está muy moteado”, comenta Sigismondi. “Hay unas siniestras nubes oscuras que son muy tridimensionales y flotan a baja altura sobre esa increíble tierra verde”.
Rodar en una localización así les proporcionaba infinidad de opciones. “El género de las casas encantadas es muy atractivo porque es un mundo que puedes inventar”, explica Sigismondi. “Es algo en lo que te puedes sumergir y verte rodeado, y es algo que puedes recorrer. Si se produce un accidente o una muerte en una esquina de una calle, es muy diferente a un accidente o una muerte que sucede en una casa. El acontecimiento traumático sigue viviendo en la casa y en cada ventana, puerta y mueble”.
A tal fin, aunque partes de la localización estaban construidas incluso en el siglo XVII, no querían que la casa pareciera no haber evolucionado con cada generación. “No quería que pareciera una película de época, o una casa de época”, prosigue Sigismondi. “Una casa como ésta ya trae consigo mucha historia, así que quería que el interior pareciera una recopilación de distintas épocas. Paki sugirió traer algunos muebles italianos de los 60, 70 y 80. Queríamos que resultara ecléctico, de modo que te pudieras imaginar que se podrían haber ido pasando de generación en generación, y que la casa se hubiera renovado tal vez en los 70 o los 80. Entonces es cuando el espacio empieza a parecer real, porque así es como vive la gente. Cada mueble tiene su pequeña historia que se añade al conjunto”.
Esa idea empezó en un lugar insólito. “Cuando recibes inicialmente un guion, siempre hay algo que te inspira, te da un punto de partida”, asegura Smith. “En esta película, fue la piscina. Me cautivó e inspiró una imagen de una escultura modernista en un edificio más antiguo. Quería aportar elementos modernos a la casa, para que no estuviéramos en una especie de película de época, para darle a la casa una historia que no fuera simplemente del siglo XIX, sino que tuviera objetos de los 50 o de los 60”.
“Al hacer eso, quería sugerir que los padres o los abuelos de los niños habían coleccionado arte y todavía se podía sentir su presencia”, continúa. “Así que hay un cuadro de Juan Gris y otros elementos modernos por el lugar. También hay algunos muebles italianos más recientes del siglo XX que lo hacen muy ecléctico, en lugar de parecer congelado en el tiempo. Amplía la atmósfera de la película, de modo que esté ambientada en el presente, pero rodeada de fantasmas del pasado”.
Smith y Sigismondi explican algunos de los interiores y exteriores más inolvidables de la película.
El solario:
Esta es la primera habitación en la que entra Kate cuando llega a Bly, y donde se encuentra por primera vez con la Sra. Grose. “La entrada principal de la casa en la que estábamos rodando se había quemado en algún momento, así que encontrar la que sería la entrada de la casa en la película supuso un reto”, recuerda Sigismondi. “Entonces vimos el solario, y nos pareció que sería la entrada perfecta para la historia. Da una sensación grandiosa, que Paki aumentó trayendo unos enormes cipreses y unas preciosas estatuas antiguas de mármol de la casa que estaban en posturas de aflicción. Con escenografía, añadimos enredaderas, para reforzar la sensación de que estaba descuidado”. Smith agrega: “Me interesaba la idea de una procesión de árboles que te lleva de la luz a la oscuridad, hasta los secretos de la casa. Me encantaba ese solario. Es precioso, interesante y extraño”.
El guiverno:
El guiverno, una criatura alada de los antiguos mitos europeos, aparece de manera recurrente en OTRA VUELTA DE TUERCA. “El guiverno, o dragón heráldico, es el escudo de la casa y decidí convertirlo en un motivo”, comenta Sigismondi. “Kate tiene un guiverno/uróboro tatuado en la parte posterior del cuello. Esa combinación de símbolos representa su destino con la casa y la idea de que podría estar atrapada aquí por toda la eternidad. Un guiverno es más pequeño que el típico dragón, pero está considerado más peligroso porque es más imprevisible; me pareció una analogía estupenda para Miles, así que creé más guivernos y los coloqué en el exterior de la casa, como si fueran gárgolas que nos advirtieran para que no entremos”.
El laberinto:
“Cuando encontramos nuestra localización para Bly, una de las cosas más inusitadas y emocionantes fue el laberinto”, recuerda Sigismondi. “Estamos acostumbrados a ver laberintos de un color verde vivo y los de la casa tenían ese aspecto cuando los vimos inicialmente, pero cuando volvimos para el rodaje, habían perdido todas las hojas y se habían vuelto de un insólito naranja quemado, que daba una preciosa sensación de metal oxidado estilo Richard Serra. Y tenía unos grandes agujeros que resultaban muy interesantes. Todo ello contribuía a darle un tono más oscuro a los exteriores”.
En el laberinto tienen lugar varias escenas importantes, y tensas, a lo largo de la película. “El laberinto representa el estado de ánimo de Kate”, explica Sigismondi. “Se está perdiendo y no sabe qué creer. El laberinto es un lugar perfecto para representar eso visualmente. “Todo lo que le pasa a Kate es una especie de laberinto. Su estado mental, el laberinto, la casa con sus largos pasillos y esquinas y puertas que se han dejado entreabiertas. Todo es una representación de su mente y de su psique”.
