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CRITICA
Por: PACO CASADO
Karyn Kusama es una joven realizadora de 32 años, aficionada y practicante del deporte del boxeo, que lo ha elegido para su debut en el largometraje con la historia de una chica, Diana, de origen hispano, de 17 años, huérfana de madre y con un padre borracho, que llevó a su mujer al suicidio, que tiene problemas de adaptación en el instituto y descubre que su mejor válvula de escape es el boxeo. Es un modo de autorrealización personal.
Se da así la otra cara de la moneda de 'Billy Elliot. Quiero bailar' (2000) con una chica en un deporte habitualmente de hombres.
Un relato claro, sin efectismos, que trata de acercarse de modo realista al boxeo amateur, que lo usa como una metáfora ya que en definitiva se trata de una superación, de una lucha personal, de competir limpiamente, de saber ganar o perder y de enfrentarse a uno mismo.
El trabajo de Michelle Rodríguez, una novata tejana de 22 años, hace creíble y cercano a un personaje que es complicado.
Al guión se le puede reprochar que no profundice en el tema principal, que no es el boxeo, sino las contradicciones de una mujer en un ambiente masculino, sin ahondar en sus consecuencias. En la segunda mitad se centra en la historia de amor que desemboca en el previsto final feliz.
Un film de interesante planteamiento, correctamente realizado, cuya directora saca buen partido de las escenas del ring.
Cine independiente, pobre, con buenas intenciones pero limitado, hecho con un millón de dólares, que ganó los premios del jurado al mejor film y mejor dirección en Sundance 2000, el Gran Premio del Festival de Deauville, el Premio joven del Festival de Cannes y la Espiga de Plata en Valladolid 2000. Fue nominada también al premio Independent Spirit como mejor película.
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