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HOMBRE LOBO
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Titulo original: Wolf Man
Año Producción: 2024
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 00 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de años
Género: Terror
Director: Leigh Whannell
Guión: Rebecca Angelo, Lauren Schuker Blum, Corbett Tuck, Leigh Whannell
Fotografía: Stefan Duscio
Música: Benjamin Wallfisch
FECHA DE ESTRENO
España: 17 Enero 2025
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Universal Pictures


SINOPSIS

Un hombre sufre una antigua maldición después de ser mordido por un hombre lobo...

INTÉRPRETES

CHRISTOPHER ABBOTT, JULIA GARNER, SAM JAEGER, MATILDA FIRTH, BENEDICT HARDIE, BEN PRENDERGAST, ZAC CHANDLER, BEATRIZ ROMILLY, MILO CAWTHORNE

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LA HISTORIA...
   Puede que no haya habido un cineasta más intrépido y visionario a la hora de reimaginar un monstruo clásico de Universal que el guionista y director Leigh Whannell, cuyo éxito de Blumhouse de 2020, El hombre invisible, protagonizado por Elisabeth Moss, transformó la novela del siglo XIX de H.G. Wells y película de terror del siglo XX en una alegoría del siglo XXI sobre el maltrato y los abusos domésticos. Por eso, es justo decir que no había director mejor equipado para reinventar la más feroz de las posibles adaptaciones de monstruos cinematográficos: la del hombre lobo.
   «Lo que Leigh Whannell fue capaz de conseguir con El hombre invisible fue asombroso», nos cuenta el productor Jason Blum. «Partió de un momento íntimo de una heroína tratando de escapar de una situación de abuso y expandió su horror para convertirlo en un viaje aterrador para el público. Cuando Universal nos preguntó cómo queríamos abordar HOMBRE LOBO, supe que debíamos poner a Leigh al frente. Su increíble capacidad para destilar el terror de momentos con los que cualquiera podemos identificarnos le permite mostrarnos un miedo que no es fantástico, sino inmediato y palpable».
  Los relatos ancestrales de hombres lobo son casi tan antiguos como la propia humanidad, presentes en historias que se remontan hasta el año 2100 a. C. Las leyendas sobre licantropía (la transformación de un hombre en lobo) enraizaron tanto en el folclore europeo que inspiraron incluso juicios en Europa en los siglos XVI y XVII, práctica que fue desapareciendo en torno a la misma época en la que comenzaron los famosos juicios a las brujas de Salem en Estados Unidos. Los hombres lobo aparecerían años después en la novela de Bram Stoker de 1897 Drácula, así como en su relato corto El invitado de Drácula.
  El hombre lobo debutó en la gran pantalla en 1935, con El lobo humano, y luego quedó inmortalizado en la cultura popular a partir de 1941 con el clásico de Universal protagonizado por Lon Chaney, Jr. El Hombre Lobo. En los años transcurridos desde entonces, el personaje ha merodeado casi por cada década y género cinematográfico, del terror malévolo (la película de 1981 Aullidos) al body horror o terror corporal (también de 1981 Un hombre lobo americano en Londres) y la comedia tradicional (Teen Wolf (De pelo en pecho)), y ha sido desde un héroe romántico (la película de 1994 Lobo con Jack Nicholson) a un torturado sex symbol preadolescente (la saga Crepúsculo).
  «Los monstruos clásicos han perdurado por algo», asegura Whannell. «Son tan emblemáticos y famosos como Michael Jordan, Marilyn Monroe, Charlie Chaplin, Winston Churchill... Todas esas personalidades de nuestra historia. La Momia, Drácula, el Hombre Invisible y el Hombre Lobo son el Monte Rushmore de la cultura popular. Hay algo en ellos inmensamente fascinante, aterrador y misterioso que los hace inolvidables».
  Sin embargo, cuando Blumhouse abordó a Whannell con la idea de reimaginar al hombre lobo para una nueva generación, el director y guionista se sintió intrigado por la idea, pero inseguro de si quería embarcarse en ese viaje. «Mi primera respuesta fue: “No, acabo de hacer El hombre invisible. No quiero ponerme después de eso con HOMBRE LOBO», rememora Whannell. «Pero luego se me ocurrió un enfoque que podía adoptar. Tenía que escarbar un poco y encontrar mi forma de adentrarme en la historia. En el pasado, el personaje del hombre lobo había estado marcado por una gran transformación, como la famosa escena de Un hombre lobo americano en Londres. El hombre lobo en ese caso fue un maravilloso diseño de Rick Baker y es todo un referente en el mundo de los efectos manuales. Es imposible superar lo que hizo. Tanto es así que no deberíamos ni siquiera intentarlo, sino más bien ir por una senda totalmente distinta».
  Esa dirección fundamentó la película y a los personajes en un mundo real, sin fantasías. A medida que Whannell y su compañero guionista Corbett Tuck desarrollaban el guion, la historia evolucionó para convertirse en el relato de Blake Lovell, un padre de familia casado que afronta un pasado turbulento. Producto atormentado de un padre obsesionado por las técnicas de supervivencia y una adorada madre enferma de ELA, Blake pensaba que ya había dado carpetazo a su cruel infancia. Ahora que está criando una hija en la Bahía de San Francisco con su esposa Charlotte, periodista, y en plena crisis matrimonial, Blake se siente torturado por secretos enterrados durante años que ponen en peligro a su actual familia.
  Cuando Blake se entera de que su padre ha muerto y le ha dejado la granja de los Lovell, Charlotte y ella deciden darse un descanso del bullicio de la ciudad y resintonizar en la zona central de Oregón. Sin embargo, la misma noche en la que llegan, se cruzan con una enfermiza criatura (ni hombre ni animal) que amenaza con romper la frágil relación que mantiene la pareja.
  Según progresa la noche, Blake comienza a transformarse en algo irreconocible. Pero, a diferencia de las anteriores encarnaciones del hombre lobo, Whannell decidió que nosotros, como público, nos transformaríamos con él. «Comencé a pensar en ver al hombre lobo cambiando desde la perspectiva del monstruo», dice Whannell. «Gran parte de la historia del hombre lobo ha sido sobre esta maldición y sobre lo que la luna llena podía provocarte. Quería conseguir algo similar a lo que hizo David Cronenberg en La mosca. Profundizó en la esencia de una película anterior que podía considerare bastante cómica. Lo mismo ocurrió con La cosa, de John Carpenter. Estas películas se toman en serio a los monstruos y no dejan resquicio alguno para guiños o referencias divertidas.
  Permitiendo al público experimentar la transformación de Blake desde la perspectiva del propio Blake y la de su esposa y su hija, Whannell se dio cuenta de que la película podía situar a marido y mujer en dos espacios independientes, brindando en exclusiva al público el privilegio de ver simultáneamente ambos lados. «Una de las partes viviría en el mundo humano y la otra en el animal», dice Whannell. «En cuanto vi que la pareja ya no podía comunicarse, ese fue el punto de inflexión. Blake escucharía hablar a su mujer y literalmente no entendería lo que decía. Me encantó la idea de mezclar los diálogos de uno y otro de modo que no se pudieran entender».
  Como siempre, el objetivo de Whannell es comprender las verdades emocionales que hay de base en los personajes que está creando y luego construir el horror que yace en los cimientos de esas verdades. El terror se convierte en algo real para el público porque, aunque no hayamos visto realmente un hombre invisible o un hombre lobo en nuestras vidas, reconocemos al hombre dentro del monstruo. «Haces la película cuando la escribes», dice Whannell. «Rodar es un arte interpretativo. Escuchaba mucha música mientras estaba escribiendo, hallando un modo de acceder emocionalmente a la historia. Me pregunté: “¿Qué me da escalofríos? ¿Qué me hace llorar?”. A través de esos sentimientos, descubres la película. Lo que a mí me gusta es deshacerme de cortinajes y capaz externas y descubrir lo que tienen de espeluznante esos personajes. Si lo haces bien en una película de terror, puedes ahondar en la psique de alguien».
  Pero, para hacerlo bien, Whannell necesitaba un reparto que pudiera representar esa verdad emocional. Y dio con las personas adecuadas en Christopher Abbott, Julia Garner y Matilda Firth. «Se trata de una situación muy intensificada», dice Whannell. «Usamos maquillaje protésico. Muchos elementos podrían resultar ridículos si no los gestionáramos con cuidado. Cada vez que veía a Christopher, Julia y Matilda en las escenas, desplegaban muchísimo de sí mismos. Eso es precisamente lo que hay que hacer en estos momentos de humanidad. Hay que insuflar vida a esas palabras».

