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SINOPSIS
Alexis, a punto de cumplir 16 años, casi se ahoga cuando vuelca su barco en la costa de Normandía. Por suerte, David, de 18 años, le salva heroicamente. Alexis acaba de conocer al amigo de sus sueños. Pero, ¿durará ese sueño más de un verano? El verano del 85...
INTÉRPRETES
FELIX LEFEBVRE, BENJAMIN VOISIN, PHILIPPINE VELGE, VALERIA BRUNI TEDESCHI, MELVIL POUPAUD, ISABELLE NANTY, LAURENT FERNANDEZ, AURORE BROUTIN, BRUNO LOCHET, YOANN ZIMMER, ANTOINE SIMONI, PATRICK ZIMMERMANN
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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
Y 35 años después…
Me parece que en todos estos años no se me ocurrió la idea, ni tuve las ganas de hacer la película porque, en realidad, me apetecía verla, ser el espectador.
Estaba convencido de que alguien la haría, algún cineasta estadounidense… Pero no fue así, y sigue sorprendiéndome.
Después de GRACIAS A DIOS volví a leer el libro por mera curiosidad y me quedé atónito al darme cuenta de que había filmado numerosas escenas o temas incluidos en la novela. El libro que leí de adolescente había alimentado mi imaginación sin que yo atara cabos.
La vertiente rompecabezas de la historia, que había olvidado, también me pareció muy cinematográfica.
Recordé que a los 18 años había escrito una primera versión del guion con un amigo centrada únicamente en la historia de amor, quitando elementos que entonces me parecieron estar en segundo plano, como la asistente social, el profesor, los padres, el judaísmo y los flash-backs… Puede que no estuviera capacitado para gestionar tantos elementos.
Pero las películas se hacen cuando deben hacerse, y fue necesario que la historia madurara en mi interior para que supiera cómo contarla y ser fiel a la estructura narrativa de la novela. En cuanto al resto, adapté el contexto a Francia y situé la historia en la época que la leí. La película contiene la realidad del libro, y también el recuerdo de lo que sentí cuando lo leí.
El tono de la novela es más bien desenfadado, pero ha adoptado un registromás romántico y dramático...
Durante el rodaje, algunas escenas se inclinaban más hacia la comedia, pero en la sala de montaje tuve tendencia a borrar los efectos cómicos para estar del todo con los dos chicos y vivir su historia de amor plenamente. Luego, en la segunda parte y el significado del pacto, aún quedaba menos sitio para la comedia.
Me pareció importante establecer una relación sincera con los personajes, así como encontrar de nuevo la emoción que había sentido de adolescente.
En cierto modo, tuve la impresión de volver a hacer una primera película con la madurez adquirida con las anteriores, lo que me aportó lucidez y, a la vez, una especie de ternura nostálgica hacia ese periodo. De haber tenido una edad más cercana a la de mis personajes es muy probable que me hubiera distanciado más.
VERANO DEL 85 es una historia de amor antes que una historia de amor homosexual...
Fui fiel al libro. No cuestionaba la homosexualidad, ni tampoco representaba una finalidad. Es algo muy bello y bastante moderno para la época. Alex y David se aman; el hecho de que sean dos chicos no es el tema de la historia. Por eso mismo soñaba con ver esta película cuando era adolescente. En los años ochenta, las representaciones de la homosexualidad en el cine eran muy sombrías, dolorosas, incluso antes de la llegada del sida.
Para hacer esta película, me impuse respetar los códigos de las películas de adolescentes. Filmé un romance entre dos chicos de un modo muy clásico, sin ironía, para hacer una historia de amor universal.
VERANO DEL 85 habría podido ser una crónica adolescente, pero transformó el material apostando por el suspense y la duda de lo que realmente ocurre...
Es la mayor diferencia con la novela, donde se sabe desde el principio lo que hizo Alex y el porqué. La película deja flotar el misterio y crea pistas falsas que dejan al espectador tomar varios caminos. Adopté el mismo enfoque con la adaptación de Remordimiento (Broken Lullaby), de Ernst Lubitsch, para transformarla en FRANTZ.
La escena del walkman es un homenaje a las discotecas tan presentes en las películas de culto para adolescentes de los ochenta, pero también anuncia el desfase entre David y Alex...
