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Con clara vocación autoral, Prat nos presenta una película sosegada y sutil, pero también cargada de giros y suspense. UNA QUINTA PORTUGUESA está llena de enigmas: la desaparición de Milena, el secreto que guarda Fernando sobre su verdadero origen o el pasado de Amalia, la dueña de la quinta. La historia se vertebra a través de tres personajes de diferente nacionalidad y condición y, a partir de estas identidades tan alejadas, pone de relieve su esencia compartida.
El guion, escrito por la propia directora, fue seleccionado en el laboratorio internacional MIDPOINT Feature Launch organizado por dicho Instituto junto al Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, donde fue uno de los 9 proyectos seleccionados. La película cuenta con Santiago Racaj como director de fotografía, Artur Pinheiro en la dirección artística y con el compositor Vincent Barrière.
Rodada entre distintas localizaciones de Barcelona y la Quinta da Aldeia, una verdadera quinta portuguesa en la villa de Ponte de Lima, la película no podía plantearse sino como una coproducción entre los dos países.
Impulsada desde España por la catalana Miriam Porté para Distinto Films, responsable del anterior largometraje de Avelina Prat: Vasil, junto a otros títulos como Sorda, Mamífera, Seis días corrientes, Los niños salvajes o El gran Vázquez. El proyecto encontró su perfecto compañero de viaje en la productora portuguesa O Som e a Fúria, liderada por Luís Urbano y Sandro Aguilar, quienes trabajan de forma continuada con grandes autores portugueses como Miguel Gomes, Ivo Ferreira, João Nicolau o Salomé Lamas.