Fichas de peliculas
  • Registro
WILDING
INFORMACIÓN
Titulo original: Wilding
Año Producción: 2023
Nacionalidad: Inglaterra
Duración: 74 Minutos
Calificación: Autorizada para todos los públicos
Género: Documental
Director: David Allen
Guión: Isabella Tree
Fotografía: Tim Cragg, Simon De Glanville
Música: Biggi Hilmars, Jon Hopkins
FECHA DE ESTRENO
España: 21 Marzo 2025
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Festival Films


SINOPSIS

Basada en el best seller homónimo de Isabella Tree, Wilding, el regreso de la naturaleza es la historia de una joven pareja que se juega el futuro de su finca de 400 años. Esta pareja lucha contra la tradición arraigada y se atreve poner el futuro de sus tierras agrícolas en manos de la naturaleza. Tras derribar las cercas, devuelven la tierra a la naturaleza y confían su recuperación a una variopinta mezcla de animales, tanto domesticados como salvajes. Es el inicio de un gran experimento que llegará a convertirse en uno de los más importantes de Europa...

INTÉRPRETES

MATTEW COLLYER, RHIANNON NEADS, ISABELLA TREE, JON WENNINGTON

MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS

icono criticasCRITICA

icono trailersTRÁILER'S

icono bsoBANDA SONORA

icono clipsCLIPS

icono featurettesCÓMO SE HIZO

icono videoentrevVIDEO ENTREVISTAS

icono audioAUDIOS

icono premierPREMIERE

Festivales y premiosPREMIOS Y FESTIVALES

Informacion exclusivaINFORMACIÓN EXCLUSIVA

ENTREVISTA CON ISABELLA TREE...
¿Podría resumir la trama de la película y del proyecto de resilvestración? ¿Cómo empezó y qué ocurrió?...
Charlie y yo heredamos la finca Knepp de sus abuelos en los años 80. Eran 1400 hectáreas de agricultura intensiva y producción de lácteos. Knepp era ya una granja en quiebra. Desde un punto de vista empresarial, no era rentable. Pero Charlie pensó que podía conseguir que funcionara. Así que, durante 17 años, trató de cultivarla. Pero al cabo de esos 17 años, en 1999, se dio cuenta de que teníamos una deuda de 1,5 millones de libras y de que era inviable. De modo que nos pusimos a estudiar cómo podíamos aprovechar la finca de un modo totalmente distinto, trabajando con la tierra en lugar de luchar contra ella.

¿Qué fue lo que influyó en la decisión de intentar la resilvestración?...
Los proyectos de resilvestración iniciados en Europa nos influyeron mucho. En especial, la figura de un magnífico ecólogo holandés llamado Frans Vera, que ha influido enormemente en la recuperación de la biodiversidad y en la reintroducción de la vida salvaje en la tierra.
Uno de los aspectos clave es hacer que los animales de gran tamaño en libertad sean los que controlen el sistema. Imaginémonos las grandes manadas de uros, sábalos, alces, jabalíes, castores, etc., que había en Europa mucho antes del ser humano, y pensemos en cómo crearon una matriz de hábitats mucho más abierta, diversa y dinámica, que es combustible para la vida salvaje. Si queremos recuperar la naturaleza, una de las formas de conseguirlo es recurrir a estos grandes animales en libertad, o a sus descendientes modernos, si se los ha cazado hasta extinguirlos. Se puede utilizar a sus descendientes domesticados para recrear el hábitat. Nos pareció que sería un experimento muy interesante.

¿Ha tenido éxito el experimento?...
A nosotros ya nos bastaba con que mejorase, aunque fuese ligeramente, la biodiversidad de nuestras tierras, que estaban desgastadas después de siglos de arado e impregnadas en productos químicos agrícolas industriales desde hacía setenta u ochenta años. Pero lo cierto es que ha superado con creces las expectativas de los científicos y ecólogos que la han estado observando desde el principio. En 20 años, la tierra ha dejado de ser un ecosistema empobrecido y agotado y se ha convertido en uno de los focos de biodiversidad más ricos de Gran Bretaña, en el que se encuentran algunas de las especies más raras. Así que es una gran historia de esperanza.