Eso también se extendió a las personas que hacían la película. “La casa también es su propio laberinto”, afirma Sigismondi. “Era fácil perderse allí, incluso para el equipo técnico. Me costó semanas orientarme”.
Para el reparto, el laberinto resultaba fascinante. “El laberinto no es uno de esos perennemente verdes, recargados y brillantes”, comenta Mackenzie Davis. “Está podrido y muerto y se pueden ver las demás filas, pero no con claridad. Se ven sombras. El laberinto recuerda en cierto modo cómo funciona la casa, donde se pueden oír ruidos, susurros, pero no acabas de descifrarlos. También es una metáfora visual de lo que está afrontando Kate. Tiene tres misterios que reclaman su atención y se esfuerza por desentrañarlos todos. Es un laberinto impenetrable del que no acaba de ver la salida, y no deja de cambiar”.
Para Brooklynn Prince y Finn Wolfhard, también era una fuente de cierta ansiedad (menor). “La primera vez que Finn y yo recorrimos el laberinto, nos llevamos un palo”, recuerda Prince. “Lo utilizábamos para señalar el camino mientras avanzábamos, pero acabamos perdiéndonos un poco”. Y comenta riendo: “Aunque al final encontramos la salida”.
EL VESTUARIO RETRO...
La decisión de Floria Sigismondi de ambientar la película en la década de 1990 ofreció al diseñador de vestuario Leonie Prendergast mucho con lo que trabajar. “Los 90 es la época perfecta para ambientar la película por la naturaleza cruda de la música, la política y la moda del momento”, asegura Prendergast. “En lo referente a la moda, se trataba de tomar la ropa y hacerla jirones, y llevar cosas desgastadas, sin compromisos”.
Prendergast encontró en su directora a una compañera increíble en el proceso de diseño del vestuario. “Floria es una colaboradora asombrosa y posee una comprensión impresionante de la luz y la oscuridad en su forma de imaginar las cosas”, afirma Prendergast. “Juega muy bien con los tejidos y sabe cómo iluminar maravillosamente las telas y encontrar gestos en los cuerpos de las personas que muchos otros podrían no haber notado siquiera”.
Sigismondi y Prendergast decidieron que Kate llevaría ropa retro. La influencia clave del aspecto de Kate era el movimiento grunge que surgió de Seattle a principios de los 90, la misma época en la que se ambienta la película. “Como diseñador, me encanta la androginia en la ropa y jugar con mujeres que lleven ropa retro de hombre, así que aporté algo de eso a su imagen”, explica Prendergast. “También soy un enorme fan de la música y siempre me inspiro en la música de la época. Los 90 ocupan un lugar especial en mi corazón, puesto que es cuando estaba estudiando en la universidad y no estaba más que empezando mi viaje. La gente compraba su ropa en tiendas de segunda mano porque no tenía dinero y Kate es de esas... lleva lo que había en esa época: vestidos lenceros, pequeños cuellos de cisne, tops retro, botas estilo Doc Marten, calcetines de colores, etc. Su vestuario mezcla lo femenino con lo masculino. Courtney Love es aquí una clara inspiración —introdujo el vestido lencero y fue ella misma una figura muy influyente, así que juega con su estilo”.
También supone un marcado contraste con la formalidad de la mansión Bly. “Quería crear una sensación de dicotomía entre el mundo de Kate y aquel en el que se está metiendo al llegar a Bly, y llevar ese choque a su guardarropa”, explica Prendergast. “Cuando llega a Bly, destaca un poco, porque intenta ofrecer una buena imagen en su nuevo trabajo. Pero, a medida que se va involucrando cada vez más en la casa y luego se va desmoronando, empieza a confundirse más con su entorno. Se vuelve más desaliñada con su ropa, lo que refleja lo que está sucediendo con su psique”.
Sigismondi quería que Kate tuviera una silueta larga, y quería que el desmoronamiento de Kate también se viera reflejado en su pelo. “Queríamos que Kate llevara un peinado muy concreto, de líneas muy marcadas y de color casi platino, de modo que llamara mucho la atención”, apunta Sigismondi. “Pero, a medida que avanza la película, todo se vuelve borroso: se le empiezan a ver las raíces, su ropa adquiere más textura y se vuelve más avejentada, los colores empiezan a apagarse y Kate empieza a confundirse con su entorno”.
Para Miles, Prendergast creó un aspecto que reflejaba su estatus, su pasión por la música y su actitud hostil hacia la autoridad. “La primera vez que vemos a Miles en la película, ha sido expulsado del internado, por lo que aún lleva su uniforme escolar”, aporta Prendergast. “También le encanta su música, pero tiene dinero, así que supongo que la mejor forma que se me ocurre de describir su imagen es como una mezcla de Kurt Cobain y Ralph Lauren. Tiene una doble cualidad, que se transmite a través de su ropa. De día lleva jerséis más viejos, mangas rasgadas, vaqueros gastados. Cuando está enseñando a Kate a montar, lleva pantalones y botas de montar y una chaqueta de terciopelo, como forma de demostrar que es el hombre de la casa. Y sus jerséis son bastante ajustados, algo que Kurt Cobain también solía hacer”.
