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NOTAS DE LA DIRECTORA...
   Antes que directora y guionista he sido hija. Y un poco hija de p... también. Con mis padres, me refiero.
Los hijos no nos damos cuenta de la mala vida que les damos a nuestros pobres padres.
  Cuanto más generosos, comprensivos, cariñosos y cuidadores son, peor nos portamos con ellos. Abusamos porque sabemos que siempre estarán ahí, que harán lo que sea por pasar una tarde nosotros, por asegurarse de que comemos bien, … Y en cambio nosotros no tenemos ningún reparo en llegar tarde sin avisar, en saltarnos celebraciones familiares, en no responder a sus llamadas, a sus wats… Como tampoco tenemos reparo alguno en pedirles todo tipo de favores y sacrificios.
  Pero llega un momento en la vida que nos damos cuenta de lo egoístas y caprichosos que hemos sido (suele ser a partir de los 30), reconocemos la suerte que hemos tenido, y les queremos compensar. Y de eso va nuestra historia.
  Pero lo que me resulta más interesante y estimulante de esta comedia tan disparatada, pero a la vez tan llena de verdad, es que es una comedia familiar para familias con hijos que ya han volado del nido.
  ¿Os habéis fijado en que todas las comedias navideñas suelen estar dirigidas a familias con niños?¿Qué pasa con las familias con hijos creciditos? ¿Acaso no son familias? ¿Acaso no celebramos también la Navidad? Pues este público ya tiene su comedia navideña en Un lío de millones.
  Y es que las familias con hijos adultos necesitan escuchar este mensaje más que nadie, mirarse los unos a los otros, reconocerse, reírse de sí mismos, y reconciliarse desde el buen humor. Que además siempre conlleva una buena dosis de amor. Y para que este público entre de lleno no solo en los gags sino en la historia, hay que darle vida a la familia Blanco. Y vida es vida más allá de lo que se ve en pantalla. Miradas, gestos, formas de tocarse, de comer, de estar, que nos cuentan quiénes son esas personas, qué roles tienen dentro y fuera de su familia, que sueños y qué inseguridades les mueven. Y poder ver eso entre líneas es una delicia para el espectador porque nos recuerda cuan humanos, auténticos e imperfectos somos todos. Por ende, cuan parecidos.
  Y esta es mi principal apuesta. Trabajar en la conexión de unos personajes que llevan toda una vida juntos y una temporada algo desconectados. Y si esto se recubre con una buena capa de humor físico, verbal y por supuesto coyuntural, lo tenemos. Pero en ese orden. Primero, la familia. En todos los sentidos.
  Una comedia con un mensaje en el que podemos vernos todos reflejados como los padres o como los hijos que somos, pero también como los hijos que hemos sido y como los padres que algún día seremos.
  Lo que me cautivó de la película en la que se inspira (!Mes très chers enfants”) es la premisa. Unos padres que para recibir la visita de sus hijos en Navidad fingen que le ha tocado la lotería. Es muy divertida. Mucho. Recibir la invitación a reescribir la historia desde un lugar más adulto y descarado, y también más profundo y con valores, más local y cercano a nuestras costumbres, ha sido lo que me ha animado a embarcarme en este proyecto.
  Esto y mi amor absoluto por la comedia. Por hacer reír desde un lugar sano… y sanador.
Amo la comedia. Soy consumidora de comedia, de toda, pero la que más conecta con mi sensibilidad, y por ende donde me considero más efectiva, es en la comedia costumbrista y con corazón. En España, Dani de la Orden o Javi Ruiz Caldera; o un poco más lejos, Richard Curtis, Nancy Meyers… Son mis referentes. Guionistas y directores que llevan la comedia a lo cotidiano, con un tratamiento natural pero cuidado, llegando al humor desde la situación, desde la vida. Desde el choque y el equívoco entre personajes que no buscan el chiste, sino que buscan ser felices. Y aunque tenemos personajes hilarantes, no son payasos, son personajes auténticos. Punto.
  Y el punto me lleva a la redondez. Leitmotiv conceptual y visual. Bolas de la lotería. Bolas de navidad. Bolas relajantes, bolas chinas, bolitas de comida, madejas, galletas, albóndigas, tartas, ventanas redondas, estampados de lunares, jefes lunáticos,… Padres que le meten una bola a sus hijos para pasar tiempo con ellos, hijos que le hacen la pelota, para sacarles pasta. El círculo de la vida, los hijos se van de casa, para volver, para algún día formar sus propias familias de las que los hijos también se irán. Vamos, una comedia… redonda.

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