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THE GLORIAS
INFORMACIÓN
Titulo original: The Glorias
Año Producción: 2020
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 146 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de años
Género: Drama, Biografía
Director: Julie Taymor
Guión: Sarah Ruhl, Julie Taymor. Basadas en la novela escrita por Gloria Steinem
Fotografía: Rodrigo Prieto
Música: Elliot Goldenthal
FECHA DE ESTRENO
España: 18 Diciembre 2020
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
DeaPlaneta


SINOPSIS

Gloria Steinem, reconocida por su activismo transformador, su aportación al revolucionario movimiento feminista y sus publicaciones, que han inspirado a varias generaciones de lectores. Repaso a la trayectoria de Steinem, plasmando la época que pasó en India con veintitantos años, la fundación de la revista Ms. en Nueva York, su papel en el auge del movimiento por los derechos de las mujeres en la década de 1960 y su participación en la histórica Conferencia Nacional de Mujeres de 1977, entre otros muchos hitos...

INTÉRPRETES

ALICIA VIKANDER, JULIANNE MOORE, TIMOTHY HUTTON, JANELLE MONÁE, BETTE MIDLER, LULU WILSON, LORRAINE TOUSSAINT, RYAN KIERA ARMSTRONG, KIMBERLY GUERRERO, DAVID SHAE, VICTOR SLEZAK, CHARLES GREEN, ALLIE McCULLOH

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NOTAS DE LA DIRECTORA...
   Cuando terminé de leer MI VIDA EN LA CARRETERA de Gloria Steinem hace cuatro años pensé que sería imposible llevarlo al cine. Por un lado, no tiene la estructura tradicional de una novela en tres actos y por otro, abarca ochenta años de la vida de una mujer que ha recorrido Estados Unidos e India. (Por no hablar ya de lo que supondría conseguir financiación para un proyecto tan ambicioso.) No obstante, también sentí que una vida tan extraordinaria tenía el potencial para convertirse en una película apasionante, divertida, emotiva y, espero que, inspiradora. Gloria había escrito un libro sobre sus experiencias de viaje por carretera, una serie de momentos y acontecimientos inconexos, tanto políticos como personales, que podían llevarse a la gran pantalla en un formato muy poco habitual: una road movie conducida por mujeres, donde las protagonistas no mueren al final y donde el hilo conductor no es un romance ni un matrimonio fallido ni un corazón roto ni siquiera un hombre. La historia de Gloria en la carretera se centra en sus “Encuentros con mujeres extraordinarias”. Y eso es una historia de amor en sí misma.
  Su viaje hace hincapié en la inspiración, la colaboración y el compañerismo que fue surgiendo de sus encuentros con activistas políticas y sociales como Bella Abzug, Flo Kennedy, Dorothy Pittman-Hughs, Wilma Mankiller y Dolores Huerta, entre muchas otras. Esta “segunda ola del feminismo” es una parte de la historia que nunca se había llevado al cine como tal. La película combina escenas interpretadas con gran talento por actrices de la talla de Julianne Moore, Alicia Vikander, Bette Midler, Janelle Monae y Lorraine Toussaint, entre muchas otras, con metraje de archivo que hemos utilizado para plasmar acontecimientos que no podíamos recrear fielmente. Y tampoco hubiéramos querido hacerlo. La autenticidad de las personas, de los lugares y de eventos tan importantes como la Manifestación en Washington y la Conferencia de Mujeres de Houston de 1977 merecían llegar al público con total realismo y crudeza.
  Es de sobra conocido el nombre y la imagen de Gloria Steinem, con sus gafas de aviador, las mechas rubias y las minifaldas de los años sesenta. Conocemos pinceladas de su vida, como su trabajo de incógnito como conejito Playboy, el auge de la revista Ms. en los setenta y el gran impacto que tuvo en asuntos como la legalización del aborto, la violencia machista, el acoso sexual, la igualdad de sexo y raza y la Enmienda de Igualdad de Derechos (ERA), entre otras. Pero con esta película queríamos analizar la evolución de esta mujer tan única y polifacética, desde su infancia poco convencional y complicada hasta sus viajes a India, en contacto con grupos étnicos y culturas muy diferentes. La historia de su vida se desarrolla desde 1940 hasta el presente, superando crisis, batallas y leyes que han cambiado la forma y la naturaleza de las vidas de mujeres de todo el mundo.