¿La resilvestración fue decisión de Charlie o tuviste que convencerle?...
Para nada, fue cosa de Charlie. En aquel entonces, yo estaba ocupada escribiendo un libro sobre una diosa viviente, así que tenía la cabeza en otra parte, y nunca he tenido mucho que ver con el día a día de la granja. A veces me llamaban para que participara en reuniones de emergencia, cuando había alguna reunión de crisis. Hubo muchas hacia el final, cuando teníamos que hablar del futuro de la granja. Pero en realidad fue Charlie quien decidió dejar de cultivar. Creo que, echando la vista atrás, él estaría probablemente de acuerdo en que se alargó más de la cuenta. Cuando estás implicado de verdad en un negocio, quieres esforzarte por lograr que funcione. Lo veo siempre en gente con negocios que no funcionan, sobre todo cuando se trata de empresas familiares.

Cerrar la granja tuvo que ser una decisión muy difícil, ¿no?...
Si hay una cultura generacional de agricultores, uno no quiere romper esa tradición ni ser la generación que fracasa. Charlie también era responsable de sus empleados y no quería despedirlos. Pero, al final, creo que estaba claro. Era una decisión muy, muy difícil. Me acuerdo de las noches en vela que pasamos antes de las reuniones en la oficina, en las que iba despidiendo uno a uno a los empleados de la granja. A muchos los conocíamos muy bien.
Al jefe de la granja lo consideramos amigo y tenía dos hijos en la escuela primaria del pueblo.
Era un decisión muy dolorosa.

Una vez que se tomó y se llevó a cabo esa difícil decisión, ¿qué pasó después?...
Fue muy liberador, porque de repente podías mirar atrás y darte cuenta de dónde te habías estado equivocando durante años. Ahí es cuando empiezas a crecer a nivel personal, porque de pronto tu imaginación vuelve a ser libre, en lugar de estar metida en ese túnel en el que vives preocupado por sobrevivir a la semana, al mes o al año siguiente. Te liberas y puedes pensar de manera creativa en lo que deberías hacer con la finca, y quizá lo que se debería haber hecho con ella durante generaciones. Y después, desde luego, vino lo difícil, que fue intentar convencer al resto de la familia y a los granjeros de nuestro entorno de que no estábamos haciendo algo irresponsable, negligente ni vago, sino que había una razón para ello.

¿Fue difícil convencer a la gente?...
Fue muy difícil. Pero enseguida empezamos a ver los beneficios que aportaba a la naturaleza.
Dejamos de fumigar con pesticidas y, prácticamente al instante, al año siguiente, volvieron los insectos. Era un sonido que, como agricultores, ni siquiera nos habíamos dado cuenta de que no estaba presente. Nos dimos cuenta de que estaban ocurriendo cosas interesantes y nos pareció bien. Pero desde fuera, a la gente le costaba entender que ya no producíamos alimentos. Los de mi generación todavía tienen la mentalidad de la segunda Guerra Mundial, de «Cavar para la Victoria», de que hay que arar cada centímetro de tierra o no sirve para nada.

¿Cuál ha sido el punto de inflexión en cuanto al cambio de la opinión pública?...
No fue hasta que empezamos a tener a nuestras especies insignia, como ruiseñores, tórtolas y mariposas tornasoladas que la opinión pública empezó a cambiar. Unos cinco o seis años después del inicio del proyecto. La gente empezó a celebrar que estaba pasando algo muy emocionante. Los primeros años fueron difíciles en cuanto a la percepción que se tenía de nosotros. Nos llegaban cartas que cerraban con: «Atentamente, disgustado», y eran bastante duras.

En la cultura anglosajona existe un fuerte sentimiento de «clásicos de la conservación» a favor del medioambiente (Orejas Largas, Los animales del bosque, El Señor de los Anillos, El viento en los sauces), y la gente siente mucho afecto por este tipo de historias. Pero ¿quizá no tanto cuando la conservación ocurre en la vida real?...
No sé muy bien qué diría sobre Orejas Largas desde el punto de vista de la conservación. Es muy antropomórfica y sentimental, ¿no? No es naturaleza como tal. Pero sí, me parece que tenemos esa mentalidad. Nos creemos una nación de amantes de los animales. Y, sin embargo, somos testigos y responsables de una de las mayores catástrofes de biodiversidad del planeta. Somos uno de los peores países del mundo en lo que respecta al medioambiente y la vida salvaje. Estamos en el vigésimo peor puesto a nivel mundial o algo por el estilo. Que amemos a nuestros perros y llamemos «conejitos» a los conejos no quiere decir que comprendamos la naturaleza para nada.