LOS PERSONAJES...
Blake -Christopher Abbott
   Cuando Blake Lovell abandonó la zona rural de Oregón, pensó que había dejado atrás los fantasmas de su infancia. Su padre lo había aislado de la sociedad y su madre estaba muriendo lentamente de una enfermedad degenerativa. Lo único que Blake aprendió de su progenitor fue sus dotes de supervivencia. Ahora casado con Charlotte, una periodista de investigación, y padre del orgullo de su vida, su hija Ginger, Blake lucha por encontrar su lugar en la vida urbana mientras Charlotte parece distanciarse y desconectar de él cada vez más. Blake, un muchacho de granja que mantiene una relación de amor-odio con su bucólica infancia, es una criatura dividida entre dos mundos. Sabe que la dinámica de su familia tiene que cambiar si quiere salvar su matrimonio. Por eso, cuando recibe una carta informándole de que ha heredado la casa de sus padres, ve la oportunidad de construir una vida mejor.
  Para el papel, el director Leigh Whannell eligió a Christopher Abbott, que recientemente había conquistado al público en Pobres criaturas. «Chris es incapaz de no ser auténtico», dice Whannell. «No da una nota en falso. No es un actor ostentoso, es alérgico a las actuaciones exageradas. Solo quiere llevar su papel a un ámbito vivo, que respire por sí mismo, y es mágico verlo en acción».
  Abbott se sintió atraído por el papel gracias a la interpretación de Whannell de la crisis matrimonial entre Blake y Charlotte. «Los vemos intentar reconectar, pero todo lo que sucede en la película les arrebata esa conexión», dice Abbott. «Blake pierde la capacidad de comunicarse. Esa es la tragedia. Todo el mundo puede sentirse en cierta medida identificado con los problemas de pareja y con no conectar bien. ¿Y si te arrebatasen eso? Por ejemplo, con una enfermedad real».
   Abbott sabía que tendría que pasarse horas sentado en la sala de maquillaje para interpretar al hombre lobo, pero su mayor preocupación era poder seguir transmitiendo cierta humanidad. Se sintió aliviado al comprobar que el equipo de maquillaje se asegurara de permitirle hacer bien su trabajo. «Podía actuar pese a las prótesis», asegura Abbott. «No fueron un impedimento para transmitir lo que debía. Mi rostro se movía de diferente forma cuando las llevaba, así que practicaba poniéndome frente al espejo y jugando con ello. Las prótesis hacían gran parte del trabajo. Las ideas tienen solo un determinado alcance, pero cuando tienes limitaciones físicas, estas te fuerzan a hacer una elección».
   Abbott y Whannell hablaron largo y tendido sobre cómo evolucionaría Blake o, más bien, cómo degeneraría en el transcurso de la película. «Leigh y yo hablamos sobre muchas enfermedades, como el alzhéimer o el párkinson», dice Abbott. «En términos de transformación, era abandonar la realidad de lo que es un humano sano e ir despojándolo poco a poco de ello». También ayudó que la transformación de Blake se hiciera con elementos palpables y reales, con maquillaje y prótesis, en vez de con efectos. «El hecho de que fuera ocurriendo con el paso de las horas y que nuestro equipo estuviese experimentándolo con nosotros —visceralmente, en tiempo real—, nos recordaba que estábamos haciendo algo especial», dice Abbott.

