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CRITICA
Por: PACO CASADO
A las producciones que relatan aventuras de náufragos en el mar les ocurre como a las de perdidos en el desierto, con la variante de agua por arena, que resultan bastante monótonas, cuando no aburridas, si no se sabe dotarlas de las suficientes peripecias como para eso no suceda.
La que comentamos en este caso relata el efímero romance entre la californiana Tami Oldham y el inglés Richard Sharp que se conocen tras un casual encuentro fortuito y tras entablar amistad, aceptan atravesar el océano Pacífico en un velero de lujo, desde Tahití hasta San Diego, tras la proposición de llevar el barco de un amigo a ese destino.
Pero lo que no estaba previsto es que durante ese viaje de cuatro mil kilómetros se vean sorprendidos por el huracán Raymond, de fuerza cuatro, el más catastrófico de la historia, que destroza el barco y les deja casi sin agua y sin alimentos.
Tras la horrible tormenta, Tami se despierta herida y sola, ya que a Richard se lo ha llevado una enorme ola, está herido y navega inconsciente al albur del océano, hasta que afortunadamente lo encuentra ella, lo rescata y lo cuida.
Más unidos que nunca, tendrán que sobrevivir durante 41 días a uno de los desafíos más duros de sus vidas, sin esperanzas de ser rescatados ya que la radio no funciona.
Esta película es la décima que realiza el cineasta islandés Baltasar Kormákur, director entre otras de 'Everest' (2015) y 'Medidas extremas' (2016), esta vez llevada a cabo en los Estados Unidos, que está inspirada en una apasionante historia real ocurrida en 1983 que la propia Tami plasmó en un libro, en la que estos dos amigos en un principio y enamorados después, inician una gran aventura a través de ese viaje en barco, pero ignoraban que se iban a enfrentar a uno de los huracanes más devastadores de la historia sucedido en aquella zona.
El guion se basa en el libro autobiográfico 'Red Sky in Mourning: A True Story of Love', 'Loss and Survival at Sea', de Tami Ashcraft, publicado en 2002, donde cuenta su aventura sucedida en 1983.
Es una historia inolvidable sobre la determinación y la capacidad de recuperación del espíritu humano y del trascendental poder del amor para hacer frente a unas circunstancias adversas al filo de la muerte y con el añadido en este caso de ser una mujer la heroína fuerte del relato que en muchos momentos ha de luchar sola contra los elementos desatados, el miedo, la soledad y la duda de saber si podrá salir adelante.
Para evitar la monotonía, el guion introduce constantes flash backs en torno a su relación en tierra, su conocimiento casual, su enamoramiento, la oferta del amigo de llevar su velero porque le ha surgido un asunto urgente, pero esto hace que el relato pierda la continuidad y a veces se haga algo confuso.
El relato aporta el suspense de saber si por fin lograrán el objetivo propuesto en última instancia de salvar sus vidas a lo que hay que añadir la emoción que suman los efectos especiales de la tormenta que destrozan el barco.
El trabajo de los dos casi exclusivos protagonistas es muy diferente, ya que Sam Claflin se lleva la peor parte mientras que a Shailene Woodley le toca en este caso ser la heroína de la historia.
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