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SINOPSIS
La legendaria Billie Holiday, una de las mejores intérpretes de jazz de todos los tiempos, pasó la mayor parte de su carrera siendo adorada por sus fans alrededor del globo. Todo mientras el Departamento Federal de Narcóticos de Estados Unidos la fijó como objetivo mediante una operación encubierta liderada por el Agente Federal Jimmy Fletcher, con quien Billie había tenido un tumultuoso romance...
INTÉRPRETES
ANDRA DAY, GARRETT HEDLUND, NATASHA LYONNE, ROB MORGAN, TREVANTE RHODES, TONE BELL, Da'VINE JOY RANDOLPH, EVAN ROSS, DANA GOURRIER, MELVIN GREGG, ERIK LaRAY HARVEY, TRISTAN D. LALLA, KWASI SONGUI, ALIKA AUTRAN, BLAKE DeLONG
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PREMIERE
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LA PRODUCCIÓN...
“Emblemática cantante de jazz y drogadicta” es como se describe a Billie Holiday con demasiada frecuencia. Muchos creen que su muerte en 1959, con solo 44 años de edad, se debe a su propia autodestrucción, a base de drogas, alcohol y hombres perniciosos. Resumiendo, fue trágica. Nadie piensa en ella como una heroína, o líder del movimiento por los derechos civiles. Pero Billie Holiday fue ciertamente todo eso y mucho más. Desobedecer las órdenes del gobierno federal para que dejara de cantar “Strange Fruit”, una canción que protestaba por el linchamiento de afroamericanos, fue la causa probable de su muerte prematura. Inspirada y basada en el capítulo “Black Hand” del revelador superventas del New York Times de 2015 del autor británico Johann Hari, “Chasing the Scream: The First and Last Days of the War on Drugs”, LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA BILLIE HOLIDAY cuenta la historia de la rebelde Holiday, que se negaba a ceder ante los supremacistas blancos.
“Cuando piensas en los cabecillas del movimiento por los derechos civiles, piensas en Rosa Parks, o en Martin Luther King, o, si quieres ponerte un poco atrevido, en Malcolm X. Pero la verdad es que no se te ocurriría pensar en Billie Holiday”, sugiere el director y productor nominado al Óscar Lee Daniels. “La ves más bien como una cantante, una artista de jazz, una drogadicta”.
J. Edgar Hoover no es el único funcionario del gobierno con casos documentados de abuso de poder. Harry J. Anslinger, responsable de la Oficina Federal de Estupefacientes del ministerio de Hacienda de los Estados Unidos, precursor de la DEA (Agencia Antidroga), que trabajó para cinco presidentes estadounidenses (Hoover, Roosevelt, Truman, Eisenhower y Kennedy), también abusó de su poder. Como arquitecto de la “guerra contra las drogas”, Anslinger, que cargó contra numerosos músicos de jazz por usar marihuana, intentó intimidar a Billie Holiday para que no cantara “Strange Fruit” y utilizó sus problemas con las drogas y el alcohol como excusa para ir a por ella.
Encarcelar a alguien por cantar una canción podría parecer un tanto exagerado para los parámetros actuales. Pero la década de 2020 no es la década de 1930. Las canciones de protesta social distaban mucho de estar a la orden del día. En 1939, cuando Billie Holiday interpretó por primera vez “Strange Fruit” (para protestar por los linchamientos) en el primer club nocturno integrado de Nueva York, Café Society, ante una audiencia mayoritariamente blanca y después la grabó, los mayores éxitos del año fueron “Over the Rainbow”, de Judy Garland, y “When the Saints Come Marching In”, de Louis Armstrong. Sin embargo, cuando Billie Holiday empezó a cantar “Strange Fruit”, los artistas y cantantes de música popular no se expresaban abiertamente en su música.