  Suena muy épico, pero la protagonista es una mujer a la que cariñosamente llamaban una “camarera celestial”, que dejó huella por su capacidad para escuchar otras opiniones y ayudar a otras mujeres a avanzar. Se convirtió en un referente por poner en marcha un movimiento comunitario e impulsar el progreso, todo sin arrogancia ni narcisismo, lo cual es como un soplo de aire fresco dado el panorama actual, en el que los líderes representan justo lo contrario. Como muestra un botón: la escena en la que la revista Newsweek quiere poner a Steinem en portada como imagen del Feminismo, y ella se niega. Su respuesta fue que “un movimiento lo componen muchas personas moviéndose, no una mujer posando para una fotografía, desde luego no una mujer blanca, desde luego no yo. El movimiento seguiría existiendo sin mí”.
  Así, la película no pone el foco sobre una sola mujer, sino que se centra en las diferentes GLORIAS que protagonizan la película. De hecho, para mí las GLORIAS no se refiere solo a Steinem, sino que, al final de la película, va mucho más allá, para representar a “NOSOTROS EL PUEBLO”. Lo que me llevó a rodar esta historia, a centrarme en esta vida, fue poder conocer a todas estas mujeres y chicas. Su vida se construye a través de las mujeres que componen esta historia. Espero que el público sienta curiosidad y busque información sobre Flo Kennedy, Bella Abzug y Wilma Mankiller. Gloria Steinem nos abre el camino hacia las vidas de esas mujeres, al igual que ellas se abrieron camino en la vida de Steinem.
  Disfruté mucho de profundizar en su infancia. Su padre era una especie de vendedor ambulante a lo LUNA DE PAPEL, siempre en la carretera, y le enseñó a su hija que viajar es la mejor educación. Leo era un hombre incontrolable, irresponsable y muy dramático y Gloria tenía una papitis tremenda, cosa que molestaba bastante a su madre, una mujer muy insatisfecha. Cuando Gloria tenía 12 años su padre se marchó de casa para no volver, abandonando a su mujer e hija, y la pequeña tuvo que presenciar el desmoronamiento de la salud mental de su madre, convirtiéndose en la “madre de su madre” y ocupándose de la vida familiar.
  Con veintitantos años obtuvo una beca para pasar dos años viajando por India. Allí leyó a Gandhi y pudo participar en su primer “círculo de escucha”, en un pueblo diezmado por conflictos relacionados con las castas. La experiencia de compartir historias con las mujeres de este pueblo, sentadas en círculo alrededor de una hoguera, abriéndose sin pudor para compartir sus terribles historias personales sobre la violencia sufrida tuvo un fuerte impacto en la joven Gloria. Tanto es así que este formato se convirtió en una de las características principales de las asociaciones comunitarias con las que ha trabajado durante su vida. Me resultó curioso que siendo una joven periodista, Gloria sintiera miedo escénico y se le diera mal hablar en público, y cómo fueron Dorothy Pittman Hughs y Dolores Huerta las que animaron a Steinem a transmitir su mensaje de viva voz además de a través de sus publicaciones. Con los años vemos a una Gloria madura, capaz de comunicar sus opiniones con fluidez, de promover el activismo a través del humor y de soluciones concretas y también de sentir momentos de frustración, soledad y falta de confianza.