La visión para la imagen de Jessel, a quien solo se ve en forma espectral, se le ocurrió a Sigismondi mientras estaba dibujando durante el proceso de diseño. “Veía a Jessel como una persona a la antigua usanza”, recuerda Sigismondi. “Me la imaginé, como fantasma, con su camisón, empapada y con el pelo extra largo. La idea era que, después de morir, el pelo seguía creciendo”.
Sin embargo, crear ese aspecto planteaba ciertos retos. “Colaboré estrechamente con Floria, así como con los departamentos de peluquería y maquillaje”, prosigue Prendergast. “Encontré una tela de tul increíble en Londres, una especie de color visón. Había mucha tela: unos 150 metros en total, unos 40 en cada vestido que lleva. Quería que todo se confundiera un poco, de modo que no supieras dónde empieza el pelo y acaba la ropa”.
El aspecto de Jessel también tenía que encajar con el diseño de producción. “Me sentía muy inspirada por el artista Caspar David Friedrich”, afirma Sigismondi. “Paki me mostró cuadros e imágenes de esas figuras fantasmales y eso inspiró el aspecto de Jessel. Descubrimos que los colores pálidos y apagados encajaban muy bien con los rasgos de Denna Thomsen, y luego encontramos el tono adecuado para su pelo. A veces, desde lejos, puede parecer una estatua de la propiedad, así que, cuando empieza a moverse, resulta sorprendente, como de otro mundo”.
El diseño de peluquería y maquillaje de Jessel siguió su propio proceso. “Tanto el pelo como el maquillaje de Jessel fueron una combinación de tonos más oscuros bajo tonos más blancos”, explica Sigismondi. “No era un único color e intensidad, los tonos más sucios bajo esos preciosos tonos cremosos, sino que también añadimos algo de gris y algo de lavanda, todo lo cual sirvió para que su aspecto pareciera más o menos uniforme desde lejos, pero complejo de cerca”.
MIEDO Y TENSIÓN POR MEDIO DE LOS PERSONAJES...
A Sigismondi también le atraían los elementos psicológicos de la historia y la oportunidad de explorar ideas de verdad e ilusión, cordura y delirio. “La novela corta de Henry James tenía la gran capacidad de contar la historia entre líneas”, comenta Sigismondi. “Hay una hermosa ambigüedad al final, por la que no te fías necesariamente de la narradora. Has estado todo el tiempo con ella, pero al final te cuestionas todo lo que ha sucedido. Para mí, era importante plasmar eso en la película, ese terror psicológico. Siempre me ha interesado mucho explorar la idea de gente que actúa movida por sus miedos. La escalera de Jacob es una de mis películas favoritas en cuanto a cómo se mantiene en la delgada línea que separa la cordura de la locura, entre lo que es real y lo que no lo es. Espero que sea una película de la que la gente hable al salir del cine. Significará cosas distintas para distintas personas, y el final es intencionadamente ambiguo. Está pensado para invitar al diálogo. Ese es mi tipo favorito de película”.
Aunque OTRA VUELTA DE TUERCA es, en cierto aspecto, tanto una historia de fantasmas como un thriller psicológico, el equipo responsable del proyecto quería que el verdadero impacto emocional de la película procediera de los personajes y de las tensiones tanto internas como entre ellos. “Es más un thriller psicológico que una pura película de miedo”, observa Sigismondi. “Trata sobre lo que sucede en la mente de Kate y de ver esta casa y este mundo desde su perspectiva. Es una historia sobre cómo los miedos y las experiencias de Kate se proyectan en este mundo. Lo que me entusiasma de una película de terror psicológico es que puedes meterte en la mente del personaje. Al moverte por una historia en la mente de un personaje, descubres qué es lo que hay a la vuelta de las esquinas interiores, las heridas más profundas del personaje y creo que la gente puede identificarse con eso”.
Kate es una joven angustiada por la enfermedad mental de su madre. La Sra. Grose es el ama de llaves desde hace tiempo de la finca, que también se ha convertido, tras la muerte de los padres de Flora y Miles, en la cuidadora emocional de los niños. Flora Fairchild es una niña de siete años traumatizada por la muerte de sus padres y la desaparición de su anterior institutriz, la señorita Jessel, a quien estaba muy unida. Miles es un joven enfadado, que lidia con los problemas normales de la adolescencia, además de la muerte de sus padres y la posterior muerte de Peter Quint, el profesor de equitación de los niños, que se convirtió en una influencia tóxica para el joven.
