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SINOPSIS
En las favelas, dos niños encuentran en la basura una cartera y la policía que hace acto de presencia les ofrece una generosa recompensa. Ahí es donde los niños comprenden que han encontrado algo importante, así que en compañía de otro niño, deciden apropiarse de la cartera para descubrir el secreto que esconde. Por el camino aprenderán a no confiar en nadie y menos en la policía, además de distinguir entre amigos y enemigos...
INTÉRPRETES
ROONEY MARA, MARTIN SHEEN, WAGNER MOURA, SELTON MELLO, ANDRÉ RAMIRO, NELSON XAVIER, GISELE FROES, JOSÉ DUMONT, RICKSON TEVEZ, MARIA EDUARDA, JESUÍTA BARBOSA
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El productor Kris Thykier fue el primero en pensar en el proyecto después de leer el libro antes de su publicación. “Vivimos una era dorada en la que se escriben libros para jóvenes adultos sobre temas muy importantes”, dice. “Un gran número de las mejores historias que se adaptan a la gran pantalla proceden del mundo de la literatura para jóvenes adultos”. Se dio cuenta inmediatamente del potencial de la novela. “’Reyes de la basura’ no dulcificaba el mundo en el que vivían los personajes”, sigue diciendo. “La vida de esos chicos es de una dureza inimaginable, y no sólo es importante mostrar el horror y la miseria, sino que en estos barrios también viven personas”. En opinión de Andy Mulligan, el autor de la novela, ‘Trash, Ladrones de esperanza’ es una película diseñada para que corra nuestra adrenalina al tiempo que nos conmueve. “Como espectador, me gusta que me lleven a sitios increíbles”, dice. El guionista Richard Curtis añade que es sobre todo una historia optimista. “Me gusta que haya películas emocionantes que traten de situaciones sociales muy serias”, explica. La historia parte de una premisa básica de la narrativa: el triunfo del bien sobre el mal. “Las cosas cambian, y Brasil es uno de los mejores ejemplos para probarlo”, sigue diciendo el guionista.
Como la mayoría de ideas buenas, el deseo de convertir la novela ‘Reyes de la basura’ en una película surgió durante una comida. “Todavía no se había publicado, pero todos estaban muy emocionados”, recuerda el productor. Andy Mulligan había escrito la novela para despertar emociones. “Tenía claro desde un principio que no sería un libro lento”, explica el antiguo profesor. “No hay nada peor que estar ante una clase de adolescentes aburridos porque el libro que estudian carece de acción, de violencia, de esas cosas que nos atraen a todos”. Andy Mulligan acabó escribiendo una novela controvertida, varios colegios han rechazado incluirla en las clases de literatura y se le retiró un premio por ser “inadecuada” para niños. Pero el autor cree que los jóvenes lectores deben saber la verdad de este mundo. La novela despertó mucho interés y se organizó una subasta para la venta de los derechos cinematográficos. Stephen Daldry es un director de actores, según Martin Sheen, y debía encontrar a tres jóvenes que pudieran llevar el peso de la película. “Es un hombre muy especial que nunca hace dos veces lo mismo”, explica el actor. Una vez que Stephen Daldry le dijo que estaba interesado, Kris Thykier llamó a Richard Curtis para saber su opinión. Richard Curtis apreció el potencial cinematográfico de la novela y se entusiasmó con la posibilidad de trasponerla a la gran pantalla.
Cuando Andy Mulligan recibió un correo electrónico anunciándole que el productor Kris Thykier estaba interesado en llevar su novela a la gran pantalla, el autor no se sorprendió. Siempre había estado convencido de que el libro era muy cinematográfico y lo describe como “un thriller de acción con mucho ritmo”. Pero el proceso no fue sencillo. En esa época, Kris Thykier producía ‘Les doy un año’; Richard Curtis rodaba ‘Una cuestión de tiempo’, y Stephen Daldry colaboraba en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. “Nuestras vidas se cruzaban y descruzaban”, recuerda el productor, riendo. “Y volvían a cruzarse. Tardamos cuatro años en empezar a rodar”. Andy Mulligan se reunió con el productor, el director y el guionista muy al principio de la preproducción con la intención de participar en la adaptación. Pero reconoce que se dio cuenta rápidamente de que sería mejor no intentar contribuir a la escritura del guión. También vio que el equipo creativo conocía perfectamente el modo de conseguir que la historia funcionase para un público de cine. A continuación vino un periodo de intenso trabajo durante el que Kris Thykier, Stephen Daldry y Richard Curtis se reunieron varias veces para hablar y entender la mecánica de la historia con el fin de plasmarla en la gran pantalla. Viajaron a Brasil para poder seguir con el desarrollo del proyecto. “Fue entonces cuando empezamos a cambiar más cosas para que encajaran con lo que habíamos visto”, sigue diciendo. “La novela no transcurre en ningún sitio en particular. Descartamos ciertas cosas, añadimos otras, ampliamos algunos personajes. Pero básicamente, creo que la adaptación es muy cercana al libro”. Regresaron a Brasil en varias ocasiones durante el desarrollo del proyecto para conocer mejor un mundo que les era totalmente extraño. “Ha sido una de las películas en las que más colaboración he tenido”, dice Richard Curtis.