Charlotte - Julia Garner
  Como sostén económico de la familia Lovell, la periodista de investigación Charlotte tiene un trabajo increíblemente exigente en San Francisco. Apenas es incapaz de ocultar su creciente resentimiento con su marido, Blake. Luchando por mantener a flote a su familia económicamente, se siente a punto de desplomarse en el plano personal. Cuando accede a regañadientes a mudarse a la zona rural de Oregón, Charlotte descubrirá de lo que es realmente capaz cuando trata de salvar a su marido, pero comienza a sospechar que, en último término, tendrá que protegerse a sí misma y a su hija de un hombre que se está transformando en alguien que ya es incapaz de reconocer.
  Charlotte cobra vida de la mano de Julia Garner, que ha asombrado al público en diferentes ocasiones, desde Ozark hasta ¿Quién es Anna?. Para Whannell, Garner era la compañera de escenas ideal de Christopher Abbott. «En lo que respecta a sus emociones, Julia es como una herida abierta», dice Whannell. «Las tiene tan a flor de piel que puede desplegarlas de una forma muy real. Cuando Julia se está preparando para meterse en el personaje, quiere vivirlo. No la pillas mirando el móvil mientras espera a que comience la toma. Desborda energía y cambia realmente la temperatura del set. Cuando alguien se adentra en ese estado mental, prima el silencio».
   Garner se sintió atraída por el guion y por la historia de amor y pérdida. «Trata de conexión y dolor», dice Garner. «Cuando tienes a alguien delante y desaparece lentamente, no es una muerte súbita, sino un proceso lento. Al principio, Leigh hablaba del deseo de conexión y luego de que esa persona ya no estuviese ahí. Cuando empecé a prepararme, le dije que quería que el público sintiera como si estuviese pasando por las siete fases del duelo en una noche. Cuando Blake se está transformando físicamente, Charlotte también está atravesando su propia transformación mental».
   HOMBRE LOBO, según Garner, es en el fondo un análisis de una familia que se está rompiendo, pese a que ninguno de sus integrantes quiere que eso ocurra. «Quieren mantener la conexión», dice Garner. «Hay ciertos eventos que les impiden reconectar, pero luchan por mantener la unidad familiar. Va de conexión, pero también de duelo».
   Crear ese intenso vínculo entre Garner (a quien sus amigos llaman cariñosamente Julie) y Abbott fue algo más sencillo gracias a que tenían una historia en común poco conocida. «Hace mucho tiempo, Julie y yo hicimos juntos nuestro primer largometraje independiente», dice Abbott. «Volver a reunirnos para hacer esto ha sido fabuloso. Julie aporta una emotividad muy pura al papel. Durante gran parte de la película, el público ve todo lo que ocurre a través de la mirada de su personaje».

Ginger - Matilda Firth
  Precoz e ingenua a partes iguales, Ginger, a sus 8 años, es el ojito derecho de su padre. Blake conecta con ella del modo en que soñaba conectar con su propio padre. Haría lo que fuese para proteger a su hija y, cuando comienza a transformarse, se debate entre su instinto paternal y su faceta de depredador feroz. Por suerte para Ginger, ha heredado el instinto de supervivencia de su padre y el sexto sentido de su madre, dos elementos que usará como guía a lo largo de la espeluznante noche.
  Ginger cobra vida con la interpretación de Matilda Firth, que se ha hecho todo un nombre en la comunidad del entretenimiento británico. «Matilda es fabulosa», dice Christopher Abbott. «No es habitual que una actriz de su edad sea ya tan experimentada. Se le da increíblemente bien adoptar cualquier indicación y es como si llevara en esta industria muchísimo tiempo. Ha sido genial verla actuar. Es una compañera de escenas fantástica».
  Firth disfrutó mucho de las escenas compartidas con sus padres en la gran pantalla, interpretados por Abbot y Julia Garner. Sus escenas favoritas son una en la que comparte con Abbott un momento de complicidad padre-hija, y una escena estremecedora en el tejado de un invernadero con Garner. «Uno de mis momentos preferidos es cuando estoy sentada con Chris en la mesa de la cocina y le pinto los labios», dice Firth. «También fue genial todo lo del invernadero con Julie. Hacía muchísimo frío, pero íbamos con bolsas de agua caliente para mantener la temperatura. Para esa escena, tenía que trepar para intentar llegar adonde Julie. Hicieron un agujero en el invernadero por el que podía caer y por el que el monstruo salta tratando de atraparme».
  La joven actriz se lo pasó especialmente bien en las escenas más escalofriantes de la película. Una en concreto, al principio, en la que la familia está atrapada en un camión que se ha estrellado, es de las que más destaca. «¡De pronto, aparece un rostro en la ventanilla y comienza a soltar puñetazos, tratando de agarrarnos!», rememora Firth. «Daba mucho miedo. Gritamos y salimos corriendo del coche para trepar por el invernadero, con el monstruo literalmente corriendo a solo unos metros de distancia».