La tensión psicológica de la película se ve aumentada por la relación entre Kate y Miles. “Era muy importante para mí que, si te deshicieras de los fantasmas, la historia siguiera funcionando”, plantea Sigismondi. “Sin los fantasmas, la historia trata sobre un adolescente problemático y una mujer que cree que puede identificarse con él porque a ella misma la abandonaron con 15 años. Pero el niño tiene problemas que ella no puede arreglar. Miles es una fuente constante de antagonismo. La desgasta hasta llegar a un punto en el que no hay marcha atrás. La historia funciona a ambos niveles. Tampoco está claro si los fantasmas son reales, porque Kate es la única persona que los ve”.
Todos esos elementos, tanto humanos como sobrenaturales, empiezan a interactuar de maneras inesperadas y, a menudo, aterradoras. “A medida que avanza la historia, vamos obteniendo poco a poco información, que Kate empieza a descifrar”, aporta Sigismondi. “Jessel parecerá ser un fantasma malvado que acecha a Kate, pero entonces Kate se da cuenta de que Jessel intenta en realidad decirle algo, posiblemente se trata de una voz reprimida de lo más profundo de su ser. Flora parece saber más de lo que deja entrever y podría estar hablando todavía con Jessel. Y descubrimos que Quint era la figura paterna y mejor amigo de Miles, y que todavía podría estar llenándole al chico la cabeza de conductas tóxicas”.
LOS PERSONAJES...
Kate Mandell - Mackenzie Davis:
La primera vez que vemos a Kate, interpretada por Mackenzie Davis, está visitando a su madre, Darla (Joely Richardson), que está ingresada en un psiquiátrico. Está claro que Kate ha estado bastante tiempo cuidando de su madre. “Kate es como una chica que se encuentra fuera de su época”, comenta Floria Sigismondi. “Su madre está en un psiquiátrico, así que Kate ha tenido que madurar muy rápido. Con 15 años, su padre la abandonó y su madre no estuvo muy presente para ella. Así que este es el viaje de una mujer que no ha podido salvarse a sí misma, a la que contratan para que se ocupe de unos niños. Ha puesto a Kate en una situación en la que no está preparada para salvarlos. Acabamos sospechando que Kate ha sufrido algún tipo de trauma. Quería mantenerlo un poco vago, para que se pudiera interpretar de distintas maneras. Tal vez su padre abusara de ella, o tal vez abusara de su madre. Kate evita su pasado al ir a esa casa, pero en última instancia le acaba pasando factura, porque no ha afrontado su propio trauma y sus viejas heridas se reabren”.
Debido a la enfermedad mental de su madre, Kate no podrá fiarse por completo de su propia cordura cuando empiece a sospechar que las cosas en la finca Bly no son lo que parecen. “Kate llega a esa mansión opulenta en una especie de momento Cenicienta, llena de ilusión”, aporta Sigismondi. “Este lugar le parece un sueño hecho realidad. Pero empieza a darse cuenta de que no pertenece a este mundo. Ve cosas y siente cosas, pero, ¿son reales o no? Por esa misma razón, es una narradora no fiable, que es lo que la convierte en una perspectiva fascinante desde la que abordar la historia”.
Kate es el personaje a través del cual los espectadores viven la historia, así que la elección de la actriz adecuada era crucial. “Es quien nos representa”, explica el productor Scott Bernstein. “Tienes que creerte cada palabra que dice y su mirada. Tienes que creer que se está volviendo loca. Luego tienes que creer que está viendo fantasmas”.
Davis se convirtió rápidamente en la primera opción del equipo responsable del proyecto. “Nos sentamos en un cuarto e hicimos una lista de todas las actrices que pensamos que podrían ser adecuadas”, recuerda Bernstei. “Al final, era la única opción. No contactamos con nadie más. Enviamos el guion a Mackenzie, dos semanas más tarde se reunió con Floria, ¡y eso fue todo!”.
Sigismondi vio en Davis un enorme talento que era ideal para Kate. “Mackenzie, como intérprete, no teme a nada”, opina Sigismondi. “Tiene una gran capacidad para profundizar en su personaje y trazar la historia y la psicología del mismo. Se metió a fondo en la psique de Kate y era capaz de decirnos lo que Kate estaba pensando, sintiendo y creyendo en cada etapa de la historia. También tiene una estupenda capacidad para comunicarse con sus ojos, con los movimientos más sutiles. Es fantástica de ver”.
Por su parte, Davis sintió que tenía que interpretar el papel por lo que le permitía explorar como intérprete: la complejidad psicológica y la sutileza del mismo, incluso aunque no fuera especialmente aficionada al género de terror. “Nunca había querido realmente hacer películas de miedo, porque creo que al final acabas mojada, llorando y rodando de noche durante cuatro meses”, admite Davis. “Esta película no me parecía así. Me parecía muy claro que se trataba del viaje de una mujer, de la mente de esta mujer, que intenta darle sentido al mundo tan inestable que la rodea. Me pareció un reto muy interesante, no como una típica película de terror. Los espectadores, al igual que Kate, no saben durante mucho tiempo qué está pasando exactamente. ¿Es producto de su imaginación? ¿Hay fantasmas de verdad? Me parece mucho más aterrador no saberlo”.