Puede decirse que esta escena del baile es el corazón de la película. Uno se agita, ríe, salta y se mueve como un loco, mientras que el otro sueña, con la mirada perdida, fija en la bola de espejos colgada del techo. En ese momento interpretamos el desfase como un juego y no como un sufrimiento. Pero debo reconocer que ni yo mismo era consciente de eso cuando rodé la escena; improvisé y la rodé muy deprisa para integrar la canción de Rod Stewart.
La reconstitución de la época es realista y da la impresión de que estamos viendo una película de los ochenta...
Los decorados son realistas, pero los años ochenta están algo idealizados a través del vestuario. Pascaline Chavanne y yo nos inspiramos mucho en las películas americanas de la época; me apetecía lograr ese ambiente popular. Hice la película pensando en el espectador que fui, en la película que me habría gustado ver entonces.
¿De ahí la decisión de rodar con negativo?...
Hoy en día nos hemos acostumbrado a la imagen digital, pero tratándose de una película de época, creo que no cabe más posibilidad que usar negativo. Ya había tomado esta decisión a la hora de rodar FRANTZ.
Me gustó mucho regresar al súper 16, el formato que utilicé para mis primeros cortos. Me gusta ese grano tan particular. En los primeros planos aporta algo muy bello, muy sensual en las pieles, un matiz en los colores que no logra el digital, medio que tiende a dar un toque insulso a todo.
La película transcurre en la pequeña ciudad de Le Tréport...
Le Tréport puede compararse a Southendon Sea, la ciudad donde transcurre la novela, al sur de Inglaterra, que no tiene nada que ver con la Costa Azul. Me pareció importante anclar la historia en la realidad social de esta ciudad obrera de la Alta Normandía. Le Tréport no ha cambiado mucho, se ha quedado tal cual; es un lugar muy fotogénico, con grandes playas de guijarros, acantilados, edificios de alquileres sociales construidos en los años sesenta a lo largo del malecón.
¿El hecho de que la joven Kate sea inglesa es un guiño a la novela?...
En la novela, Kate es noruega. Decidí que fuera inglesa sobre todo porque durante los años ochenta estaba muy influido por la cultura pop británica, como muchos adolescentes en aquella época. Me movía al ritmo de la New Wave, The Smiths, Depeche Mode, The Cure, grupo que abre la película…
¿Cómo fue el casting de la pareja Alex y David, con físicos tan diferentes?...
Empecé el casting muy pronto, incluso antes de haber acabado el guion, pensando que si no encontraba a los intérpretes, no haría la película.
No tardé en conocer a Félix Lefebvre. En cuanto hizo unas pruebas supe que era Alex, con su cara algo redondeada, esa sonrisa un poco infantil, su agudeza y la melancolía en la mirada. Recuerda a River Phoenix, lo que corresponde de maravilla a la época y al personaje. Félix es un actor muy vivo, inteligente, y eso también era importante para el papel. El espectador debe creerse la inteligencia de Alex, su capacidad para convertirse en escritor.
Pero quedaba encontrar a David. Debía haber un fuerte contraste entre él y Alex.
¿Cómo escogió a los otros actores?...
Para Kate buscaba a una chica más abiertamente sensual que Philippine Velge, pero esa vertiente “a lo garçon”, como Jean Seberg, me gustó nada más verla. Philippine es anglo-belga; tiene la gracia y la madurez que buscaba para el personaje que apoya y ayuda a Alex en el duelo. Como muchas personas, descubrí a Isabelle Nanty en ¿QUÉ HACEMOS CON LA ABUELA? y me gusta muchísimo, desprende una gran humanidad. No se la ve a menudo en un registro dramático y me apetecía enseñar otra cara de su personalidad y de su trabajo.
En cuanto a Melvil Poupaud y Valeria Bruni-Tedeschi, con los que ya había trabajado, era obvio ofrecerles estos papeles. Me pareció divertido, después de GRACIAS A DIOS, convertir a Melvil en un profesor con un toque ligón; ese profesor que todos hemos conocido alguna vez, simpático pero en el que no se puede confiar plenamente. Valeria era ideal para comunicar el humor y la locura de una madre extrovertida, y conseguir que se acepte su transformación dramática. Para el personaje pensé en la madre cómplice y monstruosa de la obra de teatro de Tennessee Williams De repente, el último verano, interpretada por Katharine Hepburn en la versión de Mankiewicz para la gran pantalla. Una madre que engatusa a chicos para su hijo, una madre posesiva, devoradora, incestuosa…
SWIMMING-POOL, ÁNGEL, EN LA CASA, no es la primera vez que se inclina por la figura del escritor...