Las evidencias históricas de protestas contra los linchamientos, que suelen referirse al asesinato de gente de color, sobre todo hombres, a manos de una turba compuesta principalmente por hombres blancos, en su mayor parte en el Sur, y que suelen quedar sin castigo, se remontan a la década de 1890. Más de dos décadas antes de que Holiday cantara “Strange Fruit”, casi 10 000 personas se reunieron en Nueva York en 1917 para participar en la marcha silenciosa organizada por NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color, por sus siglas en inglés) contra los linchamientos, una de las primeras manifestaciones multitudinarias de su tipo para protestar por la violencia racial. Al año siguiente, el congresista estadounidense Leonidas C. Dyer, republicano (o sea, del partido de Abraham Lincoln) por San Luis, presentó el proyecto de ley Dyer contra los linchamientos, que convertía el linchamiento en un delito federal, pero se encargaron de obstruirlo hasta impedir su aprobación. Entre 1934 y 1936, los senadores Edward Prentiss Costigan y Robert F. Wagner, demócratas de Colorado y New York, respectivamente, presentaron el proyecto de ley Costigan-Wagner contra los linchamientos, que tampoco llegó a aprobarse. Desde 1918, se han presentado en más de 200 ocasiones en el Congreso proyectos de ley contra los linchamientos, algunas tan recientes como el 26 de febrero de 2020, cuando la Cámara de Representantes aprobó, por 410 votos a favor y 4 en contra, la Ley Emmett Till Antilinchamientos. Por desgracia, el senador Rand Paul de Kentucky evitó que la ley recibiera la aprobación definitiva en el Senado. Incluso en la actualidad, en la década de 2020, no se ha conseguido aprobar una ley contra los linchamientos.
“Strange Fruit” empezó como un poema titulado por entonces “Bitter Fruit”, en 1937, publicado por el judío estadounidense Abel Meeropol como ‘Lewis Allan’ en The New York Teacher, una publicación del sindicato de profesores. Meeropol lo escribió como reacción a una foto sumamente explícita del fotógrafo Lawrence Beitler del linchamiento de dos jóvenes negros, Thomas Shipp y Abram Smith, acusados de matar a un hombre blanco y a su novia, a manos de una turba blanca que los sacó a rastras de la cárcel de Marion, Indiana. En un determinado momento, parece ser que Meeropol, su mujer Anne y la vocalista afroamericana Laura Duncan incluso empezaron a interpretarla como una canción.
Cuando Billie Holiday oyó por primera vez la letra de “Strange Fruit”, le recordó a su padre, que murió cuando se negaron a tratarlo en un hospital por ser negro. De modo que, a los 23 años de edad, se atrevió a empezar a cantar el tema en Café Society. Temiéndose represalias y censura en el Sur, su productor John Hammond se negó a grabarla y Columbia Records, que la tenía contratada, se negó a publicar el tema. Lo que sí hicieron fue permitirle grabarla para otro sello. Tras oír a Holiday cantar “Strange Fruit” a capela, Milt Gabler, que era dueño del sello de jazz alternativo Commodore, produjo el tema cantado por Billie Holiday, y lo publicó en 1939 a través de un acuerdo con Vocalion Records. Esa grabación llegaría a vender más de un millón de copias, lo que la convirtió en el mayor éxito de ventas de Holiday. En 1944, la volvió a grabar para Commodore. LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA BILLIE HOLIDAY resalta cómo Billie Holiday se negó a dejar de cantar “Strange Fruit” y cómo lo pagó con su vida.
“Por aquel entonces, se enfrentaba a muchas cosas y lo hacía básicamente sola”, aporta Andra Day, que encarna al icono del jazz. “Eran los comienzos del movimiento por los derechos civiles. La verdad es que la veo como la madrina de los derechos civiles. No podía andarse con miramientos con muchas de las cosas que hizo y sobre todo en lo referente a luchar por su gente”.
Day, conocida por su canción con conciencia social nominada al Grammy de 2015 “Rise Up” no había actuado nunca. En su impresionante primer papel como actriz, domina la pantalla. Como cantante sin experiencia interpretativa, Day no se veía en ese papel. Cuando se lo propusieron, ella misma expresó sus dudas. Cuando Daniels la eligió, Day se encontró deseando que el director cambiara de opinión. Su miedo también motivó su transformación. Para el papel, Day redujo su peso de 74 a 56 kg. Cambió su voz, tanto al hablar como al cantar. También se deshizo de muchas de sus inhibiciones personales.