Además, se sentía intrigada por la visión de Sigismondi. “Leí la novela corta de Henry James hace años, en la universidad, y me interesaba ver cómo se adaptaría a la gran pantalla”, sostiene Davis. “La novela corta es muy interna, e implica al espectador, y me gustaba la idea de externalizar eso y contar esa historia en la pantalla. Me encantó la forma que tuvieron Floria y los guionistas de abordar la historia, y me pareció un momento interesante para retomar algunos de los temas del libro”.
El principal de ellos era el plan de Sigismondi de conectar los temas subyacentes de una novela del siglo XIX con nuestro mundo moderno. “Me interesaba ese tema de una mujer a la que no creen, y las ideas de Floria de cómo tomar algunos de los temas victorianos de la novela corta y convertirlos en algo que pareciera necesario y urgente de volver a contar”, asegura Davis, “sobre todo en lo referente a la masculinidad tóxica y cómo están presentes esas conductas en la próxima generación de hombres jóvenes, y cómo se puede contener la difusión de esas ideas nocivas”.
Cuando Kate llega a la finca Bly, se hace rápidamente amiga de la joven Flora (Brooklynn Prince), pero, cuando llega el hermano de 15 años de Flora, Miles (Finn Wolfhard), todo el ambiente de la casa, y el papel de Kate en ella, empieza a cambiar. Miles puede resultar impredecible —cruel un momento, amable al siguiente—, lo que hace que Kate recele de él. Eso crea una tensión cada vez mayor entre ellos.
Por suerte, durante el rodaje, no hubo tensión alguna entre Davis y sus jóvenes coprotagonistas. Más bien al contrario, de hecho. “Mackenzie es una de las mejores actrices con las que he trabajado nunca”, afirma Finn Wolfhard. “Se mete de verdad en la mente de su personaje y piensa en él de una forma analítica, la lógica tras su personaje. Mackenzie es en ese sentido casi como un carpintero. Se puede ver que su mente no para un momento. Es muy divertido trabajar con ella. Siempre estábamos intercambiando ideas. Era como nuestra propia reunión de guionistas”.
Davis intimó rápidamente con su coprotagonista más joven, Brooklynn Prince. De hecho, se convirtieron prácticamente en las mejores amigas. “Mackenzie es una chica muy divertida y verdaderamente extraordinaria”, opina Prince. “Teníamos nuestro propio saludo secreto durante el rodaje, conectamos mucho las dos. Pasábamos el rato juntas durante los descansos del rodaje y cuando teníamos que hacer una escena emotiva, nos acurrucábamos juntas y volvíamos a hacerlo después. Se convirtió en mi mejor amiga”.
Miles Fairchild - Finn Wolfhard:
Miles Fairchild es un enigma. A sus 15 años de edad es rico, creído, temperamental e impredecible. Cuando conoce a su nueva niñera, Kate, se muestra abiertamente hostil hacia ella, pero no está claro en un primer momento si esa conducta no es más que una expresión de la típica adolescencia masculina, o si está influyendo en él una fuerza más siniestra. “Cuesta llegar a Miles”, aporta Floria Sigismondi. “Está muy metido en su propia psique. Se esconde en su cuarto, tras su música. Si te fijas en su cuarto, ha quitado todas las cosas viejas. Prefiere tener su colchón en el suelo. Tiene pósteres en las paredes, sujetos simplemente con cinta adhesiva, junto a cuadros de valor inestimable. No le supone ningún problema pintarrajear un cuadro. Está lleno de angustia y aparta a la gente, Kate incluida. Es como un cable expuesto”.
Tras la muerte de sus padres, Miles se hizo muy amigo del profesor de equitación de los niños, Peter Quint (Niall Greig Fulton), que también ha muerto recientemente, en circunstancias misteriosas. “Miles se encuentra en una encrucijada”, explica Sigismondi. “Es un inocente al que se le puede llevar por mal camino. Se hace amigo de un tipo que tiene una visión masculina tóxica de las mujeres y le llena la cabeza a Miles de ideas sobre cómo tratar a las mujeres. Así que nuestra historia trata realmente sobre su elección. ¿Hacia dónde decide ir Miles?”.
Para interpretar a Miles, el equipo responsable del proyecto necesitaba a un actor joven que pudiera dar el tipo en pantalla frente a Mackenzie Davis y también despertar tanto compasión como sospecha entre los espectadores. Sigismondi lo encontró en una sola imagen. “Estaba pensando en quién podía interpretar a Miles, mientras hojeaba imágenes de actores, cuando vi una imagen de Finn Wolfhard, no de una película, sino de una sesión de fotos que había hecho”, recuerda Sigismondi. “Llevaba corbata y me recordaba a un uniforme escolar. Tenía una mirada en los ojos que podía interpretarse como traviesa o inocente, y se encuentra en esa etapa de transición de niño a hombre. Era perfecto para Miles”.
