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CRITICA
Por: PACO CASADO
De un tiempo a esta parte los novelistas y guionistas están tirando por tierra todas las reglas y normas de la actuación de los vampiros que establecieran los autores clásicos.
Así ha ocurrido últimamente con 'Crepúsculo' (2008) y vuelve ahora a suceder con esta nueva producción sueca que cuenta la historia de dos adolescentes, Oskar y Eli, de 12 años.
El primero sufre el acoso de sus compañeros en el colegio y la segunda es una niña condenada eternamente a ser una vampira adolescente.
Ambos se ayudarán mutuamente y entre ellos nace un incipiente amor, una atracción y una fascinación por lo desconocido que mezclan con la ternura, el miedo y la rebeldía.
Tomas Alfredson, director sueco de 49 años, autodidacta en lo visual, proveniente de la televisión, que en este su cuarto largometraje hace una revisión del mito del vampirismo tratando de renovar los clisés del género, al tiempo que compone un retrato de la Suecia de los años 80, recurriendo en muchas ocasiones a sugerir fuera de cuadro en lugar de mostrar la violencia, lo que le da un aire de sensibilidad resaltando estas situaciones en su lugar con una estupenda y sinfónica banda sonora.
Y en cuanto al tema tan actual del buying, aunque es algo de todos los tiempos, se muestra de manera comprometida, pero siempre buscando hacer una película comercial y que a la vez funcione de cara a la crítica y los festivales a los que ha concurrido.
Para ello se ha basado en la primera novela escrita por John Ajvide Lindqvist, que se ha encargado también del guion, cuya acción sucede en 1982, en el barrio de Blackberg, donde vivía el autor, en el extrarradio de Estocolmo en la que cruza temas como la amistad, el rechazo social y la lealtad, las complicadas relaciones entre los menores y los adultos provocada entre otras cosas por los divorcios que rompen las familias, como le ocurre a Oskar, que se siente solo, que ve a su padre de vez en cuando.
En la realización apuesta por la sencillez, con algunas secuencias impactantes, no abusa de los efectos especiales, que obvia en cuanto puede, creando una atmósfera desasosegante, a lo que contribuye el gélido paisaje sueco, pero comete algunos errores de bulto a los que parece no querer darle importancia.
La joven pareja protagonista, ambos debutantes, se comporta de forma adecuada, mostrando Eli la tristeza en su rostro y Oskar el miedo ante el acoso de los compañeros.
Meliès de oro a la mejor película europea de cine fantástico. Mejor film de ficción en el Festival de Tribeca. Premiada en 48 festivales internacionales.
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