“Interpreto a un personaje que fuma cigarrillos y se acuesta con múltiples personas, hombres, mujeres y toma muchos tipos distintos de drogas, y yo no digo palabrotas, no tomo drogas, ni siquiera me acuesto con nadie, ni bebo alcohol, no hago nada de eso”, comenta. “Empecé a mostrarme un poco más descarada, soltando más palabrotas, dejando que mi boca asumiera el control. La verdad es que tuve que remontarme a cuando tenía veintitantos años y me permitía sentir, decir lo que se me pasara por la cabeza sin sentirme culpable o tener que contenerme, pensármelo dos veces y decirme: ‘¿cuál es la forma adecuada de hacer esto?’, y dejarme llevar”.
Day comenta que, para su familia y las personas de su entorno, su transformación “resultó algo chocante, porque la verdad es que no estaban acostumbrados a verme ni a oírme así, ni a percibirme así, pero, después de un tiempo, creo que a la gente empezó a encantarle mi Billie Holiday, como si pensaran que la fueran a echar de menos cuando desapareciera”.
Como a Daniels le preocupaba al principio la falta de experiencia interpretativa de Day, la envió a Tasha Smith, una amiga suya y tutora de interpretación. La transformación inicial de Day lo dejó pasmado. “No interpretaba, era ella misma”, recuerda. “Ni siquiera estaba diciendo sus líneas, pero llegó un punto en que se le notaba el alcohol en el aliento, se notaba que había estado tomando patatas fritas, le podías ver el cigarrillo en la mano, las uñas con la pintura descascarillada y me quedé pensando: ‘Me está hablando Dios’”.
Daniels, cuyas películas de 2001 y 2009, Monster’s Ball y Precious, culminaron con Halle Berry convertida en la primera mujer de color en ganar el Óscar a la “mejor actriz” y Mo’Nique convertida en la ganadora del Óscar a la “mejor actriz de reparto”, se deshace en elogios hacia la interpretación de Day. “A lo largo de mi carrera, he trabajado con algunos actores increíbles”, comenta. “No creo haber experimentado a Dios en el set de rodaje hablándome directamente. Pero me habló a través de esta chica”.
Para Daniels, resultaba fundamental llegar a la esencia de Holiday. “Nunca quise que la interpretara como una víctima, como alguien que se vio machacada por el sistema. Queríamos que interpretara su espíritu, la manera de ser de Billie, era la caña. Era lo más. Era una máquina. Sabía cuidarse sola”, explica. “Era tremenda, pero al mismo tiempo vulnerable y frágil”.
Holiday tuvo una vida increíblemente dura. Nació en 1915, de padres adolescentes, se crió en la pobreza, con su madre, que trabajaba de criada y no podía proporcionarle un hogar estable en Baltimore, mientras que su padre tocaba en grupos de jazz. Por consiguiente, Holiday se quedaba a menudo de pequeña con la media hermana de su madre y sus suegros. Con 10 años de edad, fue violada, pero los tribunales la vieron como una prostituta, y fue posteriormente enviada a un convento católico, donde incluso la encerraron una noche en una sala llena de cadáveres. En Nueva York, a los 14 años de edad, fue prostituida en un burdel. Cuando tanto ella como su madre fueron arrestadas y encarceladas por prostitución, Holiday, a la que siempre le había encantado la música y fregaba suelos para poder oír discos en Baltimore, se metió en ese mundo y empezó a cantar en clubes nocturnos fuera del horario normal, hasta que consiguió labrarse una reputación.
Suzan-Lori Parks —la primera escritora negra en ganar el premio Pulitzer de Arte Dramático por su obra “Topdog/Underdog”— escribió este importante guion, que sirvió para dejar las cosas claras en lo relativo a la vida de Holiday. “Es un genio total y absoluto”, opina Daniels sobre Parks. “Su guion estaba a un nivel de ‘qué suerte la mía de poder estar tras la cámara para filmar esto, estas palabras’, y sabía quién era Billie, además de realizar una labor de documentación increíble”.
“Como mujer negra, lo entiende perfectamente”, agrega. “Era casi como si Billie le estuviera hablando, como si hubiera contactado con el espíritu de Billie. Y significó muchísimo para mí que me confiara su guion. Su trabajo me deja anonadado”.
LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA BILLIE HOLIDAY tiene un listón muy alto que superar. Para muchos, ya hay un biopic definitivo de Billie Holiday. “La primera película que recuerdo [sobre Billie Holiday] es El ocaso de una estrella y supongo que ya hace unos 50 años de eso”, comenta Daniels. “Y me emocionó. Me emocionó porque mostraba a gente de color, por primera vez, [como] glamurosos. Tenía música, Diana Ross y Billy Dee Williams”.
“Estaba ‘Black love’”, prosigue. “Habías visto Carmen Jones, con Harry Belafonte y Dorothy Dandridge, pero eso fue unos 20 años antes incluso de eso. Así que, para nuestra generación, resultó impactante ver a dos hermosas personas de color enamoradas, y además veías cocina tradicional sureña, veías Harlem y veías a gente de color. Así que reflejaba cómo había sido mi experiencia como chico negro que se había criado en la ciudad”.
Ese retrato, esas imágenes, calaron hondo en Daniels, incluso lo inspiraron. “[El ocaso de una estrella] fue una de las razones por las que hoy día soy cineasta. Esa película me llegó al alma. Quería hacer lo que hicieron Berry Gordy, Diana Ross y Billy Dee Williams. Pero entonces descubrí que esa no era la historia real de Billie Holiday. Era la historia que la gente de color necesitaba, que nuestra cultura necesitaba por entonces, porque necesitábamos una historia de amor”.
La gente de color y el mundo necesita ahora algo completamente diferente, mucho más complejo que Louis McKay, el último marido de Holiday, interpretado por Billy Dee Williams, intentando amarla por encima de la adicción a las drogas de la cantante. “Es la verdadera historia de la vida de Billie Holiday”, explica Day que, al igual que Diana Ross, debuta como actriz encarnando a Holiday. Además, Ross fue nominada a un Óscar por su interpretación. “Resulta interesante de ver, sobre todo para fans, como yo, de El ocaso de una estrella. Estaba obsesionada con ese filme y con la interpretación de Diana Ross, pero la película se hizo a principios de los 70; Hoover y Harry J. Anslinger todavía tenían mucho poder, Louis McKay seguía vivo y fue el director técnico de ese proyecto. Había mucho sobre su vida que no se nos permitía saber, y ahora mismo es muy necesario que la gente la entienda de verdad y entienda su historia”.
El acoso de Anslinger a Holiday es lo que mueve esta historia. En Nueva York, hacía falta tener un carnet de cabaret para actuar en clubes nocturnos, y Anslinger se aseguró de que Holiday no lo tuviera. Eso la dejó en una situación desesperada y motivó algunas de sus malas decisiones. “La verdad es que tenía muy malas intenciones en lo referente a la señorita Holiday. En el fondo era un tipo racista y discriminador”, afirma Garrett Hedlund, conocido por la película Mudbound, que encarna a Anslinger. “Quería dar ejemplo con ella, para demostrar que la gente de color, las drogas y el jazz estaban corrompiendo los Estados Unidos”.
Y no se detuvo ante nada para acabar con ella, incluso contrató al agente negro Jimmy Fletcher, interpretado por Trevante Rhodes, de Moonlight, para que le ayudara. “Jimmy Fletcher es un agente encubierto que se infiltró en el círculo íntimo de Billie, preparó las condiciones para agudizar su adicción e hizo que la arrestaran de una manera muy pública y la encarcelaran”, comenta Tucker Tooley, productor de LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA BILLIE HOLIDAY. Ni Fletcher ni Anslinger previeron que el agente se enamorara de Holiday.
“Jimmy Fletcher se enamoró de ella y se dio cuenta de que lo que estaba haciendo no era correcto”, agrega Daniels, que aprovechó la oportunidad para mostrar “ese amor negro que no suele verse: singular, complicado, embrollado y real”.
