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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos cada vez más habituados a que cada semana nos llegue al menos una producción francesa, en las que notamos por lo general la más que aceptable calidad que tiene la cinematografía gala en estos momentos, tanto en directores ya consagrados como en los nuevos valores que poco a poco se van incorporando a la nómina de realizadores.
A lo largo de sus argumentos se tocan los temas más variados que van de la comedia al cine negro, por ejemplo.
Algo de ello podemos encontrar en 'Un blanco fácil' (2022), dirigido por Jean-Paul Salomé, que llega a nuestras pantallas tras haber participado en la sección Horizonte de la Mostra de cine de Venecia.
Poco podíamos esperar, a priori, con un argumento sobre una investigación ambientada en el mundo de la energía nuclear y la política, que originara un cierto suspense, que consiguiera agarrar el interés del posible espectador.
El título original es La sindicalista y en este caso se le ha cambiado por este otro más comercial de Un blanco fácil, que creemos más apropiado.
En este caso se nos cuenta la historia de Maureen Kearney, una mujer casada con Hugo Gilles, con una hija, Fiona, que lleva varios años siendo una sindicalista destacada, que defiende a capa y espada a los empleados sobre todo cuando ve en sus jefes movimientos que no le gusta dirigidos a desbancar a su jefa Anne Lauvergeon, a la que finalmente despiden y sustituyen por Luc Oursel, no obstante permanecen muy unidas.
Detrás de ese despido están la negociaciones de Areva con China para la construcción de Centrales nucleares por toda Europa, lo que quieren conseguir antes de la celebración de la elecciones que finalmente gana el Presidente Holland en septiembre de 2012.
Ella trabaja en la sede de París del Grupo Areva como Delegada Sindical de la Secretaría General para Europa, desde donde denunció acuerdos de alto secreto sobre el sector nuclear francés, defendiendo más de cicuenta mil puestos de trabajo.
El 7 de diciembre de 2012 es atacada en su domicilio por unos enmascarados que la amordazan y atan a una silla marcándola en el vientre con una A y metiéndole un cuchillo en la vagina y así la encuentra la empleada de hogar cuando llega a la casa.
No le cree la policía que piensa que es un truco y que ella ha montado toda esa farsa.
Esto hace que la investigación del tema nuclear pase a segundo término y lo ocupe el tener que demostrar que la agresión sufrida fue real ya que había pasado de víctima a sospechosa.
Buena parte del mérito de este film se debe al buen guion escrito por Fadette Drouard y el propio director Jean-Paul Salomé, que está basado en el libro de Caroline Michel-Aguirre en el que se recoge este escándalo real, en el que lo sucedido se lleva a cabo con una gran claridad, sin que en ningún momento el espectador se pierda en el desarrollo de la complicada trama.
A ella se le aportan los conocimientos del director francés Jean-Paul Salomé que lleva ya más de una docena de título en su filmografía, la mayoría para el cine, salvo dos series de televisión y un corto, y en el que se puede encontrar una variedad de temáticas, como apuntábamos antes, con títulos como 'Arsène Lupin' (2004), 'Espías en la sombra' (2008) o 'Mamá María' (2020).
Aquí lleva la narración al ritmo que necesita el tema, originando el suspense en todo momento.
Otro de los méritos reside en la protagonista, la veterana Isabelle Huppert, que encarna a Maureen Kearney sobre la que recae todo el peso de esta historia, en la que destaca también el papel de Marina Foïs como Anne Lauvergeon, aunque no se queda atrás el aplomo de Grégoy Gadebois en el papel del marido.
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