Grady - Sam Jaeger
   Grady Lovell solo quiere una cosa para su hijo, Blake: que sobreviva. Grady es consciente desde hace tiempo de la presencia de una criatura vagando por los bosques de Oregón que es más aterradora que ningún otro depredador que se haya cruzado. Aprendió varias cosas que no ha olvidado de su experiencia como combatiente en la guerra. Sabe cómo rastrear a cualquier animal y cómo proteger a las personas a las que quiere. Con su esposa sucumbiendo lentamente al avance de la ELA, Grady vive desolado por la inevitable pérdida de la mujer con la que juró llegar la vejez, y eso le ha convertido en un padre más severo. Le da igual que Blake le odie; lo que a Grady le importa es que su hijo aprenda a cuidar de sí mismo.
  El personaje lo interpreta Sam Jaeger, a quien hemos visto en El cuento de la criada. «La forma de Grady de mostrar amor por su hijo es brindarle las herramientas necesarias para que se desenvuelva por sí mismo», nos cuenta Jaeger. «Quiere que entienda que su madre está muriendo. Desde su punto de vista, es: “Yo también voy a morirme y, te quiera o no, los dos vamos a desaparecer de tu vida. Por eso, quiero darte las herramientas necesarias para vivir, y eso es lo más importante que puedo regalarte, porque yo no puedo darte el amor que tu madre te daba. No dispongo de ese tipo de recursos”».
  Jaeger aceptó encantado adentrarse en el universo del director Leigh Whannell, sobre todo porque ya compartía una conexión con la última heroína de Whannell, Elisabeth Moss, con quien el actor ha trabajado en El cuento de la criada. «Me encanta que esta película, al igual que El hombre invisible, no aspire a ser un bloque más en el emporio de las superproducciones de monstruos», afirma Jaeger. «Estamos intentando contar la mejor historia posible. Una que importe como miembros del público. Como espectador, quieres ver una apuesta cinematográfica. No quieres sentir que simplemente te están preparando para la próxima película. Quieres que esta película sea extraordinaria».

LAS LOCALIZACIONES Y EL DISEÑO DE PRODUCCIÓN...
  Para crear los entornos físicos de HOMBRE LOBO, el director Leigh Whannell fichó a la aclamada diseñadora de producción Ruby Mathers. Para Mathers, se trata de la primera incursión en el género del terror. «Me pareció un guion diferente a todo lo que había leído hasta ahora», asegura Mathers. «Tiene elementos clásicos del cine de terror, pero, al mismo tiempo, goza de un realismo y un subtexto en el guion que me atrajeron mucho. Como he visto las anteriores películas de Leigh, pensé: “Quiero trabajar con este tipo”».

  HOMBRE LOBO se rodó en Nueva Zelanda, cuyos asombrosos parajes naturales representaban para la ocasión la belleza natural de Oregón en la exuberante zona del Pacífico Noroeste de Estados Unidos. «El Pacífico Noroeste tiene un tipo de paisaje muy particular», dice Mathers. «Y el que ofrece la Isla Sur de Nueva Zelanda es absolutamente espectacular».
  El pasaje era un elemento crucial a la hora de dar a HOMBRE LOBO la escala que requería. «Si quieres esas estampas de montaña similares a Oregón, tienes que venir a Nueva Zelanda», asegura Leigh Whannell. «Las localizaciones de la Isla Sur eran bellísimas. Eso nos permitía dar siempre con algo bonito a lo que apuntar con la cámara».
  Por mucho que disfrutara del rodaje en Nueva Zelanda, Whannell nunca había vivido en la naturaleza antes de este proyecto. «Como australiano, es algo de lo que avergonzarme», dice Whannell. «Creo que los australianos, cuando viajamos, queremos ir muy lejos. Australia está muy apartada del resto del mundo. Los neozelandeses son gente relajada y eso no es fácil de sobrellevar en un set de rodaje. Un rodaje es una auténtica olla a presión, pero ellos mantienen esa actitud despreocupada y relajada pase lo que pase. No podría haber disfrutado más trabajando con ellos».

• AUTENTICIDAD ANTE TODO. Para crear tanto San Francisco como la zona rural de Oregón, el equipo de Mathers creó varios sets exteriores que luego debían concordar con interiores en escena. Acabaron no rodando en ningún enclave ya construido, sino más bien en entornos naturales. «No quería caer en tropos del terror ni en elecciones estilísticas excesivamente elevadas», dice Mathers. «Me parecía importante mantenernos aferrados a la realidad. Tanto el apartamento de la familia Lovell como la granja fueron diseñados para transmitir un aura de lugar vivido. Cuando cimentas todo lo que ocurre en la realidad, los elementos tipo criaturas espeluznantes son mucho más aterradores».


• DESPERTANDO NOSTALGIA. Para Whannell, era clave que el equipo de producción creara una clásica granja norteamericana para representar la entrañable granja de la familia Lovell. «Hay elementos emblemáticos en toda granja norteamericana, como el granero rojo y la casa principal blanca», asegura Whannell. «Quería que representase en cierto modo una idea nostálgica. En cuanto la ves, te transporta a un determinado lugar».


• ESTILO AMERICANO. Aunque el equipo sopesó la posibilidad de usar varias granjas de Nueva Zelanda, ninguna de ellas ofrecía el aspecto clásico que necesitaban. Por eso, decidieron crear la granja de cero. «Tuvimos la suerte de encontrar una granja adecuada para construir una casa y crear un granero en un lugar rodeado por un bosque de pinos», dice Mathers. «Cuando te alejas y ves lo pequeña que es la granja enclavada entre esos inmensos árboles, es asombroso. En la Isla Sur, rodamos mucho en bosques costeros nativos. Por suerte, también hay mucha costa en la zona del Pacífico Noroeste. En cuanto a las construcciones en sí, me parecía importante como diseñadora de producción australiana documentarme bien sobre la arquitectura de las granjas estadounidenses. Tienen varios siglos de historia. No es tarea sencilla tratar de entender la arquitectura vernácula de Norteamérica y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo».