Incluso aunque Fletcher no fuera agente federal, Holiday y él eran verdaderamente polos opuestos. Ella tuvo una infancia muy dura, mientras que él se crió en el seno de una familia acomodada. Así que procedían de extremos opuestos del espectro. “Jimmy Fletcher es un tipo que nació en una familia privilegiada”, explica Rhodes, que se crió cerca de Nueva Orleans, con la música de Holiday en su hogar. “No tuvo necesariamente oportunidad de ver cómo era la vida para la gente que tenía su aspecto, pero no contaban con las mismas ventajas que él. A lo largo de la película, a medida que va entendiendo cómo lo ve la gente a él y a los demás que tienen su mismo aspecto, va comprendiéndolo mejor y hace lo que puede por seguir adelante en la vida después de eso”.
Como la mayoría de los filmes de Daniels, al principio no fue nada fácil sacar adelante LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA BILLIE HOLIDAY. Pero, cuando Daniels cree en algo, encuentra el modo de hacerlo, y esta película no fue ninguna excepción. “Cuando Lee leyó [el guion], dijo de inmediato: ‘Tengo que hacer esta película’”, cuenta Pamela Oas Williams, socia en la producción de Daniels desde hace tiempo. “Llegados a ese punto, descubrimos, para nuestra consternación, que no se trataba de un proyecto que interesara a los grandes estudios y que tendríamos que buscar una forma de financiarlo independientemente. Lee hace lo que él sabe hacer mejor y ha tenido que hacer con todas y cada una de sus películas, que es sacar su agenda de contactos y empezar a hacer llamadas”.
Jordan Fudge, de New Slate Ventures, un fondo de financiación de cine y televisión que desarrolla y produce material incluyente e interseccional para un público diverso, recibió una de las primeras llamadas. “La historia me dejó alucinado”, recuerda Fudge. “Hay muchas cosas que se desconocen sobre Billie y esta película hace una labor estupenda sacándolas a la luz”.
Aun así, fue el propio Daniels quien convenció a Fudge para que se embarcara en el proyecto. “Lee es un genio; es sumamente capaz de contar una historia y hacer realidad su visión con un elevado nivel de calidad”, explica Fudge. “Me di cuenta rápidamente de que me interesaba mucho formar parte de esto”.
Aunque Holiday tuvo un comienzo duro, una madurez dura y un final duro, su ropa contaba otra historia distinta. El glamur estaba a la orden del día y Daniels se aseguró de que el diseñador de vestuario Paolo Nieddu, cuya labor en “Empire”, la revolucionaria serie de temática hip-hop de la cadena Fox, le valió a él y a su equipo cuatro nominaciones consecutivas a los premios Emmy, lo tuviera en todo momento muy presente.
“Parte de la razón por la que quería hacer esta película era porque no creo que hayamos mostrado realmente a mis padres y a mis abuelos y lo que significaba el mundo de la moda, lo que significaba el mundo del estilo”, comenta Daniels.
“Creo que la gente de color por aquel entonces, e incluso más ahora, han sido el epicentro de la moda. Y Billie Holiday lo fue. A menudo, con mucha gente de color, no se te ocurriría pensar que fueran pobres”, prosigue. “Tenemos una capacidad innata para camuflar todo el dolor y la pena que estamos sufriendo con el glamur que tienen nuestros cuerpos. Y eso fue lo que Billie era capaz de hacer de una manera exquisita. Así que me siento muy orgulloso de toda la moda y el vestuario que hemos incluido en la película”.
Según las cuentas de Nieddu, Billie Holiday luce aproximadamente 55 estilismos distintos a lo largo del filme y suponen una gran ayuda para contar su historia, lo que no fue tarea fácil. “Como en cualquier otro proyecto, me pongo a mirar [fotos] y [pienso]: ‘aquí tenemos un modelo para una actuación y aquí otro para cuando está en casa’”, explica Nieddu. “Empiezas a hacerte una idea general. Si en el guion aparece alguien en su dormitorio, lleva ropa para dormir. Empiezo por recopilar según categorías, así que empecé por eso y luego me puse a ver fotos de Billie. Es complicado, porque muchas de las imágenes son fotos promocionales preparadas y en esta película pasan muchas cosas que no están documentadas fotográficamente”.
