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CRITICA
Por: PACO CASADO
'Verano del 85' (2020) de François Ozon es la típica producción francesa que no suele faltar casi ninguna semana en las carteleras españolas actuales, en las que aterriza tras haber pasado por el Festival de cine de Chicago y recientemente también en la sección oficial a concurso del de San Sebastián, donde su director compitió de nuevo tras haber ganado la Concha de oro por En la casa (2012).
Cuenta la historia de Alexis Robin, aunque él prefiere que le llamen Alex, un joven de apenas 16 años, que vive con sus padres en la localidad costera de Le Tréport, en la región de Normandía, que disfruta de sus vacaciones de verano.
Un día navegando en un pequeño barco que le ha prestado un amigo, se queda dormido y le pilla una gran tormenta que hace que naufrague al volcar la embarcación, quedando en peligro de morir ahogado.
En su desesperación es salvado casualmente por David Gorman, un chico de 18 años, y a partir de ahí se hacen los mejores amigos del mundo, durante ese verano de 1985, pero transcurriendo los días surge algo más que la amistad, tal vez impensable.
A David se le ha muerto su padre recientemente y dejó sus estudios para ayudar en la tienda de artículos náuticos y de pesca y le da trabajo a Alex, quien le cae muy bien a su madre.
El director François Ozon vuelve al universo de los primeros amores juveniles en esta película, para lo que se ha nutrido de sus propios recuerdos, tema que mezcla con una cierta intriga.
Con una estética muy veraniega, explota a través de sus protagonistas los detalles que marcarán la vida de ambos jóvenes para siempre.
El film habla de la adolescencia, del amor, del mar, de la vida, de la muerte, del dolor de perder a un ser querido, de las relaciones veraniegas de juventud...
La cinta está contada en flash back iniciándose con Alex tomado del brazo por un gendarme que le lleva ante una asistente social para que le cuente su versión de algo que ha sucedido.
Unos hechos que también ignora el espectador y que va a ir descubriendo a base de saltos atrás que van mostrando poco a poco cómo ocurrieron, que es lo que origina la intriga.
Los momentos más conflictivos no llegan hasta muy pasada la mitad del metraje donde surge el suceso que motiva el suspense.
Entre tanto hace también acto de presencia Kate, una chica inglesa que está pasando el verano en ese lugar para practicar el idioma, que conoce casualmente a Alex, que constituye el tercer lado del triángulo juvenil, que influye decisivamente en los acontecimientos.
Ozon se ha basado en el libro Dance on muy grave del autor británico Aidan Chambers, escrito en 1982, que ha vuelto a releer para hacer el guion, del que cambia el año y el lugar, de Inglaterra a Francia, para hacer esta película la número 19 de su filmografía filmada en super 16 mm. con un modesto presupuesto.
Es un drama con algunos apuntes de comedia y algo de intriga, géneros que bien conoce Ozon, que suele utilizar temáticas muy variadas y en este caso saca partido de los paisajes playeros con el encuentro de estos dos jóvenes, en un verano excitante y dramático en esa etapa de la vida.
Hay algunas reacciones bruscas de David que no se ven venir y escenas como la de la morgue que se salen del contexto.
La banda sonora de Jean-Benoît Dunckel está adornada con algunas canciones de la época de The Cure, Bananarama, Jeanne Mars y Rod Stewart, entre otros.
Los actores juveniles Benjamin Voisin, Félix Lefebvre y Philippine Velga están correctos en sus respectivos papeles y entre los secundarios destaca el histriónico personaje de la madre que interpreta muy bien Valeria Bruni Tedeschi.
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