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CRITICA
Por: PACO CASADO
En mitad del pasado siglo el cine americano invadía las pantallas con intensos melodramas a veces procedentes de las tragedias que producían las guerras y las consecuencias que éstas ocasionaban en las familias.
En ese género se hicieron extraordinarios títulos que posiblemente estén en la memoria de los buenos aficionados al cine de cierta edad que tuvieron ocasión de admirarlos y emocionarse con ellos.
Esos dramas se fueron perdiendo sustituidos en los gustos de los nuevos públicos por otros géneros hasta quedar prácticamente olvidados y cuando aparece alguno de ellos nos trae a la memoria a los viejos maestros, como Douglas Sirk, que tan bien los hicieron, mientras que los espectadores actuales los denuestan lamentablemente.
El que hoy nos ocupa, de precioso título, 'La luz entre los océanos' (2016), nos trae a la memoria la nostalgia de aquellos buenos tiempos.
Se inicia en Australia, en 1918. Tom Sherbourne, un soldado australiano condecorado durante la Primera Guerra Mundial, traumatizado y cansado de tanta muerte, busca curarse y olvidarse en la soledad de aquel horror, y acepta el puesto de farero en la isla Janus alejada del mundo.
Al poco tiempo se casa con Isabel, una joven del pueblo, que perdió en la guerra a sus dos hermanos, que en su matrimonio fracasa por dos veces de traer hijos al mundo, hasta que el destino le ofrece tener una nueva oportunidad.
Una barca encalla en la isla y en su auxilio acuden Tom y su joven esposa Isabel. En el interior yace el cuerpo de un hombre muerto y un bebé que llora con desesperación.
Tom e Isabel adoptan a la niña y deciden criarla sin informar a las autoridades, sin saber que su madre llora su pérdida.
Todo se complica cuando descubren que la madre biológica del bebé está viva.
El guion del propio director está basado en una novela de la escritora australiana M.L. Stedman que tras ser publicada en 2012 se convirtió en un auténtico best seller, que cuenta una historia sobre el destino, el amor, los dilemas morales y lo lejos que puede llegar una pareja hasta ver sus sueños cumplidos.
La acción, en cuyo rodaje surgió el amor entre Michael Fassbender y Alicia Vikander, transcurre en el oeste de Australia durante los años posteriores a la Primera Guerra Mundial.
Se trata de un hondo, sobrio, emocional y sentimental melodrama en el que se dan cita el amor, el sacrificio, el dolor, la culpa, la renuncia, la duda, la bondad, la desesperación, la bondad, el perdón y la redención.
Tiene poderosos primeros planos de interiores y de desolados paisajes, que usa de forma dramática y lírica a la naturaleza, a la que saca un buen partido una bellísima fotografía, envuelta en una inspirada música de Alexandre Desplat.
Un drama clásico de intensa complejidad moral y espiritual que nos hace reflexionar sobre algunos de los aspectos que plantea acerca de la maternidad biológica o adoptada, la actuación que lleva a cabo el matrimonio a la hora de rendir cuentas y cómo debe comportarse la justicia en este caso.
Tiene unos buenos actores, con un notable trabajo de todos ellos, especialmente de la pareja protagonista que le da la intensidad necesaria para hacer creíbles a sus personajes.
La primera parte puede ser algo previsible pero en el tramo final los giros inesperados se suceden y van apareciendo las sorpresas hasta el desenlace de esta hermosa historia de amor sobre cómo poco a poco éste va creciendo y cómo por amor se hacen cosas increíbles.
Una producción técnicamente notable con todos los ingredientes para ser una gran película en un intento más que digno por parte de Derek Cianfrance del que recordamos sus dos aceptables títulos anteriores 'Blue Valentine' (2010) y 'Cruce de caminos' (2012).
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