  Al tratarse de una vida tan interesante, tan marcada por acontecimientos y aspectos extraordinarios, tenía claro que necesitaba dar con un principio que vertebrase la historia y pudiera ayudarme a recopilar todas las experiencias y voces que confluyen aquí. Quería retratar a Gloria a los siete años, a los doce, entre los veinte y los cuarenta y desde los cuarenta hasta la actualidad. Quería contar con al menos cuatro Glorias que pudiera presentar no de manera lineal como en un biopic al uso, sino de una forma espontánea y flexible, permitiendo que interactuasen entre ellas, incluso compartiendo escenas. Así surgió el concepto del BUS ATEMPORAL, un autobús que va viajando constantemente de una manifestación a otra, pasando por conferencias, talleres, mesas redondas, entrevistas y charlas. Y me imaginé a las diferentes Glorias sentadas en ese autobús, discutiendo, bromeando, charlando, cuestionándose y apoyándose. Este BUS ATEMPORAL también podía atravesar la memoria, la introspección y la ilusión. Las escenas del BUS harían las veces de la narración a la que a menudo se recurre para explicar acontecimientos o pasar de una época a otra en los biopics. Las frustraciones y las recriminaciones podían manifestarse a través de diálogos o encuentros mudos entre las Glorias. En cuanto se me ocurrió el leit motif del BUS llamé a Gloria para comentarle la idea. Había hablado con ella unos meses antes sobre mi intención de comprar de los derechos del libro para llevarlo al cine, pero ella no pensaba que tuviera mucho potencial cinematográfico. A pesar de ello, apoyó la idea y esperó pacientemente hasta ver cómo podíamos hacer realidad la idea. Cuando le hablé del BUS ATEMPORAL me contestó, “¿Cómo lo has sabido?”. “¿El qué?”, contesté. Y entonces me contó que a veces tiene visiones de sí misma en el futuro y en el pasado, por ejemplo, se ve andando por la calle y a veces entabla una conversación interior con su otro yo. No había más que hablar, habíamos dado con el concepto.
  Otro de los aspectos destacados del libro son las fantasías y las intensas realidades interiores que se entrecruzan con la trama más concreta y realista. Como las pinturas que cobran vida en FRIDA, estos momentos surrealistas expresan pensamientos no verbalizados, deseos o estados abstractos. Al tratarse de un biopic, me parecía relevante poder expresar lo inexplicable y lo inenarrable alejándome de las inevitables limitaciones de la línea temporal de la realidad.
  Por ejemplo, vemos a la Gloria adolescente que sueña con ser bailarina de claqué y triunfar en Hollywood. En uno de los puntos de inflexión de la película, la vemos con unos treinta años durante una entrevista en televisión. Se queda sin palabras cuando el presentador suelta un comentario machista absurdo y los sentimientos que ha reprimido brotan en forma de un tornado rojo que mágicamente inunda el estudio de televisión, arrastrando al periodista hasta el vórtice. Después, las cuatro Glorias se unen en un momento divertido e ingenioso, transformadas en brujas legendarias, en un guiño a El Mago de Oz, a las tres brujas de Macbeth y a las brujas voladoras de Harry Potter. Es decir, las Glorias, conscientes de cómo las percibe el frágil ego masculino, toman la forma del viejo cliché de la mujer/bruja.
  Otro ejemplo de exteriorizar un sentimiento interior ocurre cuando Gloria ronda los cincuenta años. En su autobiografía describe su incesante vida en la carretera, los viajes constantes, las charlas y las reuniones, como si estuviera en una cinta de correr de la que no puede bajarse. Para plasmarlo, creamos una imagen surrealista de varias Glorias corriendo en un paisaje inspirado por Escher, con una autopista convertida en una cinta de correr infinita, con esas marcas viales que van atravesándola según avanza.
  Hemos querido rodar este filme porque habla de posibilidades y del camino que elegimos para conseguir lo que nos proponemos.
En 2016, mientras veíamos los resultados electorales, estaba con Lynn Hendee, la productora, en el apartamento de Samanta Power (embajadora de la ONU) en el Waldorf Astoria con Gloria, Madeline Albright y cuarenta embajadoras de todo el mundo. Nos reunimos con ellas para grabar escenas de una película que estaba por escribirse. Creíamos que íbamos a filmar el momento en el que Hillary Clinton era elegida presidenta de Estados Unidos. Según íbamos asimilando lo que había pasado, las embajadoras se fueron marchando de una en una, conscientes de la situación que se les venía encima. Gloria Steinem fue la última en marcharse y lo hizo con su optimismo característico, sacando fuerzas de flaqueza, despidiéndose con un “Ahora tenemos que buscar el lado bueno de lo malo”.