• CAPAS DE HISTORIA. Whannell sabía que afrontaban una inmensa labor, pero se quedó impresionado por la atención a los detalles de su diseñadora, gracias a la fluida interacción entre el departamento escénico, el equipo de atrezo, el equipo de preparación de sets y más. «Ruby superó con mucho mis mayores expectativas», confiesa Whannell. «Recorrer aquella granja y el set era una auténtica delicia. Había sorpresas aguardando en cada esquina y era como si todo contara con 50 capas de texturas en las que alguien hubiera estado trabajando una y otra y otra vez. Un día, estaba caminando por el set y vi unas marcas en una pared, las típicas de cuando mides a los críos, de cuando Blake era pequeño. Cogí un montón de papeles y había facturas dirigidas a los Lovell. Había mucha historia ahí metida».

LA FOTOGRAFÍA...
  HOMBRE LOBO es la tercera colaboración entre el director Leigh Whannell y su camarada australiano, el director de fotografía Stefan Duscio, que ya habían colaborado anteriormente en El hombre invisible y Upgrade (Ilimitado). Duscio también fue director de fotografía de la comedia de 2014 The Mule, cuyo guion firma junto a Whannell. «Stefan es como mi gemelo, creativamente hablando», asegura Whannell. «Le encantas las películas. Es de esas personas que dice lo que tiene que decir y hace lo que tiene que hacer. Vive completamente inmerso en este mundo, y la verdad es que yo me siento identificado con ese nivel de obsesión. Podemos hablar durante horas sobre cómo se hacen las películas y nuestros héroes cinematográficos».

  El objetivo colectivo de este dúo es trabajar al nivel de sus ídolos. «No queremos imitarlos, sino crear algo que se acerque a lo que ellos han hecho», dice Whannell. «A mí es a quien se le ocurren ideas absurdas que no tengo ni idea cómo llevar a cabo. Stefan lo desmenuza todo en términos prácticos y descubre cómo podemos conseguir lo que queremos a base de luz y lentes. De algún modo, en medio del proceso, entre la ingeniería y la creatividad, creamos un diagrama de Venn de algo visceral, horripilante y triste».
  Duscio admite que Whannell escribe con ideas sonoras y visuales en mente. «Leigh es muy concreto respecto a cómo quiere usar esos elementos en el guion y en la película final», explica Duscio. «El hombre invisible se convirtió en un proyecto que giraba en torno a sugerir que había alguien constantemente presente e invadiendo el espacio mental del personaje de Elisabeth Moss. Estos movimientos de cámara sin aparente motivación se convirtieron en la seña de la película, en oposición a lo que realmente quieres hacer cuando controlas una cámara. Normalmente, quieres centrarte en el protagonista de la escena. Nosotros deliberadamente mostrábamos rincones vacíos de la estancia para sugerir todo el rato que alguien podía estar ahí. Desde el principio del todo, Leigh preguntó qué podíamos hacer en HOMBRE LOBO para meternos en la cabeza de Blake». Así fue cómo crearon lo que dieron en llamar «visión lupina».

• VISIONES ALTERNAS. Mientras Whannell escribía el guion de HOMBRE LOBO, se fue obsesionando con la idea de que, en pantalla, se pudiera mostrar alternativamente el mundo humano y el animal. «Siempre me gusta usar la cámara como un personaje adicional», explica Whannell. «Con El hombre invisible, sentía que ese personaje sabía más que la protagonista. Con HOMBRE LOBO, me gustaba la idea de que la cámara pudiera mostrarnos alternativamente los dos mundos de una forma imposible para el ojo humano. Blake y Charlotte no podían ver más allá del muro de sus respectivos mundos, pero la cámara sí. La cámara es capaz de cruzar los límites de uno y otro y, de ese modo, el público puede disfrutar de ambas perspectivas».


• VISIÓN LUPINA. A medida que los sentidos de Blake se adaptan más a la oscuridad, empieza a percibir todo a su alrededor con más nitidez. El equipo de producción lo llama «visión lupina». «Blake acaba pudiendo ver en la oscuridad», nos cuenta Duscio. «Su sentido del oído se potencia muchísimo. Puede escucharlo todo. Nos hemos aferrado a eso para mostrar cómo es el mundo desde la perspectiva de Blake».


• EN LAS SOMBRAS. A medida que Blake se transforma, se hace más sensible a la luz. Blake (y por ende el público) puede ver ahora cosas que Charlotte no. Cuando la película pasa a su perspectiva, vemos lo oscuro que realmente está todo. «Charlotte no puede ver en las tinieblas», dice Duscio. «No sabe lo que está pasando. Esto nos brinda una metáfora de perspectiva en la que una persona ve las cosas de otra manera, pero también nos apoyamos en los tropos clásicos del terror que dictan que la oscuridad puede ser aterradora».


• LUZ Y LENTES. Duscio y Whannell ajustaron la iluminación de formas muy sutiles y delicadas a lo largo del rodaje. «Fue un proceso de ir cambiando de lentes», dice Duscio. «Las lentes fueron siendo cada vez más sensibles, la iluminación en el set cada vez mayor y la gradación cromática en la película final acabó siendo mucho más vibrante».


