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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aunque siempre hay la tentación de hacer nuevas versiones de películas ya clásicas de la historia del cine, debería haber una ley no escrita de no tocar las obras de arte de la cinematografía, ya que es algo así como querer hacer una nueva Mona Lisa y mejorarla, por poner un ejemplo.
'Los siete magníficos' (1960) de John Sturgues no es que fuera una obra maestra pero sí un film mítico, muy popular gracias a su extraordinario reparto y magnífica banda sonora de Elmer Bernstein, que no merecía que se hiciera una nueva versión, pero aquí está el atrevimiento de Antoine Fuqua.
Como se suele decir "las comparaciones son odiosas" y en este caso si comparamos ambas cintas, a nuestro juicio ésta sale perdiendo. Con el pueblo de Rose Creek bajo el control letal del cacique de turno, Bartolomé Bogue, un despiadado extorsionador, que lo tiene sojuzgado, los desesperados y desamparados pobladores piden protección a siete fuera de la ley, cazadores de recompensas, jugadores y asesinos a sueldo, que se unen al grupo por motivos muy diferentes.
Estos siete hombres de armas en el viejo oeste llegan para ayudar al pueblo contra el tiránico personaje que les quiere arrebatar su tierras por unos míseros veinte dólares para hacerse con las minas de oro.
La viuda de uno de ellos se encarga de buscar a esos siete valientes pistoleros, a los que les pide que hagan justicia, pero no le importa tampoco la venganza. Ellos deciden dejar atrás su pasado como forajidos para defender a los pobres habitantes de Rose Creek liderados por Emma Cullen y prepararán el pueblo para la violenta confrontación que saben que les esperan inevitablemente ante la llegada dentro de tres semanas del poderoso personaje con su ejército.
Estos siete mercenarios terminarán luchando por algo más que el simple dinero.
Esta es la nueva versión del mítico western 'Los siete magníficos' (1960), dirigido por John Sturgues, con un excelente reparto de actores famosos encabezado por Yul Brynner, Steve McQueen, Charles Bronson, James Coburn, Eli Wallach, Robert Vaughn, Rosa Monteros, entre otros, que trasladaba al Oeste americano la historia de la película japonesa 'Los siete samuráis' (1954), de Akira Kurosawa. En esta ocasión no se trata de un remake del film americano, sino que se vuelve a tomar el guion original japonés para hacer una historia más actual, más moderna, con arreglo a la evolución que últimamente sufrió el cine del oeste americano influido por las cintas europeas sobre ese género, con personajes más sucios y desarropados al tiempo que más sádicos y violentos, pero sigue asumiendo el espíritu de la historia original.
Introduce en este caso la novedad de la diversidad racial en cuanto a la composición de los siete, entre los que hay blancos, un negro, un oriental, un indio, un mexicano en esta nueva versión.
Es muy entretenida, la historia es más o menos la misma, ya que se trata del argumento original con leves diferencias, esta vez es un personaje ambicioso que ha corrompido hasta al sheriff que tiene a una serie de esbirros a su servicio, en lugar de ser los bandidos de la primera.
No tiene tantos actores conocidos y la novedad es la viuda que los contrata y se alarga en la segunda parte con la batalla final.
Es un western potente, bien filmado, con personalidad, con unas ágiles panorámicas, bellos encuadres y notables primeros planos elegidos con buen acierto por parte de Antoine Fuqua un director que mueve bien la cámara, con un universo propio, con un estilo cinematográfico intenso, moderno, que sabe imprimirle fuerza a la narración y emoción en todo momento a la conocida historia lo que no es óbice para que mantenga la tensión en el espectador.
El guion exagera un poco el ejército que lleva el malvado para arrasar el pueblo lo que hace que se extienda demasiado el metraje total de la cinta.
Tiene un reparto bastante equilibrado, una fotografía estupenda y una banda sonora más a tono con la modernidad del western creada por James Horner de la que se hizo cargo Simon Franglen al morir el compositor en un accidente aéreo antes de terminarla que no se priva de introducir algunas notas que recuerdan al tema principal de la partitura de Elmer Bernstein que se puede escuchar durante los títulos de créditos finales.
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