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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay ocasiones en las que parece que toda la crítica se pone de acuerdo para encontrarle valores a una película que, aparentemente, no los tiene o es difícil de encontrárselos, y eso es lo que creemos que ha ocurrido con 'Toni Erdmann' (2016), que no es para tanto, y no es por llevarle la corriente a los demás, pero se han pasado con tal cantidad de premios y para colmo el cine americano va a hacer un remake, esperamos que sea más divertido que el original.
Inés trabaja como consultora de negocios en una multinacional alemana que tiene su sede en Bucarest, que está a punto de cerrar un gran contrato.
Su vida está organizada hasta que Winfried Conradi, su padre, llega un día y le pregunta si es feliz, ya que trabaja en lo que él más desprecia, él que le enseñó un ideal de libertad y generosidad, y en cambio ella despide a pobres trabajadores para hacer más rentables las empresas.
Su padre, que a veces le estorba y que la avergüenza en ocasiones, le va a ayudar a dar sentido a su anodina y aperreada vida con un personaje imaginario: Toni Erdmann, un hombre maduro algo estrafalario y bromista.
Es un film que no logra hacernos reír, ni pensar, ni emocionarnos en el que apreciamos unas interpretaciones fría como un témpano en el caso de ella, y sin matizaciones en él, una dirección sin imaginación, sin sentido de la elipsis, planos demasiado largos, escenas prolongadas innecesariamente, otras fácilmente suprimibles, que emplea demasiado tiempo en el trabajo de ella que para nada nos interesa y un guion absurdo en el que para expresar la diferencia de dos generaciones, padres e hija, la distante relación entre ambos y una crítica al capitalismo más feroz, no hace falta emplear 160 minutos de duración con situaciones increíbles y sin ninguna gracia, con la mitad hubiera tenido bastante y se haría más asequible.
Si por algo nos interesa es por el fondo, no por la forma.
La cinta trata sobre la relación entre padre e hija, marcada por sus diferentes valores, ideología y modos de vida, que se quieren pero no saben cómo expresarlo; además de la siempre latente distancia generacional, de esas dos personas de la misma familia y lo difícil que es escapar de ella.
También aborda diversos aspectos de la vida moderna, como el capitalismo salvaje y el sexismo en el mundo de la empresa.
'Toni Erdmann', tercer largometraje de Maren Ade, directora de la que le conocemos su segundo largometraje, 'Entre nosotros' (2009), que tiene los mismos defectos que el presente por lo que no ha mejorado nada en ese sentido, se ha convertido increíblemente en uno de los fenómenos cinematográficos del año que tras su paso por importantes festivales, ha dejado un gran número de elogios que se han traducido en importantes premios.
Es una mezcla de comedia amarga y drama con tintes de tragedia que causa incertidumbre y dolor, que reflexiona sobre la familia y la diferencia generacional, retrato de su profunda ruptura, y la realidad de un mundo corrompido por el capitalismo.
Película incómoda, agridulce, lo contrario de cine convencional, que está sobrevalorada con la que nadie espere reír.
Hace una critica sobre la diferencia entre los pobres rumanos y los lujosos hoteles donde viven los ejecutivos que desde la ventana ven la miseria de esa gente.
Uno de los títulos europeos del año que sorprende por su excesivo metraje con muchos momentos que no siguen los caminos preestablecidos, que sorprende con situaciones surrealistas en algunos momentos y otros un tanto inverosímiles.
Nominada al Globo de oro y al Bafta. Premio especial del jurado, Golden Iris y RTBF TV en el Festival de Bruselas. Premio Fipresci en Cannes y San Sebastián. 5 Premio del cine europeo: mejor film, director, guion, Peter Simonischek y Sandra Hüller. Premio Lux a Maren Ade. Mejor director nobel en Palm Springs. Premio del público y Eurimages en Sevilla.
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