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SINOPSIS
Un genio se encuentra cansado de desilusionarse constantemente. Por otro lado vemos a una adolescente con cierta curiosidad científica. Ambos intentarán desvelar una serie de secretos acerca de un enigmático lugar denominado Tomorrowland...
INTÉRPRETES
BRITT ROBERTSON, GEORGE CLOONEY, JUDY GREER, HUGH LAURIE, KATHRYN HAHN, KEEGAN-MICHAEL KEY, PIERCE GAGNON, LOCHLYN MUNRO, MARCUS ROSNER, MICHAEL ROWE
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En 1955, Walt Disney creó una sección en Disneyland llamada 'Tomorrowland (El mundo del mañana)'. En aquella época, los norteamericanos encaraban el futuro con optimismo. Con el paso de los años, sobre todo en los 70, el público empezó a ver el futuro cada vez más negro. Brad Bird, el director de la película observa: "Hay dos formas de ver un lienzo en blanco; una como algo vacío y otra como algo repleto de posibilidades. Y así es como me gusta a mí ver el futuro, repleto de posibilidades. Es una forma de ver el futuro que no está de moda”.
Este cambio en la filosofía de la vida también interesó al guionista y productor Damon Lindelof. Así que cuando empezó a sintetizar la historia de "Tomorrowland. El mundo del mañana”, empezó a estudiar el significado que entrañaba y como podía traducirlo en un argumento. “Quería volver a capturar ese optimismo primigenio”, dice Lindelof.
La historia de 'Tomorrowland. El mundo del mañana' empezó con una caja que lleva una etiqueta que ponía “1952”, y que supuestamente se descubrió por casualidad en el archivo de Disney Studios. La misteriosa caja contenía todo tipo de planos y maquetas fascinantes, fotografías y cartas relacionadas con la creación de Tomorrowland y la Exposición Universal de 1964. A Lindelof le entusiasmó el hallazgo y empezó a imaginar que el contenido de la caja era una guía a una historia secreta que nadie conocía.
Lindelof empezó a desarrollar la trama buscando en la historia de Disney y su artífice, que llevó a la compañía a implicarse en la Exposición Universal de 1964. “Walt Disney era un visionario de mediados del siglo pasado”, dice Lindelof. “Era muy optimista. Creía que la tecnología era la clave para construir un mundo mejor. También creía en las posibilidades de la tecnología para crear el mejor entretenimiento. Walt Disney creó tres atracciones para la Exposición Universal de 1964, y la denominada ‘It’s a Small World’ es la que más recordamos. Aunque para lo que existe hoy puede parecer un poco caduco, en 1964, 'Carousel of Progress' y 'Great Moments with Mr. Lincoln' eran revolucionarios en su forma de utilizar la robótica y la tecnología para crear una experiencia con una temática muy rica”.
Lindelof añade: “Además entrañaba un mensaje radical optimismo. Era 1964, el mundo acababa de bordear una catástrofe termonuclear como resultado de la crisis de los misiles cubanos, y la canción ‘It’s a Small World’ se escribió para dar respuesta a un mundo que había estado a punto de entrar en una guerra nuclear pero que había retrocedido a tiempo.
El éxito de la Exposición Universal permitió a Disney encontrar financiación para su siguiente proyecto, el Experimental Prototype Community of Tomorrow, o Epcot. La visión de Disney era una ciudad modelo que sería un experimento tanto en el plano urbanístico como en la organización; era un Mundo del Mañana real donde la planificación urbana iba de la mano de la tecnología para crear un entorno vital óptimo. Pero Walt Disney falleció antes de que Epcot pudiera construirse y Disney Company decidió que no quería hacer una ciudad sin su aportación. El concepto de comunidad modelo se modificó para convertirse en una gran "Exposición Universal permanente" con dos pequeños distritos residenciales para empleados y sus familias directas. El parque sigue existiendo hoy en día en Lake Buena Vista, Florida.
