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SINOPSIS
Es la historia real de MaureenKearney, la directora sindical de una multinacional nuclear francesa, que denuncia unos acuerdos secretos que suponen la pérdida de empleo de más de 50.000 trabajadores. Un emocionante thriller sobre una mujer que hace una denuncia y a quien nadie escucha. Una mujer, que tras sufrir violentas presiones que se convierten en amenazantes advertencias, sufre un ataque con violencia en su propia casa del que pasa de ser víctima a ser sospechosa...
INTÉRPRETES
ISABELLE HUPPERT, GRÉGORY GADEBOIS, FRANÇOIS-XAVIER DEMAISON, PIERRE DELADONCHAMPS, ALEXANDRA MARIA LARA, GILLES COHEN, ALOÏSE SAUVAGE, MARA TAQUIN, YVAN ATTAL, MARINA FOÏS, ANNE-LISE KEDVVÉS, ALEX LAJOIE, NADINE SCHWITTER, ESZTER POPP, KINGA SCHMIDT
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NOTAS DEL DIRECTOR...
Cuando leí el ensayo La syndicaliste de Caroline Michel-Aguirre, comprendí inmediatamente el potencial cinematográfico de esta gigantesca investigación ambientada en el mundo de la energía nuclear y la política.
Y de forma natural, la película se inscribió en la tradición de los grandes thrillers paranoicos que tanto me gustan.
La escalofriante historia de Maureen Kearney no solo arroja luz sobre algunas zonas oscuras de las altas esferas del poder, también es un drama que sobrecoge por su análisis clínico de temas tan actuales y candentes como el lugar de la mujer en las esferas del poder, la importancia otorgada a sus discursos y la asunción de su locura y de su naturaleza manipuladora. El caso Kearney es la historia de una denunciante así como la historia de una mujer en un mundo de hombres que no están acostumbrados a ver cómo las mujeres lo arriesgan todo para atacar a los que están en la cima.
Maureen Kearney no es una mujer fatal: es esa madre y esposa con la que nos cruzamos todos los días, una trabajadora como tantas otras. Sin embargo, se convertirá en la mujer que la viril y vieja guardia de la industria francesa, aferrada a sus intereses y egoísmos, deberá eliminar. A pesar de ser una mujer respetable, tendrá que sufrir la vergüenza de que no la crean, de verse reducida a la insignificancia y de soportar calumnias sobre su integridad moral. Además, los dramas que marcaron su vida y que son heridas íntimas serán utilizadas por sus enemigos para desacreditarla a ojos de sus allegados y de la ley.
Más allá de su estilo, que se inspira en los thrillers políticos estadounidenses como «Todos los hombres del Presidente», «Klute» y más recientemente «Revelations», por encima de todo, hemos querido hacer una película fundamentalmente política, un drama más real que la vida misma sobre el funcionamiento del poder y su inexorable violencia contra quienes intentan ponerlo en cuestión.
Con este largometraje doy continuidad a mi colaboración con Isabelle Huppert, pero esta vez en un registro totalmente diferente. Y con el mismo objetivo: encarnar a un personaje anclado en la realidad y con el que el espectador puede identificarse fácilmente.
ENTREVISTA AL DIRECTOR...
«UN BLANCO FÁCIL» ESTÁ BASADA EN UNA HISTORIA REAL ¿CÓMO TE ENTERASTE DE ESTA HISTORIA?...
Lo cierto es que fue gracias a un tweet. Una mención al libro de la periodista Caroline Michel-Aguirre, La syndicaliste, que estaba a punto de publicarse. Lo busqué y me di cuenta de que había material para una película. Ya me había planteado hacer una película sobre una denunciante, Irène Frachon, y su papel en el escándalo de Mediator, pero el proyecto no se materializó. La experiencia de Maureen Kearney, “la” sindicalista de Areva, la presión a la que fue sometida, el ataque violento que sufrió, tenía una enorme carga dramática. Alguna persona o personas hicieron todo lo posible para obligarla a no seguir con sus investigaciones...