No estaba muy claro si Wolfhard, que está solicitadísimo tras el éxito de “Stranger Things” e It, tendría tiempo. “Finn es el rostro de su generación”, afirma Scott Bernstein. “Así que no pensamos que estuviera disponible. Le enviamos el guion de todos modos y, para nuestro deleite, aceptó el papel tras reunirse con Floria”.
Wolfhard era admirador de los trabajos anteriores de Sigismondi y sentía curiosidad por la visión de la realizadora para la película. “Floria es una directora increíble”, asegura el joven actor. “Nos reunimos y me convenció. Estuvo genial, me trató como a un amigo y me encanta su trabajo. Congeniamos y pensé que me gustaría ver cómo sería trabajar con ella en esta película”.
Wolfhard estaba deseando explorar la complejidad emocional y psicológica de Miles. “Miles está intentando asimilar quién es”, aporta Wolfhard. “Hay una línea en el guion que describe a Miles como ‘un cable expuesto’, que representa al personaje a la perfección. Es fuerte y lleno de angustia, pero también se puede ver que hay un niño herido en su interior. La primera vez que me reuní con Floria me contó que Miles es peligroso, pero que hay un muro entre Kate y él. Eso era interesante de interpretar, ese muro, porque crea una fricción entre los dos personajes”.
“Miles quiere tenderle realmente la mano a Kate, pero no sabe cómo”, prosigue Wolfhard. “Algo se lo impide y, encima de eso, es un chico deprimido cuyos padres han muerto. No tiene a nadie a quien tenderle la mano. Entonces llega Kate y ya tiene por fin a alguien, pero es incapaz de expresarse, así que lo hace de un modo que parece espeluznante o trastornado. Miles posee una especie de extraña dulzura y Kate puede verlo”.
En manos de otro actor, Miles podría resultar un adolescente precoz bastante unidimensional. Pero Wolfhard quería encontrar algo más complejo en el personaje. “Finn Wolfhard ofrece una versión inesperada de Miles”, opina Sigismondi. “Miles Fairchild es un niño pijo que puede resultar muy estirado sobre el papel, pero Finn consigue que parezca más cálido y real. A menudo interpreta las escenas al contrario de como lo esperarías. Si se supone que Miles está perdiendo los papeles, Finn interpreta lo contrario. Eso aporta una gran dinámica a la relación entre Miles y Kate. Kate está perdiendo la cabeza, mientras que Miles se siente muy cómodo en esa casa, en ese mundo, consigo mismo”.
Sus compañeros de reparto se sintieron cautivados por Wolfhard, tanto en la pantalla como fuera de ella. “Finn es el actor perfecto para interpretar a Miles, porque es muy listo”, comenta Davis. “Eso es importante para el personaje de Miles, porque no sabes realmente qué es lo que hace, ni qué intenciones tiene, pero puedes sentir que se lo piensa todo mucho. Finn viene a ser así de manera natural, y eso se puede ver perfectamente en su interpretación. También ayuda que Finn parezca un muñeco victoriano”, agrega Davis, riendo. “Tiene algo que hace que parezca de otra época”.
Brooklynn Prince, que interpreta a su hermana pequeña, Flora, también es su admiradora. “Finn es muy guay”, comenta Prince. “Cuando te imaginas cómo podría ser un chico guay, te lo imaginas a él. Me encanta su pelo rizado, y chocábamos esos cinco todo el rato”.
Flora Fairchild - Brooklynn Prince:
La pequeña de siete años Flora Fairchild cautiva a Kate desde el instante en que se conocen. Brillante, imaginativa, habladora, pero con cierto secretismo travieso, parece la encarnación misma de la inocencia infantil. Pero también es una niña que ha perdido a sus padres. Su institutriz anterior, la señorita Jessel (Denna Thomsen), a quien adoraba, se marchó sin despedirse siquiera, y no tarda en quedar claro que le aterra pensar en salir de la finca Bly, pues teme que, si lo hace, morirá. A medida que empiezan a salir a la luz los misterios de la finca Bly, resulta cada vez más evidente que Flora está relacionada con ellos.
“Flora es la inocencia que Kate quiere proteger”, proclama Floria Sigismondi. “Kate cuenta con Flora, pero no deja de ser una niña pequeña que ha perdido a sus padres y ha sufrido. Sus padres la abandonaron, y luego su cuidadora, Jessel, también la abandonó. Pero los niños son muy resistentes. No es una figura trágica. En su mundo, todo lo que sucede es normal para ella”.
Es un papel infantil que exige sutileza, profundidad y un amplio registro, y mientras trabajaban en el guion, Sigismondi temía que el personaje no pudiera ser interpretado por una actriz de seis o siete años. “Me preocupaba que el papel exigiera demasiado a alguien de esa edad, así que revisamos el guion e hicimos el personaje de Flora algo mayor”, recuerda Sigismondi. “Entonces me pidieron que fotografiara el número de ‘mejores interpretaciones’ del New York Times titulado ‘Horror Show [Espectáculo de terror]’, en el que Brooklynn Prince fue elegida por su interpretación en The Florida Project. Cuando la conocí, supe que sería perfecta. Es muy imaginativa, siempre está pensando, creando historias de sus personajes. Tiene algo sumamente especial”.