Me interesa mostrar la vocación artística. Cómo un personaje siente la necesidad de pasar por la sublimación de la creación. Y de qué se alimenta.
En el caso de Alex, me gusta que descubra la escritura de una forma un poco accidental: es incapaz de hablar de lo que ocurrió, y le piden que lo escriba para que el juez lo entienda. “A veces cuesta decir algo y es más fácil escribirlo”, le dice su profesor. Sobre todo a su edad. Y como se le da bien escribir… Al convertirse en escritor, Alex consigue una doble salvación: ante el juez y encontrando su vocación.
La escritura le hace más fuerte, lo que le permite transformar la prueba por la que ha pasado y seguir adelante.
¿Por qué recurrió a Jean-Benoît Dunckel para componer la música?...
Buscaba una música que fuera a la vez sexy, romántica y nostálgica, que recordase los años ochenta y los principios del uso de la electrónica. Son dimensiones que están en la música de Jean-Benoît, cuyo trabajo siempre me ha gustado en el grupo Air.
Da la casualidad de que, en una entrevista, le preguntaron que nombrara un tema que le gustaba de joven; contestó “Star de la pub”, y añadió que estaba muy bien producido. Creí que se trataba de una señal porque también era un hit de mi adolescencia.
Me puse en contacto con él diciéndole que me interesaba usar ese tema en la película. Le mandé el guion y empezó a componer música sin ver la imagen.
Me parece bastante milagroso porque en el montaje utilizamos las melodías sin cambiar nada.
¿Y el título de la película?...
El título original de la novela es precioso, pero daba demasiadas pistas para la película, al contrario que el libro, donde se sabe todo desde el principio. Lo solucioné poniendo como título la fecha en que había leído la novela y del lanzamiento de “In Between Days”, la canción de The Cure que abre la película. Este tema representa el corazón de los ochenta y es totalmente intemporal. A pesar de ser muy alegre, tiene un trasfondo melancólico. Corresponde a Alex, a cómo descubre la vida; con ganas, pero con cierta negrura. 1985 también es el año en que murió Rock Hudson, en que el sida se coló en la vida diaria de todos… Es el último año de inocencia y despreocupación, cuando aún se ignoraba la enfermedad y pocos se preocupaban.
ENTREVISTA A FELIX LEFEBVRE...
Cómo fue conocer a François Ozon?...
Primero hice una prueba con la directora de reparto y al día siguiente me llamaron para que conociera a François.
Me contó la historia por encima; no sabía nada excepto las dos escenas que me habían dado para la prueba.
Ni siquiera sabía que Alex era el protagonista de la película.
François me preguntó si me sentía capacitado para interpretar el papel principal. Y si me sentía cómodo con la homosexualidad en la pantalla. Es posible que un año o dos antes, cuando aún estaba en el instituto, me lo hubiera planteado.
Pero había madurado y, sobre todo, hacía tiempo que me había prometido no permitir que el miedo me impidiera hacer lo que me apetecía.
¿Cómo reaccionó al leer el guion?...
Me pareció una historia muy bella, muy bien escrita. La torpeza de las primeras veces, los descubrimientos, el primer amor, hacerse hombre, superar los miedos… El recorrido de Alex está concentrado en un verano en el que pasan muchísimas cosas, algunas muy bellas, otras dramáticas, pero que le nutren para avanzar y crecer. François me pidió casi inmediatamente que leyera el libro de Aidan Chambers, en el que se basa el guion.
Me aportó detalles sobre Alex, pero siempre seguí el guion.
¿Cómo fue el encuentro con Benjamin Voisin?...
Cuando vi a Benjamin por primera vez pensé: “Físicamente no es David para nada. Más bien nos parecemos, como dos hermanos”. Al mismo tiempo, me daba rabia porque inmediatamente me apeteció trabajar con él. No suele pasar que, desde el primer momento, exista una complicidad tan grande. Era una sinergia que tranquilizaba, daban ganas de trabajar con él. Benjamin es un compañero genial y me pareció maravilloso que a François no le preocupase nuestro parecido y le escogiese.
