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CRITICA
Por: PACO CASADO
Si los líos matrimoniales conllevan el que Woody Allen vuelva a sus orígenes, bienvenidos sean, porque han hecho que el genial cómico de Manhattan haya transformado algunas de sus constantes. Se ha olvidado de muchas de las obsesiones que le aquejaban, que hacía relucir en todas y cada una de sus películas.
Ha abandonado el tono de seriedad de que dotaba a sus últimas cintas, volviendo como en sus primeros films, a la comedia divertida, que nos agradaba mucho más y que ponía mejor de manifiesto su ingenio, que lo tiene.
Aquel nos parecía un Woody Allen más auténtico, que no tenía que tomar prestado, ni homenajear a nadie para hacer su cine.
En 'Misterioso asesinato en Manhattan' (1993) recupera la comedia y la mezcla con el cine policiaco que tanto le gustaba en su juventud y que le hacía evadirse de muchos problemas.
Aquí no se queda a medias, sabe llevar adelante ambas cosas. Provoca la franca carcajada, cuando no la sonrisa, y sabe sacarle partido al clima de suspense cuando la acción lo requiere, aunque no sea eso precisamente su fuerte, ya que la línea policiaca y la explicación final que se nos da del asesinato, no nos llegue a convencer demasiado.
Una pareja se mete a detective cuando sospecha que la muerte repentina de una vecina puede esconder un asesinato a cargo del marido de la víctima y trata de llegar hasta el fondo de la cuestión.
Esta película, la número 23, Allen se la plantea como un reportaje, cámara en mano, para hacer un cine más espontáneo y fresco, sin llegar al extremo que supuso 'Maridos y mujeres' (1992), en donde la cámara era auténticamente mareante.
Recupera a su primera musa, Diane Keaton, junto a la que ganó su doble oscar como director y guionista en 'Annie Hall' (1977) siendo ella también oscarizada y consigue una de sus cintas más divertidas.
Tampoco se olvida de homenajear, en un par de secuencias, a dos grandes genios del cine, al Billy Wilder de 'Perdición' (1944) y al Orson Welles, con la inolvidable escena de los espejos en 'La dama de Shangai' (1947), para que nada falte.
Marshall Brickman, que ya le ayudó en los guiones de 'Annie Hall' (1977) y 'Manhattan' (1979), vuelve para poner frescura en la inspirada trama.
Una buena, divertida y recomendable película para pasar un rato con cine de calidad.
Nominada al Globo de oro Diane Keaton, al Bafta Anjelica Houston y al César la película como mejor extranjera.
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