Eso resultaba más extraordinario aún si se tenía en cuenta que The Florida Project era la primera película de Prince. “Brooklynn posee la capacidad de aprenderse sus líneas de diálogo sin perder frescura”, opina Sigismondi. “A medida que los niños se hacen mayores, se vuelven conscientes de sí mismos de una manera que ella no es. Con Brooklynn, conseguí lo mejor de ambos mundos: esa frescura y capacidad para improvisar, pero con la madurez interpretativa para poder cambiar de tono de inmediato. Puede decir la misma línea de diálogo, pero ofrecer una interpretación completamente distinta de la misma. Puede ser una niña alegre, y volverse siniestra y escalofriante en un instante”.
A Prince le encantaba eso de su personaje. “Flora es una mezcla interesante de cosas”, apunta Prince. “Es algo tímida, a veces tiene mucho miedo, pero también tiene cierta faceta malvada cuando está con su hermano, Miles. Adora a su hermano”.
La joven estrella que interpreta a su hermano se quedó impresionado con ella. “Brooklynn aporta a Flora una tristeza y un sentido de asombro infantil”, comenta Finn Wolfhard. “No tenía más que siete años cuando hizo la película, pero se portó como una perfecta profesional y es capaz de meterse en la mente de su personaje. Es una verdadera actriz profesional y creó a Flora por completo”.
Mackenzie Davis agrega: “Brooklynn es asombrosa. Es tan lista, que la verdad es que se me olvidaba lo pequeña que era. Bueno, su imaginación da un poco de miedo, te preocupa un poco su capacidad para imaginar de manera tan intensa algunas de las cosas que le suceden a Flora en esta película. Es capaz de transportarse a ese lugar y transformarse. Es asombroso verla, pero al mismo tiempo da un poco de miedo”.
Señora Grose - Barbara Marten:
La Sra. Grose, interpretada por Barbara Marten, es el ama de llaves desde hace tiempo de la finca Bly, que se toma muy en serio su trabajo y sus responsabilidades. Es la presencia más duradera en las vidas de Miles (Finn Wolfhard) y Flora (Brooklynn Prince). Desde la muerte de sus padres, los niños han sufrido la desaparición de su institutriz, la señorita Jessel (Denna Thomsen), y la muerte de su profesor de equitación, Peter Quint (Niall Greig Fulton), pero la Sra. Grose sigue con ellos. Siempre. “Ella se ve como la custodia de la casa, la custodia de los niños y de la familia”, explica Scott Bernstein. No conviene jugar con ella. “La Sra. Grose lleva años y años viviendo con la familia”, aporta Floria Sigismondi. “También crió al padre de Miles y Flora, así que se siente muy protectora hacia los niños y la reputación de la familia. Ha antepuesto a esta familia, y ha visto ir y venir a niñeras y profesores. Su único objetivo es cuidar de los niños, y se muestra escéptica hacia Kate. Le deja muy claro a Kate quién manda”.
Como preparación para el papel, Barbara Marten se documentó sobre las reglas y jerarquías en la vida de los criados formales. “La Sra. Grose es británica y en el pasado fue una mujer con poder”, comenta Marten. “Ha supervisado esa casa. Leí un libro maravilloso sobre amas de llaves como parte de mi documentación. La Sra. Grose es una mujer que probablemente entró en el servicio cuando tenía alrededor de 14 años, en una familia inglesa. No tiene mucho dinero, pero tiene una educación, y ha ido ascendiendo a base de trabajar. Las amas de llaves de la época estaban a menudo aisladas socialmente, porque se veían superiores en estatus al resto del servicio y no se mezclaban con ellos, pero tampoco estaban a la altura de los patrones. Estaban en una especia de burbuja. Una burbuja bastante engreída. Las amas de llaves tenían enormes responsabilidades en cuanto a la casa, los criados, el dinero para administrar la casa, y respondían ante esos propietarios tan importantes y sus invitados”.
La Sra. Grose guarda secretos sobre la casa y lo que ha sucedido en ella, pero no queda claro a quién, o qué, está protegiendo la mayor parte de la película. “La Sra. Grose tiene algo extraño, no solo por su conducta, sino también por su aspecto”, aporta Marten. “Todo lo relativo a la Sra. Grose es gris y misterioso. Es como si se hubiera quedado parada en el tiempo, en esta burbuja, en este estado. Su estilo es un poco como de la década de 1940, como si se hubiera ido desvaneciendo poco a poco desde entonces. Es inteligente, es orgullosa y tiene poder, pero ahora vive su vida en las sombras. Es casi un anacronismo, al encontrarse en este mundo moderno de 1995, pero parece como si hubiera salido de otra época”.