Vistos en la pantalla no se parecen en nada...
Para que nos diferenciásemos de verdad y que Alex pareciese más joven, con menos experiencia que David, François le pidió a Benjamin que se musculase y a mí que adelgazase para aparentar ser más joven, el adolescente que se estiliza porque aún está creciendo.
También me pidió que me aclarase el cabello. Supongo que para acentuar el contraste con Benjamin.
Creo que le parecía más bonito, más solar, más veraniego.
La fraternidad que existió en el plató con Benjamin fue muy útil para la relación de los personajes. Alex se proyecta en David, que representa un hermano mayor, un modelo, la imagen de un futuro posible.
Alex se siente fascinado por la muerte...
Personalmente, durante mi niñez, la muerte me angustiaba; tenía miedo de la oscuridad, miedo de no regresar. No conseguía imaginarla. Creo que a todos nosotros, cada uno a su manera, nos intriga el misterio de la muerte. La muerte define la vida.
Para Alex, la muerte es la gran enemiga y necesita entenderla para no llevarse un golpe inesperado. Quiere mirarla de frente, saber lo que le espera. Por eso estudia los ritos funerarios, las antiguas tradiciones egipcias en las que yo mismo indagué.
Para los egipcios, la muerte no es el fin, sino un nuevo impulso, el verdadero comienzo.
La vida no es más que una preparación para el combate que representa la muerte con el fin de acceder a un estado inmortal.
Leer sobre esto me permitió entender mejor la fuerza que le aporta a Alex pensar en la muerte.
David, cuyo padre ha muerto, tiene un conocimiento más íntimo de la muerte. ¿Es posible que eso atraiga a Alex?...
Efectivamente, Alex solo posee conocimientos literarios de la muerte, pero David ha visto morir a alguien y, en cierto modo, representa al guerrero capaz de vencer a la muerte. Pero creo que todo lo de David apasiona a Alex, es un amor enloquecido, devorador, obsesivo.
Y es un amor legítimo porque David es apuesto, amable, encantador.
Vive en una casa magnífica, es cautivador…
Nada más verle, Alex queda fascinado y enseguida se enamora perdidamente.
En la novela, Alex es un chico algo descarado y con experiencia, mientras que en la película incluso parece que es su primera vez...
Y lo es. Al menos eso decíamos François, Benjamin y yo. David le hace descubrir muchas cosas a Alex, es el maestro. Alex no se siente cómodo sexualmente, carece de conocimientos, pero gracias a David, aprende a abrirse, florece.
¿Cómo ve la escena de la ruptura?...
Veo la ingenuidad y la locura amorosa de Alex. Se lanza y lo entrega todo: tiene que ser David, y solo él. Es normal que si das mucho, esperas recibir lo mismo a cambio. David le da mucho, pero Alex se da cuenta de que su amor no es tan fuerte, que la relación está desequilibrada. Para David es más una aventura que una historia de amor, tiene miedo de herir a Alex y prefiere romper. Ligar con Kate también es una forma de hacerle entender a Alex que no le pertenece. Alex y David tienen dos perspectivas diferentes del amor.
A pesar de la dureza de la escena de ruptura, se nota que David quiere a Alex, que el amor entre ambos existe. Su relación es especial y, a la vez, universal.
Lo extraño en Alex no es que le atraigan los hombres, sino que le atraiga David. De hecho, no trabajé su homosexualidad para la interpretación, sino su pasión por David.
¿Cómo se hizo con el personaje?...
Primero leí El guardián entre el centeno porque, en sus comentarios, François decía que, mientras escribía el guion, había pensado a veces en Holden Cauldfield, el simpático personaje de la novela de J.D. Salinger. Se convirtió en uno de mis libros favoritos.
François también me aconsejó que viera varias películas que comunicaban el ambiente de los años ochenta y cosas que Alex ha visto: documentales sobre la muerte y títulos como LA FIESTA, GREASE, CUENTA CONMIGO, películas populares de la época. Me inspiró mucho VERANO DEL 42, con esos dos jóvenes del todo torpes que descubren la sexualidad y el amor. También tuve ganas de ver películas de amor entre hombres, como MI IDAHO PRIVADO y CALL ME BY YOUR NAME.
Escuché música pop de los ochenta totalmente desconocida para mí, y me encantó. Lo mejor es que mi padre se sabía todas las canciones, eran de su juventud.