“Walt Disney estaba siempre innovando”, dice admirado el director Brad Bird. “Nunca le dio miedo ser el primero en hacer algo. Fue uno de los primeros en introducir el sonido y el color en la animación. ‘Fantasia’ tenía sonido estereofónico quince años antes de que nadie lo hiciera. Cuando empezó a trabajar en el proyecto de Disneyland todo el mundo creía que estaba loco. Disney siempre estaba saltando de los aviones y después improvisaba un paracaídas mientras se tiraba. Le interesaban muchas cosas como los viajes espaciales; no hay más que ver todos esos especiales que hizo con Ward Kimball a finales de los cincuenta para comprender la pasión que sentía Walt con la idea del progreso. Tenía una curiosidad inagotable y El mundo del mañana, la Exposición Universal, Epcot, son muy buenos ejemplos”.
Cuando Lindelof terminó de documentarse, acudió a Jeff Jensen para que le ayudara a desarrollar la historia.
“’Tomorrowland. El mundo del mañana' es la quintaesencia de una película de Disney", dice el productor ejecutivo Jeff Jensen, que también escribió la historia con Bird y Lindelof. “Está enraizada en los valores de Walt Disney. El espectador va a ver efectos especiales asombrosos y una narración muy innovadora. Además, hemos intentado permanecer fieles al espíritu que encarnan lugares como Tomorrowland y Epcot, lugares que Walt Disney imaginó que servirían para desarrollar nuevas ideas para el futuro”.
Lindelof y Jensen escribieron un borrador muy detallado de la historia. Después Brad Bird y Damon Lindelof se fueron a comer y, según dice Lindelof, “Dio la casualidad de que Brad sabía bastante de Walt Disney así que todo empezó a encajar. Brad y yo empezamos a escribir juntos partiendo de esa base”.
Es cierto que el guionista y director Brad Bird no era ajeno al mundo de Disney y no sólo porque había trabajado en sus anteriores proyectos. A los 11 años, Bird empezó a interesarse en la animación y en tres años terminó una película animada de 15 minutos que atrajo la atención de Disney Animation. Así que los 14 años, le ofrecieron asignarle un mentor, el famoso Maestro de la Animación Milt Kahl. Bird se alojó con unos amigos de la familia en Los Ángeles para aprovechar una oportunidad que sólo se presenta una vez en la vida.
Al referirse a la historia de "Tomorrowland. El mundo del mañana”, Bird apunta: “Es una historia muy poco tradicional y los protagonistas son atípicos. Es una suerte poder trabajar a gran escala pero también espero que también sorprenda”.
En la película, la premisa según la cual la futurista ciudad de ‘Tomorrowland. El mundo del mañana’ podría existir en realidad es un homenaje a la visión de Walt Disney tanto para Disneyland como para Epcot, donde las tecnologías siempre cambiantes van de la mano con las ideas para hacer un mundo mejor para todos. Pero muchos creen, aunque suele pensarse que se trata de un mito, que Walt Disney formaba parte de una sociedad secreta de pensadores y optimistas y que ‘Tomorrowland. El mundo del mañana’ hubiera podido existir en otra dimensión como resultado de las ideas vanguardistas y futuristas que desarrolló el grupo.
Según se cuenta, el ingeniero francés Gustave Eiffel, que diseñó y construyó la famosa Torre Eiffel, construyó él mismo un apartamento privado dentro donde realizó después estudios meteorológicos y varios experimentos científicos. La leyenda dice que una fatídica noche de otoño de 1889, Eiffel reunió secretamente a tres de sus más ilustres colegas, el norteamericano Edison, el francés Julio Verne y el serbio Nikola Tesla en el apartamento para debatir sobre el futuro.
Muchos creen que esa noche los cuatro hombres fundaron una sociedad secreta, con el nombre en código de Plus Ultra, que conformaría el siglo siguiente. “Esos grandes pensadores urdieron un plan para construir la ciudad del futuro”, sugiere el guionista Damon Lindelof, “que no pudieran controlar los gobiernos ni los intereses económicos; sería la mayor exposición científica utópica más importante que se había conocido jamás.”
