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CRITICA
Por: PACO CASADO
Agustín y Begoña constituyen un matrimonio ya jubilado, que viven tranquilamente en un pequeño pueblo de la sierra madrileña al que sus hijos, Miguel. confitero, y Clara, arquitecta, desde que se independizaron, y se fueron a vivir a la capital, ya no los visitan aunque sea de higos a brevas y están quejerosos de ellos, que se han convertido en unos egoístas y desagradecidos.
Incluso cuando van llegando las fiestas de la Navidad, todos se excusan porque tienen asuntos que resolver fuera, con la idea de marcharse a esquiar o celebrarlas con los amigos.
Un día a Agustín se le ocurre una idea que seguro que no va fallar, que conforma un arriesgado plan para reunirse con sus distanciados hijos.
Para ello el día del sorteo de la lotería de Navidad se van a un pueblo cercano, a unos treinta kilómetros, donde ha caído el gordo y vestidos con los atuendos navideños, se unen al grupo de los que les ha tocado y salen en la televisión, con lo cual lo ha visto mucha gente y a ellos también les llega la noticia en la que fingen que les ha tocado la lotería y son millonarios.
Con ese ambicioso motivo de poder pillar algo de ese dinero, todos acuden ese año, aunque después se lleven el desengaño de que todo fue una broma, pero los padres se quedan satisfechos de haberlos podido reunir aunque sea por una vez.
Se trata de una divertida comedia familiar, muy propia de estas fiestas, que está dirigida por Susan Bajar, protagonizada por Antonio Resines, que últimamente se haya en todas las salsas, junto a Gracia Olayo en el papel de Begoña, su mujer, mientras que Clara Lago y Alberto Olmo, que tienen menos ocasión de lucimiento, encarnan los papeles de sus desagradecidos hijos, que parece que los tienen olvidados ya que no van nunca a verlos, ni siquiera en las fechas más señaladas.
El guion está basado o inspirado de alguna manera en otra comedia francesa, que no hemos visto, 'Mes très chers enfants' (2021) (Mis queridísimos hijos) dirigida por Alexandra Leclère, que en la versión española se han encargado de adaptarla a nuestra idiosincrasia Ángela Armero y la propia directora Susan Bejar, con la que debuta en la dirección de su primer largometraje, tras haber realizado una media docena de cortometrajes, muy premiados, vendidos a multitud de televisiones y con más de veinte millones de visionados en el canal de Youtube.
A decir verdad no le ha salido mal, llevada al ritmo necesario para una comedia que se precie, que tiene sus momentos que resultan disparatados pero divertidos y también algún puntito de corte sentimental, sin más pretensiones que las de hacer pasar el rato.
De ella se debe extraer el mensaje de que los hijos deben de cuidar a los padres, sobre todo cuando ya son muy mayores y a veces no pueden ni valerse por sí solos.
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