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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
La película está ambientada en 1945, en un pequeño pueblo situado en una ladera. ¿Cómo decidiste el tema?...
Llevo diez años interesándome por este tema, desde que leí el relato de Gábor T. Szántó. Me interesaba mucho el momento posterior a la guerra y justo antes de la introducción del nacionalismo y el comunismo, cuando, por un momento, hubo indicios de una posible transición democrática. Las cosas podrían haber cambiado a mejor. El fascismo había acabado, pero el comunismo todavía no había empezado, intentamos plasmar la atmósfera de esos pocos años en la película.
Este periodo de la historia de Hungría no se ha representado mucho ni en literatura ni en cine. En su lugar, la gente se centra en la Segunda Guerra Mundial en sí misma o en la dictadura de los años 50, con esos pocos años de por medio. Quería presentar un cuadro social que retratara la vida en Hungría justo después de la guerra.
¿Cómo surgió el guion?...
La obra original de Gábor T. Szántó es una novela corta de diez páginas. Primero desarrollamos juntos una dramaturgia similar a la de las tragedias griegas, construidas sobre las unidades de acción, tiempo y lugar, creamos nuevos personajes y reforzamos la dramaturgia con diálogos mordaces. Así, con los años, el texto se convirtió en un guion. Lo que más me gusta de la novela es cómo la trama, en poco tiempo, tres o cuatro horas, presenta de forma conmovedora situaciones en las que no hay diálogo, algo que, sin duda, quería conservar.
Los autores suelen estar directamente relacionados con los temas que tratan. ¿Cuál es tu historia?...
Es un momento muy trágico de la historia con el que todos estamos conectados de una forma u otra. Sin embargo, a mí no me motivó ninguna historia personal o familiar. Es ficción, a diferencia de Moscow Square. Si tuviera que decir algo acerca de mi conexión con ella, sería lo que me transmitió. La novela corta de Szántó presentaba un punto de vista completamente diferente a todo lo que había leído anteriormente sobre la situación histórica del momento. Pienso en la motivación de los nuevos comienzos, en cómo la sociedad debe superar los traumas, empezar de cero, afrontar el pasado y emprender una nueva vida.
¿Podrías contarnos algo del rodaje?...
Tuvimos un reparto fantástico y el rodaje fue muy tranquilo. Era la primera vez que trabajaba con Elemér Ragályi, el cámara, a quien respeto profundamente. Lo conozco personalmente desde hace un tiempo y lo considero mi mentor. Le pedí que trabajara en la película, entre otras cosas, porque lo vivió en primera persona cuando tenía cinco años y vivía en un pequeño pueblo. Este es el tipo de motivación personal de la que hablaba antes, para él es real. No solo se acuerda de cómo solían ser los balones de fútbol, sino que también recuerda cómo era la atmósfera en la que se vivía en la Hungría rural. Habla de ese verano, cuando acabó la guerra. Nos enseñaban que esa era la liberación e incluso la celebrábamos todos los años el cuatro de abril.
¿Cómo pueden conectar los jóvenes de 15 a 20 años con este tema a través de la película? ¿Qué clase de recibimiento esperas que le den?...
Siempre digo que tenemos que confiar en la juventud. 1945 no gira entorno a los adolescentes, sino entorno a la audiencia más madura y con un pensamiento más amplio. Puede que ellos sientan más empatía hacia la película. Además, creo que en mi película será más fácil entender la situación histórica del momento que en los gordos libros de texto. Es un drama que enfrenta a la audiencia a situaciones de la vida real. Nos han invitado a varios festivales, espero que eso atraiga a mucha gente y que a todos les emocione. Confío en que la audiencia húngara y la audiencia internacional sea lo suficientemente madura para la interpretación crítica de esa época. Este momento de la historia nunca se había plasmado desde esa perspectiva.