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NOTAS DEL DIRECTOR...
El soldado no es quien declara la guerra, la guerra la declaran los políticos que nosotros, la ciudadanía, hemos elegido; el soldado sólo es quien combate y muere en ella. 'Zona Hostil' es cine bélico español en la mejor tradición Americana: no pretende ofrecer análisis del conflicto bélico en que se encuadra, sino una aproximación en primera persona a las vivencias de los hombres y mujeres allí destinados. Es una película española atípica en el sentido de que nuestros soldados no son los malos, sino los protagonistas; hemos intentado retratarlos como los seres humanos que son, con los mismos defectos y virtudes que el resto de nosotros.
Al aventurarnos en un coto privado del cine Americano, sabemos que ese es el listón con el que se nos va a medir y que hemos de competir con ese cine desde la modestia de los presupuestos que se mueven en España. Sin embargo, el apoyo a la película del Ejército Español nos ha permitido fotografiar helicópteros y vehículos de uso exclusivamente militar y obtener un valor de producción nunca visto en el cine nacional. Mi trabajo ha sido
hacer de la necesidad virtud y lograr que nuestras limitaciones en los medios técnicos dictasen un estilo apropiado para la película.
El espectador será mi juez.
'Zona Hostil' tiene su inspiración en un incidente verdadero que tuvo lugar en Afganistán en Agosto de 2012. Sin embargo, siempre tuve claro que una dramatización se puede aproximar mucho más al espíritu de un suceso que una reconstrucción literal minuto a minuto; al fin, la realidad por un lado es inabarcable, y por otro carece de premisa dramática. Partiendo de la anécdota verdadera, hemos tratado de dilucidar cuales son los temas de la película y de buscar las formas de dramatización que mejor los ilustrasen.
Paradójicamente, en España estamos más familiarizados con las fuerzas armadas de los EEUU, por su cine, que con las nuestras.
Mi objetivo desde un principio fue olvidarnos de lo que hemos visto doblado en el cine extranjero y que nuestro punto de partida fuesen nuestros propios soldados. Captar su verdad era mucho más importante para mí que reconstruir la anécdota de la película de forma literal. Y la responsabilidad de lograr este objetivo recayó en el grupo de actores, así como en los soldados encargados de su adiestramiento. Durante una semana los actores recibieron instrucción militar general, todos juntos, y durante otra se mandó a cada uno a entrenar con los del cuerpo al que iban a encarnar. A los legionarios se les envió con la legión, donde emparejaron a oficiales con oficiales, y a la tropa con la tropa, al personal médico se le entrenó con personal médico, y a los pilotos se les entrenó en los mismos simuladores en que se entrena a los futuros pilotos (al parecer aprendieron asombrosamente rápido). Pero lo más importante de este entrenamiento no fue que aprendiesen a resucitar a un herido o a despegar un Chinook, sino que durante el proceso conviviesen con los soldados, los conocieran, escuchasen sus voces, sus bromas, sus anécdotas, los vieran moverse, saludar y se imbuyesen de sus ademanes, de sus gestos... Además, aunque los personajes principales fuesen interpretados por actores, el resto de los personajes fueron interpretados por soldados verdaderos.
Mezclar un grupo de actores, un colectivo que tradicionalmente se identifica con la antítesis de lo militar, y militares ha sido un experimento interesante. Al parecer, ambos grupos descubrieron que los del otro no tenían cuernos ni rabo, que eran personas perfectamente próximas, con vivencias interesantes que compartir.