Cuando Kate llega a Bly, está llena de optimismo y esperanza, pero la Sra. Grose se muestra fría con ella. “Kate entra en Bly con vigor y un sueño”, comenta Sigismondi. “Ya se ha hecho a la idea de que va a tener una relación estupenda con la niña, Flora, y va a cuidar de ella en esa casa increíble. Y entonces resulta que las cosas no son como esperaba. También tiene que lidiar con Miles, por la noche se oyen ruidos inquietantes y empiezan a pasar cosas raras. Intenta tenderle la mano a la Sra. Grose, pero esta no se muestra muy receptiva”.
Marten explica: “El guion describía a la Sra. Grose como ‘fría como una mañana de octubre’, y así es exactamente cómo se comporta con Kate”.
Señorita Jessel - Denna Thomsen:
La antigua institutriz de los niños antes de Kate (Mackenzie Davis), la señorita Jessel, interpretada por Denna Thomsen, aparece en forma espectral o en los sueños/visiones de Kate, y no está claro, al principio, si Jessel es un fantasma o un producto del delirio que solo Kate puede ver. A Kate le cuentan que Jessel abandonó su trabajo repentinamente sin despedirse, pero, a medida que avanza la historia, Kate empieza a sospechar que fue una víctima de la violencia. Aunque en un primer momento asusta a Kate, con el tiempo se da cuenta de que la visión de Jessel parece estar intentando dirigir a Kate hacia la verdad de lo sucedido. “No descubrimos la historia de Jessel a través de un flashback, sino a través de un recuerdo vivo, en cierto sentido”, explica Floria Sigismondi. “Cuando Kate entra en la habitación de Jessel, la cama empieza a moverse y Kate tiene una visión de lo que sucedió allí. Es como si la habitación tuviera memoria. Está en el mobiliario, en el ADN de la casa”.
El personaje, pese a no poder hablar, inspira fuertes emociones. “Jessel posee una gran dimensión”, opina Sigismondi. “Intenta comunicarse con Kate. Cuando aparece en pantalla, hay una sensación de pena, una sensación de que en esa historia hay más de lo que sabemos”.
El personaje necesitaba una actriz que pudiera transmitir todo eso mediante movimiento, algo que el equipo responsable del proyecto encontró en Thomsen, una bailarina profesional y coreógrafa, además de actriz, que ya había trabajado anteriormente con Sigismondi. “El personaje de Jessel está fuertemente influenciado por el movimiento del cuerpo; tengo experiencia como bailarina profesional, así que este papel me parecía muy apto para explorarlo”, comenta Thomsen. “Cuando Floria y yo hablamos del personaje, me mostró varias referencias de un estilo de baile japonés llamado Butoh. Butoh significa literalmente ‘danza de las tinieblas’. El movimiento es muy lento, teatralmente expresivo y de tono oscuro. Floria quería que yo incorporara todos esos elementos a Jessel, de modo que costara apartar la mirada de ella. Queríamos que resultara cautivadora y que los espectadores entendieran que lo que intentaba expresar era importante. El reto de incorporar una nueva forma de movimiento a mi cuerpo para este papel ha dejado una huella innegable en mí”.
Peter Quint - Niall Greig Fulton:
Peter Quint, interpretado por Niall Greig Fulton, era el encargado de la cuadra y profesor de equitación de Miles (Finn Wolfhard) y Flora (Brooklynn Prince). Miles hizo muy buenas migas con él y, tras la muerte de los padres de los chicos, Quint no solo se convirtió en la presencia masculina dominante de Bly, sino que tomó al joven Miles bajo su tutela. “Tras la muerte de los padres de Miles y Flora, Quint se convirtió en una especie de figura paterna para Miles”, aporta Wolfhard. “Miles no tenía a nadie más a quien recurrir y Quint se aprovechó de eso”.
La influencia de Quint en el chico es tanto perniciosa como duradera. Su repentina muerte no hizo nada por reducir su impacto en Miles y en la casa. En cierto modo, es casi como si siguiera allí. “Al principio, vemos a Quint como una fiera, pero resultaba más aterrador quitar todo eso y verlo como un hombre”, explica Floria Sigismondi. “Tiene una presencia muy fuerte en la película”.
El impacto duradero de Quint en Miles es un elemento temático importante de la película. “Quint ejercía una especie de poder dominante, abusivo”, prosigue Fulton. “Para un chico joven como Miles, eso puede confundirse por algo poderoso y atractivo, algo a lo que aspirar. La historia ilustra, muy inteligentemente, cómo se transmite de generación en generación una masculinidad tóxica nociva. La película es en realidad la historia de cómo una mujer increíblemente fuerte planta cara con valor a esa masculinidad perniciosa”.
Una masculinidad perniciosa que ahora va a por Kate (Mackenzie Davis). “Quint existe como una especie de fantasma emocional o intelectual que empaña los acontecimientos anteriores de la película”, aporta Davis. “Te preguntas: ‘¿Quién es esa persona que dejó semejante huella en esta casa, en este chico?’. Utilizaba a Miles para atraer a mujeres a la casa y ahora lo utiliza para atraer a Kate a una situación que ella no entiende. Aun así, no está claro si Quint es un verdadero fantasma que ronda por la casa, o si son sus ideas e influencia lo que persigue a Miles”.
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