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ACERCA DE “LA VIDA DE LOS DEMÁS”...
Toda sociedad que aplica la pena de muerte necesita personas para matar a otras personas. Cuatro hombres se enfrentan a una elección impensable pero sencilla.
Decidan lo que decidan, directa o indirectamente se corromperán a sí mismos y a sus relaciones.
En cuatro episodios conectados temáticamente, Mohammad Rasoulof cuenta sus historias, que inevitablemente son también las historias de las personas que les rodean.
1- EL MAL NO EXISTE
Heshmat, de 40 años, es un hombre de familia sencillo y agradable. Tiene una vida pacífica con su esposa y su pequeña hija. Pero se siente atrapado en la rutina. Gana suficiente dinero para mantener a su familia, pero en sus ojos se nota que está viviendo con un secreto.
2- ELLA DIJO: "PUEDES HACERLO"
Pouya acaba de comenzar su servicio militar obligatorio de 2 años. Con un desembolso considerable, podrá solicitar un pasaporte y realizar su sueño de irse de Irán para vivir en el extranjero con su novia.
Después de solo una semana de entrenamiento básico, se enfrenta a un dilema.
Tiene una larga noche por delante; una noche en la que Pouya debe decidir entre sus sueños o sus convicciones.
3- CUMPLEAÑOS
Javad es un joven soldado al que han concedido un permiso de 3 días desde su base.
Viaja a un pequeño pueblo cerca del Mar Caspio para estar con Nana, su prometida, el día de su cumpleaños. Ha traído un anillo y planea proponerle matrimonio durante la fiesta.
Pero cuando llega a casa de Nana, se entera de que la muerte de un amigo cercano a la familia ha hecho que cancelen la celebración. El secreto de la muerte de este extraño trastorna las vidas de Javad y Nana…
4- BÉSAME
Bahram y Zaman son una agradable pareja de mediana edad que vive en el campo criando abejas y son muy apreciados y respetados por sus vecinos.
Darya, a petición de Bahram y tras la aprobación de Zaman, va a quedarse durante unos pocos días en su granja. Pero su presencia altera enormemente sus vidas.
NOTAS DEL DIRECTOR...
El año pasado, mientras cruzaba una calle de Teherán, vi a uno de mis interrogadores saliendo del banco. De repente, experimenté una sensación indescriptible. Sin su conocimiento, lo seguí por un rato. Después de diez años había envejecido un poco.
Quería hacerle una foto con mi móvil, quería correr hacia él, plantarme ante él y, enfadado, gritarle todas mis preguntas. Pero cuando lo miré de cerca y observé sus gestos con mis propios ojos, no pude ver un monstruo malvado.
¿Cómo transforman los gobernantes autocráticos a las personas para convertirlas en meros componentes de su maquinaria autocrática? En los estados autoritarios, el único propósito de la ley es la preservación del estado y no facilitar ni regular las relaciones entre las personas que viven en dicho estado.
E impulsado por experiencias tan personales, quise contar historias que nos cuestionaran: Como ciudadanos responsables ¿tenemos alternativa cuando los déspotas nos hacen cumplir órdenes inhumanas? Como seres humanos ¿hasta qué punto debemos ser considerados responsables de nuestro cumplimiento de esas órdenes? Enfrentado a esta máquina de autocracia, cuando se trata de emociones humanas ¿dónde nos deja la dualidad del amor y la responsabilidad moral?