¿Cómo puede la resilvestración ayudar a cambiar esa mentalidad?...
La recuperación de la naturaleza nos enseña a respetar en mayor medida a la naturaleza y los ecosistemas y que una visión holística de la naturaleza no puede subsistir en pequeños silos aislados en reservas naturales. Tal y como se ha visto durante el último siglo, esa visión está condenada al fracaso. Hay que pensar en términos de ecosistemas a escala de paisaje y de ríos vivos. Año tras año, la calidad de nuestros ríos no deja de disminuir. Hace unos 30 años, cuando nos incorporamos a Europa, se nos consideraba el hombre enfermo de Europa.
Y ahora somos incluso peores.
Hay una sensación de no comprender la naturaleza y, a la vez, creer que sí la comprendemos, de que somos amantes de los animales y benévolos guardianes de la tierra. También se debe a que nos hemos alejado de la agricultura, y a esa idea que tenemos de seguir usando pesticidas, y arando y contaminando nuestros ríos con residuos y escorrentías. Y no es necesario hacerlo así. Pero la marea empieza a cambiar en lo que respecta a la agricultura regenerativa y a los agricultores. Al menos, a algunos que no están bajo el dominio de las empresas agroquímicas. El gran sector agrícola y agroalimentario está empezando a entender que hay una forma mucho más sostenible de producir alimentos más saludables sin arar y sin emplear productos químicos, que sí está en sintonía con la naturaleza. La curva de aprendizaje es enorme, pero está empezando a ocurrir ahora.

La película ayudará a conseguirlo. ¿Cómo surgió el proyecto?...
Recibimos literalmente unas 70 o 75 propuestas de productores independientes, compañías cinematográficas y gente que quería hacer una película basada en el libro, ya fuera con un concepto de «mosca en la pared», un documental o una dramatización. Había todo tipo de propuestas. Con algunas de ellas avanzamos bastante. Pero nos pareció que, en el fondo, o el enfoque no era el adecuado, o el director no entendía realmente lo que estábamos haciendo o de qué iba la historia de la resilvestración, que trata en realidad del milagro de la naturaleza y de cómo la naturaleza se recupera si tenemos el valor de permitírselo.
Charlie había conocido a David Allen hacía unos años, y pensamos: «¿Por qué no le preguntamos a Dave qué opina?». Ambos lo respetamos por ser un cineasta brillante, pero también por ser una persona inteligente e interesante, capaz de ver el panorama general y a quien le interesaban la naturaleza, los personajes y la trama. Le llamamos para pedirle opinión sobre las personas que se habían puesto en contacto con nosotros y nos dijo: «¿Por qué no lo hago yo?».

¿Cómo ha sido el proceso de rodaje?...
Iniciamos el rodaje durante la cuarentena con todas las medidas de seguridad. Y la verdad es que fue el momento perfecto. Trabajar con Dave es un placer, es muy sosegado y tranquilo.
Tiene a su alrededor un equipo magnífico, todos son gente encantadora. He participado en pocos rodajes y... bueno, pueden llegar a ser una pesadilla, pero en este nos lo pasamos fenomenal. Siempre acabábamos divirtiéndonos. Teníamos confianza plena en Dave, lo cual también era importante. Además, disponíamos del tiempo y el espacio mental necesarios, porque fue durante el covid, así que estábamos en casa y teníamos la cabeza en su sitio.
Estábamos relajados. De haber tenido que encajar el rodaje en 30 o 40 días en un año, habríamos estado nerviosos y agobiados, pero tuvimos mucha suerte. Fue un momento hermoso y una alegría.