Se llamó ‘Tomorrowland. El mundo del mañana’ como referencia a la sección de Disneyland que Walt Disney había construido una década antes para rendir homenaje a la tecnología. Este Mundo del mañana alternativa desarrolló tecnologías que Plus Ultra fue introduciendo lentamente en el mundo. “Tenían teléfonos móviles en los años 30”, conjetura Lindelof, “viajes espaciales con veinte años de antelación, y cohetes sesenta años antes de que lo hiciéramos. Después construyeron esta asombrosa ciudad en los años 60 que funciona desde entonces”.
‘Tomorrowland. El mundo del mañana’ refleja el candor, el espíritu optimista de la carrera espacial de los cincuenta y los sesenta, cuando "se tenía la sensación de que el futuro era algo que se podía construir”, dice el productor ejecutivo Jeff Jensen, “que podíamos mejorar las cosas en el plano tecnológico, político y social; que podíamos hacer un mundo mejor. ‘Plus ultra’ es la expresión latina de 'más allá', y el lema del imperio español y de sus conquistadores. Eiffel y sus colegas se consideraban conquistadores, no de nuevas tierras sino de potencial humano. Walt Disney encajaba perfectamente en la sociedad y se le incluyó porque encarnaba la idea de que el futuro es eso a lo que aspiramos continuamente.”
‘Tomorrowland. El mundo del mañana’. Esa acepción evoca todos los temas de los que hemos estado hablando aquí", concluye el productor ejecutivo Jeff Jensen.
El diseñador Scott Chambliss fue el encargado de recrear el universo de ‘Tomorrowland. El mundo del mañana’. “En el guión no había nada escrito sobre Tomorrowland”, dice Chambliss. “Por esa razón pasamos mucho tiempo trabajando con Brad y Damon para desarrollar no sólo el aspecto del Mundo del mañana sino también lo que significaba ‘Tomorrowland. El Mundo del Mañana’. Crear una civilización nueva y utópica era una tarea muy complicada. Pero ahí reside el placer de crear algo que fuera especial y que el público no se esperara”.
Lo que se establece desde el principio es que El ‘Tomorrowland. El mundo del mañana’ de 1964, cuando Frank lo ve por primera vez, y El mundo del mañana de 1984, el año de la visión inducida por un pin de Casey, conformaban "una sociedad muy equilibrada”, dice Chambliss. “Plus Ultra se sentía responsable de su entorno, no sólo para que fuera bonito y cuidarlo; estaba esa idea de que el hombre era pionero y pastor del planeta a partes iguales. Así que la ciudad evoluciona de forma gradual a partir de la naturaleza y después vuelve a ella. Es una auténtica declaración de principios.”.
Pero cuando llegó el momento de crear una ciudad construida por visionarios con las últimas tecnologías, debía tener ese aspecto preciso y encontrar un sitio así no iba a ser nada fácil. Al principio, dio la impresión de que tendrían que construir El mundo del mañana de cero, un proyecto largo y costoso. Pero se produjeron una serie de afortunadas coincidencias ya que Tom Peitzman, el productor de efectos visuales y coproductor de la cinta, dio con una localización con un aspecto muy futurista y se le enseñó al director Brad Bird. Lo vio en un anuncio y tenía un aspecto tan futurista que lo grabó en su teléfono y se le enseñó al director Brad Bird. La localización era la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia en España que diseñó Santiago Calatrava, cuyo trabajo ya había sido fuente de inspiración para el diseñador de producción Scott Chambliss.
El descubrimiento también encajaba con la preferencia del director Brad Bird por las localizaciones físicas en vez de escenarios virtuales. Se envió a grupo de ojeadores y fue así como Valencia se convirtió en el esqueleto del ‘Tomorrowland. El mundo del mañana’, casi de forma literal. “La arquitectura de Calatrava es espléndida e innovadora”, dice el productor Jeffrey Chernov. “Es como un esqueleto, como si estuvieras viendo las vértebras de un dinosaurio o de un pez prehistórico. Entras y ya no te quieres ir. Y esa es la sensación que queríamos para El mundo del mañana”.
