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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos ante un drama familiar con toques de humor negro en el que Dolores, la madre de los Lagartijas, que así le llaman en el pueblo, está gravemente enferma y su hijo Vicente, está deseando que se muera, e incluso está dispuesto a matarla, si fuera necesario, con tal de cobrar la herencia, ya que está plagado de deudas, que no puede pagar, e incluso está a punto de ser desahuciado de su lujosa vivienda, a pesar de que es un simple corrupto policía local de Sagunto, que Carmen, su mujer, trabaja limpiando casas y Esteban, su hijo, un adolescente, se dedica, enmascarado, a robar en los establecimientos del pueblo, pero todo el mundo sabe de quien se trata, llaman a la madre y ésta se encarga de devolver el poco dinero que ha obtenido.
Tienen también a Celinda, una joven de criada, que no pueden pagar, que vive con ellos, y de la que se beneficia el hijo, que le ayuda a hacer los robos a cara descubierta con un ciclomotor.
Vicente tiene en marcha un plan para cargarse a su madre para resolver sus problemas económicos y pretende llevarlo a cabo en breve, pero Dolores tiene otra idea como alternativa, ya que se teme lo peor, que no ha contado a nadie.
La verdad es que Dolores no está muy bien de la cabeza ya que ve por todas partes a Checa, el que fue su marido, ya fallecido, e incluso le confiesa al médico que está siendo perseguida por él.
El director valenciano Pedro Pérez Rosado, que debutó en el largometraje con 'Las cenizas del volcán', (2000) tras la cual rodó 'Cuentos de la guerra saharaui' (2004), a la que siguieron 'Agua con sal' (2004), 'La mala' (2008) y 'Wilaya' (2011), nos ofrece ahora el sexto largometraje de su filmografía con este drama familiar en el que introduce algunas notas de humor negro.
Tiene un guion que está, diríamos, a medio hacer, que empieza de golpe, se entretiene en situaciones absurdas, no presenta bien a los personajes, no termina de rematar la historia y para colmo no está bien puesto en escena por la dirección, a pesar de que Rosado ya lleva seis títulos realizados con éste, dando la sensación de ser una primera película amateur, a lo que contribuye la endeble actuación de los actores que parece que no se acaban de creer a sus personajes o a no tomárselos en serio.
Se nota que es una producción de escaso presupuesto, pero eso no quita para que no se use el trípode ya que toda está filmada con cámara a mano lo que hace que a veces sea auténticamente mareante.
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