¿Cómo fue trabajar con Isabelle Nanty, que hace el papel de la madre de Alex?...
Es de esas personas con las que te sientes cómodo desde el primer momento. Isabelle es altruista y generosa, todo lo contrario de la actriz centrada sobre sí misma. Cuando descubrí en el guion la escena en que Alex le dice a su madre que pare un momento y se tome un café, sabía que sería una de mis favoritas. Es una escena muy cotidiana, pero dice muchas cosas y tenía ganas de rodarla con Isabelle. Una de las grandes cualidades de François es poner en escena cosas sencillas que se convierten en universales.
En cuanto a Valeria Bruni-Tedeschi, siempre me ha parecido una actriz excelente, muy honrada. Es genial tener la oportunidad de trabajar con una actriz tan buena. Me permitió entender mejor lo que yo debía interpretar.
¿Cómo describiría la dirección de actores de François Ozon?...
François es el director, de eso no cabe duda, pero también escucha si alguien quiere proponerle algo. Deja a los actores una gran libertad de expresión y crea una relación no limitada a lo profesional, sino también de amistad y confianza. Me sentía muy cómodo a la hora de expresar lo que pensaba. Lo mismo le pasaba a él.
Se podía hablar sin que el otro lo tomara mal.
¿Qué significó para usted el rodaje?...
Fue una experiencia muy fuerte que me permitió ir hasta el fondo de un personaje. Creo que me cambió, del mismo modo que Alex cambia en la película.
Cuando se trabaja durante dos meses con un papel como este, dejas de preguntarte si vas a hacerlo bien, te preguntas qué interpretas, qué contamos.
Estaba orgulloso y feliz de participar en un proyecto semejante. Una película es algo que se comparte, también es para los demás.
¿Cómo fue conocer a François Ozon?...
Me presenté para el papel de Alex. Hacía varios meses que estaba decidido a no dejarme encasillar en los personajes frágiles, tímidos, con emociones a flor de piel que solían ofrecerme. Supongo que me invadía este estado de ánimo cuando hice la primera prueba, porque al día siguiente me llamaron para otro casting, esta vez para el papel de David.
Y al otro día conocí a François. Hablamos de quién era yo, de quién era él, de lo que me gustaba… Fue una conversación muy humana, pero hablamos muy poco de la película o de trabajo. Total, cuando me fui, pensé: “Podríamos ser buenos amigos, pero ¿vamos a rodar algo juntos?” Tenía mis dudas.
David es un chico ambiguo, muy seductor pero inquietante...
Reconozco que el primer mes después de saber que tenía el papel, estaba un poco perdido, no conseguía hacerme con el personaje. François y yo hablamos mucho, y algo se me quedó grabado de esas conversaciones. Fue cuando comparó a David con un escorpión, un animal tan extraño como cautivador.
El escorpión nos atrae, pero basta con alzar la mirada y descubrir la cola venenosa, dispuesta a picar en cualquier momento.
Mi meta debía ser convertirme en escorpión. Conocemos a David de forma muy rutinaria, pero con las primeras sonrisas me propuse hacer notar un peligro, que hay algo corrosivo en David y que Alex va a pasarlo mal. Me sometí a una preparación física intensa para entrar en la piel de David. Sin exagerar demasiado, debía trabajar la musculatura para contrastar con Alex y parecer más seguro de mí mismo.
La pareja que forma David con su madre también tiene un trasfondo venenoso...
David empuja a Alex a los brazos de su madre, y ella le desnuda en el cuarto de baño… Hay un momento en que la madre y el hijo están en el mismo plano y miran a Alex con ojos de tigre, como si fueran a devorarle. Me encantó trabajar con Valeria Bruni- Tedeschi. Tiene una energía totalmente inesperada en el plató, pero reímos mucho juntos.
VERANO DEL 85 es una adaptación de una novela de Aidan Chambers, ¿la leyó?...
Sí, y me gustó, pero no me sirvió para descubrir más de lo que había en el guion. Busqué inspiración en otros libros, como Una temporada en el infierno, de Rimbaud.
También vi entrevistas de Patrick Dewaere, sobre todo la última que hizo, dos días antes de su muerte.