• EN PLENA NOCHE. Whannell y Duscio querían que la película reinventase nuestra forma de ver la noche. «Blake está empezando a ver con más claridad en plena noche», relata Duscio. «No era un efecto sin fundamento, sino engastado en el personaje de Blake y en la actuación de Christopher Abbott».

EL DISEÑO DE PELUQUERÍA Y MAQUILLAJE...
  El look característico del hombre lobo, creado por la diseñadora de peluquería y maquillaje JANE O’KANE (Megalodón, El Señor de los Anillos: Los anillos de poder) y el diseñador de prótesis nominado en dos ocasiones al Oscar® ARJEN TUITEN (El laberinto del fauno, Maleficent: Maestra del mal), tenía que reflejar las peculiares fases de la transformación de Blake. Con el uso de innumerables lentes, dientes caninos, la piel en proceso de deterioro y la aparición de heridas que se niegan a curarse, la transformación marca la gradual pérdida de humanidad de Blake.
  El director Leigh Whannell quería que la película rindiese homenaje a los maquilladores originales del clásico de Universal de 1941, El Hombre Lobo, protagonizado por Lon Chaney, Jr., cuyo maquillaje corrió a cargo del legendario Jack P. Pierce. «Si piensas en ese look creado para el Frankenstein de Boris Karloff en 1931 o el del hombre lobo de Lon Chaney en 1941, son hitos que el público nunca antes había presenciado», afirma Whannell. «Esas imágenes han perdurado porque son impactantes. Todo el que lidia con monstruos en la actualidad vive a la sombra de esos artistas. Todos los maquilladores que han inscrito su nombre en el Salón de la Fama, desde Rick Baker y Rob Bottin a Stan Winston y Jack Pierce, han creado algo excepcional que nunca olvidarás».

• PURO INSTINTO. Whannell y Tuiten no tardaron en acordar el aspecto que debía tener la criatura. «Arjen es un hombre de pocas palabras», dice Whannell. «Me dijo: “Creo que sé lo que quieres”. Se fue a preparar un modelo y, en cuanto lo vi, supe que era perfecto. Creo mucho en seguir mi instinto y mis corazonadas, sobre todo en temas creativos. Le dije: “No cambies nada”. Y no ha cambiado gran cosa respecto a ese modelo».

• SIETE FASES DE LABOR ARTÍSTICA. Para el maquillaje y las prótesis, el equipo creativo sometió a Christopher Abbott a siete fases, dos de maquillaje y cinco de prótesis.

• FASES DE MAQUILLAJE A Y B. La transición de Blake a la forma de hombre lobo comienza con maquillaje. «Comienza por adoptar un tono más pálido en la piel, que luego adquiere un aspecto más sudado», explica O’Kane. «No me gusta tener que poner mucho maquillaje a alguien para hacerle parecer más pálido, así que opté por otra estrategia. Para las escenas en la que Blake es aún “normal”, le apliqué a Christopher Abbott un tono de piel bronceado, ligeramente más saludable. Así luego pude emplear su tono natural para la transición».

• PRIMEA FASE. «La transición de Blake a la forma de hombre lobo comienza lentamente, con prótesis muy finas para pómulos y frente, revestimientos dentales con encías infectadas y una peluca que simula los primeros signos de pérdida capilar», explica Tuiten.

• SEGUNDA FASE. «Esta fase requería unas dos horas de maquillaje, prótesis para rostro y manos ligeramente más gruesas, piezas dentales, lentes de contacto, vello facial sutil, peluca más rala y una prótesis para la frente, así como otras pequeñas para el cuello. Es realmente cuando empezamos a intentar mezclar ambas anatomías», comenta Tuiten.

• TERCERA FASE. A medida que los dientes de Blake comienzan a cambiar, sus ojos mutan y su torso y sus manos evolucionan con prótesis más contundentes para cuerpo, brazos, manos y rostro. «Esta fase requería unas cinco horas de maquillaje», cuenta Tuiten. Además de integrar las prótesis, esta fase requería también el uso de una cabeza y una mano totalmente animatrónicas, réplicas de las de Christopher Abbott, para simular cómo los huesos y la mandíbula se rompen y desencajan bajo la piel de Blake, un efecto que no se puede conseguir en cámara simplemente con el actor. «El hecho de que Leigh quisiera rodarlo todo en la realidad y totalmente en cámara es poco común hoy en día», asegura Tuiten.

• CUARTA Y QUINTA FASE. Estas fases exigían que Christopher Abbott se sometiese a intensas sesiones de maquillaje de seis horas. «La anatomía se va distanciando del Blake humano y su transformación se va intensificando», dice Tuiten.

• TRABAJO EN EQUIPO. Para grandes transformaciones como esta, el diseñador de prótesis lleva a cabo una extensa preparación en el actor antes de que el proceso siquiera dé comienzo. «Se trata de un proceso muy trabajoso y meticuloso, y tiene que ser impecable en todo momento», dice Tuiten. «Es sobre todo un estado mental. La preparación lleva meses con un equipo de 25 personas en mi taller dándolo todo para tener el material listo a tiempo. Con un equipo formado por fabricantes de moldes, pintores y creadores de pelucas, probamos cerca de 650 prótesis en total, para manos, torso, barbilla, pómulos, frente y orejas».

• BUENAS VIBRACIONES. El actor protagonista Christopher Abbott se quedó impresionado por la labor del departamento. «Pasábamos seis o siete horas juntos antes incluso de que comenzara el rodaje», dice Abbott. «A nivel energético, eso marcaba el tono y el humor del resto de mi jornada laboral. Era un equipo increíblemente profesional en lo suyo, y ha sido una suerte para mí poder mantener con ellos una relación tan distendida. Gracias a ello, el proceso, pese a ser tan arduo, se hacía disfrutable y divertido».