A medida que Nieddu consultaba con Daniels, se encontró “mostrando a Lee distintas Billies”, porque encontró infinidad de fotos de ella. “Es una locura porque, si buscas imágenes de Billie en Google, aparecen miles diferentes. No me puedo creer lo distinta que puede llegar a parecer una persona que solo llegó a vivir 44 años”, sostiene. “Ya fuera una foto que pareciera sacada por paparazzi, o un posado, o un fotograma de una película o grabación, su pelo, su maquillaje, su peso, su estilo, variaba por completo. Transmite un sentimiento por excelencia. Creo que, para su época, la habrían considerado vanguardista, como a Grace Jones o a Madonna, alguien que ha sido un icono de la moda y que ha cambiado constantemente de estilo. Parecía estar luciendo siempre aspectos diferentes, lo que es estupendo y nos permite tener una gran variedad donde elegir”.
Nieddu encontró en Day a una colaboradora más que dispuesta. “Es una fan enorme de Billie Holiday y se sabía mucho de memoria”, recuerda. “Se había documentado y Andra se sabía esas cosas [de manera natural]. Le encanta lo retro y a mí también. Le encanta el glamur y a mí también, así que todo evolucionó de una manera más o menos natural”.
Sin embargo, Nieddu señala que Daniels no buscaba una réplica exacta del vestuario de Holiday. En vez de eso, lo que quería era captar la esencia de la estética, pero sin dejar por ello de estar abiertos a las posibilidades creativas de la época. “Lee dijo: ‘No quiero que me machaquen constantemente con los 40. Quiero la esencia de la época’”, recuerda Nieddu. “Hicimos una escena con Billie y Louis Armstrong de modo que quedara igual que una foto que teníamos de ellos juntos. El aspecto era el mismo, pero tuvimos que adivinar los colores”.
La música es, por supuesto, esencial para LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA BILLIE HOLIDAY. “Suzan-Lori Parks estructuró las canciones de una manera exquisita para contar la historia, de modo que cada canción hace avanzar la historia y cuenta la situación en la que nos encontramos”, explica Daniels. “A medida que se desarrolla la historia, cada canción es representativa de la situación por la que está pasando Billie. Por ejemplo, creo que la primera canción con la que arrancamos es ‘All of Me’”.
Ese momento es importante, porque es cuando Holiday empieza verdaderamente a contar su historia. La música es como contaba su verdad. Se puede encontrar una pista al respecto en la escena que precede a la canción, en la respuesta de Holiday a una pregunta de una entrevista referente a la controversia surgida en torno a que cantara “Strange Fruit”. En ese momento, lamenta el trato que ha recibido por parte del gobierno y bromea: “Lo que quieren es que me limite a callarme y cantar ‘All of Me’”. Es esa declaración y su realidad (o infierno) personal lo que hace que versos como “Todo de mí/Por qué no aceptar todo de mí” resulten más impactantes cuando los canta.
El plan inicial era que Day hiciera playback sobre pistas pregrabadas, pero a Daniels no acababa de convencerle el resultado durante el rodaje y necesitaba crear una conexión real. Sobre todo, con la lista de canciones cuidadosamente seleccionadas, que incluían, naturalmente, “Strange Fruit”, así como otros temas inconfundibles, tales como “All of Me” y “God Bless the Child”.
Dado cómo Holiday expresaba su arte de manera natural, filmar en vivo tal vez fuera la única manera de lograr el resultado deseado. “Vivía en su verdad”, opina Daniels. “Nunca cantó la misma canción de la misma manera. Era como un instrumento. Era un clarinete o un violonchelo. No sabía cómo repetirse, jamás”.
Para cuando se interpreta “Strange Fruit” íntegramente en el filme, es un momento especialmente dramático, cargado de emoción. Es uno de los raros casos en los que Day está en pleno modo icónico de Lady Day, con su gardenia y todo, y cantando de verdad. Pero el hecho de que Day cantara en directo ante la cámara en ciertas escenas del rodaje planteó ciertos retos. Principalmente, suponía encontrar un modo de instalar micrófonos modernos en los micrófonos de la época, que tienen un aspecto completamente distinto a los utilizados en la actualidad. “Billie Holiday usa muchos micrófonos”, explica la jefa de atrezo Simone Leclerc.
