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NOTAS DEL DIRECTOR...
El Cuento...
Cuando llevo a Roc a la escuela en coche, le explico un cuento llamado “La pelota del Gigante”. Es un cuento de mil episodios en el que un Gigante que siempre tiene hambre vive en un castillo cerca de un bosque donde hay unos árboles que hablan: Uhin Uhan Uhé. También vive allí la Seta mágica y el Conejo blanco de las orejas rojas que lleva el zurrón que le ha pasado la Seta mágica con unas piedras luminosas y el polvo mágico que se usa para alejar al Gigante y evitar que se coma los cerdos de colores y los corzos del bosque. Cerca del bosque hay un huerto donde crecen unos tomates gigantes que el Gigante siempre quiere comer. Debajo del huerto vive la Araña venenosa que siempre quiere picar a alguien.
Es un cuento que a lo largo de los años ha ido creciendo. Roc se divierte hablando con los personajes y proponiendo las diferentes tramas de los episodios.
La cometa...
Hacemos volar la cometa los días que sopla el viento, cuando volvemos de la escuela pasando por una montaña muy alta. Es una cometa que construimos en casa, pero el hilo siempre se acaba enredando entre los matorrales. Y mientras lo desenredamos, hablamos de muchas cosas. A Roc le gusta pasar por una pista forestal que atraviesa el bosque para llegar a casa.
La película...
La idea de hacer un rodaje espontáneo la tuvo Aitor Martos que me animó a realizar una película espontánea, fresca, sin intermediarios, construida directamente con la complicidad del equipo humano y la colaboración de los proveedores técnicos. Acepté el reto y en dos semanas el guion estaba listo. El rodaje fue breve, intenso y prolífico. Con la complicidad y la generosidad de todo el mundo filmamos una historia de ficción que, después, con la post-producción acabamos de redondear. Esta libertad pluridimensional que saboreamos y disfrutamos en todas las fases de la producción, sin duda, fue determinante para llegar al final de esta aventura colectiva y, después, sumar más complicidades una vez acabada la película.
La historia...
El reto era crear una historia con la complicidad que a lo largo de los años un niño y su padre han ido construyendo a través de la convivencia. Poder ver de cerca la relación entre el hijo y el padre y captar con un cierto lirismo contenido, todo el universo invisible que el niño construye en su camino natural de aprendizaje. Filmar este aprendizaje, verlo en directo y sin artificios y desde la sutilidad y el respeto. Acompañar al niño en el descubrimiento que hace de las cosas que lo rodean, su curiosidad hacia la naturaleza, el paisaje y los elementos que le parecen mágicos.
El paisaje humano...
La visión casi panteísta del paisaje y los elementos naturales enlaza con el mundo de los adultos, que a menudo se dibuja a través de la ausencia y se mezcla con el universo del niño. A través de la mirada de este, descubrimos la dimensión humana de los adultos. Es un juego de espejos entre los que están y los que no están. Un juego que acaba desdibujando la frontera entre lo imaginado y la realidad.