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CRITICA
Por: PACO CASADO
La ola de suicidios que sufrió France Télécom entre 2007 y 2010 inspira esta historia en la que Emilie acaba de ser ascendida a jefa de recursos humanos de la multinacional Esen, debido a su gran poder de persuasión y falta de escrúpulos, por su superior Stéphane Froncat.
Cuando lleva a cabo un feroz acoso para que Didier Dalmat renuncie a su puesto de trabajo, éste se suicida debido a la gran presión que ha soportado y el jefe de su empresa intenta que ella asuma la responsabilidad, pero hará lo posible para que ello no ocurra.
A partir de ese momento Emilie estará bajo la mira de Marie Borrel, la inspectora de trabajo que sospecha que lo sometió a una gran presión que le hizo estallar.
Un drama laboral sobre la voracidad y falta de humanidad de las empresas cuyas consecuencias siempre las acaban pagando los más débiles, los trabajadores.
Al comienzo se nos asegura que es un argumento de ficción aunque se inspira en métodos administrativos reales de las empresas, pero también tiene elementos de intriga esta historia que se debate entre el drama y el thriller.
La protagonista es una mujer dispuesta a servir a los de arriba y humillar a los de abajo, pero debe hacerse responsable de sus decisiones y cuando se convierte en un estorbo para sus jefes, la hacen probar sus propios métodos.
Llega un momento en el que se encuentra entre la espada y la pared, pero lo mejor es que inicia una relación con la inspectora de trabajo y entre ellas se establece un duelo, no sólo de palabras sino también con gestos y miradas, que tendrá unas consecuencias imprevisibles.
Inspirado en hechos reales es el debut del director Nicolas Silhol en el que trata sobre los métodos que utilizan algunas empresas y la complejidad ética y moral a las que se enfrenta esta directora de recursos humanos, al tiempo que se adentra en las cloacas del mundo corporativo para echar a sus empleados como en este caso en el que el director de la compañía para recortar plantilla y ahorrarse los despidos, manda hacerles la vida imposible, para que ellos mismos renuncien a su puesto, debido al acoso laboral.
Para ello Emilie es su brazo ejecutor, una mujer, aparentemente, sin escrúpulos que empieza a replantearse la vida cuando uno al que acosaba, se suicida en la sede de la empresa delante de sus propios compañeros.
Esto le enfrenta a la inspectora de trabajo y la posibilidad de que su jefe le cargue el muerto, nunca mejor dicho.
El tema no es nuevo ya fue tratado anteriormente en títulos como en la norteamericana 'Glengarry Glen Ross' (1992), de David Mamet, la francesa 'Recursos humanos' (1999) de Laurent Cantet o la española 'La punta del iceberg' (2016), de David Cánovas, entre otras.
Un drama ambientado en este mundo que el director conoce bien ya que es hijo de un asesor de recursos humanos y que además ha hecho videos sobre el tema para algunas empresas.
Contiene grandes dosis de denuncia social aunque esta vez se centra en la ejecutora de la opresión en lugar de sus víctimas ya que no es sólo el acoso sino también la precariedad laboral en Francia lo que se dibuja aquí.
A ello le sigue un optimismo a manera de redención en los metros finales en los que opta por una solución previsible para uno de los problemas más graves de la actualidad.
Posee una estupenda interpretación de Celine Sallette que apuesta fuerte por un personaje tan detestable que acaba viendo cómo sus atropellos se le vuelven en contra.
No menos interesante es la labor que hace Violaine Fumeau como Marie, la inspectora de trabajo, ambas mantienen un buen pulso.
Cine de denuncia con buenas maneras fílmicas que pasó por los festivales de Hamburgo y Karlovy Vary.
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