No todo ‘Tomorrowland. El mundo del mañana’ podía encajarse en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, sobre todo el monorraíl, la enorme esfera de la energía, y el gigantesco monitor, que en su conjunto forman el escenario de la Bridgeway Plaza. A pesar de que parecía probable que se construyera un plató y se ampliara con tecnología por ordenador, al final se llegó a la conclusión de que depender tanto de una pantalla verde no era una buena solución. “En las películas con muchos efectos visuales”, dice Tom Peitzman, “necesitas encontrar un equilibrio entre platós físicos e imágenes generadas por ordenador. La gente depende demasiado de las imágenes generadas por ordenador y al final eso es lo que parece, sólo imágenes generadas por ordenador. Siempre me ha gustado el estilo de la vieja escuela. Me gusta que el director haga lo más posible con la cámara para que tenga algo a lo mirar, tocar e iluminar. Prefiero tener diez por ciento de material rodado en un plató físico que tener material cien por cien digital; incluso si sólo es una parte pequeña, es algo en lo que puede basarse la tecnología de imágenes por ordenador. Esto te permite un resultado más natural, más fluido”.
Al final, se tardaron seis meses en construir la Bridgeway Plaza y tiene el tamaño de medio campo de fútbol. El escenario era tan enorme que no existía ningún plató que pudiera albergarlo. Además se necesitaba una altura considerable para realizar las tomas aéreas y para dar cabida a las grúas de luces necesarias para iluminar el escenario. Otra complicación era que el escenario tenía que abarcar varios periodos de tiempo en el transcurso del guión: 1964, en la primera visita de Frank; 1984, cuando ocurre la visión inducida por un pin de Casey; y 2014, cuando se desarrolla el resto de la historia. Esta circunstancia exigió intervalos de seis semanas entre rodajes para dar al equipo que volviera a decorar y cambiar el plató para cada periodo de tiempo.
Al principio, rodar en exteriores no parecía un problema ya que tendría lugar en el punto culminante del verano en Vancouver. Pero cuando contrataron a George Clooney todavía estaba rodando “Monuments Men”, y eso retrasó el inicio de "‘Tomorrowland. El mundo del mañana’" en cinco meses. Las escenas de Clooney en Bridgeway Plaza se rodaron a finales de noviembre y principios de diciembre, la época del invierno cuando más llueve en Vancouver. Al principio, el productor Jeffrey Chernov no creía que fuera un problema "porque los equipos que hay allí están acostumbrados al mal tiempo; saben construir sistemas de drenaje para que los platós estén secos. Así que sólo teníamos que encontrar la forma de cubrirlos, para que las condiciones meteorológicas no interfirieran. Nos presentaron unas cuantas ideas que costaban más de un millón de dólares y cuyo funcionamiento no estaba garantizado. Así que les dije: ‘Espero que tengamos suerte.’”
Y lo cierto es que para hacer honor a la filosofía optimista de la película, o que intervino un ángel guardián, el tiempo se portó maravillosamente bien. “Construimos muchas cubiertas para que pudiéramos ponernos a salvo si empezaba a llover. Pero no las necesitamos. De hecho, fueron las seis semanas invernales más secas de Vancouver desde 1952. Lo que tiene mucha gracia porque el título original de nuestra película era ‘1952’. Todo el mundo nos dijo que estábamos locos y estoy de acuerdo. Acabar el rodaje fue un gran alivio”.
Aparte de los pequeños milagros, lo más impresionante del plató de Bridgeway Plaza fue el monorraíl. “Cuando acabó su construcción y se instalaron las luces y los cristales”, dice el coordinador de efectos especiales Mike Vezina, “pesaba unos 15.800 kilos. Por lo tanto el equipo técnico tuvo que encontrar la forma de mover de forma segura el monorraíl cargado con el reparto principal por una vía que se elevaba 5 metros por el aire y detenerlo exactamente en la misma posición una y otra vez".