El padre de David ha muerto hace poco…
El padre es un elemento importante. Intenté imaginarlo, convertirlo en un fantasma en el que apoyarme durante el rodaje. Me dije que existía un vínculo directo entre David y él; bastaba con que David reprodujera a su padre.
¿François Ozon le recomendó alguna película?...
François me pidió que viera CUENTA CONMIGO y MI IDAHO PRIVADO. Además, vi LE PÉRIL JEUNE, de Cédric Klapisch. Tomasi, el protagonista de la historia, es muy diferente de David, pero ambos comparten el aura de misterio y el encanto. Se me ocurrió que David tenía algo de Tomasi, si este hubiera encontrado el amor, el sol, la pasión… Aunque nada le impide que caiga.
A David le gustan las motos, la velocidad...
Soy motero. Quizá sea lo único que tenga en común con David. Hablamos de eso con François en nuestra primera conversación y añadió unas escenas con la moto. Ya que tenía carné, ¿por qué no aprovecharlo?
He vivido y sentido todo lo que dice David de la velocidad en la película.
¿Sabía navegar en velero?...
Para nada. François nos mandó una semana a Le Tréport para seguir cursos de vela. Lo pasé muy bien aprendiendo actividades físicas para rodar después, es una oportunidad de conocer otras cosas. Pero me interesó sobre todo impregnarme del ambiente de esta pequeña ciudad, en la que David lleva viviendo 19 años. Félix y yo hablamos con los chicos de allí para saber dónde iban a divertirse y todos ponían cara de resignación y aburrimiento. Eso me ayudó mucho. David, con el carácter que tiene, sus deseos, sus emociones, ¿cómo no iba a explotar en un lugar como ese?
¿Cómo fue el rodaje?...
Me impresionó la facultad de François para estar totalmente en el momento presente. Puede hacer el tonto, pero en cuanto mira a través de la cámara, aparece una sensibilidad más tierna, más delicada.
En el plató, François lo dirige todo, escucha todo lo que ocurre a su alrededor y se hace con todo lo que puede mejorar la idea que ya tiene. Es muy agradable trabajar con alguien que consigue mezclar la dictadura y la escucha con semejante equilibrio y sutileza.
Sentí que podía proponerle cualquier cosa sin el más mínimo temor.
Cree que por el hecho de encarnar un periodo de su adolescencia, François Ozon introdujo una dimensión más afectiva en esta película?...
No puedo compararlo con nada, es mi primera película con François, pero sus productores, los hermanos Altmayer, decían que en pocas ocasiones le habían visto tan alegre y tan próximo a los actores.
Es probable que Félix y yo fuéramos algo parecido a un espejo y que algunas escenas en el velero o en la discoteca le recordaran cosas que había vivido cuando tenía nuestra edad.
Es una historia de amor entre dos chicos, pero sobre todo es universal...
VERANO DEL 85 va más allá de las nociones de género. François no ha hecho la película para reivindicar algo.
Dos personas se conocen, se llevan bien y se aman, da igual que sean dos chicos, dos chicas, una chica y un chico.
Lo importante es que François consiguió colar la cámara en su intimidad con belleza y pudor.
ENTREVISTA A AIDAN CHAMBERS...
¿Cómo nació la novela Dance on My Grave?...
Un día, en 1966, leí una breve noticia en The Guardian acerca de un chico de 16 años acusado de profanar una tumba. Durante su primera comparecencia, el chico rehusó hablar. Era demasiado joven para que se revelase su identidad y no había más detalles en el breve artículo. El magistrado le envió a prisión preventiva y una asistenta social debía enterarse de lo que había pasado.
¿O sea que no tiene nada de autobiográfico?...
En la época era profesor en un instituto mixto y empezaba a escribir novelas sobre la juventud. Algunos de mis alumnos confiaban en mí lo suficiente como para revelarme algunos secretos muy personales. Gracias a lo que me contaron algunos chicos, intuí lo que realmente había podido ocurrir. Se me ocurrió que debía contarlo en una novela, sobre todo porque no había leído nada parecido en un libro.
La historia no tiene nada de autobiográfica, excepto detalles como el hecho de que sí naufragué mientras navegaba solo durante una tormenta. O también la pregunta que hace el profesor sobre si el texto de Alex es real o una ficción y él contesta: “He sentido todo eso, pero he inventado la historia”.
¿Conocía la obra de François Ozon? ¿Participó en la adaptación?...