La vida de Maureen, su acusación, su redención, los momentos de duda y depresión que logró superar, era una historia cinematográfica en sí misma. Una historia que encajaba más en el estilo del cine político americano o italiano que tanto me gusta que en la tradición francesa. También estaba la promesa de un papel para Isabelle Huppert: el estreno de «Mamá María» acababa de retrasarse debido al Covid, pero ambos queríamos volver a trabajar juntos. Encontré fotos de Maureen Kearney en Internet e inmediatamente vi que Isabelle podía parecerse a ella en la pantalla. Después de leer el libro, me enteré que el productor Bertrand Faivre había adquirido los derechos, pero no tenía un director concreto en mente. Llegamos a un acuerdo y la guionista Fadette Drouard y yo empezamos a escribir el guion.
¿TE REUNISTE CON MAUREEN KEARNEY?...
Primero me reuní con Caroline Michel-Aguirre. Le dije los elementos en los que quería centrarme. Su libro es un relato periodístico fascinante, una investigación muy exhaustiva sobre el funcionamiento interno del caso en el que había descubierto ciertos elementos increíbles. Ella fue quien encontró a la mujer del ejecutivo de Veolia que fue víctima de un ataque similar al que sufrió Maureen. Pero más allá de los hechos y de todo lo que estaba en juego en el ámbito político y económico, quise saber qué había experimentado Maureen en su interior, por lo que había pasado su familia, cómo se recuperó y logró seguir adelante. Necesitaba una dimensión personal. Es lo que le expliqué a Maureen Kearney cuando me reuní con ella, su marido y su hija. Le dije que esa sería mi visión del personaje, que Fadette Drouard y yo tendríamos que imaginar escenas de su vida familiar basándonos en lo que intuíamos de su relación con su marido y su hija. Le dije que necesitábamos inventar. En el libro había algunos pasajes muy intrigantes. Por ejemplo, una tarde en la que los acontecimientos del caso se habían desbocado, Maureen se marcha de noche en un automóvil. Pero no sabemos por qué lo hace ni qué va a hacer. ¿Un impulso suicida? Acordamos que Maureen leería el guion y ella estuvo de acuerdo. Además quiso concretar que a veces no era del todo ella, o que no habría reaccionado exactamente como la retratamos. Pero casi toda la película es fiel a lo que sucedió. Algunos diálogos son totalmente verídicos, en particular los que escuchamos durante los dos juicios. Esa preocupación por la verdad fue una de las directrices que siguió todo el equipo. Eso nos llevó a rodar en escenarios donde se había desarrollado el caso: el Ministerio de Hacienda, el hospital de Rambouillet, el tribunal de Versalles donde los antiguos empleados de Areva, que habían asistido al juicio real, acudieron vestidos de sindicalistas para aparecer como extras.
LA ANGUSTIA DE MAUREEN KEARNEY ES TAMBIÉN LA DE UNA MUJER QUE HACE UNA DENUNCIA Y A QUIEN NADIE ESCUCHA...
Totalmente. Pero también tiene que ver con su personalidad que es una mezcla de fragilidad y fuerza, una crack que se enfrentó a altos ejecutivos y ministros del gobierno, pero que también sintió cierta euforia al formar parte de un mundo tan distante de sus orígenes.
También es una cuestión de clase social ya que ella es de clase trabajadora y que, gracias a su inteligencia, su esfuerzo y su obstinación llega al puesto de sindicalista principal en Areva… un puesto que casi acaba con ella. Lo que me pareció interesante fue lo que vino después de que fuera apartada, excluida de ese mundo y víctima de un ataque brutal, cuando tuvo que recluirse en su casa, sola e injustamente acusada. ¿Cómo lidió con ese golpe?
¿SU DENUNCIA ESTABA JUSTIFICADA?...