¿Os resultó intimidante que os grabasen y tener que elaborar un relato para la pantalla mucho más simple que el verdadero?...
Sí, eso cuesta mucho, ¿eh? Porque tienes que aprender a sintetizar, aunque sí que es cierto que ya lo habíamos hecho mucho en las presentaciones en público para que las ideas llegaran a entenderse. Nuestra idea es ser claros y concisos. Siempre resulta angustioso hablar frente a la cámara, tratar de transmitir el mensaje y conseguir que aterrice. Pero con Dave, el proceso fue fácil. Nos daba total libertad para expresarnos y, al mismo tiempo, nos dirigía. Pero fue rarísimo ver a nuestros yoes jóvenes, interpretados por actores jóvenes y estupendos, paseando con nuestra ropa de los 70 y los 80. Fue un poco surrealista, pero, como la cuarentena también lo estaba siendo,, todo pareció sumar a la extraña dimensión en la que nos encontrábamos. No vimos todo lo que se estaba grabando. Por ejemplo, no vimos a los magníficos cerdos-actores que llegaron y se pusieron a derribar la carpa, así que nos llevamos una gran sorpresa cuando vimos esas imágenes.

¿Los cerdos-actores eran de la raza adecuada?...
Sí, aunque yo tampoco habría notado la diferencia.

David Allen y su equipo han sabido captar muy bien esa sensación de milagro que se produjo, con las tórtolas, los cerdos buceando, las cigüeñas en la chimenea y todos esos momentos. Si tuvieras que elegir solo uno de ellos, ¿hay algún momento que realmente destaque como emblemático de lo que se consiguió en todo el proyecto?...
Vaya, pues no sé. Todos son increíbles. Todo estaba muy tranquilo, así que era el momento perfecto para grabar a los animales en libertad, por lo que consiguieron imágenes espectaculares de los animales. Para mí es mágico ver a esa madre cerda arropando a sus crías recién nacidas, yendo y viniendo con la boca llena de hojas y musgo para mantenerlas al abrigo del frío de una noche de primavera. Grabaron una escena en la que liberamos castores y me eché a llorar de emoción al ver a un castor salir de una jaula y ser libre. El primer castor en 400 años en Sussex. Aquello fue trascendental. Pero hay muchísimos momentos destacados. He visto la película un montón de veces y todavía me emociono al ver alzar el vuelo a la primera cigüeña blanca salvaje nacida en Gran Bretaña en 600 años.
Es asombroso lo que consiguieron capturar.

Tienes suerte de contar con esas preciosas especies que resultan tan atractivas para el público, pero, en realidad, el alma de esta historia es la biodiversidad que se esconde bajo la tierra, en el suelo, y, afortunadamente, los directores han sabido dramatizar muy bien algo que no se puede grabar como tal...
Eso ha sido una genialidad. Creo que lo describí como una especie de circuito eléctrico que pasa por debajo de la tierra, lo cual, para mí, es algo apasionante. Tienen un equipo de animación increíble, pero es difícil integrar una secuencia animada en una película de acción real, y lo han conseguido de un modo excelente: traslada perfectamente la idea de que los hongos micorrícicos se envían mensajes entre plantas. Es una imagen brillante que da vida a ese universo que hay bajo nuestros pies y que no vemos.

Parece que uno de los problemas a los que se enfrentan los esfuerzos de conservación es que la gente está dispuesta a dar dinero por los tigres, pero no por los insectos. ¿Es porque no resultan tan adorables?...
Sí, es eso. De ahí que otras especies más carismáticas, como las cigüeñas, sean tan importantes, porque nos atraen, nos sentimos más identificadas como seres humanos. Las cigüeñas son peculiares y tienen algo de antropocéntrico, por eso nos sentimos identificadas.
Pero se alimentan de insectos, por lo que, ayudando a las cigüeñas, nos aseguramos también de que haya un entorno que les proporcione alimento, que en su mayoría consiste en insectos.
Igual no es posible recaudar tanto dinero para la libélula o el escarabajo pelotero. Pero, apoyando a la cigüeña o al tigre, también se hace, porque son especies sombrilla para muchas otras especies.
Creo que David ha demostrado esto de manera extraordinaria al contar cómo funcionan esas cascadas tróficas, el modo en que una especie afecta a otra: por ejemplo, cuando un cerdo hurga en el suelo, crea el terreno donde brotarán las plantas que se convertirán en alimento para la mariposa tornasolada. No existe ninguna especie aislada, ni siquiera la nuestra. Todos estamos conectados. Esa red de hongos micorrícicos es en realidad una metáfora de la propia naturaleza, de la naturaleza del planeta. Cuando empiezas a romperla, todo se empieza a desestabilizar. Me parece que ese es el verdadero poder de esta película: ver cómo se producen esas conexiones. Y lo rápido que se restablecen, si se lo permitimos.


