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NOTAS DE LA DIRECTORA...
En palabras de la directora, Carolina África, VERANO EN DICIEMBRE es, ante todo, una comedia familiar donde el humor surge de contemplar nuestras pequeñas miserias y grandezas en las historias de sus protagonistas.
Son pinceladas de la vida privada de cuatro generaciones de mujeres de una misma familia que, con sus desencuentros y sus vínculos recónditos, casi indestructibles, confi guran un relato íntimo y reconocible cargado de humor y emoción.
Es un canto a la familia, a los cuidados, a la capacidad de reírnos a pesar del dolor, a romper con la herencia del miedo y la culpa para volar hacia un verano idílico que derrita el frío diciembre de Madrid.
VERANO EN DICIEMBRE nació como obra de teatro en 2013, después de un viaje a Argentina que me cambió la vida y donde escribí el texto como una especie de homenaje a mi familia contemplada en la distancia. Fue la primera obra que dirigí profesionalmente en teatro y desde el período de montaje ya soñaba que fuese algún día una película. Bárbara Lennie -gran amiga y compañera de la esad- sería mi hermana y Carmen Machi, mi madre. El sueño se ha cumplido.
VERANO EN DICIEMBRE es, ante todo, una película de actrices; donde todas brillan desde una actuación verdadera, desde el juego, con una mezcla de géneros donde la comedia y el drama se dan la mano. Como en la vida.
Me interesa difuminar las fronteras de la comedia y el drama, me gusta provocar esa sensación de paso inmediato de la risa al llanto y viceversa. Para mí, la comedia no funciona si no tiene una base muy seria: en la vida funciona igual. Hay situaciones terribles en las que se escapan carcajadas y momentos felices que se truncan en un segundo.
El humor reside unas veces en los diálogos, en la ironía, sarcasmo, en la ingenuidad de los personajes o incluso en cierta escatología. En otras ocasiones reside en el planteamiento de situaciones incómodas, terribles o patéticas para los personajes que el espectador contempla desde la barrera con seguridad.
Esa seguridad les hace reír de alivio, o por reconocimiento o por identifi cación con las situaciones, incluso por una cierta crueldad que también compartimos. Nunca gratis.
En VERANO EN DICIEMBRE quiero exponer, sin juzgar, un entorno familiar en el que el espectador pueda reconocer los comportamientos de cada uno de sus miembros e identifi carse con alguno, con varios, o con todos. La película habla de muchísimas cosas: de la búsqueda de algo que dé sentido a nuestras vidas y nos haga felices, de la necesidad de amar y sentirse amado, de los cuidados, de los confl ictos familiares, la hermandad, la sororidad, los mayores, del abismo intergeneracional y sus puentes, de superar o aceptar los miedos, de Argentina y de soñar con un verano que derrita el frío del invierno. Es como hacer un agujerito en la pared de una casa, para ver lo que son -lo que somos-, contemplando las grandezas y miserias de un hogar reconocible, plagado de ironía, buenas intenciones, reproches, silencios, dolor, risas… y ante todo, mucho amor.
La transición del teatro al cine la he vivido con entusiasmo, con terror, con dudas, con arrojo, con entrega y comprendiendo que ese paso siempre estuvo latente en mí. Cuando escribo, sueño en imágenes. Luego se traducen en planos. Para esto es clave rodearse de un buen equipo al que transmitir propuestas y saber escuchar con humildad sus planteamientos y sugerencias.
Luego hay que elegir entre las posibilidades, apostar por la mejor e ir a muerte con esa decisión. Ser guionista me hace, además, conocer a cada personaje de una forma íntima y poder resolver muchas dudas a los actores. En cuanto a la dirección de la interpretación, juega a mi favor las herramientas que he adquirido como actriz para saber pedir y transmitir lo que busco, también procuro escuchar su visión dando libertad y comodidad para que jueguen y arriesguen.
Si hay una idea mejor que la mía, la compro y me comprometo con ella. Creo en el cine como un arte colectivo en el que todo, todos y todas, suman.
En resumen, VERANO EN DICIEMBRE es, ante todo, una comedia familiar donde el humor surge de contemplar nuestras pequeñas miserias y grandezas en las historias de sus protagonistas.
Son pinceladas de la vida privada de cuatro generaciones de mujeres de una misma familia que, con sus desencuentros y sus vínculos recónditos, casi indestructibles, confi guran un relato íntimo y reconocible cargado de humor y emoción.
Es un canto a la familia, a los cuidados, a la capacidad de reírnos a pesar del dolor, a romper con la herencia del miedo y la culpa para volar hacia un verano idílico que derrita el frío diciembre de Madrid.