¡Totalmente! El desmantelamiento de Areva que realizó el CEO de EDF Henri Proglio, que soñaba con ser el gran capo del sector nuclear francés, provocó que Francia perdiera la tecnología ya que se vendió a los chinos. También supuso la pérdida de la independencia energética de Francia, a cuyas consecuencias nos enfrentamos ahora. Lo peor es que decenas de miles de puestos de trabajo se vieron amenazados y, de hecho, se eliminaron unos meses después del acuerdo. La lucha de Maureen Kearney no trataba sobre la energía nuclear en sí, que tenía muy mala reputación en ese momento debido al desastre de Fukushima. Era una lucha política y social. Pero chocó contra una pared y nadie pareció ver el problema. Los ministros del gobierno le decían que estaban gestionando la situación pero no hacían nada. Los ejecutivos de la industria la llamaron loca y adujeron que no estaba cualificada para hablar ya que no era ingeniera. De hecho, trabajaba en Areva como profesora de inglés y daba clases de formación continua y capacitación profesional.
¿CÓMO SE APODERÓ ISABELLE HUPPERT DE ESE PERSONAJE?...
Hicimos muy buenas migas en «Mamá María». Hay una gran fluidez en nuestra relación, una maravillosa facilidad para decir las cosas con sencillez. Isabelle se acerca a sus personajes de manera muy pragmática. Trabaja muy duro, pero también cree en la espontaneidad, en lo que sucede en el momento en el que la cámara está filmando. Estoy seguro de que depende del director, pero yo también soy pragmático. No ensayo y ella tampoco pidió que hubiera ensayos. Hablamos varias veces del guion y lo corregimos cuando era necesario. Esbozamos el personaje...
UN PERSONAJE QUE SE DEFINE MAS POR SU APARIENCIA QUE POR SU PSICOLOGÍA...
Es un enfoque que encajaba bien con el personaje de Maureen Kearney, con un vestuario muy original: ropa de colores, complementos llamativos como esas gafas -de las que tenía una colección impresionante-, unos pendientes espectaculares, etc. Está claro que no disponía de los mismos medios que los hombres y mujeres poderosos con los que se codeaba. El personaje tenía una extravagancia que fue divertido trasladar a la pantalla. Era alguien que creaba una especie de armadura a través de su mirada, y a Isabelle le encantó esa peculiaridad. Una armadura que a veces se caía, dependiendo de las circunstancias...
CUANDO SE ARREGLA EL MAQUILLAJE DESPUÉS DEL ATAQUE, ¿ES UNA FORMA DE VOLVER A PONERSE LA ARMADURA?...
Desde luego. Intenta protegerse a sí misma. Es un gesto sorprendente para el espectador y para el médico que acudió al lugar de los hechos. De hecho, figura en los informes médicos: “No reacciona ‘como una mujer que ha sido violada”... No creo que todo el mundo se comporte de la misma manera en esas circunstancias, pero la forma en que la gente la miró después del ataque, sobre todo los hombres, estaba llena de sospechas. A Isabelle le interesaron muchísimo esos detalles que constaban en el guion y quisimos darle protagonismos.
¿LA IRONÍA MORDAZ DE MARINA FOÏS SUGIERE QUE MAUREEN KEARNEY FUE VÍCTIMA DE LAS MANIPULACIONES DE ANNE LAUVERGEON?...
Esperaba mucho de las escenas entre Marina e Isabelle, y no me defraudaron. Su complicidad alimentó duelos actorales que fueron momentos de verdadero cine. En la vida real, Maureen admiraba mucho a Lauvergeon. Y también era una amiga extremadamente leal. Ella no era como los políticos o los ejecutivos que pueden tener amistades selectivas o cambiar de alianzas cuando cambia el viento. Al igual que Maureen, Anne Lauvergeon era una mujer en un mundo de hombres, que se encontró en una posición débil cuando la expulsaron de Areva y que no podía permitir que la obstinación de Maureen la perjudicara.