El equipo de efectos especiales utilizó unos cabestrantes hidráulicos que se cerraban muy rápidamente si se producía una emergencia y frenos que hacían que el monorraíl se parara en una marca muy concreta, se abriera la puerta automáticamente y el reparto pudiera salir. El equipo utilizó una enorme hidráulica de 500 caballos y cable de acero pesado para hacer avanzar y retroceder el monorraíl en los dos cabestrantes. Vezina añade: “Para mantener la posición utilizamos rayos láser que nos decían con un milésimo de centímetro de error si el monorraíl se pasaba de la marca para que pudiéramos desconectarlo. Afortunadamente no fue necesario utilizar los mecanismos de seguridad porque funcionó perfectamente todo el tiempo”.
El otro reto de Vezina fue el plató de la torre Eiffel que tenía que abrirse por la mitad para que surgiera la nave espacial The Spectacle. “Tuvimos que construir una replica de toda la sección superior de la torre Eiffel”, dice Vezina, “y después lo pusimos todo en una base de metal que diseñamos y construimos sobre rodillos. Colocamos una rampa que nos permitía hacer todas las tareas que necesitábamos. El plató pesaba unos 45.000 kilos, así que debajo colocamos un sistema de airbag para que el plató flotara. Eso nos permitió moverla o hacerla temblar con rampas más pequeñas. También tuvimos un sistema de vías para tirar todo de todo suavemente y de forma repetida porque, por supuesto, cuando ruedas una película no lo haces todo de una vez".
En la historia, una búsqueda en Internet lleva a Casey a Houston, Texas, y al extraño emporio de objetos de recuerdo llamado Blast From the Past, que se construyó en su totalidad en el plató. “Blast from the Past es una mezcla de tiendas de libros de ciencia ficción que tanto el director Brad Bird como yo recordamos de nuestra juventud", dice el diseñador de producción Scott Chambliss. “Diferentes ciudades, diferentes tiendas, pero la misma sensación que tiene un niño que pasa buena parte de la semana en esa tienda, revolviéndolo todo. El decorador de plató Lin MacDonald pasó meses reuniendo la colección; hay miles de objetos que la producción compró o elaboró, y muchos originales, incluyendo algunos que Brad trajo de su propia colección”.
Para Chambliss fue un reto recrear la Exposición Universal de 1964 para ‘Tomorrowland. El mundo del mañana’, pero los realizadores tuvieron la suerte de encontrar una de sus piezas emblemáticas, la Unisfera, que estaba en Flushing Meadows, Nueva York, fuera del USTA National Tennis Center. Las fuentes del enorme globo siguen en pie al igual que los jardines. Los realizadores enviaron un fotógrafo a Nueva para que hiciera fotos. De esa forma podrían contar con las imágenes reales para insertarlas en las escenas.
Estos platós fueron una gran satisfacción para los realizadores, pero uno de los escenarios resumió el verdadero significado de la película: la plataforma de lanzamiento real de la NASA en Cabo Cañaveral. Brad Bird apunta: "A muchos de nosotros nos fascina la NASA y sus misiones. Así que estar allí y poder rodar algunas escenas fue una pasada. Nuestro rodaje empezó con el lanzamiento de la sonda Maven a Marte. Así que pudimos verlo desde la plataforma de donde se han lanzado muchas misiones de la NASA”.
Además de las localizaciones canadienses, rodaron en España y en Vancouver con lugares adicionales en esta última localización para reproducir el Hall of Invention y el Unisfera Plaza de la Exposición Universal. Asimismo también se rodó en la atracción It's a Small World de Disneyland en Anaheim, dos días en una plaza de las Bahamas y el rodaje de una segunda unidad en París. Y si se cuentan las placas del productor de efectos visuales Tom Peitzman del Globo de la Exposición Universal en lo que ahora es el parque de Flushing Meadows, el recinto de Queens donde se celebró la Exposición Universal de 1964, también se incluye a Nueva York entre las localizaciones. En total, la película contó con 90 combinaciones diferentes de platós y localizaciones y se trasladó diez veces, algo muy poco habitual en el cine.
