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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director cordobés Gerardo Olivares es un interesante documentalista que tiene en su haber bastantes de ellos para la televisión y cinco largometrajes de ficción en los que se mezcla casi siempre el tema de la naturaleza, como ocurre también en 'El faro de las orcas' (2016).
Lola viaja, con Tristán, su hijo de apenas diez años con autismo, que tiene escaso contacto con las personas que le rodean, hasta el fin del mundo para reencontrarse con Beto Bubas, un guardafauna de traumático pasado que tiene una relación muy especial con las orcas salvajes en la Península Valdés de la Patagonia argentina, en la provincia de Chubut.
Allí Beto le enseñará al niño a relacionarse con esos animales que son su único medio de conexión con los demás y la posible vía para su felicidad, algo que su madre no podría dejar que experimentara, como cuando sonrió al ver el documental sobre las orcas en la televisión.
La determinación de Lola de luchar por su hijo, la peculiar personalidad de Tristán y su especial relación con la naturaleza, harán que la vida de todos ellos cambie de alguna manera a estos tres personajes perdidos en ese rincón del mundo mientras encuentran su lugar en algún punto de sus vidas, entre una naturaleza que les ofrece la posibilidad de sentirse libres.
Basada en hechos ciertos, recogidos en el libro Agustín, corazón abierto, de Roberto Bubas, que es el nombre del personaje que fue el protagonista de esta historia, aquí encarnado por Joaquín Furriel, mientras que Agustín es el nombre real del niño.
En el guion se han cambiado algunas cosas a la hora de ser llevada esta historia a la gran pantalla, que es una búsqueda de los valores esenciales de la vida y su encuentro con el espíritu de la naturaleza.
En la filmografía de Gerardo Olivares hay títulos como 'La gran final' (2006) que es el de su debut, '14 kilómetros' (2007) o 'Entre lobos' (2010) en los que está presente la naturaleza y también se implica de alguna manera en esta emotiva historia que se desarrolla en la soledad de un paisaje inhóspito y salvaje que expone en todo su esplendor a través de una bella fotografía, como a él le gusta por donde los personajes expanden sus sentimientos maternales o amorosos en un drama familiar de superación, que tiene como objetivo la búsqueda de los valores esenciales de la vida.
La realización mezcla sabiamente las imágenes reales de las orcas con otras extraídas del uso de animatronic y efectos digitales sin posibilidad de distinguir cuales pertenecen a cada apartado.
La pareja protagonista está muy bien, Maribel Verdú como madre amorosa y sacrificada con su hijo y Joaquín Furriel como el duro guardafauna perseguido por acercarse a las orcas que son su pasión y motivo de estudio durante 15 años.
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