Nos inventamos el personaje informante, Tiresias, que de hecho también pudo haber conocido a Lauvergeon...
¿ENCARNÓ A DOS MAUREEN, UNA MAUREEN SOLDADO Y UNA MAUREEN HERIDA?...
No lo diseñamos exactamente de esa manera, pero salió a relucir a través de su maquillaje y su peinado: había tomas con moños estructurados, con moños desestructurados y también sin moño. El uniforme de combatiente, el uniforme incompleto y el de la mujer vulnerable...
EN LA PRIMERA PARTE DE LA PELÍCULA, LA “CRUZADA” DE MAUREEN, VEMOS ESCENAS DE ENFRENTAMIENTO ASÍ COMO INTERPRETACIONES MARAVILLOSAS…
Mientras filmaba esos sitios donde se escenifica el poder, me sentí muy próximo a Maureen:
No procedo de ese medio y la experiencia me sirvió para asumir mi posición de outsider, ¡que quizás sea mi posición en el cine francés! Las escenas no surgieron de la nada: estaban muy bien documentadas en el libro de Caroline Michel-Aguirre, y los actores las abordaron a su manera. Marina Foïs consultó imágenes de vídeo en las que aparece Anne Lauvergeon, para captar su autoridad y relación de intimidad que forjó con Maureen, una complicidad de conveniencia bastante condescendiente. Yvan Attal encarna a Luc Oursel, el nº2 que no tenía madera para ser nº1 y que también se verá aplastado por los acontecimientos. Le pusimos unas gafas redondas que contrastan con su dificultad para gestionar las emociones: debajo de ese exterior redondeado se esconde una enorme irritabilidad y una violencia latente que puede estallar en cualquier momento. ¡De hecho, Oursel lanzó por los aires una silla durante una reunión del consejo de administración!
En otro registro, François-Xavier Demaison dio forma a un personaje inspirado en la mano derecha de Maureen. Le acompañaba a todas sus reuniones con esos políticos que supuestamente le apoyaban y que acabaron sustituyéndola tras su marcha de Areva. Más allá del modelo de la vida real, encarna un sindicalismo más tradicional y menos disruptivo. Por eso opté por un actor de cine más popular, como un contrapunto que aporta más colorido al reparto.
¿CÓMO TRABAJASTE CON GRÉGORY GADEBOIS PARA ELABORAR EL PERSONAJE DE GILLES, EL MARIDO DE MAUREEN?...
Para Gilles, los poderosos con los que se codeaba Maureen eran extraterrestres. Él es un ingeniero de sonido freelance que trabaja en conciertos de rock y proviene de una familia firmemente comunista... Como se insinúa a lo largo de la película, hacía tiempo que los aplastantes compromisos de su mujer habían hecho mella en su vida privada.
Y viceversa, ya que es posible que la evolución de su relación le llevara a asumir esos mismos compromisos... Grégory Gadebois es un actor magnífico porque da en el clavo de inmediato. Además, al igual que Isabelle, es muy bueno a la hora de realizar cambios de tono y entonación. Puede decir «OK» de diez maneras diferentes, contando una historia distinta cada vez. Odia hacer la misma toma dos veces y siempre consigue aportar algo nuevo. Como Isabelle también se parece a él en esas cualidades, se llevaron muy bien durante la película. Sobre el papel, podrías pensar que son una pareja un tanto extraña, pero creo que funciona muy bien en la pantalla.
SU COMPLICADA INTIMIDAD SE NUTRE MUCHO DE LOS SILENCIOS…
Isabelle sabe perfectamente que puede expresar muchas cosas sin necesidad de hablar, así que cuando cuentas con actores como ella y Grégory Gadebois, puedes filmarlos sin necesidad de que expresen una situación verbalmente. Eso contrasta con el enfrentamiento verbal que se produce en la primera parte de la película: estamos en el momento posterior a la batalla, y su relación se expresa a través de la presencia, las expresiones o incluso una actitud evasiva. Cortamos algunos diálogos en el set y también durante el montaje, y creo que fue el enfoque correcto. Del mismo modo, el personaje del marido tenía bastantes diálogos que debían proporcionar un contrapunto humorístico, que se parecía a su forma de ser en la vida real, pero cortamos muchos en la sala de montaje. Como si la película los rechazara...