  Aunque esas elecciones no nos dieron el metraje que buscábamos como epílogo de la película, sí que rodamos la MANIFESTACIÓN FEMINISTA de enero. Por su potente declaración ante los millones de manifestantes decidimos titular esta película THE GLORIAS. Terminó con las palabras “… y recordad, la Constitución no empieza ‘Yo, el presidente’, sino ‘NOSOTROS, EL PUEBLO’”. El impacto de esas palabras y la reacción del público repitiendo NOSOTROS, EL PUEBLO plantaron la semilla de la que surgió THE GLORIAS.
  Una película tan complicada como esta no hubiera sido posible sin un extraordinario equipo de colaboradores. Había trabajado antes con el gran director de fotografía Rodrigo Prieto en FRIDA y EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO, y en esta ocasión decidimos que las escenas del BUS ATEMPORAL las rodaríamos en blanco y negro y que utilizaríamos tanto una especie de filtro fotográfico como película a color para las escenas vistas a través de las ventanas. Rodar en Savannah (Georgia) y Rayastán (India) fue todo un reto, pero la diseñadora de producción Kim Jennings se superó en creatividad. Nos hemos trasladado a localizaciones en Nueva York, Boston, las tierras baldías de Dakota del Sur, Las Vegas, las tierras de cultivo de Oklahoma, San Francisco, Washington D.C., Houston, un lago en Michigan, Toledo (Ohio) y un pueblo de India, entre muchas otras. Al tratarse de una road movie los taxis, coches, buses y aviones necesitaban estar ambientados correctamente. Sandy Powell ha hecho un trabajo increíble diseñando el vestuario para ocho décadas, con 150 personajes con diálogo y cientos de extras. Elliot Goldenthal ha compuesto una música que retrata cada momento histórico con un estilo único y personal. Guitarras eléctricas minimalistas se dan la mano con jazz, cuartetos de cuerdas e himnos sinfónicos para convertirse en un personaje más de la película. En el equipo destacan también la coguionista Sarah Ruhl, la montadora Sabine Hoffman y una infinidad de colaboradores y colaboradoras sin los que no hubiéramos podido llegar hasta aquí.

NOTAS DE GLORIA STEINEM...

  Cuando Julie Taymor me llamó para comentarme que quería llevar “Mi vida en la carretera” al cine, me sentí como si yo misma estuviera en una película. Me vinieron a la cabeza imágenes de “Frida”, en particular las escenas en las que los colores de Kahlo invaden la pantalla, y de “Across the Universe”, con las canciones de los Beatles convertidas en un movimiento global por la paz. Ni siquiera me había parado a pensar todavía en “El rey león”, le dije “Me pareces increíble, ¡puedes hacer lo que quieras!”.
  Cuando nos sentamos a hablar, me sorprendió descubrir que habíamos llevado un poco vidas paralelas. Por ejemplo ella es una persona visual, mientras que yo soy una persona textual y, aunque nos separan prácticamente dos décadas, ambas habíamos vivido en Asia cuando teníamos veintitantos años y nuestra trabajo sigue reflejando la influencia de lo que aprendimos durante esos viajes. No hemos tenido hijos ni hemos tenido un trabajo de oficina, y nuestra familia se compone de personas con las que compartimos el trabajo que nos apasiona. A ambas nos han atacado por hacer cosas que supuestamente no debían hacer las mujeres y nos sentimos satisfechas por haber formado parte de algo mucho más grande que nosotras mismas.
  Cuando se anunció la película, de repente la gente empezó a hacerme muchas preguntas, y yo no sabía cómo contestarlas. Por ejemplo, “¿El proyecto cuenta con tu visto bueno?”. No tenía muy claro qué significaba esa pregunta y mucho menos cómo podía dar el visto bueno a algo que Julie sabe hacer y yo no. Como escritora podía contar una historia que abarca casi ochenta años, marcando los cambios temporales con espacios en las páginas o cambiando de capítulo, contando con la imaginación de los lectores para ir siguiendo la narración. Al llevarla al cine, Julie tendría que contar una historia personal protagonizada por los mismos personajes en diferentes etapas de sus vidas, en dos continentes, a lo largo de ochenta años, enmarcada por un movimiento que fue creciendo, impulsado por la rabia y la esperanza.