Para cuando Day interpreta una versión completa de “Strange Fruit”, resulta bastante impactante. En el filme, sucede únicamente después de que ella misma haya presenciado un linchamiento. Daniels transporta dramáticamente a Holiday de ese momento, haciéndole recorrer una casa de los horrores, por decirlo así, de la que no tiene personalmente forma de escapar, y de la que consigue salir con un aspecto exterior despampanante, pero marcada para siempre por dentro. Teniendo en cuenta todo por lo que ha pasado, no fue tarea fácil. La interpretación de “Strange Fruit” es escalofriante y fiel a cómo la cantaba realmente Holiday. Exigía silencio absoluto siempre que la cantaba.
“Interpretar “Strange Fruit” como ella, y como yo misma, fue una experiencia dolorosa. También resultó al mismo tiempo catártica, de un modo extraño. Tuvimos que hacer toma tras toma y, cada vez que hacíamos una toma, era como un suspiro de alivio, como si algo se liberara en mi interior”, comenta Day. “Me hizo apreciarla a ella, a mis padres y a la gente que sigue en la actualidad luchando por numerosas causas. Fue una experiencia surrealista. Cuesta describirla. Fue exigente y dolorosa, pero sumamente liberadora, todo a la vez. No creo que la olvide nunca, ni que jamás sea capaz de volver a interpretarla así, por mucho que lo intente”.
Para cuando llega esta sensacional interpretación de “Strange Fruit” en la película, los espectadores son plenamente conscientes del precio que Holiday ha tenido que pagar ya por cantarla. Además, también sirve de presagio del linchamiento que Anslinger va a orquestar contra la propia Holiday.
“A veces, los biopics se quedan cortos porque tienen demasiado miedo a mostrar toda la verdad y excluyen ciertos detalles cruciales”, opina Randolph, cuya Roslyn ve a Holiday casi al final de LOS ESTADOS UNIDOS CONTRA BILLIE HOLIDAY, “pero la razón por la que nos gustan estas personas y son leyendas es porque han superado todos esos altibajos que los han convertido en lo que son”.
Como es típico de Lee Daniels, va a contracorriente y se atreve a echar por tierra la imagen que la mayoría de la gente tiene de la gran Billie Holiday, sobre todo el retrato que ofreció El ocaso de una estrella, hace casi 50 años, que le valió a Diana Ross una nominación al Óscar, para dejar las cosas claras. “Los árboles sureños dan un fruto extraño”, cantaba con horror y asco, haciendo sonar la alarma sobre la horrible realidad del racismo. En vez de recibir elogios por utilizar su fama para concienciar a la gente sobre este crimen contra la humanidad, fue perseguida.
“Diría que Dios quería que se contara su historia, la auténtica y verdadera”, comenta la artista nominada al Grammy y ganadora del Globo de Oro Andra Day, que personifica por completo al icono cultural y musical en su extraordinario debut.
“El gobierno fue a por ella, pero no le tuvo miedo”, conjetura Daniels. “Le quitaron su carnet de cabaret, para que no pudiera cantarla. Eso no la detuvo. Y la única forma que tuvieron de detenerla fue en su lecho de muerte. Así que es una heroína. Billie Holiday es una auténtica heroína”.
“El alma de esta película es el servicio y el sacrificio”, opina Day, refiriéndose al elevado precio que tuvo que pagar personalmente Holiday por negarse a dejar de cantar “Strange Fruit” con el fin de concienciar a los estadounidenses sobre la dura situación que vivía la gente de color, su gente.
En última instancia, “trata sobre la curación”, aporta Day. “La curación es un tema importante”. De hecho, inspirada por “Strange Fruit”, Andra Day compuso e interpretó una canción de respuesta para la película titulada “Tigress and Tweed”. Tal como explica Day: “Pensaba en si Billie Holiday siguiera hoy día con nosotros, ¿cómo le hubiera gustado ver evolucionar “Strange Fruit” para las necesidades actuales? Y, si eso asusta a la gente, si los hace sentirse incómodos, me parece bien. Me interesaba mucho que esta canción sirviera para motivar a la gente y les recordara que SÍ que tenemos poder para hacer avanzar las cosas”.
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