LA VIOLENCIA GINECOLÓGICA A LA QUE LA SOMETIERON NOS DEJA SIN PALABRAS…
Se sometió a tres exámenes en una semana, incluida la recreación de la violación insertando el mango de un cuchillo en su vagina aunque los expertos apenas tenían autoridad para hacerlo. Ella hubiera podido oponerse pero al consentirlo, muestra lo frágil que era en ese momento... Ella ve la duda en los ojos de otras personas, incluido su marido que, en mi opinión, tuvo un fugaz momento de duda. Los interrogatorios a los que sometieron al marido fueron muy mal. Intentó hacer bromas y fue un fracaso absoluto ya que la policía pensó que se estaba volviendo contra su esposa. Maureen es una superviviente. Se necesita una fortaleza de carácter impresionante para recuperarse de algo así. Volvió a ser profesora de inglés, esta vez en colegios. Después de su viaje a la oscuridad, volvió y se reconstruyó. Su matrimonio se mantuvo unido. Y eso me parece realmente bonito.
¿QUÉ HAY DETRÁS DE LA ACTITUD IMPLACABLE DEL CAPITÁN QUE INTERPRETA PIERRE DELADONCHAMPS?...
Es una síntesis de varios investigadores de la policía forense que estaban convencidos de que Maureen mentía. Estaban bajo la presión de su jerarquía, que a su vez estaba bajo la presión de los políticos. A todos les venía bien decir que esta mujer estaba loca, que era una mitómana y que se lo había inventado todo. Pero no creo que nadie interviniera directamente y dijera: “Tenemos que acusarla”. En algunos programas recientes de radio sobre este asunto ciertos investigadores insistieron y en síntesis declararon: “¿Quién dice que no se lo inventó todo?» En el reciente documental de Gilles Marchand sobre el Caso Grégory, un policía dijo que sospechaba de la madre porque vestía un suéter negro ajustado que dejaba ver el pecho. ¡Esto resulta inaceptable para una mujer que acaba de perder a su hijo! Con respecto a Maureen y a la violación que sufrió, creo que las cosas habrían sido un poco diferentes diez años después. Para empezar, habría muchas más mujeres trabajando en la investigación...
EN CUANTO AL CASO EN SÍ, LA PELÍCULA DA CRÉDITO A LA TESIS DE QUE MAUREEN KEARNEY FUE VÍCTIMA DE UN INTERMEDIARIO QUE TENÍA MIEDO DE PERDER SU PARTE SI EL CONTRATO CON CHINA FRACASABA…
Puede ser. La investigación no examinó todas las pistas posibles tal y como sugiere Caroline Michel-Aguirre en su libro. Esta pista en particular no aparece en ningún documento policial o judicial...
ISABELL HUPPERT NOS CUENTA...
Interpretar a una persona real y viva te da pistas para desarrollar la apariencia de un personaje y eso fue especialmente cierto en el caso de Maureen Kearney que no se corresponde con la idea que tenemos de un sindicalista, aunque las personas siempre sorprenden y son diferentes de lo que imaginamos cuando las vemos desarrollando su trabajo. Nos inspiramos en la forma en que Maureen se viste, se maquilla y se peina: el pelo rubio, el moño y también las joyas que usa. Me interesaba conocerla, pero actuar siempre es un trabajo de la imaginación, y puedes despegarte de la realidad tanto como quieras. No estoy segura de que contar con un modelo “real” te haga más responsable con la persona que estás encarnando. En primer lugar, esa responsabilidad recae en gran medida sobre los hombros del director. Además, lo interesante de este tema, entre otras cosas, es el escepticismo y reflejar la ambigüedad que surge de la forma en que otras personas ven al personaje.