Conocía las películas de François y las admiraba. Me sentí halagado de que me pidiera los derechos del libro porque estaba convencido de que sería fiel a la historia.
No participé en la escritura del guion; y si me lo hubiera pedido, me habría negado. Sabía que era un director entregado a su arte y que suele escribir solo.
Por lo tanto, era mucho mejor no molestarle.
La película transcurre en Francia, pero François Ozon hizo unos cuantos cambios más. ¿Cuál fue su impresión cuando vio la película?...
Estaba muy nervioso cuando vi la película por primera vez, me invadían emociones confusas. Necesité tiempo para tranquilizarme antes de volver a verla. La segunda vez pude mirarla como una película. Me alegré y emocioné. Es más, me sentí orgulloso. Los cambios realizados encajaban con la novela y, en algunos casos, la mejoraban.
Además de la magnífica interpretación de los actores, me gustó mucho todo el trabajo de puesta en escena con los espejos, el doble, los ojos. Considero la historia como una de reflexión en el sentido del pensamiento y de la contemplación.
Alex reflexiona acerca de lo que le ha pasado. La historia está construida en base a recuerdos y a su intento de darles sentido. Es un acto de meditación, no se limita a narrar una experiencia. Somos o nos convertimos en las historias que nos contamos de nosotros mismos, no importa si intentan contar la realidad o nos las inventamos. Cualquier recuerdo está inventado. François Ozon lo entiende e hizo que fuera el tema central de la película.
La forma en que trató la homosexualidad en una historia para jóvenes adultos de la época es muy moderna. ¿Es consciente de eso?...
Cuando empecé a escribir la historia en 1966, la homosexualidad era ilegal en Gran Bretaña. Estaba seguro de que ninguna editorial publicaría un libro sobre dos jóvenes que aún no tenían la edad legal de consentimiento. Aun así, quería intentar escribirlo con un estilo moderno, utilizando nuevas técnicas de narración. En los años siguientes intenté en dos ocasiones escribir la historia como una novela y en otra como una obra de teatro, las tres sin éxito.
Todavía no era lo suficientemente hábil y experimentado como autor. Entre 1975 y 1978 escribí Breaktime, la primera de mis novelas que me atrevo a describir como “madura”. Al terminar, entendí qué tipo de escritor era y cómo debía escribir Dance on My Grave. Empecé en 1979 y acabé en 1982.
Para entonces, las relaciones homosexuales entre dos personas de edad adulta eran legales, pero no entre jóvenes menores de 21 años. No considero el hecho de que sean gais como el corazón de la historia. No es un problema que los dos chicos se amen. Y es deliberado que no sea un problema. Sin embargo, fue una novela controvertida. El editor, al publicarla, hizo prueba de mucho valor. Incluso llegó a estar prohibida en algunas bibliotecas y colegios.
Por qué cree que se ha convertido en una novela de culto para tantos lectores?...
Inmediatamente después de que se publicara el libro empecé a recibir numerosas cartas y, al cabo de los años, correos electrónicos de personas de todas las edades, aunque prevalecían los adolescentes.
Tanto chicas como chicos. Algunos me decían que eran gais, otros que no lo eran y que la historia les gustaba por otras razones. Probablemente porque se trata de una historia de amor universal que cuenta las emociones obsesivas y apasionadas que se viven intensamente por primera vez durante la adolescencia.
En la historia, ser gay se da por hecho, es normal, no es “un problema”. La forma de pensar de Hal (Alex en la película) reflejaba el pensamiento de muchos lectores que se identificaron con él. Para algunos significó una relevación; se sintieron reconfortados, les ayudó a entenderse y a sentirse más seguros de sí mismos. Recuerdo la carta de un australiano de 86 años que me conmovió profundamente; me decía lo mucho que le habría gustado leer el libro a los 16 años “porque probablemente me habría cambiado la vida”.
Han sido necesarios 40 años para que se adapte la novela a la gran pantalla...
Desde el primer momento soñé con una adaptación cinematográfica. Varios cineastas lo intentaron, un francés, un danés que murió de sida y un italiano. Pero todas las tentativas fracasaron, en general por falta de financiación. Al cabo de una espera de 38 años, François me ha dado lo que esperaba. El resultado es una película muy bella; en mi opinión, una de sus mejores obras. Ahora, a los 85 años, pienso que mereció la pena esperar.
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