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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine americano sigue produciendo películas de ciencia-ficción basadas en tres o cuatro modelos que se repiten constantemente porque falta imaginación para inventar.
La presente se inspira en los agujeros negros, basada en la teoría de la relatividad de Einstein, y el concepto del horizonte final que el astrofísico Karl Schwarschild formuló en 1916.
Es la historia de un científico que ideó la nave Event Horizon para explorar galaxias lejanas, que se ha perdido, y de la que no se tienen noticias desde hace siete años.
Unas señales indican que apareció cerca de Neptuno y se manda una misión de rescate.
La nave se ha convertido en una especie de casa encantada con vida propia que va influyendo de forma diabólica en los astronautas que van a rescatarla.
El guionista confiesa haberse inspirado en el film 'El resplandor' (1980) para la creación de una atmósfera inquietante y la exploración de los demonios que llevan en su interior los personajes.
Añadamos por nuestra parte que en algunos aspectos nos recordó a 'Esfera' (1998), pero en el espacio.
El británico Paul Anderson, director de la vulgar 'Mortal Kombat' (1995), se inclina más por el cine de terror que por conseguir que sea creíble la historia, en la que hay muchos puntos oscuros que no acaban de explicarse.
El problema está en que ni el cuadro de actores, ni la dirección consiguen el pretendido misterio de la banal representación que se hace del infierno en un relato mil veces visto.
La cinta tiene todos los defectos del género y pocas de sus virtudes.
El guion resulta incoherente, el montaje es efectista y le falta ritmo.
En su favor digamos que posee unos estupendos decorados en los que se obtiene un aspecto de mazmorra medieval en la que sufren los tripulantes de la nave un castigo no merecido a través de unas situaciones que resultan artificiosas.
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