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CRITICA
Por: PACO CASADO
Durante una noche en Los Angeles, Ginnie le presenta en una cena, a Martin, su novio, a su imponente padre, Frank Gallo, un hombre de negocios, ejecutivo de una empresa de logística, adicto al trabajo, que siempre está ocupado, al que parece que no acaba de caerle demasiado bien para su querida hija debido a cierto prejuicios sociales, ya que Martin es un músico de Los Angeles, que toca el ukelele, que apenas si tiene curro, por lo que la cosa no salió nada bien.
Seis meses después, en una escala en Los Angeles, cuando Frank llega a su casa, descubrirá que ésta ha desaparecido sin dejar rastro y se verá obligado a acudir al novio de ella para encontrarla, sin saber que Ginnie y Martin han terminado su relación.
El padre de ella se presenta en casa de él buscando a su hija, desea verla, pero no hay forma de encontrarla en su casa. La cuestión es que no responde a sus mensajes, ni a las llamadas porque tiene el móvil apagado. Martin es la única persona que conoce en la ciudad y juntos pasarán toda una noche de locura buscando a Ginnie, recorriendo todos los trabajos que ha ido teniendo a lo largos de esos meses y de las amistades que ha frecuentado, mientras surge entre ellos una incómoda amistad.
Martin ayudará a su ex suegro a buscarla durante toda una noche loca en la que le van sucediendo una serie de peripecias que es lo que constituye el argumento y posterior guion de Seth W. Owen que contiene unos simpático diálogos.
Toda la película es un ir y venir de un lado para otro en busca de Ginnie, mientras van intimando el señor Gallo, muy serio y estirado, hombre de negocio encorbatado, y Martin, un pobre músico en paro, que se ve muy por debajo socialmente de su elegante y rico acompañante, cuyo contraste provoca la comicidad en algunos momentos a lo que también contribuirán los estrafalarios personajes que se van encontrando en la búsqueda del paradero de la hija perdida, cuya desaparición será la causa para que estos dos polos opuestos se vuelvan a unir, entre los que saltarán chispas ocasionando una cierta tensión que dará lugar a las escenas más hilarantes.
Las aventuras que les ocurren a ambos de alguna forma recuerdan a 'Jo, qué noche' (1985), el film de Martin Scorsese, salvando las diferencias, únicamente en cuanto a su desarrollo, ya que su director no deja de ser un novato que hace una puesta en imagen convencional, mientras van tomando confianza, haciendo amistad, conociéndose y cayéndose mejor, entre tanto vamos sabiendo de algunas confidencia del oscuro pasado del Sr. Gallo.
Después de conseguir un cierto éxito en el Festival de cine de Sundance con su ópera prima 'El arte de pasar de todo' (2011), Gavin Wiesen, dirige este su segundo largometraje, en esta ocasión una comedia independiente un tanto convencional en la que el meollo central es la improbable amistad entre un padre cuya pasión por el trabajo ha llevado a desatender a su familia, y el poco dispuesto para ello el exnovio de su hija.
El actor J.K. Simmons, desde que encarnó al severo profesor de música en la estupenda 'Whiplash' (2014), que le valió ganar el Oscar, parece que ha tomado un mayor protagonismo en las últimas cintas que ha interpretado ya que lo vemos con mayor frecuencia.
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