• Amuleto de la suerte. A modo de motivación e inspiración, Tuiten también tuvo un talismán en su estudio durante todo el proceso de prótesis de
HOMBRE LOBO. «Tenía el estuche de maquillaje de Jack Pierce en mi oficina, que me lo prestó la leyenda del maquillaje Rick Baker», dice Tuiten. «Es el estuche que usó realmente Pierce en la película de 1941 El Hombre Lobo.

LOS EFECTOS ESPECIALES MANUALES Y VISUALES...
  Para Leigh Whannell era clave que HOMBRE LOBO destacase por su uso de los efectos. «Me apasionan los efectos especiales manuales y los artistas que los crean», confiesa Whannell. «Estos efectos eran importantes porque, ante todo, quería que todo fuese muy auténtico y real. Los efectos digitales son maravillosos y se pueden hacer cosas increíbles con ellos, pero todo depende de cómo despliegues esa forma de arte. En este caso, sentí que la mejor forma de representar lo que quería era con efectos más tangibles. Necesitaba que esta película fuera como si estuviéramos haciendo una versión monstruosa de Historia de un matrimonio delante del público».

• TRIBUTO A LOS 80. Whannell nunca había llevado a un personaje a someterse a una transformación física tan dramática. «Cuando trabajas en un proyecto de terror sobrenatural, gran parte del miedo es implícito», dice Whannell. «Lo que no puedes ver es lo que da miedo. Quería hacer mi propia versión de una película sobre una criatura. Es mi particular homenaje a las películas de los 80 con las que crecí, en las que primaban los efectos manuales y que contaban historias aterradoras y muy creativas con su uso de la transformación corporal. En La cosa y La mosca, los efectos digitales aún no eran una opción».

• HOMENAJE AL BODY HORROR O TERROR CORPORAL. Whannell se apoyó en la premisa de que Blake no se da cuenta de que se está transformando. Cuando la piel se le empieza a escamar y sus extremidades se alargan, se siente confundido. «Blake pierde la capacidad de entender lo que los seres humanos dicen», explica Whannell. «La visión de Blake cambia y luego comienzan los cambios físicos y su visión comienza a alterarse. Su piel se transforma: le crecen las uñas y los dientes. Es un tributo al body horror. Es uno de los grandes subgéneros del terror que me apasionan. Nuestros cuerpos son el origen de todo nuestro dolor y nuestra alegría».

• VISIÓN LUPINA. Las escenas de visión lupina de la película combinan efectos manuales con una amplia labor de efectos visuales. En las primeras escenas se utilizan efectos de iluminación en cámara y se van empleando más efectos especiales visuales a medida que progresa la transformación de Blake. El equipo de Fin Design + Effects estuvo meses trabajando en estas secuencias, desarrollando múltiples repeticiones para conseguir plasmar la visión de Whannell. Los últimos planos muestran un abanico de diversos elementos viscerales: hay insectos digitales pululando, las caras del actor se distorsionan momentáneamente para mostrar rasgos animales, la piel se vuelve traslúcida, dejando a la vista venas palpitantes, los ojos centellean con golpes de luz retroreflexivos y una bruma vibrante resplandece en el aire.

• AL BORDE DEL PRECIPICIO. Para una escena del principio en la que el camión de mudanza de los Lovell se estrella y se queda colgando de un precipicio, casi todo se consiguió rodando la realidad. «Teníamos al departamento de efectos trabajando con los dobles de acción y el equipo de efectos visuales», dice Whannell. «Había tantos elementos que era una labor increíblemente colaborativa. Recuerdo estar congelándome el trasero en un bosque a las 3 de la madrugada, justo a las afueras de Queenstown, en un precioso bosque de la Isla Sur de Nueva Zelanda, y contemplando un camión de mudanza volcado. Fue surrealista como poco».

• INGENIERÍA PARA EL CAMIÓN DE MUDANZA. El equipo de efectos especiales fue el encargado de llevar a cabo la compleja misión de conseguir que la escena del camión de mudanza y el precipicio fuera segura. Tras desmantelar y aligerar el camión, se pasaron luego seis días volviéndolo a montar para crear una estructura de soporte personalizada «invisible». Debido a la prolongada sequía en el ancestral bosque de hayas en el que rodaban, estaba prohibido hacer cualquier tipo de fuego, por lo que todo el trabajo debía llevarse a cabo sin soldar, cortar ni emplear ningún proceso agresivo similar. Como suele ocurrir con las producciones, comenzó a llover justo cuando estaban terminando los preparativos.

• MANCHAS DE SANGRE. El equipo tuvo que ocuparse de proteger bien el set de HOMBRE LOBO para que la sangre artificial no manchara los suelos ni las paredes de la granja. «En esta película manejamos muchos líquidos y fluidos corporales», dice la diseñadora de producción Ruby Mathers. «Teníamos que asegurarnos de poder afrontar esas escenas y luego fregar y repetir todo sin que eso tuviera un gran impacto en el set y sin que se nos fueran las horas limpiando y secando todo».

• EFECTOS ATMOSFÉRICOS. El equipo de efectos especiales trabajó en estrecha colaboración con Whannell y el director de fotografía Stefan Duscio para incorporar niebla real y efectos de bruma en los sets de estudio y las localizaciones. Su objetivo era crear una atmósfera consistente e igualada.