ENTREVISTA CON EL DIRECTOR DAVID ALLEN
Cuéntenos cómo fue la primera lectura del best seller de Isabella Tree, Wilding, el regreso de la naturaleza: ¿le hizo pensar de inmediato en cómo podría grabarlo?...
Llevo toda la vida intentando hacer películas que traten sobre nuestra relación con la naturaleza, que combinen la historia natural con el drama humano. Y no es habitual descubrir una historia tan convincente y dramática con un final esperanzador que pueda cambiar realmente nuestra percepción de la naturaleza. Descubrir este arquetipo narrativo con dos jóvenes protagonistas luchando contra viento y marea para encontrar algo que les ayude a restaurar este mundo dañado me pareció algo muy especial.
El aspecto del privilegio podía percibirse como un problema para el público actual, pero yo creo que también tiene algo muy cautivador: ¿por qué se les confía un experimento de tal envergadura a ellos? ¿Por qué no se hace en otro sitio? ¿Por qué las instituciones no se atreven a dar el paso y ver qué pasa? Así que, a través de esta posición de privilegio absoluto, ver cómo una joven pareja se atreve a enfrentarse a la clase política e idear este gran experimento para descubrir una nueva forma de ver el mundo, es algo que me pareció al instante una historia maravillosamente cinematográfica.
En el libro, a Issy se le da muy bien combinar esta narrativa dramática con una argumentación evolutiva basada en datos científicos contrastados y bien documentados. De este modo, se consigue una trayectoria extraordinaria de datos que demuestran una comprensión cada vez mayor de los niveles de destrucción que hemos infligido a la biodiversidad que nos rodea, combinada con momentos de transformación demostrable que nos muestran una manera de revertir esa terrible tendencia.

¿Cuáles han sido los principales desafíos a la hora de rodar esta película?...
Hemos tenido que superar muchos obstáculos para dar vida a esta historia. Para empezar, es una historia que transcurre en el pasado, a lo largo de veinte años. Tiene muchos datos científicos que muestran el punto de partida y la milagrosa explosión de biodiversidad que han presenciado, pero casi no existen referencias visuales que apoyen la historia. Así que dar vida a esa transformación de la tierra a modo de clímax supuso un gran reto: las conclusiones de esta película son tan impresionantes como importantes, pero, sin embargo, los cambios son sigilosos y a menudo están ocultos a la vista. El verdadero desenlace tiene que ver con las lombrices y la materia orgánica del suelo y el desplazamiento de los animales por tierras fangosas, lo cual no presenta un clímax visual evidente con un arco emocional. En cierto modo, tuvimos los mismos problemas que Issy y Charlie: ¿cómo conseguimos que el público se encariñe con una manada de animales domesticados y vea con otros ojos una maraña de vegetación espinosa?

Hay imágenes increíbles en la película. ¿De qué aspectos o secuencias se siente más orgulloso, echando la vista atrás?...
Me llena de orgullo haber podido estar allí para poder ver de forma tan exhaustiva todo el lugar. Pudimos grabar a los ruiseñores, que constituyen la mayor concentración de pájaros cantores del país, y seguir a la cría de una tórtola, que es la siguiente especie de ave con más probabilidades de extinguirse en Gran Bretaña. Hemos grabado a los cerdos y las vacas en su trayecto hacia lo salvaje. Estábamos presentes cuando por fin se liberaron legalmente los primeros castores, por primera vez en Sussex en 400 años. Seguimos el vuelo de la primera cigüeña blanca criada en libertad en Inglaterra en 600 años. Teníamos un dron que volaba junto al árbol del polluelo mientras se elevaba del nido.
Ser capaces de entrelazar estos acontecimientos extraordinarios de la historia natural con nuestra reconstrucción del drama de veinte años de Charlie e Issy ha sido un logro extraordinario, que solo ha sido posible gracias a la enorme dedicación del equipo de cineastas y a su gran talento.

