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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una cosa está clara, que cuando un productor descubre un filón continúa ahondando en él hasta agotarlo, aunque no haya mucha materia más que sacar del mismo.
Y así ocurre, una vez más, con la saga que constituye 'Expediente Warren: The Conjuring' (2013), que tras recaudar más de 300 millones de dólares le siguió 'Expediente Warren: El caso Enfield' (2016), así como el spin off 'Annabelle' (2014) y 'Annabelle: Creation' (2017), que también tuvo su continuación, como es esta nueva entrega, 'La monja' (2018).
Tras el suicidio de una joven novicia, la hermana Victoria, en la abadía de clausura de Santa Carta, en Rumania, en 1952, el Vaticano abre una investigación que llevará a cabo el Padre Anthony Burke, un sacerdote de Filadelfia con un pasado tormentoso, con experiencia en posesiones, que lucha con su fe junto a la hermana Irene, una joven novicia a punto de tomar sus votos.
El campesino Frenchie, el hombre que descubrió el cadáver donde sucedió el hecho, les llevará al lugar.
Una vez que han llegado, sus vidas, fe y almas serán puestas en juego cuando descubran el terrible secreto que esconde la orden.
Arriesgando su existencia se enfrentan a una fuerza demoníaca en forma de monja y la abadía se convierte en un auténtico campo de batalla y de horror entre los vivos y los muertos.
Al igual que en la película original, la entidad demoníaca sigue siendo la misteriosa monja Valak.
Es un spin-off de la franquicia Expediente Warren que comparte el mismo guionista James Wan de 'The conjuring 2' (2016) y Gary Dauberman de 'Annabelle' (2014) de Gary Dauberman y su secuela.
Ahora nos llega la nueva entrega de esta franquicia de la que Corin Hardy es el encargado de llevar a cabo este oscuro film de terror, tras debutar con 'La horca' (2015), que ganó una docena de premios, aunque no fue muy bien en taquilla, pero los productores confiaran en encargarle este su segundo título que realiza de manera mecánica abusando de los primeros planos de los rostros de los protagonistas y acumulando sobresaltos que tanto gustan al personal joven que suelen acudir a las producciones de este género con las que se lo pasan bien riendo aunque no sean cómicas, aunque a veces den risa.
La mayor parte de la historia se desarrolla en la más completa oscuridad, por lo que no apreciamos bien lo que ocurre, aunque nos da la sensación de ya visto mil veces lo mismo, con un guion elemental, simple y repetitivo, con escenas que no tienen explicación y otras que son meros tópicos poco imaginativos.
Nada se puede decir de la interpretación que es más mecánica que otra cosa dentro de lo poco que se les puede ver a los actores enfrentados en la oscuridad a unos personajes planos y sin identidad.
El final hasta puede dar origen a una nueva continuación dado su notable comienzo en la taquilla, lo que no sería de extrañar.
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