EL DISEÑO DE ESCENAS DE ACCIÓN...
  El coordinador de escenas de acción Steve McQuillan (Borderlands, Sweet Tooth: El niño ciervo) fue el encargado de diseñar e implementar las escenas peligrosas de la película. En línea con el deseo del director Leigh Whannell de cimentar la película en la vida real, las escenas peligrosas se rodaban realmente siempre que era posible. «Con muchas actuaciones de criaturas, llega un cierto punto en que todo es digital», dice McQuillan. «Leigh quería que los dobles de escenas de acción se hiciesen realmente cargo de los protagonistas. Eso es extremadamente difícil, porque implica aprender la coreografía de lucha, y en este caso podríamos estar hablando de algo tan complejo como ser lanzado contra una pared, caer al suelo, levantarse, ser lanzado al otro lado de una mesa y volver a dar contra el duro suelo. Leigh quería que todo ello quedase tan real como fuera físicamente posible, y que no diera la impresión de un par de tíos disfrazados con muchas prótesis encima. Además, había que hacer las correspondientes intervenciones de diálogo y recordar todos los pasos de la pelea sin salirse del personaje. Es una labor totalmente heroica. Pero lo hicieron de maravilla».

• SALVAJISMO FINAL. Whannell se quedó impresionado por el trabajo de su equipo de escenas de acción, sobre todo en las tomas finales cargadas de adrenalina. «Quería que la película fuese subiendo de ritmo y fuera como un tornillo cada vez más y más apretado», comenta Whannell. «El final de la película es puro salvajismo, el culmen absoluto de la escalada».

• INVERNADERO A PRUEBA DE GARRAS. Una parte importante de la acción transcurre en el tejado de un invernadero, lo que requirió planificación adicional por parte de la diseñadora de producción Ruby Mathers para asegurarse de que era seguro para los dobles de escenas de acción. «Tenía que responder bien al peso», explica Mathers. «Fue un gran desafío para el equipo de efectos especiales. Cada vez que teníamos que hacer una toma nueva después de que el hombre lobo destrozara el cristal era extremadamente complicado».

• EXPUESTOS Y VULNERABLES. El equipo de producción utilizó una tecnogrúa de más de 15 metros en torno a la secuencia del invernadero para mantener la cámara rotando y moviéndose en torno a la familia Lovell. De este modo, se enfatizaba lo expuesta que estaba la familia al peligro y su vulnerabilidad. «Nos ayudaba ver el granero de fondo, así como el bosque que había justo al lado», explica el director de fotografía Stefan Duscio. «Al mirar abajo, se veía a una criatura que podía alcanzarlos en cualquier momento».

• POR EL CARRIL CONTRARIO. Tal vez la maniobra más difícil de llevar a cabo fue conseguir que el camión de mudanza de los Lovell y el resto de vehículos pareciesen norteamericanos. En Estados Unidos, el conductor va a la izquierda. En Nueva Zelanda y Australia, a la derecha. Hubo que importar los vehículos de Estados Unidos. Fue un proceso lento que exigió incontables operaciones logísticas y repeticiones, porque el camión de los Lovell se estrella y había que repetir tomas volcando y cayendo.

EL DISEÑO DE SONIDO...
  Cuando Blake se transforma en el hombre lobo, su oído cambia. Tiene tal agudeza acústica que es capaz de oír a un insecto caminando. El público, cuando ve el mundo desde la perspectiva de Blake, también puede oírlo. «Blake lo escucha todo de un modo totalmente distinto y eso es un auténtico sueño para cualquier equipo de diseño de sonido», asegura Whannell. «Eso nos permitió prescindir de cualquier norma respecto a cómo oyen los humanos el mundo y rodear al público de un plano diferente».
  Para crear el crucial diseño de sonido a la película, Whannell recurrió a dos aclamados profesionales que han trabajado con él en sus demás películas: P.K. HOOKER (M3GAN, Five Nights at Freddy’s) y WILL FILES (Alien: Romulus, The Batman). «Quería que HOMBRE LOBO fuera un asalto auditivo», confiesa Whannell. «Quería acceder a otro mundo a través del sonido, porque gran parte de la experiencia de convertirse en hombre lobo se vive a través del oído. Quería brindar a los espectadores algo que no se limitase a ver una película en casa».
  A modo de preparación, el equipo de sonido investigó a fondo lo que los insectos y los animales pueden escuchar. Esas lentas gradaciones son los elementos que Blake percibe. «Mezclar el sonido es mi parte favorita del proceso de crear una película», afirma Whannell. «Es pura creatividad. Cuando el sonido entra, es cuando la película cobra realmente vida a lo grande».
  Hooker subraya que el enfoque de Whannell respecto al sonido es muy poco común entre directores. «Leigh crea muchísimo espacio en sus películas para el sonido», dice Hooker. «Suele construir sus ideas narrativas en torno a lo que imagina que podrá conseguir el diseño de sonido. Aunque, en ocasiones, eso pueda ponernos en un aprieto, también es un regalo increíble que nos permite adoptar un papel más significativo en el proceso narrativo, cosa poco frecuente en los largometrajes. HOMBRE LOBO es un gran ejemplo de cómo Leigh aprovecha el diseño de sonido como componente clave de su proceso de creación».
  Como la transformación de Blake altera su modo de ver y oír las cosas, la fotografía y el diseño de sonido tienen que funcionar en tándem en cada una de las escenas. Eso, por supuesto, es primordial en todas las películas, pero en HOMBRE LOBO es realmente la conjunción que genera el terror. «Hay una escena en la que Charlotte y Ginger se esconden en el granero y entra el hombre lobo», explica el director de fotografía Stefan Duscio. «Fue una escena en la que utilizamos tanto la visión como el sonido lupino para crear un momento sobrecogedor. Charlotte y Ginger no oyen nada y solo ven oscuridad. Pero, cuando rotamos para ver desde la perspectiva del hombre lobo, este puede ver y oír cómo se van moviendo».

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