  Al final expliqué que más que aprobación lo que sentía era confianza. Mi papel ha sido el de contestar las dudas de Julie. Por ejemplo: ¿Dónde quedabas con tu padre cuando te visitaba en Nueva York? En una cafetería y él se pedía un helado. ¿Le importaría a tu amiga Dolores Huerta, quien organizó los movimientos de los trabajadores agrícolas y tuvo once hijos, hablar sobre el aborto? Se lo pregunté a Dolores y me contestó que le parecía bien que se dijera que la iglesia y otros organismos antiaborto no apoyaban a los niños después de nacer y que las mujeres debíamos tomar nuestras propias decisiones.
  ¿Qué te parecería que a Dorothy Pitman Hughes, la primera mujer que te acompañó en los discursos, la interpretase la actriz y cantante Janelle Monáe? Cuando se lo plantee a Dorothy, tanto ella como sus hijas quedaron encantadas, ¿acaso Julie sabía que ellas también cantaban?
  ¿La gran Bette Midler accedería a interpretar a la congresista Bella Abzug? Dijo que sí, le gustaba mucho Bella y todavía se la imagina haciendo campaña por las calles de Nueva York. “Además”, dijo, “¡tengo ese sombrero!”.
  Aunque llevase una prótesis, no conseguiríamos que Timothy Hutton tuviera la misma corporalidad que tu padre, ¿se te ocurre alguna otra característica que pudiera darle más realismo al personaje? Mi padre me trató siempre como una amiga. No me cortaba ni un pelo al hablar con él y le daba la réplica para que pudiera hacer chistes y bromas. Íbamos a subastas de antigüedades y al cine juntos, siempre me trató como si tuviera voluntad propia.
  ¿Cómo explicas haberte casado cumplidos los sesenta, sobre todo teniendo en cuenta que las feministas se han opuesto desde siempre a la desigualdad del matrimonio? Las mujeres ya no tenemos que adoptar el apellido de nuestros maridos y podemos abrir cuentas sin autorización de nadie, el matrimonio se ha convertido en una asociación legal, gracias al movimiento feminista. El permiso de residencia de David, que nació en Sudáfrica, estaba a punto de caducar. Estábamos enamorados y Wilma Mankiller, primera líder femenina de la Nación cheroqui, se ofreció a oficiar una ceremonia cheroqui en la Reunión Nacional, fue una unión muy armónica.
  Estás siempre viajando, pero ¿dónde te sientes en casa? Por fin me he instalado en una casa, con un escritorio, en Nueva York con mi gato.
Visité el rodaje el último día de trabajo en Georgia, donde habían recreado varias localizaciones en un almacén gigante que parecía un hangar de aviones. En una de las escenas que se rodaron ese día, Timothy Hutton caminaba hacia una sala de cine con una niña de la mano (Ryan Kiera Armstrong). Después Julianne Moore, que me interpreta con cuarenta o cincuenta años, discutía con un señor en la calle. Y Alicia Vikander, que me retrata a los veintitantos, hablaba con un acento estadounidense perfecto, sin rastro de su idioma sueco nativo.
  Se habían cuidado todos los detalles, hasta las cosas más pequeñas como las uñas de los personajes. Vi que se habían documentado muchísimo, desde las minifaldas y el pelo largo hasta las botas y los vaqueros, desde las salas de cine hasta internet.
  Pero la mayor sorpresa fue una aportación personal de Julie: un tradicional autobús de la marca Greyhound. Estaba aparcado ahí en medio y funcionaba como método visual para que personajes de diferentes épocas coincidieran y charlaran, e incluso mirasen por la ventana para contemplar diferentes acontecimientos y épocas.
  En el autobús, dos mujeres me interpretaban con dos edades distintas. Julianne, la Gloria adulta, le daba la mano a la Gloria niña con cariño y emoción, fue un momento muy tierno. En otra escena Alicia y Julianne estaban sentadas juntas, charlando desde dos momentos temporales diferentes.
  Las ventanas también sirvieron para que la cámara se asomase a ver una autopista en la que viajábamos toda la familia en nuestro coche o una cafetería o una carretera infinita vacía.
  Durante mi visita me pidieron sentarme en uno de los asientos de delante en silencio. Me pareció mucho más imaginativo que cualquier cosa que se pudiera hacer con capítulos o espacios en blanco en las páginas de un libro.
  Como las muñecas rusas en las que en el centro hay una niña y las capas exteriores van teniendo cada vez más edad, todas las versiones de nuestro yo están siempre con nosotros.
  Ya en el montaje inicial percibí que se habían retratado con gran precisión el ambiente y los sentimientos de la época. Por ejemplo, la escena de la barbería de afroamericanos en East Toledo, donde la hija de uno de los barberos me enseñó a bailar claqué de niña. Estaban las sillas de los barberos de la época y la radio era el mismo modelo que recordaba. De cierta manera, también transmitía la sensación que tengo de que las comunidades afroamericanas son más abiertas a los niños y las niñas.
  También hay una escena con mi madre, en la que me cuenta que había sido escritora y reportera; cosa que yo no sabía. Me di cuenta de que estaba viviendo la vida que no pudo vivir mi madre. Con su película, Julie quizá ayude a otras mujeres a darse cuenta de que también es su caso.
  Para mí lo más misterioso fue el viaje de Julie y el equipo técnico a la India, porque no tuve nada que ver con esas escenas. Sin embargo, recrearon mis experiencias en la década de 1950 con los viajes en vagones de mujeres, ese caminar por pueblos destrozados por los disturbios y el hablar con mujeres en reuniones nocturnas a la luz de las lámparas de keroseno. Esas escenas son perfectas porque han sabido captar los detalles y las emociones.
  La escena de mi quincuagésimo cumpleaños también está retratada minuciosamente, hasta el vestido es exactamente igual. Muestra un movimiento que ha cogido fuerza y es mucho más potente que en las escenas iniciales cuando ponemos en marcha la revista.
  Todo esto se debe a la genialidad de esta realizadora tan increíble.
Ahora que la película va a echar a volar, a menudo me preguntan qué opino de ella.
Espero y creo que la película es una especie de caballo de Troya que transmite mi historia, pero contiene también las historias de otras mujeres y otros hombres, y la de un movimiento que permite a cada persona ser única y vivir su pasado, presente y futuro.
  Por ejemplo, casi todo lo que sé de feminismo lo aprendí de mujeres afroamericanas que eran más mayores que yo y que habían empezado a ser activistas antes que yo, como la gran Florynce Kennedy, a quien interpreta Lorraine Toussaint (con su sombrero australiano y sus botas de cowboy), y espero que los espectadores y las espectadoras abandonen la noción del feminismo “blanco”. Si es blanco, no es feminismo.
  Incluso ya en 1972 la primera encuesta nacional de Louis Harris sobre la liberación de la mujer demostró que alrededor del treinta por ciento de las mujeres blancas apoyaban el movimiento y sus valores. Las cifras entre las mujeres afroamericanas superaban el sesenta por ciento.
  Tenemos que tener muy clara una cosa: en las últimas elecciones presidenciales un cincuenta y uno por ciento de las mujeres blancas votaron a Donald Trump, mientras que el noventa y seis por ciento de las mujeres afroamericanas votaron a Hillary Clinton.
Espero que esta película también sirva para dar a conocer a una mujer que, si el mundo fuera más justo, hubiera sido presidenta: Wilma Mankiller, primera líder femenina de la Nación cheroqui.
  Este filme es único porque incluye a los hombres, pero el éxito de las mujeres no depende de su presencia o ausencia en nuestras vidas. Supongo que eso también lo agradecerá el público.
  Por encima de todo, espero que esta película inspire al público a contar sus propias historias. Nuestros cerebros no se organizan en función de hechos y estadísticas, sino según una narrativa. Como dijo Muriel Rokeyser, “El universo se compone de historias, no de átomos”.
  Llevamos toda la vida sentándonos alrededor de hogueras para contar nuestras historias, aprendiendo unos de otros, y las películas son nuestras hogueras contemporáneas.

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