Para que los niños estuvieran preparados para sus papeles, los realizadores contrataron al supervisor de especialistas Robert Alonzo. “Tuve que pedir que pasaran un test físico para estar seguros de que podrían asumir lo que se les venía encima”, dice Alonzo. “Después de reunirme media hora con Raffey le dije a los productores, ‘Tenéis a una campeona. Esta chica lo va a hacer fenomenal’. Hizo natación, gimnasia, alambre y artes marciales que era lo más importante que necesitábamos que aprendiera para esta película”.
Pero Alonzo descubrió enseguida que tenía que adaptar sus métodos para entrenar bien a Raffey. “Un niño no sabe lo que es buena o mala defensa. No lo entiende. ; cree que lo está haciendo para una película. Y que va a ser un superhéroe. Así que sus puñetazos y sus patadas eran buenas pero no tenían ningún propósito.
Para Raffey Cassidy, el entrenamiento le sirvió para descubrir una nueva habilidad que desconocía. “No sabía nada de artes marciales ni de lucha”, dice Raffey, “y ahora que conozco los puñetazos lo hago mejor. De hecho, gracias al entrenamiento que recibí ahora soy cinturón amarillo”.
En el caso de Thomas Robinson, el problema fue diferente. “Al principio, Thomas tenía miedo de las alturas”, dice Alonzo. “No sabíamos cómo íbamos a subir al niño en un arnés y que pareciera que volaba cómodamente en una mochila propulsora a 128 km/h. Así que empezamos a entrenar con él en el trapecio ya que implica muchísimo trabajo con el arnés; comenzamos enseñándole cómo caerse de forma que se sintiera cómodo para hacer sus propias escenas de acción”.
Thomas lo confirma: “Los arneses son muy cómodas. Me permiten volar a diez metros de altura así que merece la pena. Es una de las cosas más guay que he hecho en mi vida”.
Después la producción anunció que quería hacer una secuencia de un túnel de viento al aire libre con Tomás. Y le enviaron a iFly para que aprendiera a manejar un simulador de salto en caída libre. “No lo había hecho nunca con un niño. Pero Thomas lo hizo genial en el túnel de viento. Así que hicimos muchas más cosas con él. Tengo que reconocer que ha hecho un trabajo fantástico. Estoy muy orgulloso de él por todo lo que ha superado. Estaba muy asustado de tener que volar solo a 18 metros y al final se lo ha pasado genial”.
El problema de los niños es que están dispuestos a todo por complacerte y eso es un peligro.
El departamento de atrezzo tuvo que atrezzo para las diferentes épocas de la película -1964, 1984 y 2014-, lo que supuso un gran reto. Los elementos del atrezzo están hechos de diferentes materiales según la época y también las modas. Así que hubo que documentarse y analizar detenidamente cada elemento del atrezzo para asegurarse que la tecnología y los materiales que iban a utilizar existían en los diferentes periodos de tiempo. Después los realizadores intentaron buscar piezas de verdad para que pareciera lo más auténtico posible.
Kris Peck, el supervisor de atrezzo en "Tomorrowland. El mundo del mañana”, realizó la mochila propulsora de 1964 creada para el personaje del joven Frank. Su invento es un artilugio que funciona con queroseno, pero a pesar de las deficiencias evidentes de la mochila propulsora sigue siendo un símbolo de la hazaña científica que puso a un hombre en la luna hace unos años. “La mochila propulsora de Frank representa el optimismo del futuro”, dice el supervisor de atrezzo Kris Peck. “James Bond llevaba una mochila propulsora en una película de los años 60, y también se ven mochilas propulsoras en programas como ‘The Jetsons’; y también se remontan a Buck Rogers en los años treinta. Mientras me documentaba para la película encontré una historia muy interesante sobre cómo los alemanes intentaron crear una mochila propulsora para saltar por encima de las líneas enemigas”.