Una vez que has dado con el aspecto físico del personaje, el resto fluye con naturalidad. Sobre todo porque, gracias al talento de la peluquera, la diseñadora de vestuario y todos los que trabajaron en el aspecto de Maureen, ella no va disfrazada. Ese artificio no fue una traba. Era realmente parte de mí. Hubiera sido más difícil y menos divertido seguir siendo yo misma, sin sus gustos y elecciones que, en parte, también son máscaras teatrales. Por ejemplo, sus gafas son muy importantes. Modifican el aspecto de la persona que las lleva y la forma en que miramos a esa persona. Impiden el acceso directo a la mirada y modifican nuestra visión provocando una ligera transformación de la realidad. Las gafas son un accesorio interesante en el cine. Recuerdo que las llevé en la comedia «Borrachera de poder» de Claude Chabrol.
No pensé en si Maureen era culpable o inocente. Lo que me interesaba era el revuelo que generó y que curiosamente perdura, a la vista de los documentales recientes que se han hecho sobre el caso. El recorrido del personaje a lo largo de la película es muy original, desde el inicio de su lucha hasta la última escena en la que testifica espléndidamente ante la comisión de la Asamblea Nacional. Maureen lucha contra una especie de hidra tentacular que está completamente fuera de su alcance. Pero al mismo tiempo, lucha por algo muy simple: salvar puestos de trabajo. Podría darse por vencida, pero dentro de ella hay una feroz voluntad de lucha y, en el fondo, de ser un personaje más importante de lo que indicaba inicialmente su trayectoria. Era una sindicalista, pero no estaba destinada a dirigir un ejército. Aun así construyó un pequeño reino en el que decidió reinar y resistir. También quería inventarse una vida muy diferente a la que tenía. Al final, estaba sola contra el mundo. ¡Es su lado Erin Brockovich! Pero esas decisiones acabarían aplastándola.
La violencia que sufrió Maureen puso en peligro su vida privada. Abrió grietas en su vida familiar aunque, más allá de los silencios, siempre hubo cierto humor entre ella y su marido, que interpreta Grégory Gadebois. Podría decirse que aunque estaba acostumbrada a hablar en circunstancias que dominaba bien, en esta ocasión se quedó sin palabras. Pienso en la escena del primer juicio, donde, en un contexto imponente, Maureen se siente más frágil que nunca. Me imaginé muchas cosas para ese momento. De hecho, ¡puedes imaginarte cualquier cosa! Por ejemplo, que se lo hubiera inventado todo, que se derrumbaría ante la enormidad de su mentira. Eso es lo que pensó seguramente la gente que no le creyó al ver cómo se derrumbaba, junto con el castillo de naipes que había construido según esa misma gente... Cuando todos te acusan, es posible que acabes dudando de tu propia inocencia. Maureen ya había recorrido un largo camino cuando decidió apelar su condena.
Fue una decisión personal que dio testimonio de una gigantesca tenacidad, coraje y voluntad para hacerse con las riendas de su caso. Por ejemplo en la escena en la que ella sola trata de reconstruir las circunstancias de la violación. Es algo que solo podía hacer ella ya que todos le habían abandonado y estaba profundamente sola. No le quedó otra opción que el pragmatismo para demostrar si era posible aquello de lo que le acusaban.
He mencionado a Claude Chabrol, y creo que en esta película tiene algo de chabroliano, cierta sequedad, pero en el buen sentido, nada sentimental, una especie de ironía con un toque moral. Me encanta trabajar con Jean-Paul Salomé. Nos llevamos muy bien como lo hicimos en «Mamá María». Es un director que no duda y eso siempre es reconfortante para un actor. Y confiamos plenamente el uno en el otro. Los buenos realizadores nunca se muestran intervencionistas con sus actores, o intervienen de forma invisible lo que da energía y confianza pero sin entorpecer nunca la interpretación.
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