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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine alemán nos está ofreciendo últimamente algunos títulos interesantes, ahí están por ejemplo 'El hundimiento' (2004), 'Sophie Schöll. Los últimos días' (2005) o 'El gran silencio' (2005).
La prueba está en que esta obra, ciertamente meritoria para ser una ópera prima, ha conseguido siete premios Lola de la Academia del cine germano, ganó el Giraldillo de plata en el Festival de Sevilla, tres premio de la Academia del cine Europeo a la mejor película, guion y actor de las seis candidaturas a las que optaba y el Oscar a la mejor película en habla no inglesa.
Es una obra muy germánica, hecha a conciencia, trabajada milímetro a milímetro, desde la concepción de un guion muy documentado que le llevó a su director y guionista varios años de estudio y preparación entrevistando a víctimas y a verdugos y consultando los archivos de la Stasi.
Un thriller político pasional que nos muestra un viaje al interior de los claroscuros del régimen terrorífico de la República Democrática Alemana.
Esta ambientada en los años previos a esa fecha clave del 9 de noviembre de 1989 en que por fin cayó el muro de Berlín y tuvo lugar la reunificación de las dos Alemania.
En esos años en la República Democrática Alemana existía la Stasi, un Ministerio para la Seguridad del Estado, que se dedicaba a seguir a personas sospechosas, especialmente a artistas y escritores que eran estrictamente vigilados con los más sofisticados métodos y acusados al menor indicio tras registrar sus domicilios.
En ese ambiente se desarrolla esta historia del capitán Gerd Wiesler, un oficial monolítico de la Stasi, de principios inquebrantables, al que se le encomienda la vigilancia de Georg Dreyman, un escritor de éxito, dramaturgo y poeta, y su novia la popular actriz escénica Christa-Maria Sieland, de intachable reputación, a la que el primero admira profundamente.
El capitán se deja llevar tanto de su trabajo que terminará cambiando su solitaria y vacía existencia ya que se da cuenta que es una aberración invadir la vida de los demás por un afán del régimen comunista del ansia enfermiza de poder.
Los hechos son ficticios, pero están inspirados en personajes reales que bien pudieron vivirlos.
Un guion que reflexiona sobre la imposibilidad de vivir en un régimen sin libertad, que mantiene el interés de principio a fin y cuyo extenso metraje se pasa sin sentir.
La vida de los otros debe mucho a la humanidad del trío de actores protagonistas, a su buen tempo narrativo, y a un guión de una gran riqueza que funciona como una pieza de relojería, sin fisura alguna y a una excelente partitura de Gabriel Yared.
Todo ello gracias a este primerizo director, nacido en Colonia en 1973, que ha logrado una ópera prima prácticamente perfecta en todos los sentidos, con una estupenda dirección de actores y llena de elegancia en su pulcra puesta en escena.
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