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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es esta la tercera vez que se lleva la novela de Emile Zola al cine. Las dos anteriores fueron en 1913 por Albert Capellani, con bastante pobreza de medios. Y la segunda en 1962 por Yves Allegret, en la que privaba el drama sobre el problema social.
Ahora Claude Berri lo hace por tercera vez de forma equilibrada, con un abundante presupuesto (contó con cuatro mil millones de pesetas y siete meses de rodaje) y con todos los aditamentos que en otros tiempos la censura no permitía.
La novela fue publicada en 1885 y exponía con toda crudeza y realismo la realidad social de los mineros en los años finales del pasado siglo.
En ellos se daba la más insoportable miseria: malas condiciones higiénicas en el trabajo y en el hogar, pagas exiguas, exceso de horas, falta de seguridad, hambre, promiscuidad sexual, alcoholismo... todo ello llevaba con frecuencia a la prostitución a las mujeres para poder vivir y a la desesperación a los hombres por no poder alimentar a sus familias.
El cúmulo de estos acontecimientos desembocó en la huelga como respuesta a la opresión, con las consiguientes consecuencias de represión y muertes por ambas partes.
Todo este fresco que estaba en las páginas de la que para muchos es la obra maestra de Emlio Zola, está también de forma equilibrada en las imágenes de la película de Claude Berri en la que si bien no llega al aliento poético de un título que se recuerda mucho a lo largo de la proyección como '¡Qué verde era mi valle!' (1941), de John Ford, sí tiene en cambio un exceso de naturalismo (ahí están las mujeres trabajando semidesnudas en la mina o los baños delante de la familia) y realismo, que le lleva a escenas bastante conseguidas como las dramáticas en la inundación de la mina o la castración del tendero tras la revuelta.
Tanto Zola como Berri se apoyan en una historia bastante simple con la llegada de Lantier a la mina que trae ideas distintas y comienza a sembrar la doctrina socialista y la conciencia revolucionaria entre los compañeros.
Por otra parte Maheu y su numerosa familia en donde se dan otros conceptos dramáticos.
En la otra acera el contrate de los dueños de las minas viviendo en la opulencia, frente a la pobreza de los obreros con sueldos míseros y queriendo rebajar los jornales para poder seguir manteniendo el mismo nivel en tiempos difíciles.
Es cierto que la novela de Zola sigue teniendo vigencia, ante la crisis de trabajo que estamos padeciendo en estos momentos, aunque hoy no se pida materialmente un pedazo de pan, sino otras exigencias y derechos adquiridos.
La injusticia continúa existiendo en el mundo y los pobres siguen pasando hambre.
Claude Berri dirige con firmeza y narra de forma equilibrada, aunque a veces se haga reiterativo en su insistencia en el problema o denote cierta frialdad en la primera mitad del film que adquiere calor en la continuación.
Convence el cantante Renaud en su debut cinematográfico cargando con el protagonismo de la cinta. Por su parte Gerard Depardieu, con su corpulencia física, compone un estupendo minero. Miou Miou le presta adecuadísima réplica, a pesar de su menuda figura, como la mujer del obrero cargada con siete hijos.
La película, que se ha convertido en la más cara producción francesa, ha sido vista ya por más de siete millones de espectadores en el vecino país francés y obtuvo los premios César del cine francés a la mejor fotografía y vestuario.
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