PREMIOS Y FESTIVALES

• Festival de Cine de Berlín: Forum 2015
• Festival de Cine de Estambul: Mined Zone 2015
• Festival Riviera Maya: Planetario 2015
• Festival de Cine de Curitiba: Competencia 2015
• Festival de Cine de Split: Competencia y película inaugural 2015
• Festival Ars Independent Katowice: Competencia 2015
• Festival de Cine de Ghent: Global Cinema 2015
• Festival de Cine de Estocolmo: Latin Visions 2015
• Festival de Cine Latino de Seattle 2015
• Festival de Cine de Minsk 2015: Mejor actor Nelson Camayo, Distinción por su "Estudio profundo y sin concesiones de la naturaleza de la violencia en la sociedad moderna" 
• Festival du Nouveau Cinema de Montreal 2015: Panorama
• Festival de Cine de Colombo Sri Lanka 2015: Panorama
• Festival Iberoamericano de Huelva: Mejor película sección Rábida 2015

_______________________

INFORMACIÓN EXCLUSIVA

NOTA DE INTENCIÓN...
   El día que vi la película, no pude menos que entristecerme profundamente por la vigencia que aún mantiene. Pasó tanto tiempo entre la idea y la realización, que dudaba que cuando fuera a estar terminada, aún tuviera algún tipo de validez. Pensaba inocentemente que en estos últimos años, los colombianos íbamos a poder avanzar en el terreno de la paz y la reconciliación, pero hoy la realidad me da una cachetada y me muestra que aún no es así. Hoy en día es aún mucho más válida que hace 4 años.
  Aproximarse a la violencia desde las personas que viven en ella, sin juzgar, sin poner acentos ni explicaciones, sin justificar ni intentar determinar si está bien o mal, es una propuesta necesaria en medio de tanta polarización que hay en el país. Cuando todos creemos tener la verdad en nuestras manos, cuando en vez de justicia estamos pidiendo venganza, acercarnos a aquellos que asumen la violencia con pasmosa naturalidad desde su cotidianidad nos ayuda a tener una visión más amplia, logrando identificarnos con ellos no por lo que viven diariamente sino por la posibilidad de reconocerlos y validarlos como seres humanos.
  Mi concepción sobre el cine y la vida han cambiado desde hace unos años cuando me diagnosticaron una enfermedad degenerativa. Comenzó para mí una búsqueda de sanación y en el proceso, lo que más me impacto fue sentir una verdadera y sincera empatía por el dolor del otro. Fue poder reconectarme con otro ser humano. Y ahí encontré lo que para mi es el corazón de Violencia como película: generar una empatía por el otro a partir del dolor. Por eso Violencia es una película sobre la experiencia vivencial de la violencia, y no una película que simplemente cuenta una historia.
  No quería que la película se redujera únicamente a tres personas sino por el contrario quería que ellos fueran arquetipos de los cientos de personas que atraviesan las mismas situaciones. Para lograr aquello desarrollé la observación de la cotidianidad de los protagonistas. Fue crear lazos con ellos a partir de acompañarlos en su vida, en sus momentos más privados y en los más públicos. Fue a fuerza de poder estar con ellos viéndolos hasta en los más pequeños detalles que logré reconocerlos como mis pares. Simplemente observando, permitiendo que el paso del tiempo cimentara una relación con ellos sin necesidad de explicarlos o darle un juicio de valor a lo que viven o hacen.
  Desdramatizar la violencia y eliminar los elementos de causa-efecto, me permitieron abordar la película sin intereses maniqueos. No hay una verdad absoluta, ni unas pocas causas para la violencia que vive Colombia, por lo que intentar en una película explicarla no solo sería inabordable sino que al quedarse corta, sería irresponsable y pretencioso.
  No importa quién es quién, qué grupo es tal o cual en el conflicto en Colombia. Finalmente eso pasa a segundo plano y no es necesario para vivir la película pues al concentrarme en las personas que viven en la guerra, no importa cuál es el grupo que está infringiendo la violencia; cada uno a su manera lo hace.
  'Violencia' son tres historias distintas que destruyen el espíritu, los sentimientos y el cuerpo, y allí encuentro una película en la cual el espectador será capaz de identificar al otro como un ser humano de carne y hueso y será capaz de mover su corazón.

VIOLENCIA Por Pedro Adrián Zuluaga, crítico cinematográfico...
   'Violencia' de Jorge Forero, es una mezcla excepcional de terquedad y compromiso. Terquedad para seguir hablando de un tema –la violencia– que nos define como sociedad y que representa para los colombianos su mayor experiencia colectiva, el relato común en el que todos nos reconocemos. Compromiso para hacerlo desde el arte, un lenguaje ajeno al optimismo de la política o de la publicidad y que, por tanto, no elabora mensajes explicativos ni cierra las discusiones; que muestra fisuras, que nos interroga. La ópera prima de Forero se compone de tres fragmentos, tres experiencias de la violencia, tres personajes centrales. El punto de partida suena conocido, casi frío y programado, como si se tratara de un ensayo académico. Pero la película en sí misma desplaza al espectador a otro lugar de comprensión, se juega sus cartas en otro lugar. Aquí la violencia es más una huella que un acontecimiento: la violencia estuvo ahí y quedó inscrita en los cuerpos de los actores-personajes y en sus recorridos, mentales y físicos, que son seguidos por una cámara que no da tregua. O estará y va a romper con su fuerza extraña y aniquiladora, cualquier sentimiento de familiaridad y pertenencia. Es una violencia que no se reduce a actos, que se agazapa en las palabras, las miradas y los gestos, y parece no admitir la posibilidad de una salida distinta a la normalización, a la banalidad del mal. Pero la película misma es una respuesta. Al negarse a reproducir la violencia de forma explícita o literal, muestra un camino, a través del arte, para escapar del laberinto. Un camino que pasa por comprender y distinguir, por ver, más allá de lo aparentemente inevitable y homogéneo de la violencia, lo que ella tiene de excepcional e inadmisible para cada individuo.