La novela no transcurre en un país específico. El autor Andy Mulligan dio clases en Brasil, India, Filipinas y Malasia, por lo que la historia podía desarrollarse en cualquiera de esos países. “Leyendo ‘Reyes de la basura’, no se sabe en qué país estamos”, explica. “Lo hice por una razón concreta: no me pareció estar cualificado para emitir un juicio acerca de un país que amo. La basura podía estar en cualquier parte”. Los productores se desplazaron a Manila y a India para ver localizaciones, pero acabaron inclinándose por Río de Janeiro. “Río es un lugar muy exótico, culturalmente es muy específico y muy diferente del mundo occidental”, dice Eric Fellner. Pero Río también es una ciudad que cuenta con técnicos muy experimentados y con un gran apoyo a la producción gracias al interés del gobierno por la industria cinematográfica. “Decidimos rápidamente que rodaríamos en Brasil”, dice Stephen Daldry”, y se debió en gran parte a la experiencia que Fernando Meirelles y su productora O2 Filmes tienen con actores no profesionales. Siempre supimos que necesitaríamos a tres chicos que nunca hubieran actuado”. Además, los tres jóvenes actores no solo necesitarían apoyo durante el rodaje, sino después, durante el periodo de promoción, y O2 tiene la reputación de saber ocuparse de los actores con los que trabaja. La idea gustó a Fernando Meirelles, que mandó toda la información requerida a los cineastas antes de que él y sus colegas brasileños se convirtieran en socios productores. Cuando Andy Mulligan se enteró de que el rodaje tendría lugar en Río, le pareció el lugar perfecto. “Todos sabemos, por el cine brasileño, que Río es el corazón de una fantástica cultura cinematográfica”, dice. “Nunca dudé que los decorados tenían un sinfín de posibilidades”. Una vez tomada la decisión de que se rodaría en Río y de que el idioma hablado sería sobre todo el portugués, los productores contrataron al asesor de guión Felipe Braga para que añadiese una auténtica voz brasileña al guión de Richard Curtis. El primer paso fue decidir cómo se rodarían las escenas del basurero con las que empieza la película y donde nos familiarizamos con los personajes y sus vidas. Visitaron Jardim Gramacho, uno de los mayores vertederos del mundo. Después de funcionar durante 32 años, las autoridades municipales lo cerraron en junio de 2012. El equipo de producción pudo hablar con los recogedores para saber más sobre la vida en un basurero. Los recogedores de Gramacho enseñaron a los tres jóvenes actores cómo se trabaja en un vertedero. “Les explicaron la estructura de la recolección, qué se recicla y qué no, con qué se saca dinero y con qué no, qué problemas había, qué enfermedades, les hablaron de las drogas, de la economía de la recolección”, dice Stephen Daldry. Los productores siempre fueron conscientes de que rodar en un vertedero auténtico sería peligroso y también difícil de controlar. Los enormes basureros de ese tipo contienen todo tipo de objetos, como vidrio, herramientas puntiagudas y material hospitalario. Prefirieron construir su propio vertedero después de recolectar 2.000 metros cúbicos de basura segura a base de plásticos y papel, a los que añadieron objetos clave, como chasis de vehículos, para reforzar la veracidad del decorado. La creación de un barrio de chabolas sobre pilotes en la orilla de un lago cercano fue otro reto ya que no había ningún lago cerca de la localización escogida. El diseñador de producción Tulé Peak diseñó un lago que fue debidamente excavado y llenado con agua usada para el riego. Se soltaron peces en el agua para impedir una plaga de mosquitos. Al poco tiempo, los perros del vecindario se apoderaron del lugar, añadiendo un toque de autenticidad.