|
CRITICA
Por: PACO CASADO
No vamos a descubrir a estas alturas que Argentina es la cinematografía iberoamericana que mejor cine produce, muchas veces en coproducción con España, con la que comparte el idioma y así todo es más fácil.
De ese país tenemos algunas buenas muestras de cine policiaco, como 'Nueve reinas' (2000), de Fabián Bielinsky o sin ir más lejos 'El secreto de sus ojos' (2009), de Juan José Campanella y como es el caso de la película que nos ocupa que deja a buena altura el listón de su interés e igualmente de su calidad.
A un estudio de arquitectos llega una fotógrafa preguntando por un tal Nelson Jara un tipo que tiene información que puede acabar con el futuro profesional del estudio de arquitectos a los que hace chantaje.
Tanto su propietario Mario Borla, como su socia Marta Hovart y el arquitecto Pablo Simó, que lleva 20 años en la empresa, niegan conocer a ese hombre, cuando han transcurrido varios años, que un día estuvo en la oficina.
El guion llevado a cabo por Emilio Torres y Nicolás Gil Lavedra está basado en la adaptación de la novela de igual título, publicada en 2009, de la escritora Claudia Piñeiro (que es pareja del director), que no es la primera suya que se lleva al cine, ya que entre otras ya le vimos 'Las viudas de los jueves' (2009).
En esta ocasión todos los personajes mienten al ocultar la verdadera relación que tuvieron con Nelson Jara.
La historia comienza con los recuerdos de Pablo en torno al tema quien fue el primero en recibir a Jara, un hombre mayor que protestaba por la grieta que se ha producido en su domicilio motivado por las obras que la constructora estaba haciendo en el solar de al lado y pedía no sólo la reparación sino también una fuerte indemnización o amenazaba con denunciarlo a la prensa.
El guion trata de cómo responder a la pregunta que hace la fotoperiodista, de la mentira, de la extorsión, de la moralidad, de la ambición, del miedo, de la infidelidad, del engaño, de la hipocresía, de la mezquindad, de la insatisfacción, de los sueños por cumplir y de posibles vidas truncadas por unas acciones irresponsables.
El film invita a reflexionar sobre la falta de moral de una clase social que no tiene inconveniente en manipular y extorsionar.
Tan sólo habría que ponerle como reparo un final apresurado, poco meditado, aunque mantiene bien el suspense y es sumamente entretenido, lo que le convierte en un thriller interesante.
Hay un cierto paralelismo entre la grieta en la pared de Jara y la que se produce en la moral de los personajes que tiene enfrente.
De la puesta en escena es responsable el argentino Nicolás Gil Lavedra, un director que debutó en el largometraje tras realizar un único corto, 'Identidad perdida' (2007), con 'Verdades verdaderas, la vida de Estela' (2011) y que ahora con 'Las grietas de Jara' (2017) hace el segundo título de su aún corta filmografía demostrando que sabe cómo mover la cámara y a los personajes, llevando la narrativa a buen ritmo, con elegancia, con encuadres bien estudiados y con una gran claridad en la exposición de los hechos a pesar del uso de algunos flash backs explicativos.
Para ello dispone de un buen plantel de actores argentinos, comenzando por el veterano Oscar Martínez, todo un valor seguro que llena la pantalla en el inquietante personaje clave de esta historia, la siempre interesante Soledad Villamil en un papel más secundario y en una segunda escala Joaquín Furriel, y los españoles Sara Sálamo y Santiago Segura, este último en un papel muy serio, que también entra con su productora en la coproducción de este thriller ambientado en Buenos Aires que pone sobre la mesa temas de actualidad como la corrupción y el conflicto de clases.
Aunque la trama sea previsible en algunos momentos se sigue con interés y deja un buen sabor de boca.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CLIPS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE