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CRITICA
Por: PACO CASADO
Manuel López-Vidal, un influyente vicesecretario económico a punto de dar el salto a la política nacional se ve salpicado por unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción y a partir de ese momento va en caída libre.
La película es una valiente denuncia de esta clase de delito en la política y la empresa española, que cuenta con guion del propio director junto a Isabel Peña, su guionista habitual, que tiene referencias claras a casos reales de la política nacional, aunque sin concretar nunca en alusiones específicas a ningún partido o empresa como tampoco se hace mención al periódico o la televisión que destapan el asunto.
Tras su paso por el Festival de cine de San Sebastián llega a las carteleras españolas la nueva película del cineasta madrileño Rodrigo Sorogoyen, tercer largometraje del director de la estupenda 'Que Dios nos perdone' (2016), que es un emocionante thriller, de contenido político, que lleva a tal ritmo que no da descanso al espectador, en el que vuelve a tener como cabecera de reparto a Antonio de la Torre.
Es la historia de un veterano político español, mano derecha de Frias, el presidente de la comunidad autónoma, que ostenta ese importante cargo, que vive de lujo, con un estilo de clase alta, con su esposa Inés y su hija Nati, así como con sus compañeros de partido, debido a la corrupción y a sus negocios ilegales.
Pero cuando sus maniobras y las de sus amigos salen a la luz y se ve obligado a reaccionar, trata de romper con el partido y exponerlo todo a la opinión pública, con el único apoyo de su familia, para que los que lo traicionaron caigan con él al ser escogido como chivo expiatorio por su propio partido, cuando su nombre aparece en una trama de malversación y tráfico de influencias que en un tiempo récord pasa del lujo a estar a punto de entrar en la cárcel.
Es como un manual para corruptos, en el que salen todos los tipos y métodos para conseguir dinero y prácticas habituales; vidas ostentosas, yates, relojes rolex, mordidas a empresarios, arribismos, reparto de la subvenciones europeas, favores ilícitos, desaparición de documentos importantes que no convienen que salgan a la luz pública, sobornos, pactos de silencio, extorsiones, traiciones entre amigos, puñaladas por la espalda filtraciones a los periódicos, y no saber nada cuando tienen que declarar ante la justicia.
No habla tanto de los más importantes, sino de esos cargos intermedios que están en la sombra para recaudar, pero que si les pillan sus jefes hacen ver que no saben nada y se tapan.
Si no se basa en hechos reales o noticias de prensa su trama es muy parecida a lo que vemos cada día en los telediarios y leemos en los periódicos.
Nunca se menciona el partido, da igual que sea de un signo o de otro, sirve para cualquiera de ellos, ya que no tienen ideología, y su trabajo parece que consiste únicamente en robar.
Es admirable construir un guion en el que se acumulan tantos casos variados de corrupción con el único hilo conductor del protagonista, que se presentan de forma entrecortada, que hace que a veces el espectador se pierda entre tantos personajes implicados en ellos que van de un lado para otro sin terminar ningún asunto.
Cuando el personaje se ve acorralado se aferra a sus últimas bazas, como tirar de la manta para salvarse en una huida desesperada hacia adelante, para que los que le llevaron a ello caigan también con él.
En el aspecto técnico está bien, con muchos planos frecuencia, como el del inicio de la narración.
Antonio de la Torre está de maravilla, así como el resto del reparto, muy bien encajados en sus respectivos roles.
La música electrónica de la banda sonora ayuda a crear una mayor tensión a lo largo del argumento.
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