La mochila propulsora de 1964 diseñada para Frank joven fue una maravilla de la técnica y de la imaginación. Cuenta con 40 cierres diferentes y soportes para enganches para aspiradoras Electrolux en los laterales. Los cables de control hacen funcionar las pequeñas palas de la parte posterior. Los cables van por la mochila propulsora hasta las asas para el actor pueda controlarla. La mochila propulsora se sujeta a una placa y se podía quitar fácilmente para que Thomas no tuviera que caminar con cerca de 9 kilos a su espalda entre tomas.
La mochila propulsora fue cambiando en el transcurso de la película. Además de la versión básica de 1964, hay versiones de 1984 y 2014. La versión de 1984 tiene asas y recuerda la moda de los años 80 con influencias de "Star Wars" en el acabado metálico brillante inspirado en los soldados de asalto. La versión de 2014 no tiene asas ya que es intuitiva, y la mochila propulsora se alimenta con energía Tesla.
Para Brad Bird, crear las mochilas propulsoras fue uno de los momentos más inolvidables del proceso de producción. “Sigo teniendo un niño de diez años dentro de mí”, dice Bird, “así que hacer una mochila propulsora fue muy divertido, y mejor aún, había varias mochilas propulsoras en la película, así que tengo que reconocer que mi elemento de atrezzo favorito de la película es una de las mochilas propulsoras”.
Para Peck, el pin del Mundo del mañana "es el atrezzo más importante de la película porque sin pin no hay Mundo del mañana”. En la película, el pin iba a ser un tour guiado por El mundo del mañana que se insertaba directamente en la corteza cerebral. Era el inicio de una campaña para dar a conocer El mundo del mañana al resto del planeta en 1984. En la película, Ursula Gernsback (Kathryn Hahn) llama al tour “el trailer de película más grande del mundo”. Es “un billete de ida para un solo viajero”, añade Hugo Gernsback (Keegan-Michael Key).
Al comentar el diseño del pin, Peck afirma, “Utilizamos la paleta de color de la Exposición Universal de 1964, azul y naranja. El pin mide una pulgada, es de latón y pesa bastante. Tiene un buen tamaño”.
Al comentar el simbolismo del diseño, el director Brad Bird añade: “Trabajamos muchísimo para encontrar algo que tuviera un estilo retro pero que también resultara clásico. Adoptamos el símbolo universal del átomo pero le dimos la forma de un sol naciente, así que la idea es que sea algo que está más allá del horizonte pero que se aproxima y que ofrece una visión dorada del futuro. Después estudiamos la letra T y comprendimos que si lo ajustábamos un poco puede parecerse a una mochila propulsora dotada de una fuerza tremenda que sale de ambos lados de la parte superior de la T. Así que la T es una especie de despegue, pero también encarna el simbolismo de un sol saliente, es decir la llegada de un futuro divertido y brillante”.
Otro artilugio muy guay es la bomba del tiempo de Athena, que utiliza para incapacitar temporalmente a los Gernsback. Está diseñada por el ilustrador Victor Martinez y construida por SAT en Los Ángeles. Parece una naranja pelada y abierta en gajos que brillan.
A pesar de su pequeño tamaño, el atrezzo era complicado. “Tuvimos que construir un suelo elevado en el plató para ese atrezzo porque había mecanismos que iban por debajo del suelo para los cables”, recuerda Peck.
Otras piezas del atrezzo complicadas para Peck y su equipo fueron el arma de El Mundo del mañana que llevaba una luz LED azul; el reloj de Nix, con dos pantallas y gráficos; las armas del Robot “Dave Clark” incluyendo el cuchillo de queso, el rifle y la escopeta; el Combine Remote, hecho con el motor de una lavadora vieja; la Thinking Machine, el atrezzo más complicado de la película con doce partes móviles; y el gadget de Frank, una creación con forma de trombón y varias lentes que proyecta imágenes en 2D y 3D.