La música, obra de Biggi Hilmars y Jon Hopkins, es la guinda del pastel. ¿Cómo logró
que participaran?...
La música de Biggi es provocativa y envolvente. Él es islandés, y creo que sus composiciones tienen ese aire de paisaje épico que seguramente se daba a su evocadora tierra natal. Hace años que quería trabajar con Jon Hopkins. Crea escenas con una mezcla de sonidos extraordinaria y ha colaborado con varios de mis músicos favoritos, como Brian Eno, Coldplay y King Creosote. Pero Jon es un hombre escurridizo. Yo lo atraje a este proyecto por la sencilla casualidad de que su hermano era un gran admirador del proyecto Knepp. Este entusiasmo convenció a Jon para que trabajara con nosotros en la banda sonora de Wilding.
No existen muchas personas en el mundo capaces de brindar este tipo de música moderna y evocadora a la magia de la resilvestración de la naturaleza.

¿Cómo ha sido trabajar con Isabella y Charlie?...
La complejidad de Issy y Charlie, al igual que la del mundo que han creado, ha evolucionado desde que heredaron la finca en ruinas. Creo que empezaron con un entusiasmo y un asombro casi infantiles, pero se han convertido en unos expertos en las posibilidades que la resilvestración de la naturaleza ofrece a los lugares perdidos y olvidados de nuestro mundo.
Nos entrometimos a lo bestia en sus vidas, ya que pasamos años rodando en Knepp y semanas en el interior de su casa. Fueron unos anfitriones de lo más simpáticos. Ese entusiasmo infantil por el lugar y sus animales brilló en todo momento. Reconstruir la vida de alguien de esta manera es una responsabilidad considerable para un director. No me puedo imaginar lo difícil que fue para ellos vernos recorrer su mundo con los dos jóvenes actores que interpretaban a Issy y Charlie.

¿Y cómo fue trabajar con los animales?...
Para nuestro director de fotografía, Simon De Glanville, trabajar en la historia de nuestros animales domésticos y su paso de domesticados a salvajes fue todo un descubrimiento. Ha trabajado por todo el mundo grabando acontecimientos con animales de los más espectaculares y, al igual que Issy y Charlie, Simon encontró una alegría infantil al seguir a estas humildes criaturas mientras redescubrían su estado salvaje en un paisaje tan cercano a casa. Grabar a la cerda de granja arropando a sus cerditos con un manto de hojas fue un momento muy especial para los dos. Lo grabamos en uno de nuestros primeros viajes a Knepp. Presenciar un momento tan íntimo de intimidad animal con un animal tan humilde fue superemocionante para los dos. Ese momento tan íntimo nos llevó a plantearnos otras posibilidades sobre cómo contemplamos a los animales domésticos que nos rodean.

Hay muy buenos cerdos actores que parecen adoptar un método para sus interpretaciones…
Contamos con animales actores para algunas de las escenas principales. Hubo un poni exmoor muy juguetón, Duncan. Era un caballo caprichoso que causaba estragos en los partidos de polo. Y una pareja de cerdos actores muy ingeniosos, que se las apañaron para hacerse notar comiéndose los canapés de las carpas y las algas de la playa.

¿Qué espera que el público aprenda de la película?...
La mayor parte de esta historia habla de los cambios que se han ido produciendo en nuestro entorno a lo largo de generaciones, que son cambios bastante lentos como para que no nos hayamos dado cuenta de la pérdida que hemos sufrido. Sería maravilloso si la película pudiera despertar la sensibilidad y facilitara la comprensión de esa pérdida, ayudándonos así a darnos cuenta de que hay otro camino para las tierras que no son aptas para la agricultura industrial. Que se puede redescubrir un paisaje rico y lleno de vida salvaje que se creía haber perdido para siempre. Debemos mirar alrededor y pensar con creatividad: ¿ss esto sostenible? ¿Es así como tiene que ser? ¿O hay otra manera de reparar lo que hemos perdido y dejar que la naturaleza se ocupe del campo por nosotros? «Ellos lo harán gratis», como Derek Gow, amante de la naturaleza, dice en la película.

logo radio directo


MOON ENTERTAINMENT


28 marzo solo en cines
LA BIBLIA APOCALIPSIS

Sagas del 7º Arte...

Sagas del 7º Arte... LA MALDICION (JU ON)